Fig. 2. Página 46 de nuestro Diario de Campo Nº 47. Descripción del hallazgo de la ojota de cuero. (H. Larrain, 1983:46).
Fig. 3. Página 45 del Diario de H. Larrain (1993:45)
Importancia del hallazgo.
[Mis amigos guaneros].
[Objetos encontrados por ellos al sacar el guano fósil].
"Me traen varias cositas halladas por ellos. Me las tienen preparadas (2). Yo llego de "Viejo Pascuero". Les llevo cervezas, "berlines", pan y naranjas. Me lo agradecen mucho. Converso largo con ellos. Hace aún harto calor y pica aquí el sol. Se han construido ya el "comedor". Veo que han pintado todo el campamento que ahora se compone de cuatro espacios. El "comedor" está abierto hacia el mar. Sentados allí a la mesa (pues me invitan a tomar un rico té Ceylán: el único que toman)... la vista la mar es preciosa. Estamos sobre una suave ladera. Todo debajo [de la construcción] es guano rojo fósil. Ellos lo saben. Han cateado por todo el contorno. Me dicen que hay aquí reservas para muchos años de trabajo al ritmo de trabajo de cinco obreros (el actual).
[Los hallazgos].
"
"Veo los objetos que han hallado hallado (3): hilos de lana, fibras vegetales y pelo humano; un trozo de madera con hoyo y con un hilo atado (¿implemento de pesca?), trozos de cestería (base de cesto en espiral, hecho de una especie de totora delgada), muy fina. No parece junco; caracoles (Oliva sp.), etc. Son curiosos. Llevo conmigo a fin de mostrarles el modo como dispongo yo en bolsitas plásticas y etiquetadas, todos los materiales que llevo conmigo. Ahora se maravillan viendo objetos arqueológicos de México, puntas de proyectil y otros implementos en piedra de todo Chile. Al poco rato, iremos a excavar otra sección (SE) del basural arqueólógico (3). Pregunto por el resto del esqueleto del pescador, de cráneo deformado. Retiro [de allí] varios huesos largos, de la mano y del pie, así como la pelvis completa, para verificar su edad, sexo y estatura. Había yo llevado [en viaje anterior del día 9-12- 93] solo el cráneo. Veré a quien pido este estudio. Será interesante conocer su estatura y edad exacta. Para mí es un varón (o) de algo más de 50 años de edad (¿o 60?) El cráneo tan fuerte está delatando al sexo masculino. También acudo al lugar [cercano] donde se encontró el fardo funerario (4). Voy solo. Recojo muestras del alga (con flotadores) que tenía, como cama, el entierro. Creo se trata del huiro Macrocystis pyrifera, tan común en las costas del centro de Chile (5). Para mi gran sorpresa, los guaneros me dicen que esta alga hoy no se observa aquí, en estos roqueríos. Nunca la han visto por aquí. (No sé si ellos la conocían de otros lugares de más al sur). De pronto, levantando los trozos de algas compactas, encuentro una ojota típica, de cuero grueso. (Ver Fig. 1, arriba) (6). Está intacta, con sus correas aún perfectamente adheridas y anudadas. Tiene su desgaste natural en la base (suela), en dos sectores. El cuero es bien grueso (la suela) de aproximadamente 6 mm. de espesor. Ellos [i.e. los guaneros] creen que puede ser de cuero de llamo. Verifico [sin embargo] que las correas atadas a la suela son claramente de cuero de lobo marino: aún conserva, adheridos, los pelos ralos del lobo marino. En cambio, no se ve pelos en la suela misma, al parecer demasiado gruesa para ser de lobo marino. Buscamos infructuosamente la otra ojota, que supongo debió existir. No la hallamos. Tal vez nunca estuvo en su lugar (!). Es curioso que el día 9/12/93, en nuestra primera visita al lugar con Marta no la hubiéramos visto, a pesar de la revisión que hicimos de todo el fardo funerario. Seguramente quedó oculta bajo el fardo, o entre los manojos de algas pardas".
"Como se puede apreciar en el dibujo, la suela presenta 2 áreas de rotura (desgaste) Las correas se conservan bien, salvo una que está cortada (lado izquierdo)" . (Ver Fig. 1, 1993: 48).
"Con Antonio Ruiz Mazo, Gustavo Arias y el joven de Vallenar seguimos excavando el basural arqueológico (8) que aún presenta un máximo de 50 cm de profundidad, aparecieron trozos de hilos, redes, trozos de madera. fibras gruesas de totora, otras fibras vegetales y muchos trozos de mandíbulas de pejeperros (9) , pez que - según me dicen ellos que saben de pesca- nunca se pesca en orilla y requiere de embarcación (10). Lo que probaría época tardía (11) y uso probable de balsas de cueros de lobos marino para salir a alta mar a pescar. Hay trozos de peces, con sus escamas, restos de alimentos vegetales. Un sinnúmero de elementos. No hemos hallado aquí -ni ellos tampoco- lascas que puedan revelar factura de implementos de silex, hechos in situ. Aquí no estaba el taller lítico. ¿Dónde estuvo?. Es difícil saberlo. Porque en estas terrazas costeras no he visto nunca bloques de sílex (12). Solo rocas del lugar, inútiles para la confección de implementos" (13). Mientras buscábamos en el basural, ví abajo unas piedras (cantos rodados) evidentemente del basural y que habían sido llevadas allí ex professo. Bajé a la zona de explotación del guano fósil blando, [y] encontré allí un bolón de playa, totalmente cubierto de ocre rojo. Ya sabemos que los indigenas teñían de rojo objetos, balsas, esqueletos o cráneos. También sus redes de pesca, sus lienzas. Con esta piedra como percutor, molieron el ocre (óxido de Fe) que traian quien sabe de dónde (14). El ocre adherido al canto rodado tiñe aún bien de rojo los dedos (15). Lo guardé con cuidado. Llamó mucho la atención de los guaneros el cuidado mío con una, para ellos, vulgar piedra.
"Así, cuando volví a Iquique con la bolsa de lapas que mis amigos Willy Venegas y Antonio Ruiz habían colectado para mí (16), llevaba conmigo huesos largos del entierro (fardo funerario), que ellos habían encontrado y cuyo cráneo yo me había llevado [días antes] a casa: fémur, tibia, peroné, húmero y radio-cúbito, además de la pelvis completa (17). También, diversos elementos que habíamos hoy rescatado del basural durante una hora".
"Tomé un breve baño [de mar] para liberarme del exceso de polvo, producido por el arneo de toda la tierra y arena (18), de los restos donde yacia el fardo funerario del entierro. En este "arneo", solo apareció la piedra cuchillo, en andesita, que sospecho formó parte del entierro. Hélo aquí en dibujo" (Diario de Campo Nº 47: 1993: 47):
Dibujo nuestro del cuchillo de andesita:
Fig. 4. Dibujo y medidas del cuchillo o tajador, tallado en andesita, hallado junto al enterramiento del pescador, en la guanera de Palo Buque, sur de Iquique, diciembre 1993. (tomado de mi "Diario de Campo" Nº 49, 1993:47).
(Texto ad litteram tomado de nuestro "Diario de Campo" Nº 49: 1993:40-49).
Notas y comentario eco-antropológico.
(2) Yo ya los había aleccionado sobre el tipo de cosas que podían aparecer en sus cateos en busca del guano y había que conservar: textiles, cuerpos humanos enterrados, cerámica, instrumentos en piedra, objetos en cuero o hueso. Les insistí en que todo era de gran interés para la ciencia, hasta las piedras.
(3) Resulta evidente que el entierro aquí descrito fue algo casual y ocasional. No aparecieron más restos humanos en muchos metros alrededor. Lo sabemos porque los guaneros tenían como objetivo primario explotar todo ese yacimiento de guano fósil. El pescador murió aquí y sus familiares lo enterraron sin más trámite siguiendo el modo para ellos tradicional: envolverlo en un fardo hecho de plumas de aves marinas y, como cama, algas.
(4) No sabemos hoy qué aspecto o forma tenía lo que yo he llamado en mi Diario un "fardo funerario". pues el guanero ya lo había desarmado por completo, sin duda tratando de ver qué contenía en su interior. Lo que yo vi solo fue un montón informe de plumas adosadas a cuero de aves marinas. Los huesos humanos ya habían sido dejados a un lado. No recuerdo hoy (año 2020) haber indagado más sobre la forma del "fardo", su tamaño y si tenía o no, amarras y de qué tipo. Mi texto del "Diario de Campo", aquí reproducido, no lo especifica, por desgracia. A lo que sospecho hoy, releyendo el texto de mi relato, es que, probablemente, el cuerpo habría sido puesto en cuclillas y no estaba extendido. Pero no me consta.
(5) El alga Macrocystes pyrifera, de acuerdo a Castilla, Santelices y Becerra (1976): "se conoce de Valparaíso al sur llegando hasta las islas subantárticas estando presente también en Perú central y en la costa de Baja California" (Castilla et al, 1976: 82). Coincidiría, por tanto, esta difusión actual de la especie con lo que los guaneros nos refirieron acerca de su aparente total ausencia actual en las costas de Iquique. Pero es evidente que también estuvo presente en estas costas en tiempos de la inhumación del cuerpo del pescador, hace ya varios siglos. Sabemos hoy que la elevación de la temperatura del mar, causada por el Fenómeno de "El Niño", provoca en nuestras costas la desaparición y muerte de esta alga, situación que puede prolongarse por varios años.
A mí me fue bastante fácil identificar esta alga por la presencia de sus flotadores típicos, dispuestos a lo largo del largo talo. Recuerdo bien que en mi niñez, pasando vacaciones en el balneario de Las Cruces, Quinta Región de Chile (años 1936-43), íbamos con frecuencia con nuestro abuelo Alfredo Barros Errázuriz a la playa arenosa de Las Salinas, donde gustábamos de encender fogatas con este huiro. Los niños gozábamos haciendo explotar, cual cohetes, sus flotadores. Nuestro abuelo nos miraba con simpatía y alentaba nuestros juegos, arrebozado en su chal, al borde de la playa. ¡Tierna escena familiar que ha permanecido intacta hasta hoy en mi memoria!.
(6) La palabra ojota, como es sabido, es castellanización y proviene de la voz quechua usut´a y se incorporó muy tempranamente al habla nacional de Chile junto con numerosos otros términos, máxime del entorno familiar. La ojota hallada correspondería, a lo que creo, al pie derecho. Lo deduzco de su forma.
(7) La "andesita" es una roca muy común en nuestras playas en forma de cantos rodados y fue muy utilizada por nuestros pescadores antiguos para elaborar sus raspadores, raederas o percutores y aún sus morteros in situ. (Fig. 4).
(8) Debió tratarse de un muy pequeño asentamiento. No había indicios de un conchal ni tampoco se veían conchas en superficie. Gran parte de éste ya había sido removida por los guaneros, para extraer el guano fósil.
(9) El pejeperro (Semicossyphus darwini) es un pez de cabeza muy voluminosa y grandes y filudos dientes que habita entre grietas y caletones en la zona submareal, especialmente donde abunda el huiro. Ejemplares grandes pueden llegar a pesar hasta 12 kg. y alcanzar un tamaño de 80 cm. Es muy común verlo aparecer en yacimientos arqueológicos costeros. Sospecho que haya sido fácil de capturar desde el roquerío, también por las mujeres, mediante una lienza y anzuelo.
(10) De acuerdo a lo que sabemos, los Changos pescadores disponían de balsas confeccionadas de cueros de lobos marinos, al menos desde el siglo X d.C. (y probablemente desde mucho antes). Con ellas podían bogar mar adentro para pescar y recorrían enormes distancias a lo largo de la costa, en procura de buenos sitios de pesca o marisqueo. Sin embargo, yerran ciertamente nuestros guaneros al darnos este dato, pues el pejeperro ciertamente no es un pez de alta mar, sino vive por el contrario entre las grietas y cavernas del litoral, a cierta profundidad, entre masas de huiros, donde se protege bien de sus posibles depredadores.
(11) No estamos en condiciones de determinar la posible fecha del enterramiento. No parece ciertamente muy temprano, pues ya posee textiles de lana. Tal vez pueda datarse entre los siglos XI - XIII de nuestra era cristiana.
(12) El sílex y la calcedonia para la fabricación de puntas de proyectil, o arpones lo obtenían de tierra adentro, sea por intercambio con los grupos agricultores del interior, sea por propia cosecha en lugares por ellos conocidos hacia el interior. Sabemos históricamente de sus frecuentes viajes hacia el interior para intercambiar sus productos marinos por tejidos, maíz , frijoles o coca. Tal asiduo intercambio con el interior debió ser un proceso de data muy antigua.
(13) Esta afirmación debe ser matizada, pues tal como hemos ya señalado, algunos de sus implementos eran elaborados de andesita, como los percutores, raspadores, raederas o cuchillos más toscos. Pero no así sus puntas de proyectil y dardos. Los guaneros informantes son expertos en guano, pero no son pescadores. Por lo que algunas de sus afirmaciones seobre la pesca pueden ser discutibles o del todo erróneas, como en este caso. (Vea Fig. 4).
(14) El ocre (óxido de Fe o hematita: Fe2 O3) no era escaso en la misma costa. En efecto, un poco al sur de la localidad de Los Verdes y muy cerca de Palo Buque hay un montículo que casi llega al mar, donde éste se encuentra en gran cantidad. Muestra indicios de haber sido excavado y explotado con esta misma finalidad. Su coloración es amarilla tendiendo al rojo. Suele hallársele mezclado con arcilla. Su uso fue muy frecuente en la antigüedad para la pintura corporal y el teñido de diversos implementos.
(15) Me llamó la atención la facilidad con que el canto rodado impregnado de ocre teñía inmediatamente mis manos de un amarillo rojizo después de siglos de estar enterrado.
(16) Hay varias especies de lapas en este litoral del desierto. Predominan aquí tres especies: Fisurella latemarginata, Fissurella crassa y Fissurella maxima. Los guaneros las cogían frecuentemente de los roqueríos expuestos, aprovechando las bajas mareas, para su alimento. También las secaban y mantenían por semanas como preciada reserva alimenticia.
(17) Los huesos largos (fémur, tibia y peroné) permiten calcular con bastante precisión la estatura del individuo. La pelvis y el cráneo permiten definir con certeza el sexo.
(18) La faena del guanero es muy sacrificada y muy sucia. Al ir colando en un harnero grande el material de guano previamente seleccionado, se levanta una enorme cantidad de polvo finísimo que impregna la vestimenta y el cuerpo entero del guanero. Por eso cada día, al término de la faena, se bañaban en el mar para sacarlo. Este polvo finísmo se va depositando en los pulmones, tapando los alvéolos y en no pocos casos, tras años de practicar esta actividad, el guanero puede sufrir y morir de afección pulmonar o tuberculosis. En efecto, nos tocó visitar y asistir en el lecho de muerte al guanero español Antonio Ruiz Mazo (arriba citado), pocos años después en Iquique, quien sucumbió con sus pulmones destrozados. Sus últimos días fueron de gran dolor y angustia, al no poder casi respirar. Demás está decir que durante la faena no usan mascarillas de ningún tipo y si el patrón a veces se las suministra (como es su obligación hacerlo), prefieren ellos no usarlas por la gran incomodidad que trae consigo su uso durante el trabajo.
Como comentario final, cabe señalar que todos los materiales culturales aquí descritos provenientes de este entierro, etiquetados y dispuestos en bolsitas plásticas, quedaron depositados, en el año 2016, en la "Colección Larrain" del Museo Regional de Antofagasta donde hoy se encuentran.
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