martes, 18 de abril de 2023

Rescatando del olvido un documento inédito sobre los orígenes y objetivos de la revista juvenil chilena llamada: "Expedición a Chile".

 Antecedentes.


                

Fig. 1. Portada del primer número de la revista Expedición a Chile, 


                    

Fig. 2.  Portada del número  2 de la revista.


El presente capítulo trata de los orígenes y objetivos de la revista juvenil "Expedición a Chile" editada en Santiago de Chile  entre los años 1975 y 1978. Esta revista constituyó un exito editorial en su momento y presentaba un diseño y características muy peculiares, únicos en ese momento en Latinoamérica y tal vez, en el mundo.

  

Hurgando entre mis viejos papeles, hemos tenido la suerte de hallar un antiguo documento relativo a los orígenes y objetivos de esta Revista. Aunque no porta fecha de redacción, fue posible deducir su origen por una referencia contenida en el mismo texto.  En él se señala que acaban de publicar el número 7 de la revista. Como éste porta la fecha del 29 de julio de 1975, podemos concluir con certeza de que este texto dataría de los primeros días del mes de agosto del mismo año, 1975.


El documento fue redactado con certeza por el propio cronista de la obra, el ingeniero Alberto Vial Armstrong, quien fuera el alma y vida de la revista.

El documento que hoy damos a conocer, comenta todo lo novedoso desde el punto de vista editorial que esta revista logró plasmar en su momento histórico (1975) y constituye, a la vez, un excelente resumen de  su contenido y objetivos.  Por esta razón, nos hemos animado a incluirlo y comentarlo en nuestro blog. Además, la revista en sí misma y en su realización a través de expediciones concretas tuvo un contenido y enfoque eco-antropológico tan evidente, que basta leer algunos de sus párrafos para convencerse de ello. Por lo cual  había razón de sobra para formar parte de este blog.


Oportunidad de este capítulo.


Hace muy poco (marzo 2023), se acaba de clausurar en el centro cultural de La Moneda, en Santiago de Chile,  la exposición “Trabajos de Campo (Field Works)”. En esta exposición, la revista “Expedición a Chile” ocupó, entre otras muchas muestras del  expedicionar en Chile,  un lugar de privilegio. Y no solo por ser la muestra nacional más antigua y venerable.  Porque esta revista, dedicada a la juventud chilena, fue ciertamente pionera en lo que respecta a la búsqueda de lo más propio y característico de nuestro territorio patrio, aquello que nos individualiza a nivel mundial y aún latinoamericano. La revista fue publicada por la Editora Nacional Gabriela Mistral  entre los años 1975 y 1978, alcanzando el número total de 48 fascículos, coleccionables en cinco volúmenes.     

Hemos dedicado con anterioridad varios capítulos a analizar algunos aspectos de esta revista y/o su contenido. Incluimos gustosos dichas referencias en la bibliografía final de este artículo.


Texto completo del documento. (Las notas entre paréntesis que lo acompañan, son nuestras).


  "Escudriñando los rincones de Chile".


 “Chile vive una era de auto-valoración.  Estamos ya cansados de la importación de teorías y conceptualizaciones extranjeras, que poco o nada tienen que ver con nuestra realidad

(1). Solidarios en muchos aspectos de los problemas de muchas naciones, tenemos un modo de ser nuestro, y es a través de este auto-descubrimiento y auto-valoración, que seremos capaces de superar, con nuestros medios,  el sub-desarrollo, al que culpablemente nos hemos sometido, al pensar que el progreso y superación nos puede venir de fuera.

Esta es la filosofía básica que impregna nuestro expedicionar a través de nuestro suelo. Cuando hace casi un año (2) nos reuníamos llamados por la Editora nacional  Gabriela Mistral, para repensar una literatura para niños y jóvenes que rezumara lo nuestro, no vislumbrábamos todavía la obra casi enciclopédica  en la que nos veríamos envueltos (3).

Científicos de varias disciplinas (botánica, geografía, antropología, zoología, biología), no nos imaginábamos al estar sentados con directivos de la Editora Gabriela Mistral, que lograríamos hacer algo nuevo, no solo por su forma y presentación, sino mucho más por su contenido. 

Ante nuestros ojos, están ya siete fascículos de “Expedición a Chile”. Frente a la invasión casi demoledora de toda clase de publicaciones extranjeras, parecía casi un reto intentar un Fascículo chileno, en el que realmente se fuera mostrando a través de los ojos de un equipo en campaña, qué es Chile, sus valores, sus paisaje, sus recursos, sus hombres (4).

Mostrar a Chile, significaba ilustrar sus potencialidades y sus recursos, pero también sus pequeñeces y debilidades. Mientras unos pocos héroes exploran cada centímetro de la Antártica, perforando el hielo del casquete polar, o rastrean el territorio, metro a metro, en busca de recursos, otros, sin darse cuenta tal vez, provocan su destrucción mediante la tala inmoderada de árboles en vías de desaparición (roble chileno, araucaria) o mediante la colecta indiscriminada de algas o mariscos,  o incendiando sus bosques para obtener una cuantas hectáreas de terreno cultivable (5).

Mostrar a Chile significaba administrar los instrumentos para la búsqueda, las herramientas básicas.  Para ello están los Manuales o Guías de Campo (6). Ya tenemos dos: el primero nos enseña a escrutar el litoral, descubriendo sus secretos (7); el segundo, nos enseña a valorar las huellas del pasado arqueológico, parte vital de nuestra historia patria (8).

Seguirán otros sobre las mariposas chilenas, las aves de nuestros jardines, nuestras plantas típicas, cómo estudiar el paisaje, las costumbres de nuestros aborígenes, etc (9). Pero no bastaba hacer Guías, por más útiles que fueran a los jóvenes y los adultos. Era preciso enseñar a investigar.

¿Cómo lograrlo?. Se nos ocurrió un camino: “haremos expediciones reales” (10). A través del relato de las mismas, en un estilo vívido, sencillo, iría surgiendo el conocimiento. No en forma didáctica, de banco de clases, sino más bien en la forma desparramada en que se verifican las conversaciones de sobremesa, las discuciones (sic!) junto al fogón del campamento (11).

Cada expedición iba a plantear sus propios problemas, sus incógnitas, sus descubrimientos. La destrucción del medio marino (locos, algas) en Los Molles (12). La inexorable destrucción del bosque sureño en la cordillera de Lonquimay (13) y el aplastamiento de los valores humanos del antiguo hombre pehuenche. Cada expedición ha aportado descubrimientos nuevos para la ciencia: insectos nuevos, ampliación del área de dispersión de aves, insectos, algas, líquenes; hallazgos arqueológicos (14).

¿Y cómo enseñar a investigar, a escrutar cada rincón?., Surgió el material gráfico ilustrativo, la foto, el esquema, el mapa que intenta centrar el interés frente a un problema, un punto de estudio, un  enigma (15). La crónica aportaba a la esencia de la discusión de campamento(16): recogía las opiniones del científico especialista y los comentarios de los demás; en una palabra, se hacía ciencia en común, partiendo del principio mismo de todo filosofar: la admiración ante lo que se ve. El niño o adulto, que lee detenidamente la crónica, aprende a hacerse preguntas, a no esquivar los problemas o a reconocerlos lealmente.

Este aprendizaje en común, con olor a humo de fogón y carne asada, no solo abre el apetito por otros campos de la ciencia hasta ahora no apetecidos, sino que también une fraternalmente reconociendo cada uno la grandeza oculta detrás de la ciencia de los demás (17).

Tal vez lo más increíble es que se llega, de este modo, a entender cómo naturaleza y hombre es (sic! por son) un solo gran sistema del que cada una de las ciencias explicativas que el hombre ha ido diseñando para explicar en forma parcelada la realidad, se traslapan, sobreponen y entrecruzan, requiriendo cada una de ellas el concurso de las demás. En síntesis, se capta en ese ambiente que la ciencia es UNA. La exploración interdisciplinaria nos ha enseñado y enseña a los lectores de ”Expedición a Chile” que un problema por pequeño que sea, tiene que ser analizado por numerosos investigadores, si se quiere encontrar la respuesta correcta, o al menos la más aproximada (18). Así, fotos, esquemas y crónica forman una única unidad indisoluble que intenta hacer penetrar en el campo de la investigación interdisciplinaria más reconfortante.

Los mapas de gran formato (100 cm x 35 cm) que van en la parte central, quieren ofrecer una Mapoteca fundamental sobre nuestro país (19): su geografía, su historia, su fauna, su flora, sus indígenas, su clima, sus viajeros, su mar. 26 mapas darán una visión cartográfica de lo más importante que se debe saber acerca de nuestro territorio.   

 

Esta es la obra que hemos emprendido apoyados por la Editora Nacional Gabriela Mistral (20). El desafío es inmenso, pero el éxito solo pertenece a los audaces. La cultura de Chile y de los chilenos, bien vale este sacrificio".

 

Comisión científica Responsable (21).

 

Luis Peña G.  

Entomólogo


Horacio Larrain B.

Arqueólogo y antropólogo Social

 

Hernán Santis A.    

Geógrafo


J. Carlos  Castilla

Biólogo Marino


 Manuel Schilling P.

Botánico

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ecm  (Secretaria)

(sin fecha).                


Notas nuestras a este texto. 

1). En 1975 Chile pasaba por un momento político especialmente complejo. Las fuerzas militares habían tomado el poder derrocando al presidente Salvador Allende, el cual se suicidó en el palacio de La Moneda.  La nueva Junta Militar presidida por el general en jefe del ejército Augusto Pinochet Ugarte,  se propuso como meta urgente erradicar las ideas marxistas que habían invadido diversas esferas del gobierno (en especial las Universidades y centros de estudio)  alentadas fuertemente por Cuba y su Presidente Fidel Castro. Éste, incansablemente, tuvo la osadía de recorrer durante 22 días el país fomentando por doquier las transformaciones sociales, en conformidad con su  modelo cubano.

En su accionar, los militares tomaron presos a centenares de allendistas, a los que trasladaron a Pisagua y a otros centros de detención, donde fueron sometidos a juicios sumarios y no pocos,  fusilados. En pocos meses, cientos de presos políticos fueron encarcelados, por ser dirigentes  o activistas de los partidos de la Unidad Popular, conglomerado político que apoyaba al  Presidente Allende.

Como consecuencia internacional de los graves excesos y violaciones cometidos por los mandos militares, Chile sufrió un fuerte aislamiento en  las Naciones Unidas. En el país, se vivía entretanto un enconado resentimiento por ambas partes lo que se traducía en un clima político y social tenso y doloroso.

Frente a esta situación, pareció oportuno repensar y elaborar nuevas políticas editoriales en las que se acentuara lo propio y particular de nuestro país frente a la penetración de ideas extranjerizantes que poco o nada tenían que ver con la tradición histórica nacional.

De esta suerte, la Editora Gabriela Mistral (ex “Editorial Quimantú” del gobierno socialista anterior) se propuso buscar nuevos derroteros formativos para educar a la juventud chilena, ajenos a la virulencia y la persistente odiosidad del momento político. ¿Qué podría contribuir a unir a los chilenos y entusiasmarlos por su propio país y su trayectoria histórica?.  Era la pregunta crucial que las nuevas autoridades educacionales se hacían. De aquí brotó la idea de mostrar el verdadero y auténtico rostro de Chile, basado en su propia historia, su rica geografía y su condición humana tan especial, fruto de un temprano mestizaje.


(2). Las primeras reuniones del futuro equipo editorial, tuvieron lugar en las dependencias de la Editora Gabriela Mistral, convocados por su gerente don Mario Correa Saavedra, en representación de su director, el general en retiro del ejército don Diego Barros Ortiz. La primera persona que fue contactada desde la Editora fue, por sugerencia de Vittorio di Girolamo,  el entomólogo Luis Peña Guzmán, bien  conocido por sus entretenidos artículos científicos publicados en la Revista infantil “Mampato”.  Peña ya había demostrado que era capaz de encantar a los niños y jóvenes con sus entretenidos artículos, ilustrados profusamente con fotografías tomadas en sus viajes a terreno. Esto era, precisamente, lo que se buscaba: mostrar el rostro oculto de Chile en sus rincones más recónditos. Frente al afán extranjerizante del período político anterior, ahora se pretendía mostrar el verdadero rostro de Chile oculto en su flora y fauna más característica, en sus rincones casi desconocidos.

 

(3). Desde la arqueología, pasando por la historia, la geografía y la geología, la revista hizo alarde de enfocar casi todos los aspectos del estudio de la variada naturaleza chilena.

 

(4). La mayor novedad de la revista, tal vez,  fue profundizar en los temas a medida que eran descubiertos o mostrados por el equipo en auténticas expediciones con el grupo de científicos. La mayoría de  ellas fueron hechas con el nuevo equipo en terreno; unas pocas, como la expedición a Puerto Edén en busca de los indígenas qaweshqar, o la expedición a Tierra del Fuego o a la Antártica, fueron fruto de la información de los propios exploradores, como el ingeniero Hans Niemeyer o el lingüista  greco-francés Christos Clairis- Basiliadis.

 

(5). La inquietud y preocupación ecológica es una de las perspectivas que más campea en los relatos de la revista. Todos los científicos participantes, cada uno en su propia esfera, ponía de manifiesto el deterioro ambiental detectable en la pérdida de la cubierta vegetal o en la extinción de especies. ¡Y  pensar que esto ocurría hace ya casi  cincuenta años atrás!. La revista, en este rubro, fue decididamente pionera.

 

(6). La revista llegó a publicar 16 diferentes Manuales o Guías de Campo, obra de distintos especialistas. Los Manuales o Guías de Campo tenían la función de enseñar al lector a clasificar cada una de las especies, de acuerdo a la más reciente  taxonomía científica, a la vez que aprender a interpretar la función propia de cada especie presente en la naturaleza. De esta suerte, cada Manual enseñaba a “leer” correctamente el respectivo grupo en su propio paisaje  e interpretarlo.

Ofrecemos en las notas siguientes los títulos de todos los Manuales publicados además de los dos primeros, ya citados más abajo, obra de 15 científicos y/o especialistas diferentes.

  

 

(7). El primer Manual, escrito por el biólogo marino Juan Carlos Castilla lleva por título: “Guía para la observación del litoral”.

 

Fig.   Portada de nuestro Manual: "Qué hace el arqueólogo".

(8). El segundo, fue escrito por el antropólogo y arqueólogo Horacio Larrain y se llamó “Qué hace el arqueólogo”. Después vendrían uno tras otro:

“Guía del arte rupestre de Chile”,  (Hans Niemeyer); “Guía para el reconocimiento de mamíferos chilenos” (Jürgen  Rottmann); “Las aves de la ciudad” (Víctor Solar y Rodolfo Hoffmann); “Guía para el reconocimiento de peces de Chile” (Carlos A. Moreno y Juan Carlos Castilla); “Guía para el estudio y reconocimiento de hongos” (Guillermo Schilling); “Guía para el reconocimiento y observación de peces de Chile” (Carlos A. Moreno y Juan Carlos Castilla y ); “Guía para reconocer mariposas” (Luis E. Peña),; “Guía para reconocer los coleópteros de Chile continental” (Luis E. Peña); “Guía para la observación e identificación de mariscos y algas comerciales de Chile” (Juan Carlos Castilla, Bernabé Santelices y Raúl Becerra); “El jardín un lugar de observación”, (Iª Parte: Aves”). (Juan Carlos Johow y Jürgen Rottmann)”;  “Guía para la identificación de árboles de Chile”, (Claudio Donoso Zegers). “Manual de campamento y actividades en terreno” (Francisco Olivares T.); “Guía para el reconocimiento de las rocas de Chile” (Basilio Georgudis).  El último Manual que fuera dedicado al estudio de los volcanes de Chile, obra del geólogo Oscar González-Ferrán, lamentablemente quedó inconcluso.

 

(9). Un par de temas aquí sugeridos, quedaron en el tintero y no llegaron a ver la luz.

 

(10). Ya se ha insinuado que uno de los grandes aciertos de la nueva revista fue el relatar y comentar, en detalle, los sucesos ocurridos durante las expediciones reales efectuadas por el equipo en campaña, sus científicos y artistas.

 

11). El “fogón” real, en torno a la fogata encendida al  atardecer, constituyó el lugar de encuentro, discusión y comentario de los participantes; éste fue otro de los valiosos  y novedosos “descubrimientos“ del equipo de “Expedición a Chile”.

 

(12). Los Molles, lugar situado a 187 km al norte de Santiago, en la Comuna de  La Ligua (Región de Valparaíso),  fue  el primer lugar elegido por el equipo  para expedicionar  en nuestro país, luego de la exitosa experiencia piloto realizada en las Cruces.

 

(13). Lonquimay, lugar previamente visitado y explorado varias veces por Luis Peña, fue un sitio piloto especialmente apto para contemplar, in situ, la destrucción implacable del bosque nativo  y sus nefastas consecuencias.

 

(14). En varias de nuestras expediciones se hizo descubrimientos nuevos para la ciencia, como  fruto de la conjunción de miradas por parte de los diversos científicos congregados.

 

(15). El material gráfico empleado en la revista fue múltiple: fotos, mapas, esquicios, esquemas, láminas, acompañan, en calidad de elementos gráficos indispensables,  al texto explicativo del Cronista de la expedición. Cada uno de ellos constituye una unidad de por sí, pero en la revista pasa a ser un elemento explicativo más y muy importante para entender en profundidad el lugar geográfico en estudio, el que así queda iluminado por las miradas de las diferentes ciencias. Diferente es lo que descubre en un determinado lugar el geólogo, el geógrafo, el botánico, el zoólogo, el arqueólogo o el artista visual.  Son miradas y enfoques bastante diferentes pero complementarios que iluminan desde diversos ángulos  una única realidad: la naturaleza.      

 

(16)  La construcción de la "Crónica" de cada expedición, ha sido probablemente el mayor acierto del equipo en campaña. Porque ella ha permitido centrar la discusión en torno a los aspectos de mayor interés que planteaba el  examen de la naturaleza  del lugar visitado. La Crónica sintetizaba, de este modo,  "los elementos esenciales de la discusión" en el fogón, y ponía el énfasis en el meollo de los principales problemas que se nos presentaban en terreno.

 

(17)  Este aspecto nos parece de especial interés. En efecto, a través de las discusiones en el fogón o del contacto directo con el actuar en terreno de otros científicos, expertos en distintos campos del saber, se despertaba en cada uno de nosotros el aprecio y la admiración por su respectiva disciplina y su metodología de análisis. Personalmente, podemos testificar que  la observación del modus operandi del biólogo marino en terreno  y sus comentarios in situ, me fueron de gran utilidad para entender e interpretar, muchos años después, algunos descubrimientos arqueológicos realizados por nosotros en el sitio de Bajo Patache (Sur de Iquique) hacia el año  2008.

 

(18) Efectivamente, la experiencia concreta de "Expedición a Chile" puso en evidencia la absoluta necesidad del enfoque interdisciplinario en el examen de cada uno de los problemas ambientales.  Cada ciencia empírica aporta algunos elementos para entender un  aspecto del problema; entre  todas, el enigma, el problema,  suele encontrar la respuesta correcta, la solución. O al menos , una parte importante de ésta. 

 

(19)  La revista llegó a presentar alrededor de 15 mapas  temáticos de gran formato, según las diferentes perspectivas científicas. 

 

(20)  Los ejecutivos de la Editora Gabriela Mistral confiaron plenamente en el equipo cientifico y técnico  de la revista. Mérito que en gran parte corresponde al gerente de la misma, el abogado Mario Correa Saavedra, quien se dio perfectamente cuenta de la importancia y solidez  de sus planteamentos. Cabe señalar aquí que la revista actuó con absoluta libertad de acción, sin que jamás recibiera alguna suerte de censura previa, a diferencia de lo que ocurría con la prensa nacional en esa época.      

Colofón

En la página 131 del volumen V de la revista (Fascículo Nº 48 y último de la colección), aparece una importante  aclaración del editor que nos permite visualizar qué pensaba en ese momento el equipo asesor sobre el valor e importancia de esta gesta editorial que ya llegaba a su término. Al releerla hoy, después de transcurridos ya casi 45 años de su término, nos invade un sentimiento doble. Por una parte, de admiración por la gigantesca obra realizada con tan escasos medios, y por otra de  nostalgia y "saudade" fruto del vivo recuerdo de nuestra propia participación en ella en las primeras expediciones. Nos impresiona, ante todo, el gran número de científicos chilenos y/o extranjeros que nos apoyaron desinteresadamente, sin sueldo extra, y sin reparar en gastos y dificultades. 

He aquí, a continuación, el texto inserto en la última página del último fascículo de la revista (Nº 48) donde alguien (¿el cronista o tal vez el editor?) resume y sintetiza los logros de la publicación:


“…Fue una experiencia realmente extraordinaria. Iniciamos la expedición nueve personas entre científicos, artistas y redactores. En abril de año pasado (1976) viajaban y colaboraban con nosotros 42 científicos y profesores universitarios, un taller con doce dibujantes y artistas, cinco fotógrafos y un sinnúmero de profesionales y hombres de estudio que se acercaron para entregarnos el fruto de sus trabajos, observaciones, colecciones y fotografías. Una típica fruta chilena como nos dijera un prominente hombre de ciencia extranjero.

Esta “fruta chilena” se transformó en una publicación única en Chile, y, por lo que sabemos, única en el mundo. El milagro no lo hemos hecho nosotros, sino esa realidad sobrehumana que se llama “amor”; amor por la tierra en que se vive, amor por los niños, cuyo crecimiento espiritual es el mayor tesoro de que disponemos., amor por la familia que los forma y cobija, amor por los maestros que dan su vida en la enseñanza, amor por los jóvenes, -hombres y mujeres-, que se asoman a un mundo que quisiéramos pleno de vida y alegría. Y no decimos meras frases. De no darse la maravillosa y gratuita entrega de verdaderos tesoros de información y enseñanza, costo de la revista sería absolutamente impagable, su realización impensable. Por eso, sin fanfarronerías, sin el más remoto afán de auto-propaganda, podemos decir que esta publicación es fruta nuestra, es obra de un espíritu que, gracias a Dios, está vivo y vigente en  nuestra patria.

Expedición a Chile está destinada a la familia…La enseñanza escolar, sin ese apoyo y acogida del hogar, se vuelve un mero recordar exterior, una rutina aburrida y estéril. Expedición a Chile quiere ser un eslabón que reúna en la informal pero cálida conversación casera, ese mundo irreemplazable de la casa con ese otro de los conocimientos sistemáticos de la escuela. Por eso pensamos que para el maestro, el auténtico, el que sabe que su enseñanza debe fecundar en la vida familiar, Expedición a Chile proporciona una ocasión y un material riquísimo…”. (Fascículo 47, pgs. 131-132, subrayado, nuestro).


Estas palabras fueron el último llamado de atención (¿el canto del cisne?) de los expedicionarios al entregar al público su espléndido legado. Muy poco después, “Expedición a Chile” dejaría de publicarse. Faltaron tan solo dos fascículos para completar el número de 50 inicialmente programado para la Colección completa. El último Manual, el dedicado a conocer los Volcanes de Chile, quedó así lamentablemente inconcluso. Desconocemos las razones de este triste desenlace que, por ahora, no pretendemos despejar.


Nuestras bibliografía  anexa. (En capítulos del blog personal de Horacio Larrain: https://eco-antropologia.blogspot.com):


24 de febrero 2017: “Qué hace el arqueólogo,  Manual de Campo de Expedición a Chile. Una guía práctica para iniciarse en el conocimiento de la arqueología, editado en Santiago en 1975”.

19 de febrero de 2019. “Una atrevida iniciativa editorial en 1975 en Chile: la revista de difusión científica “Expedición a Chile”. Orígenes, objetivos y características”.

19 de abril 2019. “Mapa de ubicación y tipo de cultura de los pueblos originarios de Chile hacia 1540: nuestro trabajo pionero del año 1975. Comparando el ayer (1975) con el hoy (2019)”.

 

 Colofón.

En la página 131 del volumen V de la revista (Fascículo Nº 48 y último de la colección), aparece una aclaración del editor responsable que nos permite visualizar qué pensaba en ese momento el equipo asesor sobre el valor e importancia de esta gesta editorial que ya llegaba a su término. Al releerla hoy, después de transcurridos ya casi 45 años de su término, nos invade un sentimiento doble. Por una parte, de admiración por la gigantesca obra realizada con tan escuálidos medios, y por otra de  nostalgia y "saudade" fruto del vivo recuerdo de nuestra propia participación en ella en las primeras expediciones. Nos impresiona, ante todo, el gran número de científicos chilenos y/o extranjeros que nos apoyaron desinteresadamente, sin sueldo extra, y sin reparar en gastos y dificultades. Cada uno de ellos aportó, generosamente, sus instrumentos, sus fotos, sus reflexiones.   

He aquí, a continuación, el texto inserto en la última página del último fascículo de la revista (Nº 48) donde alguien (¿el cronista o tal vez el editor?) resume y sintetiza los logros de la publicación:

“…Fue una experiencia realmente extraordinaria. Iniciamos la expedición nueve personas entre científicos, artistas y redactores. En abril de año pasado (1976) viajaban y colaboraban con nosotros 42 científicos y profesores universitarios, un taller con doce dibujantes y artistas, cinco fotógrafos y un sinnúmero de profesionales y hombres de estudio que se acercaron para entregarnos el fruto de sus trabajos, observaciones, colecciones y fotografías. Una típica fruta chilena como nos dijera un prominente hombre de ciencia extranjero.

Esta “fruta chilena” se transformó en una publicación única en Chile, y, por lo que sabemos, única en el mundo. El milagro no lo hemos hecho nosotros, sino esa realidad sobrehumana que se llama “amor”; amor por la tierra en que se vive, amor por los niños, cuyo crecimiento espiritual es el mayor tesoro de que disponemos., amor por la familia que los forma y cobija, amor por los maestros que dan su vida en la enseñanza, amor por los jóvenes, -hombres y mujeres-, que se asoman a un mundo que quisiéramos pleno de vida y alegría. Y no decimos meras frases. De no darse la maravillosa y gratuita entrega de verdaderos tesoros de información y enseñanza, costo de la revista sería absolutamente impagable, su realización impensable. Por eso, sin fanfarronerías, sin el más remoto afán de auto-propaganda, podemos decir que esta publicación es fruta nuestra, es obra de un espíritu que, gracias a Dios, está vivo y vigente en  nuestra patria.

Expedición a Chile está destinada a la familia…La enseñanza escolar, sin ese apoyo y acogida del hogar, se vuelve un mero recordar exterior, una rutina aburrida y estéril. Expedición a Chile quiere ser un eslabón que reúna en la informal pero cálida conversación casera, ese mundo irreemplazable de la casa con ese otro de los conocimientos sistemáticos de la escuela. Por eso pensamos que para el maestro, el auténtico, el que sabe que su enseñanza debe fecundar en la vida familiar, Expedición a Chile proporciona una ocasión y un material riquísimo…”. (Fascículo 47, pgs. 131-132, subrayado, nuestro).

Estas palabras fueron el último llamado de atención (¿tal vez el canto del cisne?) de los expedicionarios a acoger su espléndido legado. Muy poco después, “Expedición a Chile” dejaría de publicarse. Faltaron tan solo dos fascículos para completar el número de 50 inicialmente programado para la Colección completa. El último Manual, el dedicado a conocer los Volcanes de Chile, quedó así lamentablemente inconcluso. Desconocemos las razones de este triste desenlace y que, por ahora, no pretendemos despejar.


Nuestra bibliografía complementaria. (En capítulos del blog personal de Horacio Larrain: https://eco-antropologia.blogspot.com).


24 de febrero 2017: “Qué hace el arqueólogo,  Manual de Campo de Expedición a Chile. Una guía práctica para iniciarse en el conocimiento de la arqueología, editado en Santiago en 1975”.

19 de febrero de 2019. “Una atrevida iniciativa editorial en 1975 en Chile: la revista de difusión científica “Expedición a Chile”. Orígenes, objetivos y características”.

19 de abril 2019. “Mapa de ubicación y tipo de cultura de los pueblos originarios de Chile hacia 1540: nuestro trabajo pionero del año 1975. Comparando el ayer (1975) con el hoy (2019)”.


 Muestra de los diferentes elementos gráficos presentados en la revista.

 

Fig. 2.   Plano de ubicación del sector Los Molles, elegido como lugar de la  primera visita de los expedicionarios (Mayo 1975).



Fig. 3.  Portada del Nº  3 de la revista. 
 

Fig. 4.   Una de las primeras Láminas explicativas en la revista.


Fig. 5.  Horacio Larrain plantando las estacas de un pozo de sondeo en un lugar arqueológico hallado en la zona de Los Molles  en la primera expedición de la revista (foto tomada del Manual "Qué hace el arqueólogo", del  mismo autor). 
  

Fig. 6.   Especie de proclama de lo que "Expedición a Chile" pretende  enfocar en sus expediciones. Aparece en el primer número de las revista.



Fig. 9.  Otra de las láminas explicativas dedicada a estudiar una de las especies botánicas características de la zona en estudio.  

Nota final.  
  
Nos hemos extendido en exceso en este capítulo. Razón por la cual dejamos para el próximo el intercambio epistoral reciente sostenido con  quien fuera en esos años el jefe del taller de arte de la revista, el señor Francisco Olivares Thomsen. Éste, muy gentilmente, nos ha enviado hace unos días desde Madrid donde reside antecedentes de primera mano sobre los orígenes de nuestra revista. Los que gustosos comentaremos en el próximo capítulo de nuestro blog.                                                                                                                                                                                                                                             
       







4 comentarios:

Dr. Horacio Larrain Barros dijo...


Rodrigo Cornejo Irigoyen
12:55 (hace 7 minutos)
para mí

Mi querido amigo:

Qué bueno saber de usted.
Muchas gracias por el envío del nuevo capítulo de su blog. Es muy interesante, y a la vez qué lamentable que la revista no haya seguido (conociendo mis gustos sísmicos, me hubiese encantado haber leído la edición dedicada a los volcanes). Y una cosa más, yo fui alumno en la PUC de un curso de geografía de Hernán Santis A. y de otro ramo impartido por su señora -también geógrafa-, Mónica Gangas.

Como siempre, lo insto a que siga escribiendo textos en su blog, pues son muy educativos y atrayentes.

Dr. Horacio Larrain Barros dijo...

Rodrigo: gracias por su comentario al capítulo del blog. Para mí, el haber participado muy activamente en las expediciones organizadas por la revista, creo fue fundamental en la orientación ecológica de mis estudios e investigaciones posteriores. Hasta hoy, disfruto mucho releyendo los fascículos de la revista "Expedición a Chile". Ella marcó, con certeza, un hito clásico en la edición de revistas para la juventud chilena. ¡Lo que hoy hace tanta falta!.

Dr. Horacio Larrain Barros dijo...

Hemos recibido el siguiente comentario de un alumno del colegio Franvisco de Asís de Santiago, nota que agradecemos especialmente:

Don Horacio, hace tiempo conocía yo los “viejos” cuentos que se contaban de esta revista, ya que soy alumno del colegio San Francisco De Asis, obra de Alberto Vial A, y he ido a varios viajes con Alfredo U y la Luzma S, pero fue un gusto y un honor poder conocerlo hoy en la charla que dió en conjunto con otros de los colaboradores de la revista, en el festival de Ladera Sur (12/11/23) y ahora leer con más profundidad su blog me hizo darme cuenta de lo increíble y bonito que fue este proyecto. Me hubiera encantado haber estado en esa época y haber participado en esas expediciones, ahora sólo espero algún día poder participar en una cosa así.

Un saludo Roberto Correa G-H.

Dr. Horacio Larrain Barros dijo...

Roberto: Gracias por tus conceptos alusivos a nuestra participación en el reciente evento de "Ladera Sur" en el Parque Santa Rosa de Las Condes. Rememorar lo que fue esa publicación en su tiempo (1975) y los esfuerzos que entonces supuso de parte de sus protagonistas, nos enorgullece y nos alienta a seguir por esta misma senda de dar a conocer las maravillas ecológicas y antropológicas de nuestro pais. Volver a ver en ese hermoso evento a nuestros colegas y colaboradores de entonces, hoy envejecidos pero aún radiantes de vitalidad, nos alegra y nos enorgullece. Con la revista "Expedición a Chile", creamos entonces, sin saberlo, un hito educacional y un hito ecológico insospechado.
Nos alegran, Roberto, tus palabras, pues ellas nos indican que hoy hay jóvenes que se sienten capaces de asumir su responsabilidad en este momento crucial de la humanidad, en que enfrentamos desafíos nunca vistos antes. Tus palabras nos revelan tus nobles intenciones. Sigue adelante sin cejar en tus esfuerzos por aportar en este mismo campo de la ecología educacional del futuro.
Un fuerte abrazo,

Dr. Horacio Larrain B. (Ph.D.)