domingo, 14 de junio de 2020

Mis primeros descubrimientos arqueológicos en las cercanías de la quebrada de "La Chimba" (N. de la ciudad de Antofagasta): evidencias halladas a mediados del año 1963.

En este capítulo presentaremos el fruto de nuestros primeros hallazgos arqueológicos en el sector norte de la ciudad de Antofagasta a mediados del año 1963 en el sector denominado por nosotros como Conchal Nº 1. Dejamos para capítulos posteriores del Blog la descripción de nuestros hallazgos posteriores, en otros sectores aledaños a éste e, igualmente, en la base sur de Cerro Moreno.

Los documentos aquí ofrecidos han permanecido hasta ahora inéditos, y proceden de nuestros primeros Cuadernos de Campo (1963).
 Fig. 1.  La ciudad de Antofagasta en 1965. Vista desde el alto de las ruinas de Huanchaca hacia el N y NW. Abajo, a la izquierda, los novísimos pobellones de la Universidad del Norte (Foto H. Larrain, 15 Enero 1965).

Mi arribo a Antofagasta. 

El día 8 de Junio del año 1963 (esto es, hace 57 años exactos),  llegué a trabajar  a la Universidad del Norte de la ciudad de Antofagasta, como joven sacerdote jesuita. Este viaje al Norte de mi país, surgió por el llamado hecho por el Rector de la Universidad, el Padre Gerardo Claps Gallo, S.J. a jóvenes jesuitas de la Casa de Estudios de Estación Marruecos (hoy Padre Hurtado), a integrar el claustro de profesores de la nueva Universidad (Universidad del Norte). Me desempeñaba yo a la fecha como ecónomo del estudiantado jesuíta. Aprobado el cambio de domicilio por el Provincial de la  Compañía,  partí al Norte, con mis escasas pertenencias, para mí un lugar idílico, de ensueño, aunque totalmente desconocido.
Allí se encontraban dos personas de la Orden jesuíta, quienes influirían poderosamente en mi futura especialidad, la Antropología: el P. Gustavo le Paige (1903-1980), jesuíta belga que desde el año 1957 era el  párroco en San Pedro de Atacama y acababa de  montar un nuevo  y flamante Museo Arqueológico en la localidad. El otro, el P. Enrique Alvarez Castro, antiguo profesor en el Colegio S. Ignacio. A  mi llegada se me asignó el Curso de  "Formación Religiosa"  y quedé a cargo de los alumnos becarios.

Fig. 1.  El párroco, padre Gustavo le Paige, S.J.,  revestido de sus paramentos sacerdotales, en la procesión de la "Purísima" ( 8 de diciembre) en las calles de San Pedro de Atacama (foto H. Larrain, 8-12-1964).  Imagen tomada en  uno de mis últimos viajes  a San Pedro de Atacama, antes de partir a México.

Mis primeras caminatas por el desierto.

El relato que sigue tiene un cariz claramente autobiográfico. Pido excusas a mis lectores por ello, pero no veo otra manera de rememorar los hechos para dejar constancia de ellos. Estimo que es parte de mi compromiso con la ciencia: dejar constancia de lo que ví y observé entonces, con la mayor acuciosidad y fidelidad posible.

Me sentí a mis anchas desde el primer momento en mi nueva ciudad: el clima tan apacible, los compañeros de trabajo, los alumnos. Se notaba un espíritu de gran camaradería entre profesores y alumnos.  Pronto conocería allí a mis colegas: el literato y poeta Andrés Sabella, el historiador don Oscar Bermúdez, y el pintor Waldo Valenzuela con quienes  muy luego  entablaría excelente relaciones.  Los alrededores desérticos y los empinados cerros amenazantes, me atraían como un imán. 
A los pocos días, me contacté con el Museo Regional de la Universidad, en la calle Prat, a cargo por entonces de Bernardo Tolosa Cataldo, entusiasta  arqueólogo aficionado. Quien me habló de su presencia fue el vicerrector de la Universidad, el padre Alfonso Salas Valdés, a quien yo conocía desde mis tiempos de alumno del colegio S. Ignacio en Santiago.  Aquí tuve la oportunidad de conocer y tratar a la etnografa austríaca Ingeborg Lindberg, miembro activo del Museo y al arquitecto Carlos Contreras Alvarez,  gran colaborador del mismo. Muy pronto empecé a salir a terreno hacia el interior con Bernardo, por entonces encargado de Caritas-Chile institución benéfica encargada del apoyo de los pobladores más desamparados de los pueblos atacameños del interior de Antofagasta.  Con él tuve la oportunidad de conocer y recorrer varios pueblos de Atacama, empezando por Quillagua, junto al río Loa.

Testigo fiel de este período  y de nuestras actividades en el Museo, es el texto de una entrevista hecha por el diario "El Mercurio " de Antofagasta, con fecha  19-06-1964,  cuando yo ya preparaba mi viaje a México para estudiar la carrera de Arqueología:
Fig. 2.  Entrevista  en el  Diario "El Mercurio" de Antofagasta. Alude al desarrollo de Museo y la  presentación al  público de las nuevas secciones del mismo, en especial, la sección de arqueología. La existencia del Museo mismo, sin embargo,  databa al menos de 2-3 años antes, y mostraba una hermosa exhibición de historia regional  de elementos de la explotación del salitre (NaNO3), y era  regentado desde su inicio por el entusiasta e incansable Bernardo Tolosa Cataldo, su creador.

Nuestro background antropológico a la fecha.

Mis conocimientos arqueológicos eran por entonces,  muy limitados por no decir nulos. Desde mis años de estudio de la Filosofía en Buenos Aires, Argentina, (1951-1954) me había entusiasmado por la Antropología, gracias a las excelentes  y didácticas clases impartidas por un joven  jesuita argentino, el P. Beltrán, quien nos familiarizó con la prehistoria y la arqueología europea, los descubrimientos arqueológicos de las puntas Folsom y Clovis, en los Estados Unidos, los estudios paleontológicos de Florentino Ameghino y, por fin,  los trabajos etnográficos del jesuíta argentino Guillermo Furlong Cardiff (1889-1974) algunas de cuyas obras leí entonces con especial interés. Furlong era un escritor muy prolífico y había escrito, entre otros temas,  sobre las misiones jesuíticas del Paraguay, en la  época de la  Colonia,  tema que me impresionó profundamente. Allí en Buenos Aires, tuve la oportunidad (entre 1952-55) de verlo y escucharlo más de una vez: era un maestro muy venerado.

Mis primeros atisbos en arqueología de Chile.

Con el jesuíta padre Enrique Alvarez habíamos examinado juntos,  con anterioridad, algunos conchales arqueológicos en la zona central de Chile, concretamente en el Fundo "Las Brisas", (Al S. del balneario de Sto. Domingo),  donde tuvimos la oportunidad de colectar varios objetos liticos (puntas de flechas, raspadores...), y unas extrañas figurillas humanas, en  miniatura,  pequeñísimas,  hechas en greda cocida, cuyo significado nos resultaba muy enigmático. El agricultor don Luis Alberto Fernández Larrain, había cedido a los jesuítas una pequeña parcela -parte de su fundo-  en la desembocadura de un pequeño arroyo,  donde levantaron una rústica casa de campo de madera; en este lugar, alejado del bullicio de la ciudad,  los padres solían pasar algunos días en las vacaciones de verano.
 Los extensos conchales se extendían a la orilla del arroyo, junto al mar, más arriba de la más alta marea. Para qué decir que con  Alvarez  revisábamos estos conchales por horas y horas, hallando, extasiados, numeroso objetos que guardábamos celosamente para el museo del Colegio.

En el Museo de la Universidad del Norte, en Antofagasta, había por esas fechas un mínima biblioteca donde pude leer la obra del arqueólogo inglés avecindado en Chile,  Ricardo E. Latcham (1869-1943): "Arqueología de la Región Atacameña"(editada en 1938),  la obra de  Isaac Arce Ramírez  (1853-1951) "Narraciones históricas de Antofagasta" (editada en 1930), y el artículo del arqueólogo norteamericano Richard Schaedel (1920-2005) escrito en 1957 y titulado:  "Informe general sobre la expedición a la zonas comprendida entre Arica y La Serena" (1957)  y alguna que otra más acerca de esta región. Era éste casi todo el  bagaje bibliográfico disponible a la fecha para nosotros.

Primeras expediciones en la zona.

El primer registro que hoy encuentro en mis tempranos "Diarios de Campo" (Diario Nº 1-A, p. 3)  data del día 08-08-1963, esto es exactamente dos meses después de mi llegada a la ciudad. (Figura 1). En esta primera visita, tuve la fortuna de hallar un primer conchal arqueológico,  detectable éste por la presencia de numerosas lascas o astillas, fruto del desbaste del material  para la fabricación de piezas líticas. Copio directamente mis impresiones de ese día en la página  del Diario de Campo (Diario 1-B p. 4):

Fig. 3.  Nuestro descubrimiento del primer conchal arqueológico  (Diario Nº 1-B de Horacio Larrain, de fecha 08-08-1963.

Para poder apreciar correctamente la ubicación del mismo, agregamos aquí, a continuación, nuestro croquis de campo, hecho en la ocasión:

 Croquis de ubicación del Conchal Nº 1. Al Sur de la entrada a la quebrada de La Chimba.
                                                             
                                                        Fig.  4.
             ⇐ Norte  (adición nuestra actual; el original  lo muestra algo desviado. La verdadera orientación "Norte" sigue aproximadamente la línea de la cañería  de agua potable). 

Fig.  4.  Croquis nuestro de las secciones A y B  del conchal Nº 1  y detalles observados in situ en las dos visitas al lugar (8-08-1963 y 13-09-1963. (En Diario de Campo de H. Larrain Nº 1-B, pg. 1).

En el Plano que sigue, confeccionado a fines del año 1964 o inicios de 1965, se da cuenta de todos los descubrimientos hechos  hasta esa fecha.  Nos interesa insertarlo aquí para mostrar la ubicación exacta del Conchal Nº 1, que aquí estamos analizando en detalle:


Fig. 5.  Plano de todos los descubrimentoss arqueológicos (conchales, cementerios o tumbas aisladas) hallados por Horacio Larrain entre agosto 1963 y Enero 1965. Nos interesa aquí en especial mostrar la ubicación exacta del Conchal Nº 1 en el costado derecho, y a la altura de la coordenada  23º 34´ L.S.  Se aprecia bien  el Nº 1 y el gran zanjón divisorio de las dos secciones de este extenso conchal, producido por antiguos aluviones.  Este Plano forma parte del articulo de H. Larrain intitulado: "Contribución al estudio de una tipología  de la cerámica encontrada en conchales de la Provincia de Antofagasta", Anales de la Universidad del Norte (Chile), Nº 5, 1966:  83-128. Plano en pg. 87).

Descubrimientos hechos en visitas posteriores  a este mismo conchal.

Nada mejor que presentar, nuevamente,  el texto respectivo de nuestro Diario de Campo (I-B pp. 43-50)  donde se deja constancia de los hallazgos hechos por nosotros en visitas posteriores al mismo lugar,  aproximadamente un año después (14-07-64 y 18-07-1964). Los paréntesis cuadrados  [....], son agregados nuestros hoy. En paréntesis redondos (   ), nuestras notas,  al final.

"Expedición de H. Larrain, solo. Me dirigí al conchal Nº 1 (en parte alta de quebrada del Hipódromo [lugar] que fue mi primer hallazgo. (ver croquis mío en pg. 1 de este mismo cuaderno, Fig. 4, de este capítulo). Este se encuentra al Este y algo al sur de las áreas verdes de La Chimba, sector trabajado por [Heinrich] Froelich. En el sector sur de este conchal (y unos 200-250 m más abajo de la zona que exploré antes, en visita del 13 de agosto de 1963),  hallé otro pequeño habitat  donde había dos piedras planas  para molienda y una mano [de mortero], lascas, dos puntas rotas de proyectil, algunos raspadores pequeños, tres percutores (en canto rodado de la playa).  Llevo solo uno conmigo: los otros dos son muy corrientes. El conchal está junto a rocas pequeñas, abundando conchas de lapas y locos.".

Sector Sur conchal Nº 1.

"Decidí excavar un pequeña cuadrícula entre antiguos refugios. La capa ocupacional con materiales culturales llega solo a los 9.5 cm. Llegué hasta los 20 cm sin hallar nada. Excavé entonces en el sitio donde se veía mayor abundancia de conchas de mariscos (¿basurero principal?). La capa cultural llegó hasta los 40 cm. de prof. [Âparece] muy poca cerámica burda  con engobe rojo. Tomé fotos de conjunto del conchal (quedaron en el Museo Regionl de la Universidad del Norte). Hay en este lugar percutores atípicos que utilizan piedras no rodadas, de las que hay en este terreno".

Sector intermedio (se encuentra en el lado sur, pegado a la zanja o zanjón [cárcava de erosión] ). Aquí hallé más cerámica que en sector sur. Se observa presencia de refugios (piedras en círculo) en su parte alta. Conté hasta 9, algunos ya medio borrados. Siempre en sus orillas con abundancia de  lascas y conchas de mariscos".

"Dimensiones observadas.

"Radio de 060 m. - 0.80 m. Una habitación de 1,20  de radio; siempre cerradas con piedras  en círculo por el lado sur. En la parte baja de este sector, conté hasta  10 [de] tales refugios.  Estan muy cerca uno de otros: ( 1 m, 2 m) Un grupo de 7 refugios, constituyen un conjunto (vea croquis adjunto)." (Diario H. Larrain, 1-B pg. 45)".

 El croquis de los habitas o refugios en referencia, se muestra aquí:

Fig. 6.  Croquis de campo del conjunto de bases de viviendas  de pescadores-recolectores, tomado del Diario de Campo de H. Larrain 1-B de fecha 14-07-1964. pg. 46.  (Nos llama hoy la atención la forma curiosa como se señala  el Norte en el diseño respectivo).

Sigue nuestro texto:

"Un análisis más atento,  me indica la presencia de huesos en ellas. ¿Fueron habitaciones, primero, y luego tumbas?. En todo caso, al final fueron ocupadas para tumbas. Hay restos de cerámica esparcidos. (¿hubo saqueo aquí?). Así parece)".

"Conchal Nº 1, Sector Norte  (Vea croquis pg. 1 de este Cuaderno).

"Este sector parece haber sido muy habitado.  Se halla aquí bastante fragmento de cerámica...pero no excesiva. La superficie de este conchal, tentativamente, sería: largo máximo 350 m (bajando al mar), ancho máximo 100 m (a lo más), profundidad [del] estrato cultural: 0.15 m.".

"Material cultural recogido en mi expedición del 14/07/64 (H. Larrain solo).

Puntas de proyectil completas: 3.  (2 pedunculadas; una: larga y fina). 
Puntas de proyectil rotas: 12;  (2 pedunculadas).  1  punta de arpón grande; otra base de arpón. 1 perforador der cuarzo (1); 2 raspadores pequeños y 1 mediano (negro). Un raspador grande (de 9 cm de largo).  3 trozos de cuarzo algo trabajados.  45 fragmentos de cerámica pintada (2); 1 hachita-cuchillo. 1 percutor grande".      

"18-07-64. Expedición a Conchal Nº 1. Sector Intermedio.

"Como a las 2 P.M., encontré una tumba  de niño, a 0.60 m de profundidad y en la parte central de uno de los círculos  (de viviendas). Se trata de un niño pequeño y se halla enterrado en una especie de cista de piedras (al modo de un ataúd)". (pg. 48 del cuaderno)

Croquis del entierro del niño.   


Fig.  7.  Croquis nuestro del entierro de un niño . (En  Diario de Campo de H. Larrain  Nº  1-B, pg. 49).

Final del texto original:

"Aparecen también: 1 palito y 1 piedra de playa, ambos pintados de rojo. Los objetos de hueso (barbas de arpón y espátula),  también [están] pintados de rojo ocre. La tumba apareció bajo varias piedras, las que reposaban sobre un nicho de ramillas. Debe haber otras tumbas por aquí, a pesar de que allí se ve varias ya saqueadas.  Se recogió  [en este conchal] más fragmentos  del ceramio fino con pintura  hasta lograr dar forma a una vasija (¿ Atacameño?) (2).

(Fin del texto)

A partir del mes de Mayo de 1964, luego de haber descubierto varios sitios de conchales y enterramientos indígenas, me hice acompañar, en algunas de mis expediciones a terreno, de estudiantes de Biología de la sede de la  Universidad de Chile, con los cuales había yo tomado contacto a través de la "parroquia universitaria"  creada en nuestra universidad. Entre ellos, recuerdo  los nombres de Agustín Llagostera, Bernardo Maldonado y Dino Azúa. Llagostera -hoy connotado arqueólogo, autor de notables trabajos de arqueología regional-, se convertirá muy pronto en  nuestro más asiduo acompañante. Tal vez se halla aquí, sospecho yo, en estas excursiones primerizas, el germen de su vocación arqueológica que ha logrado desarrollar en tan alto grado.

Breve comentario eco-antropológico  nuestro.

1.  Estos descubrimientos tempranos en la zona de Antofagasta constituyen un aporte a la historia arqueológica local  y habían quedado inéditos hasta hoy.
 Todos los trabajos arqueológicos anteriores ejecutados en esta zona tuvieron por objetivo recabar momias, cráneos, utensilios de pesca o fardos funerarios para  los Museos de Europa. Es el caso de la expedición francesa del año 1902  a cargo de Senéchal de la Grange que excava  enfrente de la isla Guamán (Cf. en este nuestro blog: "Investigaciones arqueológicas  en la costa de Antofagasta, sector La Chimba. Expedición francesa del año 1902"). Es también el caso de las excavaciones del médico patólogo alemán Otto Aichel que a fines de la década del 1920 excava numerosas tumbas en varios lugares para proporcionarse cráneos y esqueletos humanos  para los Museos de Alemania.
 El propio Isaac Arce Ramírez, autor de la obra  "Narraciones históricas de Antofagasta" (1930), poseía una hermosa colección de objetos arqueológicos obtenidos en excavaciones (¿propias, o de terceros?) hechas en las proximidades de la ciudad. Tal cosa me consta porque en nuestro Museo Regional de Antofagasta, por entonces (1964) perteneciente a  la Universidad de Norte, tuvimos el privilegio de exhibir, durante unos meses, una gran cantidad de objetos arqueológicos de su propiedad,  que su viuda gentilmente nos prestara para la ocasión (Ver Fig. 2 de este capítulo). Recuerdo haber expuesto personalmente en dicha ocasión, en una vitrina grande del Museo, una notable variedad de objetos: martillos de minero, capachos, dardos provistos de puntas líticas, y astil de madera, redes,  tejidos y cerámica común o culinaria. Tratamos por entonces de obtener dichos materiales en donación para el Museo, pero sin lograrlo. ¿Donde se hallarán esas magníficas piezas hoy día?. ¿Seguirán en poder de su familia?.  Eran, lo recuerdo bien, no menos de 50 objetos conservados en forma excelente. ¿Habrán pasado a poder del actual Museo Regional de Antofagasta?. Ojalá. Convendría indagar al respecto en los catálogos antiguos del Museo.

2. Es interesante  constatar, como nos lo confirma hoy nuestro amigo Mauricio González del grupo "Caminantes del desierto", que este conjunto  de viviendas de pescadores estaría intacto e intocado hasta el día de hoy, seguramente por hallarse en un lugar más elevado y muy próximo a las quebradas. Noticia que nos alegra muchísimo. Pero sería interesante que los arqueólogos del Museo Regional echaran un vistazo a este lugar por cuanto aquí, en los contornos de este conchal, se halló toda la  cerámica  pintada (Inca, Diaguita y de tipos de Arica). Tal vez haya allí aún tumbas intactas. Es posible que en este lugar haya residido el principal de la tribu de pescadores, quien tal vez recibió como donativo las piezas de  cerámica fina extranjera (inca, diaguita y ariqueña), a cambio de algún servicio prestado.

3.  En un par de lugares del texto se alude a la piedra de "cuarzo" como material propio de piezas líticas. Sabemos hoy con certeza que  el cuarzo no se presta bien para  ser tallado; en cambio el sílex -muy semejante en aspecto-, sí se presta  admirablemente par la talla. Sílex y calcedonia son las piedras más utilizadas para confeccionar herramientas finas (puntas de proyectil, leznas o perforadores)  en estos lugares. En un hallazgo efectuado en Bajo Molle, al sur de Iquique, se encontró, hacia 1980,  entre otros elemento de pesca,  una bolsita llena de trozos informes de sílex, evidentemente aptos para ser usados como materia prima para  tallar excelentes artefectos e implementos  de pesca  y caza. (hoy en el Museo Regional de Iquique, mediante donación  nuestra, Noviembre 2017).

4. Las "piedras de playa" nombradas aquí como herramientas (percutores), son generalmente de andesita, material  de origen volcánico muy frecuente en las costas de Chile. De ella se sirvieron para  usarla como morteros (metates), manos de mortero,  percutores y aún raspadores o raederas. 

5.  Nuestra metodología de trabajo, en esos tiempos era sumamente rudimentaria. Carecíamos aún de una formación especializada en este campo de estudio. Una palita, un pequeño arnero, brochas,  espátula y huincha de medir constituían todo nuestro repertorio instrumental. La máquina fotográfica pronto pasó a ser insustituible. Me consta, por mis Diarios de Campo,  que tomamos fotos en aquellos años tempranos, las que parecen perdidas, aunque tal vez aún puedan encontrarse en los antiguos archivos del actual Museo Regional de Antofagasta, heredero de nuestro antiguo Museo de calle Prat en la ciudad de Antofagasta.

6.   Nos puede llamar hoy la atención nuestro interés demostrado entonces por colectar y recobrar numerosas piezas arqueológicas. En nuestros primeros Cuadernos de Campo, campea notoriamente esta preocupación central. Trabajábamos -hay que recordarlo-  en un Museo y nuestro interés primario, en nuestras salidas a terreno, era  obtener objetos de interés museológico para ser mostrados. Sólo muy secundariamente existía la intención de  investigar y publicar los resultados. No estaba aún en nuestra mente -en esos tiempos- el  interés por escrutar  y estudiar el modo de vida y las manifestaciones  culturales de sus habitantes pescadores. Menos aún, el examinar las relaciones entre culturas humanas y medio ambiente circundante. Tal preocupación ecológica surgirá después, como fruto maduro de mis estudios de arqueología en México y quedará patente en nuestra Tesis de Arqueología en la Escuela Nacional de Arqueología e Historia de México (1970). 

7.  Sería de desear que este lugar, rico en tempranos hallazgos arqueológicos, pudiera ser protegido y defendido de posibles huaqueos, basurales clandestinos o  tomas de terrenos.  La presencia de un pequeño "Museo de sitio" en el lugar podría ser, tal vez,  una excelente  iniciativa  para ayudar a proteger el área, tan próxima a la quebrada de La Chimba, reconocido santuario de la naturaleza. Tienen aquí la palabra tanto la CONAF (Corporación Nacional Forestal)  como el Museo Regional de Antofagasta. Si no se hace algo al respecto pronto, dentro de poco no quedará sino un vago recuerdo de estas antiguas formas de ocupación humana en estos espacios.
  
¿Cómo luce este lugar en la actualidad  (Junio 2020)?.

El plano que insertamos a continuación, es un obsequio hecho por el señor Mauricio González, jefe de la Asociación cultural "Caminantes del Desierto", quien ha tenido la amabilidad de dibujar, sobre nuestro antiguo plano del año 1964, los cambios observables hoy día en dicha el área.  Excelente iniciativa que agradecemos especialmente, y que nos permite hoy apreciar la transformación del paisaje en  estos 57 años  (1963-2020). En aquellos años, la ciudad se extendía, en sentido norte, hasta cerca del Hipódromo, lugar hasta donde llegaba la movilización en esa época. Más al Norte, se extendía el desierto absoluto, escenario de nuestras andanzas.

.                  
Fig. 8.  Superposición  de áreas  transformadas  el día de hoy (2020), sobre la base de nuestro Plano  publicado en 1966 en nuestro artículo aludido más arriba. Aporte actual del señor  Mauricio González.


2 comentarios:

Anónimo dijo...

Felicitaciones Horacio! mi maestro desde el año 1973 cuando nos contrataron en Geografía de la UC. Desde ese año hemos trabajado juntos hasta el día de hoy!
Cuando mis alumnos me decían "El profesor Horacio no es sabio, ES LA SABIDURÍA!!!.
Este capítulo de tu primer cuaderno de viaje, es fenomenal, el profesionalismo para hacer tus investigaciones se conservó hasta la fecha, y los innumerables cuadernos de viaje son un tesoro que es importante que quede en este blog y en una institución que los cuide y los puedan consultar tantos científicos que no tienen la posibilidad de conocer de primera fuente la arqueología de esos años pioneros en esa zona de estudio.
Pilar Cereceda

Dr. Horacio Larrain Barros dijo...

Recordada Pilar: Gracias por tu conceptos tan elogiosos, pero creo que no los merezco. Cuando llegué al Instituto de Geografía de la U. C. en marzo del ño 1973, se me asignó una "secretaria" llamada Pilar. Recuerdo bien como la hacía copiar, en fichas, trozos tomados de autores, para formar así un fichero de apoyo en la investigación. Fichero que fue creciendo hasta formar una masa de muchos miles de citas de autores. Aún hoy lo reviso de tanto en tanto... Eran otros tiempos: la Enciclopedia Británica, Espasa-Calpe, la máquina de escribir, las cinta de máquina de colores negro, azul o rojo, el papel secante, la tinta china, el cassette y la grabadora...etc. Y para conseguir las coordenadas de sitios, el Diccionario Geográfico de Riso Patrón (1924). Hoy Google nos responde en segundos cualquier duda o consulta. El esfuerzo por acceder a la bibliografía internacional sobre un tema dado era en aquellos tiempos titánico, gigantesco. Cada investigador necesitaba tener una biblioteca de consulta propia, salvo que tuviera la suerte de vivir en Santiago, cerca de la biblioteca nacional... Hoy todo se nos ofrece a la mano. Me pregunto: ¿son por esto más profundos, sabios o eruditos hoy los trabajos de investigación que antaño?. ¡Cuánto "copy & paste" ronda por ahí hoy en muchos trabajos que parecen inéditos...!. Aprecio y mucho, por cierto, las increíbles facilidades que nos ofrece hoy el progreso técnico que debemos saber aprovechar bien, pero nada puede suplir la capacidad de observación in situ, y la habilidad para anotar y transcribir al papel las experiencias vividas hasta en sus más mínimos detalles.Porque las generaciones jóvenes, lamentablemente, ya no saben escribir y menos expresar correctamente sus emociones, sentimientos o vivencias. A la par, su capacidad de lectura se ha reducido significativamente.
Solo nos queda exclamar: "O tempora o mores", como diría Cicerón en su 1ª Catilinaria! (¡Qué tiempos, qué costumbres!) .