martes, 27 de septiembre de 2011

El oasis de niebla de Alto Patache: esplendor primaveral de su flora desértica.

Fig. 0. Diminutas flores acampanuladas de Lycium leiostemum ("chañarcillo") cuya planta se muestra en las Figs. 19 y 20. Crece en las laderas húmedas que miran al weste y surweste, descendiendo hasta los 350 m de altitud snm. La flor mide solamente 1,0 cm. de longitud ( Foto H. Larrain, 16/10/2009).

Fig. 1. Imagen captada hacia las 17.30 hrs. al regresar a Iquique desde oasis de niebla de Alto Patache. Aquí el litoral y el mar se encuentran a la derecha de la fotografía. La masa nubosa procedente del océano penetra tierra adentro a través de un portezuelo abierto en la cadena de cerros costeros, avanzando por un par de kilómetros hasta terminar por evaporarse por la alta temperatura del desierto interior. Esta es, exactamente la franja que constituye hoy un tipo climático nuevo para la climatología chilena, diferente tanto del propio del desierto interior caliente (BW) como del tipo de clima observable al borde del litoral del Pacífico (BWn). (Foto H. Larrain, 26/09/2011).

Fig.2. La masa nubosa ingresando en la planicie del oasis de Alto Patache, avanzando a ras de suelo. A su llegada, la temperatura desciende bruscamente en varios grados centígrados (Foto H. Larrain 26/09/2011).

Fig. 3. Grupo de visitantes venidos de Barcelona (Cataluña), dirigidos por el ingeniero catalán Josep Piera, al que vemos al medio del grupo, posando ante nuestro LFC ("Large Fog Collector") de 38 m2 de malla raschel (Foto H. Larrain 26/09/2011).

Fig. 4. El grupo examinando con incredulidad la minúscula flora que ha aparecido recientemente entre las grietas de las rocas, en el borde del acantilado costero, a los 770 m de altitud snm. (Foto H. Larrain 26/09/2011).

Fig. 5. Una piedra del lugar, de apenas 30 cm de largo, repleta de variedades diferentes de líquenes. Un auténtico muestrario liquenológico. Un tesoro para la ciencia. Su cara superior ha sido densamente poblada por no menos de 6 u 8 especies diferentes. (Foto H. Larrain 26/09/2011).

Fig. 6. Un pequeño fragmento de roca plano. En su cara superior, una sóla especie de líquen rojo la ha cubierto por completo, quedando su envés totalmente libre de este elemento vivo. Tal es la profusión de líquenes en este sector próximo al acantilado, que uno experimenta tristeza al transitar por ahí, por el daño que infiere sin querer al ecosistema, razón por la cual se ha establecido recientemente en el contorno del oasis senderos bien delineados para el uso de los visitantes, los que deben ser estrictamente respetados. (Foto H. Larrain, 26/09/2011).

Fig. 7. Superficie vertical rocosa, lisa, expuesta directamente al arribo de la niebla, y que ostenta diversas especies de líquenes que la han tapizado por completo. Aquí se observa al menos 6 especies diferentes, todas pertenecientes a los llamados "líquenes crustosos" (esto es, "que semejan costras"). (Foto H. Larrain 26/09/2011).

Fig. 8. Una pequeña y frágil liliácea, de hojas lineales sumamente finas semejando filamentos, ostenta su pequeña flor blanco-amarillenta. La flor mide algo menos de 1 cm de diámetro. Da como fruto una cabezuela, que veremos en otra foto. Sumamente sensible al sol y de muy corta vida, suele esconderse en las oquedades de la roca. Pero su bulbo o cebollín permanece vivo bajo tierra enterrado a unos 5-7 cm. de profundidad. Al año siguiente, si la humedad es la suficiente, brotará y florecerá nuevamente para disfrute del botánico u ecólogo. Trate de buscar en la imagen, al centro, abajo, las dos diminutas flores provistas de una corola de cinco pétalos que muestra este delicado ejemplar (Foto H. Larrain, 26/09/2011).

Fig. 9. Siguiendo la sinuosidad de una grieta en la roca, donde hunde sus voluminosos rizomas, este ejemplar de Oxalis sp. despliega sus hojas y flores de un amarillo muy vivo. (Foto H. Larrain 26/09/2011).

Fig. 10. Obsérvese la cantidad de plántulas de Oxalis sp. que utilizan las grietas de esta roca granítica, muy propensa a la fractura, para prosperar allí, crear su propio suelo y reproducirse. (Foto H. Larrain, 26/09/2011).

Fig. 11. En esta estrecha grieta decidió desarrollarse y crecer este raro ejemplar de Poliachyrus annus. Observe el incipiente botón floral de este ejemplar. Éste no ha podido desarrollarse más por la escasez de suelo apto y, sobre todo, por escasez de agua disponible al interior de la grieta. Según nuestra experiencia, esta especie no se presenta regularmente a la vista en el oasis en los años secos De hecho, no la habíamos detectado creciendo aquí desde el año 2002, el último año húmedo en la zona; es decir, hace 9 años (Foto H. Larrain 26/09/2011).

Fig. 12. Dos especies de frágiles Liliáceas brotando entre las grietas de la roca expuesta. La que tiene hojas gruesas, carnosas, casi seguramente sería Zephyra elegans (Foto H. Larrain, 26/09/011).

Fig. 13. Entre multitud de líquenes crustosos que decoran y embellecen la roca expuesta, se observa el crecimiento de una frágil Liliácea, de hojas que semejan delgados filamentos verdes. En uno de sus extremos, se distingue una cabezuela aún inmadura, que oculta las semillas. Esta especie, como todas las Liliáceas, se reproduce tanto por semillas como por bulbos. Al fenecer y secarse su parte aérea, permanece vivo y oculto bajo tierra el respectivo bulbo o cebollín , del que nacerá una nueva planta cuando la humedad y la temperatura así lo aconsejen. (Foto H. Larrain, 26/09/2011).

Fig. 14. A la izquierda, arriba, ejemplar vigoroso de Alstroemeria lutea, planta endémica del oasis. Esta especie, como es sabido, sólo fue descrita por los especialistas como una especie nueva para la ciencia havie poco tiempo, concretamente en el año 2000, como procedente de este sitio-tipo. En el centro de la foto varios ejemplares de una planta rastrera, de hojas muy diminutas, Parietaria humilis, usado como excelente diurético. Ocupa los nichos más húmedos y sombríos del roquerío del acantilado. (Foto H. Larrain, 26/09/20011).


Fig. 15. Al pie de estos simples mini-atrapanieblas que inyectan humedad adicional al suelo, pronto aparece a partir del mes de agosto, una vegetación autóctona de semillas que allí yacen a la espera de las condiciones óptimas para brotar. (Foto H. Larrain, 26/09/2011).

Fig. 16. Ejemplar de buen desarrollo del arbusto espinoso Lycium leiostemum que muestra sus primeras flores acampanuladas. (Vea detalle de su flor en Fig. 0, arriba) Este arbusto es un tipico ejemplo de notable adaptación a la vida del desierto, con presencia de espinas y profusión de hojas muy diminutas. (Foto H. Larrain, 26/09/2011).

Fig. 17. Observe el gran número de ejemplares de Oxalis sp. ocupando cada grieta disponible de la superficie de la roca expuesta. En esta foto, hay no menos de 13 ejemplares de esta especie, casi todos en flor. (Foto H. Larrain, 26/09/2011).

Fig. 18. Ejemplar de Nolana sedifolia acurrucado y protegido bajo una roca que le destila humedad suficiente, por efecto de la camanchaca. (Foto H. Larrain, 26/09/2011).

Fig. 19. Ejemplar del arbusto Lycium leiostemum Wedd., (conocido como "chañarcillo" en la IIIª y IV Región de Chile) lleno de flores en forma de campanitas alargadas, color entre blanquecino y morado tenue. Esta especie adquiere un notable desarrollo en latitudes más bajas, como en Paposo, don de puede empinarse hasta los 2 m. de altura sobre el suelo (Foto H. Larrain, 26/09/2011).

Fig. 20. Otro ejemplar de Lycium leiostemum. En su parte inferior ostenta profusión de liquenes que han invadido los tejidos muertos de sus ramillas secas. Este arbusto es uno de los tres arbustos perennes representados en este oasis. Los otros dos son. Ophryosporus floribundus (escasísimo en este oasis) y Ephedra breana, especie bastante abundante en nuestro oasis. (Foto H. Larrain, 26/09/2011).

Fig. 21. Ejemplar de Atriplex taltalensis en excelente desarrollo gracias al aporte hídrico adicional que le suministra un mini-atrapanieblas. Esta planta es rastrera pero observe aqui , bien erguidas, sus inflorescencias. Esta especie es frecuente en la parte mas elevada del acantilado rocoso y hunde su numerosas raíces entre las grietas de la roca en busca de humedad. (Foto H. Larrain 26/09/2011).

Fig. 22. Arriba, ejemplares pequeños de Tetragonia maritima; Al medio, ejemplares de la Liliácea Leucocoryne appendiculata, de hojas como largos filamentos; abajo, Alstroemeria lutea. (Foto H. Larrain 26/09/2011).

Fig. 23. Ejemplar rastrero de Atriplex taltalensis. En la Foto 21 (más arriba) hemos mostrado un zoom a su característica inflorescencia. (Foto H. Larrain, 26/09/2011).

Fig. 24. Hermoso ejemplar de Nolana sedifolia, en form,a de potente cojín, que hemos apoyado con un mini atrapanieblas que le entrega una cuota extra de humedad adicional. (Foto H. Larrain, 26/09/2011).

Fig. 25. El efecto benéfico de instalar un mini-atrapanieblas sencillo ha logrado la sobrevivencia y desarrollo y expansión de 6 especies diferentes de plantas. La proliferación de estos captadores artificiales en el área, produciría, al corto tiempo, una zona de gran concentración vegetal: un mini parque. Este es uno de los ideales que yo quisiera ver realizado pronto, pues produciría un efecto enorme sobre los visitantes del oasis. (Foto H. Larrain, 26/09/2011).

Fig. 26. Entre plantas de Nolana sedifolia, Oxalis sp. y Tetragonia maritima en la parte media de la fotografia , se puede observar un ejemplar solitario de Gramínea, cuya especie no hemos identificado aún. Anotemos aquí, como dato de terreno, que éste es el único ejemplar vivo de esta especie que hemos detectado en el contorno de este oasis. Inutilmente hemos buscado otro. Hemos visto, en cambio, numerosos ejemplares muertos. Este, casi por milagro, logró sobrevivir aquí y ahora, apoyado por un mini-atrapanieblas, se le ve lozano y vigoroso. (Foto H. Larrain, 26/09/2011).

Fig. 27. Planta en cojín de la especie Nolana sedifolia. Esta especie es extraordinariamente decorativa aunque presenta flores muy diminutas color amarillo claro. Las flores aquí perceptibles entre su follaje no son las propias de esta especie, sino de la especie Oxalis sp, que ha crecido entremedio (Foto H. Larrain, 26/09/2011).

Fig. 28. Plántulas de Oxalis sp. entre las grietas. (Foto H. Larrain 26/09/2011).

Fig. 29. Tetragonia maritima. Las ramillas secas visibles aquí pertencen a un ejemplar de la misma especie, que se desarrolló el año anterior. Esta especie es anual (Foto H. Larrain 26/09/2011).

Fig.30. Un ejemplar en flor de Leucocoryne appendiculata entre especímenes de Alstroemeria lutea, endémica del lugar (Foto H. Larrain 26/09/2011).

Fig. 31. El milagro del agua. Un mini-atrapanieblas ha logrado que la especie rastrera Atriplex taltalensis se desarrolle aquí en todas direcciones. Ahora ya ocupa una superfice de más de 1 m2 (Foto H. Larrain, 26/09/2011).

Fig. 32. Ejemplar florido de Nolana sedifolia. (Foto H. Larrain, 26!09!2011).

Fig. 33. Hermosas flores y hojas de Oxalis sp, asomándose entre el follaje y espinas del arbusto Lycium leiostemum. (Foto H. Larrain, 26/09/2011).

Fig. 34. Un típico "jardín" de plantas que se ha desarrollado al amparo de un mini-atrapanieblas. La planta al lado derecho, de follaje más oscuro, agazapada al pie de la roca es Frankenia chilensis, que aún no florece. (Foto H. Larrain, 26/09/2011).

Fig. 35. Ejemplar de Lycium leiostemum en flor. Observe como los líquenes fruticosos colonizan muchas sus ramas, causándole finalmente la muerte. (Foto H. Larrain, 26/09/2011).

Fig. 36. Sobrecogedor contraste entre una pequeña área vegetada, y el resto sumamente árido. El milagro lo produce este simple aparato, un pequeño atrapanieblas hechizo. (Foto H. Larrain, 26/09!/011).

Fig. 37. Uno de nuestros visitantes catalanes observando el suelo junto a un conjunto de plantas alimentadas por un m ini-atrapanieblas. (Foto H. Larrain, 26/09/2011).

Fig. 38. Pequeña quebradilla donde el suministro adicional de agua al suelo, mediante estos atrapanieblas ha producido la eclosión de numerosas plantas, cuyas semillas yacían en latencia tal veaz desde la última lluvia acaecida en agosto del año 2002.. (Foto H. Larrain, 26/09/2011)


Fig 39. Nolana sedifolia en cojines. (Foto H. Larrain 26/09/2011).

Fig. 40. Cactácea Eriosyce caligophila, estudiada por la botánica Raquel Pinto quien la describió recientemente. (Véalo en su obra: Cactus del Extremo Norte de Chile, Raquel Pinto y Arturo Kirberg, Impresión ASMF, Imprenta A. Molina Flores, S.A , Santiago, 2009). Este ejemplar alcanza un diámetro de unos 5.0 cm. Pero hemos visto ejemplares mucho más grandes. Vive en un ambiente tapizado de rocas pequeñas,fragmentadas, sobre un suelo cinerítico de color café rojizo suave. Esta planta es difícil de ver en dicho ambiente de rocas dispersas, al no sobresalir del suelo, donde se oculta. Aquí recibe la humedad que le suminstran las piedras llenas de aristas, que son bañadas por las nieblas arrastradas que pasan velozmente por el portezuelo, tierra adentro. Esta especie la vimos en flor en elseno del oasis de Alto Patache, en muy escaso número, en 1997. Posteriormente dichos ejemplares fueron arrancados por manos sacrílegas de cactólogos desaprensivos, cuyo único objetivo es lucrar con sus semillas, las que vergonzosamente se ofrece hoy a la venta en internet. (Foto H. Larrain, 26/09/2011).

Fig. 41. Evidencia del robo de especies de esta cactácea, Eriosyce caligophila, nueva para la ciencia. Aquí, exactamente en este lugar, hubo hasta hace pocos años, dos ejemplares de este cactus. Fueron arrancados de este lugar, mediante una pequeña palita y parte de sus raíces quedaron abandonadas in situ, como evidencia irredargüible de una extracción culposa. Tenemos la casi certeza de que los vándalos fueron cactólogos extranjeros que fueron alertados, sin ella pretenderlo, por cierto, por la información científica dada por la botánica R. Pinto sobre su ubicación exacta, con ocasión de la descripción académica de esta especie. (Foto acusatoria de H. Larrain, 26/09/2011).

Fig. 42. Otra evidencia similar, en una pequeña colina rocosa. En este lugar, hallamos la evidencia de seis pequeños sitios de donde se extrajo cierto número de ejemplares a sabiendas de que se trataba de una especie muy rara y hasta hace poco desconocida para la ciencia. La prueba indiscutible es la presencia de raicillas muy típicas de esta cactácea, abandonadas in situ por el ladrón. (Fot H. Larrain, 26/09/2011).

Fig. 43. Estado crítico en que se encuentra este ejemplar de Cumulopuntia spherica, (Förster) Anderson 1999.) por falta de humedad. Esta especie poblaba antaño diversos lugares del oasis, incluso alejados del borde del acantilado, en la mayoría de cuyos lugares ha muerto hoy. Sólo sobrevive en contados parajes muy favorecidos del acantilado, donde encuentra mayor humedad por condensación de la niebla adveniente. El año 2002 entre septiembre y octubre hemos visto un par de ejemplares vigorosos de esta especie en flor. (Foto H. Larrain, 26/09/2011).

Fig. 44. Dos ejemplares de Eriosyce caligophila que se han escapado por milagro a la rapacidad de ciertos cactólogos desvergonzados. Las yemas color rojo en su cúspide delatan la pronta floración de estos ejemplares. (Foto H. Larrain, 26/09/2011).

Fig. 45. Otro ejemplar de la misma especie, muy deshidratado, que fue abandonado por los rapaces cactólogos seguramente por su fea apariencia. A su lado, se robaron dos ejemplares más, por ser robustos, sin duda. (Foto H. Larrain, 26/09/2011).


Fig. 46. Un pequeño grupo de Cumulopuntia spherica, en estado muy decadente. (Foto H. Larrain, 26/09/2011).

Fig. 47. Dos ejemplares en buenas condiciones de la novísima especie Eriosyce caligophila, que muestran señales de una muy pronta floración. Estaremos atentos a tomar fotografías de estos bellos ejemplares. Al lado, a la derecha del cactus, se puede ver ramillas de Ephedra breana sufriendo de un stress hídrico agudo. (Foto H. Larrain, 26/09/2011).


Fig. 48. Ejemplar de Eulychnia iquiquensis creciendo con dificultad en una escarpada ladera que mira al mar, de una fuerte pendiente de unos 40º , en medio del cascajo de ripios graníticos caídos de lo alto. Más atrás, se puede observar la presencia mojadora de la neblina o camanchaca que lame la superficie del cerro. Este ejemplar solitario se encuentra aproximadamente a los 700 m. de altitud snm. Es uno de escasos 6 ó 7 ejemplares que han sobrevivido de esta cactácea en este oasis. Es mucho más abundante en los oasis de niebla de Alto Chipana y en Punta de Lobos. Aquí, en Alto Patache, probablemente sufrió el impacto de la presencia de grupos cazadores-recolectores en tiempos pretéritos, pues hemos comprobado la presencia de un antiguo conchal y un campamento indígena con viviendas, en la terraza litoral anexa, a los 110 m. de altitud snm., directamente bajo el oasis actual. En una tumba hallada por nosotros se halló un gran fragmento de tronco de esta misma especie, lo que nos prueba que lo usaron allí como combustible de fácil accesibilidad (Vea nuestro artículo alusivo:"Un yacimiento de cazadores-recolectores marinos en la terraza litoral de Bajo Patache, sur de Iquique, Revista POLIS, Universidad Bolivariana, Santiago de Chile, Vol. 3, Nº 7, 361-396). (Foto H. Larrain, 26/09/2011)

Una visita a un oasis de niebla en plena primavera.

En el día de ayer (26/09/2011) tuvimos una nueva oportunidad de subir al oasis de Alto Patache, a 65 km al sur de Iquique a observar el desarrollo de la flora nativa, en compañía de un grupo de cinco amigos catalanes de visita al lugar. Es ésta la única época en el año en que puede observarse un diminuto "desierto florido" en este oasis de niebla. Como en el reciente mes de agosto cayó aquí una pequeñísima lluvia, cuyo monto por desgracia no conocemos con exactitud (sospechamos debió ser del orden de unos 2 a 3 mm de agua caída, no más), teníamos mucha curiosidad por constatar qué especies habían logrado aparecer. Si tenemos en cuenta la casi nula pluviosidad normalmente presente en esta área costera del desierto de Atacama, cualquier aporte hídrico, por pequeño que sea, que se sume a la humefacción habitual por obra de la neblina (camanchaca) en estos meses de invierno y primavera, suele ser acompañado de un cierto incremento vegetacional que, en las condiciones críticas en que se mantiene el oasis, es siempre de un enorme interés florístico para especialistas botánicos, ecólogos y geógrafos.

Un "desierto florido" en miniatura.

Nuestras visitantes catalanes, conocedores del desierto del Sahara, quedaron sorprendidos de ver con sus ojos este pequeño "milagro" operado aquí por la presencia de la niebla costera. No sólo pudieron apreciar numerosas especies en flor, creciendo agazapadas entre las grietas de las peñas del acantilado costero, sino afortunadamente para ellos, ver in situ, el desplazamiento y la penetración al oasis de las masas nubosas, de las nubes del tipo estrato-cúmulo, que advienen arrastradas por los vientos alisios procedentes del océano Pacífico. Tanta era la niebla durante n uestra visita que la visibilidad hacia abajo, esto es, hacia la terraza litoral próxma, era totalmente nula.

Con este capítulo hemos querido dejar en evidencia que el fenómeno del "desierto florido" no sólo ocurre en el conocido tramo del valle central y costa entre Vallenar y Copiapó, hasta alcanzar Caldera o Chañaral, sino también, en una escala mucho más modesta, se presenta en sectores privilegiados de la costa del Norte Grande chileno, en los cerros elevados que enfrentan el mar, en el litoral húmedo de Antofagasta e Iquique.
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2 comentarios:

Alma Teresa dijo...

Hola, soy estudiante de antropología social en México y estoy haciendo un trabajo sobre la antropología de Chile y bueno, no encuentro mucho bibliogafía segura sobre la historia de la antropología de Chile, sería de gran ayuda que me pasarán nombres de los primeros antropólogos, su historia, primeros temas, etc. Gracias.
mi e-mail es qzxcv5@hotmail.com

Dr. Horacio Larrain Barros dijo...

Estimada amiga Alma Teresa: le ruego me disculpe la tardanza en responderle. Respecto a su inquietud, le puedo señalar que hay alguna buena bibliografía sobre la historia de la Arqueología en Chile. Su autor: Mario Orellana Rodríguez, en su obra: "Historia de la Arqueología en Chile", Bravo y Allende Editores, Santiago de Chile, 1996. Que yo sepa, no ha habido reediciones de esta obra, que por cierto ya está algo atrasada. Pero es bastante buena para enfocar el aporte específico de todos los primeros arqueólogos hasta la década del noventa. Respecto a la Antropologìa Social o Cultural, no existe, que yo sepa, obra alguna que compendie lo realizado en este campo, el que está aún virgen. En el campo de la Etnohistoria -que para nosotros es una rama de la Antropología- hay dos excelentes artículos escritos por el etnohistoriador Jorge Hidalgo Lehuedé, titulado " Etnohistoria e interdisciplinariedad en Chile desde sus orígenes hasta 1980" (1982) y el otro: "La historia de los grupos étnicos: un aporte a la cultura chilena y a la autoidentificaión regional", 1977). Ambos trabajos aparecen íntegros en el volumen de sus obras titulado: "Historia andina en Chile", publicado por Editorial Universitaria, Santiago,2004, 705 p.
Como tal vez Ud. sepa, Jorge Hidalgo ha sido el más serio y prolífico investigador en el campo de nuestra etnohistoria nacional, por lo que se le otorgó hace ya algunos años, el Premio Nacional de Historia en Chile. Hidalgo ha trabajado mano a mano con los arqueólogos chilenos del Norte Grande de mi país, por lo que su visión está siempre muy abierta a los aportes de la arqueología.
Es cuanto le pudo informar por el momento.

Con los mejores recuerdos de mi estancia en su bello país entre los años 1965 y 1970, donde me titulé de arqueólogo en Enero de 1970 en la ENAH del Parque de Chapultepec,

queda de Ud., atentamente,

Dr. Horacio Larrain B. (Ph.D.)
Centro del Desierto de Atacama, Pontificia Universidad Católica de Chile. Iquique (Chile).