miércoles, 12 de febrero de 2020

Tempranas noticias antropológicas de la Provincia de Tarapacá, con especial referencia a los grupos de pescadores Changos del litoral desértico en 1828.

Fig. 1.  Reproducción del dibujo hecho por el cartógrafo mayorquino Felipe Bauzá (1764-1834), miembro de la famosa Expedición Malaspina-Bustamante,  de una balsa de cuero de lobos observada en la rada de Arica hacia el año 1794.  Imagen tomada de la obra:  "La Expedición Malaspina en la frontera austral del imperio español" de los autores. Rafael Sagredo y José Ignacio González, Santiago de Chile, 2004).


Chozas  de pescadores Changos en Paposo  hacia el año 1854. Dibujo del naturalista alemán  Rodulfo Amando Philippi, hecho in situ. Tomado de  su obra: Viaje al desierto de Atacama, Halle, Sajonia, Reproducción hecha en la reedición de la obra original  del  año 1860  por  Augusto Bruna y Andrea Larroucau, Cámara Chilena de la Construcción, Pontificia Universidd Católica de Chile, Dirección de Bibliotecas Archivos y Museos, Santiago de Chile, 2008.
Descubriendo nuevos aportes antropológicos del inglés William Bollaert. 

Hace unos meses, el 10 de octubre de 2019  hemos  publicado en este mismo Blog un artículo sobre los aportes eco-antropológicos del químico inglés William Bollaert (1807-1877) en su trabajo titulado "Observations on the Geography of Southern Peru, including Survey of the Province of Tarapaca, and Route to Chile by the coast of  the Desert of Atacama", trabajo que fuera publicado en  el Journal of the Royal Geographical Society of London, Vol. 21, 1851: 99-130.

 Una cantera aún virgen de datos eco-antropológicos.

Bollaert - tal como lo hemos señalado en múltiples ocasiones- es una verdadera mina de referencias de gran interés para el conocimiento tanto del ecosistema desértico como de los habitantes de Tarapacá, tanto antiguos como presentes. Cantera poco explotada por los investigadores, tal vez por  la suma dificultad para acceder a sus numerosos escritos, dispersos en distintas revistas europeas de la época.  Sus trabajos, todos  publicados en inglés,  abarcan desde el año 1838 hasta al menos el año 1875,  y  se refieren a una nutrida gama de aspectos diferentes, desde la  geología y mineralogía, hasta el estudio de la posible presencia  de enfermedades como la sífilis, pasando por la historia, la geografía, la arqueología y sus monumentos,  la etnografía y el folklore del sur del Perú de la época.

Explorando un nuevo trabajo, prácticamente desconocido, de William Bollaert.


En esta ocasión, presentaremos, con notas aclaratorias nuestras, la traducción de una parte importante de un trabajo suyo en el que hace referencias, bastante desconocidas en nuestro medio nacional, a diversos aspectos culturales de la  provincia de Tarapacá y, en particular,  a sus habitantes costeros, los Changos con los cuales tuvo frecuente contacto. A la verdad, este trabajo no lo hemos visto citado por historiadores y/o antropólogos en nuestro medio nacional.

El extenso artículo que hoy parcialmente vamos a traducir y analizar, se titula: "Observations on the history of the Incas of Peru, on the Indians of south Peru, and on some Indian remains in the province of Tarapaca,  y fue publicado  en el Journal  of the Ethnological Society of London,  vol. III,  1854:132-164. La  traducción abarca la parte final de artículo, entre las páginas 154-164, donde,  entre otras observaciones antropológicas de gran interés, aparecen valiosas menciones a su encuentro con grupo de pescadores-recolectores Changos.

 Texto de nuestra traducción del texto en las páginas 154-164. 

(Los títulos de párrafos y "Notas" numeradas -que van entre corchetes-, son adiciones o aclaraciones nuestras, o reproducen voces textuales del texto inglés para ilustración del lector; en cambio, las Notas que aparecen  en paréntesis redondos, son las propias de William Bollaert).

[Lenguas y razas indígenas del extremo sur del Perú].

"Nos referiremos ahora a la parte sur del Perú. No tengo duda alguna de que los indios Aymará de la actualidad son descendientes  de aquellos que vivieron  allí  antes y durante los tiempos de los Incas.  Las tropas de Almagro, a su regreso del descubrimiento de Chile en 1537, retornaron a lo largo de la margen oriental del desierto de Atacama, cuando fue descubierto  el sur del Perú y cuando algunos de sus seguidores se quedaron  en las localidades menos áridas de Pica, Tarapacá y Camiña. Éstas  encerraban poblaciones indígenas  dependientes de  sus caciques o jefes  Aymarás de nombre Sanga, Opo, Chuquichambi, Ayvire, Tancari, etc., nombres que es dable encontrar al presente entre ellos (1)De todo lo que yo ya he presentado, se podrá ver que la lengua hablada por los primeros Incas se ha perdido; existe la probabilidad, sin embargo, de  que  hubiera sido una de las lenguas de la nación Aymará (2). Tan solo bajo el quinto  Inca, los Aymarás y Quichuas fueron conquistados;  y fue el duodécimo Inca  quien hizo todo o posible [tried his utmost] para que el Quichua fuera la única lengua  hablada. No tuvo éxito en la tarea de  suprimir  los otros idiomas bárbaros (3). El Quichua fue hablado en toda su pureza en el Cuzco. En nuestro tiempo, las naciones Quichua y Aymará son las más conocidas [are the principal ones known] en la parte habitada del Perú. 

[Atacameños y Changos].

Los indígenas de Atacama se distinguen claramente [appear to be distinct from] de  los recién mencionados, y los Changos o pescadores que se encuentran entre Cobija y Copiapó, constituyen más bien una raza mezclada [a mixed breed] y yo creo que no constituyen  una tribu separada, como algunos afirman (4).  

[Observación directa de familias de Changos en la costa entre  Cobija y Copiapó].

A comienzos de 1828 estuve en el puerto de Cobija, [situado] a los 22º 28´[Sur], durante mi recorrido a lo largo de la costa rumbo a Chile.  En Cobija había unos pocos [a few]  mestizos [half Indian]  o pescadores Changos (5). Yo abandoné Cobija en un bote abierto [open boat]  con rumbo sur hacia Paposo, navegando a la vela [sailing] durante el día y remando durante la noche a lo largo de una costa miserable, estéril y montañosa.  Al día noveno [del viaje]  divisamos tres pescadores en la playa; ellos hablaban español (6). Al día siguiente,  tres de ellos vinieron a nuestro encuentro en una balsa de cueros de lobos marinos [on a seal-skin balsa] procedentes de la Caleta de Cardón ) (7), para intercambiar con nosotros su  pescado (congro) por harina y coca (8). Cuando ellos oyeron que teníamos coca, exclamaron: "O qué cosa tan rica  y bendita" [sic! en español en el texto]. Oh!, qué buena y bendita es la coca [traducción del propio Bollaert al inglés]. En el día duodécimo [de viaje], otros tres [Changos] llegaron en balsas desde El Rincón, y en el día en que echamos anclas en  Paposo donde había tres o cuatro familias de personas de Copiapó, que estaban aquí para intercambiar [barter] por pescado seco [dried fish] con los pescadores que hablan español y pueden comprender [may understand] las lenguas  Atacama y Aymará (9). Dos leguas al sur de Paposo se encuentra Punta Grande, donde  hay tres o cuatro familias [de Changos] y cinco leguas más al sur, está Agua Dulce, donde hay media docena de familias que poseen unas pocas cabras y asnos (10). Habiendo atravesado el peligroso Mal Paso,  llegué a Hueso Parado, que queda a los 25º 30´ [Sur]; (este lugar me fue señalado como el punto de división entre Perú, o más bien Bolivia, y Chile) [sic! entre paréntesis]. Acercándonos al valle de Copiapó, se encuentra Salinas, donde yo hallé cuatro o cinco familias, cuyos pescadores que habían sido abastecidos de vino, estaban bailando y cantando toda la noche. Fue una suerte de "velatorio" [wake] como consecuencia de la muerte de dos niños cuyos cuerpos estaban a punto de ser conducidos a Copiapó para ser enterrados: de este modo, estos indios tal vez pueden ser considerados cristianizados [may be called christianized] (11).

[Movilidad costera  y comercio].

Estos pescadores se mueven de una caleta  [sic! en español] (cove)  a otra (12); ellos me dijeron que pertenecían al distrito de Copiapó pero que no pagaban tributo. Ocasionalmente, ellos van con sus burros cargados con pescado seco (charquicillo) [sic! en español] (13)  atravesando el desierto de Atacama y tal vez más allá de ese punto,  e igualmente, viajan  hasta Copiapó. 

[Nombre  y número de población].

En Copiapó estos pescadores de la costa son llamados "Changos", pero yo no escuché que fueran mencionados como una tribu de indios (14), y yo considero el término "Changos" como algo relacionado con su condición y ocupación miserable más que con el nombre de su tribu (15). Yo pude ver alrededor de  100, y suponiendo [allowing] unos 50 que pescan al norte de Cobija y otros  100  en viaje hacia el interior,  harían en total unas  250 almas [souls] (16).
[El Padre Joseph de] Acosta  (17) menciona una nación de "Changos" a noventa millas del Cuzco. A los 12º 20`Sur hay un lugar denominado Changos. El Quichua y el Aymará son las dos lenguas principales habladas en el Perú. El Aymará fue y es la más conocida en el sur y [es] hablada por los indios de Tarapacá. Existe un dialecto llamado Chinchasuya [sic!] (18), que es hablado más hacia el norte.

[Excursus de tipo lingüístico].

Estas lenguas, originalmente orales, fueron aprendidas por los españoles y forzadas por ellos a [un tipo de] construcción [propia] del griego y del latín, como presentando  semejantes declinaciones y terminaciones (19)Lo que sigue, creemos puede ser considerado no falto de interés para los filólogos. Procede del prefacio en español al Evangelio de San Lucas, traducido al Aymará por  el  ya difunto Don V. Pazos, Doctor de la Universidad del Cuzco (Moyes, Took´s Court, Chancery Lane,1829), (20)

[La pronunciación de la lengua Aymara] (21).

La lengua Aymará posee una pronunciación labial, dental y gutural  que le son propias.   La primera,  se designa como pp, siendo pronunciada  emitiendo la respiración  con fuerza contra los labios unidos, como  en la voz ppia, que significa un agujero; ppampaña: sepultar.  La segunda [pronunciación],  es como tt, y es producida [con la lengua] afirmada contra los dientes, como en el caso de ttanta: cabeza, pero la cual,  si se pronuncia con fuerza,  significaría algo así como picaresco [knavish]. La tercera [pronunciación] ck ó k, es pronunciada en la garganta  con esta diferencia: de que la primera, es más gutural como en choka, árbol; kollke: dinero. La ha sido introducida  porque la v española y la u no dan el sonido de w, pero  en cambio en Aymará es lo mismo que en inglés:  así, acawa: éste [this]; acanwa: aquí [here]. Las otras letras, tienen el mismo valor que en español.

[El tipo físico-racial del aymara].

"El indígena Aymará es de un color café oliva pero más oscuro que en los Andes, pelo negro, más bien ralo [speraly made] y puede ser considerada una raza de gente pequeña. La población total (22) de la provincia de Tarapaca  es alrededor de 10.000,  de los cuales 6.000 son indígenas. La provincia se halla dividida en cuatro Curatos, esto es,  Tarapacá, Pica, Sibaya y Camiña. La Paz, situada al N.N.E. de Tarapacá, se encuentra aproximadamente en el centro del país Aymará (el que antiguamente incluía las siguientes naciones: Canchis, Canas, Collaguas, Lupacas, Pacases, Carancas y Charcas). 

[Una leyenda recogida en Tarapacá].

La única leyenda que encontré  en Tarapacá (23) es la siguiente: Dos Curacas, el bravo y generoso Tata (*) Jachura y el hosco y salvaje Tata Savaya estaban enamorados de una doncella india de nombre Marna Huanapa. Ella daba su preferencia a Jachura sobre lo cual Savaya  desafió a su rival a un combate  mortal; en éste, Savaya cayó, cuando su cabeza fue separada de su cuello. Los indígenas dicen que Pacha-cawak de inmediato hizo surgir [reared] tres montañas para perpetuar este suceso; una llamada Huanapa, que presenta un aspecto como si sus trenzas de pelo estuvieran colgando de ella (probablemente, antiguas corrientes de lava). Jachura es una montaña  de aspecto muy cónico, y está a 17,000 pies  [=5.486 m] cuya cima yo ascendí; Savaya, cuya parte superior fue cortada, es probablemente una montaña volcánica, cuyo cono  ha caído a su interior. 

(*)  Nota al pie de página del  texto original: "Se dice que mama es la palabra indígena  para [decir] madre, y tata o tayta, padre. Estas expresiones a mí me parecen como de origen español. En algunas gramáticas quichuas,  "madre"  es  indicada como  mamay  y padre, como  tayay.  En Aymará, "madre "  se dice  taika y "padre", haki.  (en  1854: 157).                      

[Informe sobre los quipus].

Hay razones para creer que aunque los Incas avanzaron con sus ejércitos de conquista más allá de Quito, los Peruanos  sabían poco o nada acerca de las comarcas [situadas] más allá del ecuador. Los celebrados quippos [sic! por quipus] o cuerdas coloreadas provistas de nudos, que sirvieron a los Peruanos de escritura, son muy poco usadas hoy día en el Perú. Los nativos de Anahuac, antes de usar sus dibujos jeroglíficos, poseían quippos. Dichos [quippus] fueron usados entre los Canadienses y fueron [también] empleados por los chinos tal como Humboldt nos relata.  Los quippos fueron conocidos por los Puncays de Quito, de acuerdo a [William Bennet] Stevenson [1787-1830] quien también vio una especie de quippo en uso en Arauco.
Los antiguos Peruanos usaron cuerdas hechas de las semillas de capsicum [ají]  y hojas de coca en lugar de moneda de cambio.          + 

[Sistemas de caza y creencias, pastoreo  e influjo del catolicismo].

El indio de Tarapacá es quieto e inofensivo: su única arma es la honda con la que caza el guanaco, la vicuña y  la vizcacha. Ha sido endoctrinado, pero muy  imperfectamente, en  el Cristianismo  de Roma [catolicismo] (25) y sus sacerdotes, apoyados por  el brazo secular, ejercen un gran poder sobre el indio. Ocasionalmente, los sacerdotes sugieren [get up] un milagro y hace no muchos años a "Nuestra Señora de Guadalupe" [sic! en español, entre comillas] o la Virgen María  se la hizo aparecer a  una mujer  indígena  -o ella fue inducida a creerlo-  cerca del volcán Isluga, en cuya ocasión se realizaron grandes ceremonias y se erigió en el lugar una gran cruz y el lugar ha llegado a ser [hoy día] un sitio de  gran  veneración. 
Los indígenas se casan a una edad temprana. Son lentos pero perseverantes, y cuando sus varones llevan el producto de su tierra a las ciudades de los criollos, las mujeres que quedaron en sus casas se encargan  del cultivo y apacientan  las llamas y alpacas.   El perro es el fiel compañero del indio, especialmente cuando viaja, es generalmente de un color negro, buen porte, cabeza y nariz alargadas y su ladrido semeja el de un agudo aullido [howl]

[Agricultura, cultivos y empleo de la chicha].

Los indígenas cuando están en sus casas, en sus aldeas, viven bien, tienen carne de llamo, aves de corral, frutos y hortalizas; algunos  disponen de harina de trigo, pero el grano principal es el maíz (conocido inicialmente con el nombre de mahiz en Haytí), del cual al parecer hay cinco variedades en el Perú; su pan está hecho de maíz. Como también haciendo fermentar el grano, [obtienen] su bebida favorita la chicha, cuyos méritos son celebrados frecuentemente con un canción: un verso, uno de los cuales  reza así:

"Oh deliciosísimo néctar, tu corriente coloreada de oro, es el gozoso tesoro del indio. Oh.! bebámoslo  libremente".

La chicha de maíz [sic! en español] es una especie de mosto dulce [sweet-wort] que también se hace de cebada y de mijo blanco (26)  [white millet]; el mijo rojo es mejor y es usado en medicina (quinoa o chenopodium). [sic! entre paréntesis]. 


[Uso de la hoja de coca].

Con un poco  de maíz tostado, agua en una calabaza, y algo de cuca o coca  [sic!], ellos pueden viajar durante días por los senderos más áridos. Las hojas de coca son masticadas con mambi o uncta, la que se compone de una ceniza alcalina, especialmente [obtenida] de un cactus y de  quínoa, y, en ocasiones, mezclada con  papas cocidas. Se ha señalado que  se producen ciertos efectos nocivos  [deleterious]  en el coquero o masticador habituado; y  el masticarla o el acullicar [sic! en el original], les da una fea apariencia: las mejillas se muestran abultadas [stuffed out] con éste, dejando boca, labios y dientes de un color verde sucio y con un olor desagradable.

[Sus viviendas, cocina, textiles  y vestimenta].

Las viviendas de los indios están construidas  de piedra tosca y techadas con pasto [grass], raras veces presentan más de un ambiente, sin ventanas,  con el fogón al centro y el humo sale por la parte superior. Los utensilios de cocina consisten en unas pocas vasijas de barro [earthen pots] y platos; ellos confeccionan a mano, mediante el hilado y el tejido,  sus toscos tejidos, siendo el material para sus telas la lana de llama, alpaca u oveja y también, el algodón.  Su actual moda de vestir es una mezcla de indio y de español. Los hombres  nunca  se dejan ver sin su manta o sombrero; la vestimenta usada por la mujer es llamada lliella [sic! por llijlla]; sus alfombras son llamadas chuces. Los topos o alfileres ornamentados de gran tamaño sirven para sujetar la lliella [lliclla] y, a veces, uno de su extremos termina en una cuchara. 

[Sus embarcaciones].

En los ríos  en el norte [del Perú]  y en  los lagos del interior se usa balsas o flotadores -huampu en quechua- construidas de madera o de juncos [rushes], pero en la costa sur donde el oleaje es fuerte, los pescadores indios usan  una balsa  hecha de cueros de focas inflados [made of seal-skin inflated], cuya manufactura demuestra una gran ingeniosidad" (27). (Bollaert, 1854: 160, subrayado nuestro).

[Su ganado, pasturas y animales salvajes característicos de su habitat].

Aquellos indios  que tienen algo de tierra, pagan un tributo equivalente a una libra [esterlina] al año; otros que no poseen tierra pero que tienen la esperanza de adquirir alguna tan pronto como se presente un vacancia, pagan l6 chelines. Ellos residen desde la costa hasta las  grandes elevaciones de los Andes. Y así, la aldea de Isluga, situada al pie de un volcán activo del mismo nombre, se encuentra  a una altitud  de alrededor de 14.000 pies. [4.267 m] sobre el océano. La llama se cría aquí  y un pequeño mijo [pone millet,  por quínoa] crece en este lugar. Durante el verano, se halla  pasturas  [pastures] a altitudes superiores a los 15.000 pies [5.200 m]. Aquí se encuentra el cóndor que con frecuencia mata animales domésticos pequeños. El puma, o sea el león sin melena y la avestruz se observan [también] en estas grandes elevaciones.

[Los herbolarios o médicos viajeros y las fiebres intermitentes].
Ocasionalmente, algunos Yungueños [pone Yungeños, en español] también llamados Chiriguanos visitan el sur de Perú (28). Son conocidos como los  médicos viajeros a causa de llevar consigo una farmacia ambulatoria que posee remedios para toda clase de dolencia, real o imaginaria, esto es, hierbas, gomas, resinas, raíces, untos, carimunachis y piri-piris [sic! en su idioma] o hechizos para el amor de varias clases  [love charms], piedra imán [loadstone]. Pero la única medicina útil es la quina,  o corteza de Cinchona (29), que se toma para las fiebres que suelen aparecer en el otoño en los valles de la costa, allí donde suele haber agua y vegetación. En Pica que se encuentra a  unos 3.800 pies sobre el nivel del mar son éstas muy frecuentes en ocasiones, pero son desconocidas a unos 2.000 ó 3.000 pies más arriba. El  [médico] Chiriguano a veces hace sangrías, operación que ejecuta mediante  una rústica lanceta, compuesta por un trozo filudo de obsidiana o vidrio [volcánico ?]  fijado a una pieza de madera, insertando el extremo filoso en la vena  y luego  dándole un pulso [a nick]  con el pulgar y dedo.

[Momias y cementerios indígenas].

El Señor Blake, en su Noticia de Tarapacá (American Journal of Science, 1843), dice que "a una milla o dos de Tara (30)  hay una antigua región  diferente de otras cerca de Arica y otras partes del Perú,  donde los cuerpos [sepultados] se han  convertido en polvo. Han sido enterrados en posición  sedente con sus brazos cruzados en el pecho,  y envueltos en telas de lana, algunas de ellas fina  y ricamente coloreadas.Tal como en un cementerio en Arica, muchos de los cráneos aquí hallados son alargados, de suerte que dos tercios de la masa cerebral se halla detrás del foramen occipital  (31)".

[Modificación artificial del cráneo].

Durante mi residencia en el Sur del Perú, particularmente en Arica y Tarapacá, yo abrí muchas huacas (32) y aunque  unos pocos cráneos se mostraban alargados, la mayoría no  eran así, y cuando se halla cráneos de esta forma alargada, se ha de atribuir  al efecto del empleo de medios artificiales y tal era la práctica común entre muchos indios del Perú, aún tan tardíamente como el siglo XVI. Condamine señala que  el término "Omaguas" en la lengua del Perú, así como la voz  "Camberas", en la del Brasil,  significa "cabezas aplastadas" [flat heads]. Este aplastamiento se efectúa  comprimiendo entre dos placas la frente del recién nacido con el objeto de asemejarlos a la forma de la luna llena. Tal [práctica] fue prohibida por los Concilios eclesiásticos españoles  en  1585, y por un Sínodo realizado en Lima, ocasión en que se cursó un decreto contra la práctica indígena de  desfigurar la cabeza. Con mucha probabilidad, esta práctica ha dado origen a la  opinión sostenida por algunos de que los cráneos aplastados encontrados  en los alrededores del lago Titicaca eran así de forma natural y no producidos por medios artificiales.


(*) Nota del propio autor:  "Proviene de "Apachitas" o "Cotararayrrumi" (Quichua) y eran adoradas como dioses. El indio que ha logrado remontar un cerro  dificultoso y ha logrado arribar al paso, agradecía a Pacha-camak y exclamaba "Apachecta" , es decir: " A aquel que me ha dado fuerzas" (Nota al pie de página, 1854: 163).

[Monumentos, cementerios, lugares sagrados  y  ofrendas funerarias].

El Señor Blake, igualmente, menciona que en la cima de un cerro cónico en las cercanías de Tara (33), hay dos grandes círculos, uno dentro de otro, formados por grandes bloques de roca. evidentemente acarreados desde un valle cercano, algo más abajo,  sin ayuda de maquinaria, y mediante  un inmenso  despliegue de trabajo. Círculos similares de piedra, como aquellos erigidos por los antiguos Celtas (34) no son raros en el Perú y Bolivia. En varias partes de la provincia de Tarapacá, tanto en la costa  como en el interior, se encuentra huacas  o lugares sagrados, (aya-huasi casas de los muertos o o antiguos cementerios indígenas) junto con las momias, figuras hechas de oro y plata, cerámica curiosamente  labrada, pinturas, armas, herramientas, implemento de pesca, espejos de plata y piedra  pulida, hachas de cobre, frutos secos, maíz, conchas, huesos fósiles de animales, etc, etc. Se ha sostenido que los muertos se han preservado mediante embalsamamiento,  y su conservación en tumbas en las regiones heladas de los Andes. Una de las formas de esta antigua cerámica es  en  forma de una botella doble y cuando un líquido es vaciado desde  ella se percibe un ruido como silbido. Se dice que tales sonidos fueron usados para llamar a los indios del trabajo en los campos. Estos son conocidos como las jarras musicales de los incas,  y constituyen una evidencia del grado de perfección [alcanzado] en la manufactura y diseño de la cerámica  que  la raza actual ya no posee. Como el distrito de Tarapacá y la comarca alrededor es tan seca y desértica, y su superficie cargada con tantos materiales salinos, los cuerpos muertos han sido preservados en forma natural por centurias, en varias partes  (35).

[Descripción del pucará de Chiuchíu].

El Dr.  [Aquinas] Ried  un viajero, en su recorrido hecho en 1850 desde Cobija (el puerto de Bolivia) hacia el interior, refiere en sus observaciones acerca de la antigua fortaleza peruana  de Lasana  (36), no lejos de Chuic-chuic  [sic!  por Chiuchíu, o Atacama la Alta] Dice: "Hay una extensa medialuna [half moon]  en ella [se puede ver] sentados, a hombres, mujeres y niños, entre quinientos o seiscientos [cuerpos], todos en la misma actitud  mirando  al vacío, algunos caídos,  otros parcialmente cubiertos de arena. La opinión común es que ellos fueron sepultados en dicho lugar; pero yo soy de opinión  que ellos se enterraron  a sí mismos  porque no existe lugar en su proximidad donde  pudieran haber vivido. Entre ellos, se puede ver a muchas mujeres [sosteniendo a] sus niños en su pecho. La actitud similar entre todos ellos y la expresión de dolor  que aún se puede descubrir  en la mayoría de sus actitudes,  es una prueba de que ellos  se retiraron a este lugar  desesperados cuando los españoles  conquistaron y devastaron su tierra. Ellos tenían la creencia de que al morir, serían transferidos a un mundo mejor, [situado]  hacia el oeste; en apoyo de su creencia, los utensilios de cocina hallados junto a ellos, están llenos de maíz. Toda la escena produce una profunda y melancólica  impresión" [hasta aquí  la cita de A. Ried]. Dos de esos cuerpos fueron enviados [¿por el propio Dr. Ried?] a Ratisbona. Los hechos narrados por el Dr. Ried son interesantes; pero su opinión  de que habrían ido allí para morir escapando así de los conquistadores españoles, es  muy poco  probable;  más bien resulta más probable que este sitio sea una huaca, un antiguo lugar de sepultación indígena. Cerca de este sitio existen depósitos del hierro meteórico de Atacama (37);  en Toconao, se halla en los 23º 20` S y 68º 10´  W.

[Geoglifos  y modo de  construcción].

Al sur de las minas de plata de Santa Rosa (no lejos, tierra adentro, del puerto de Iquique) existe un curioso lugar conocido como Las Rayas:  las laderas de uno de los  estériles cerros  en particular  ha sido dispuesto como si se tratara de un jardín, con un doble círculo en su centro y senderos que parten de él dividiendo  el suelo en compartimentos. Habiendo sido recogidas  cuidadosamente  las piedras sueltas  del camino, éstas se vuelven  duras aparentemente  debido a las pisadas de la gente. Se supone que aquí se realizaban ritos y ceremonias indígenas. En su proximidad,  se encuentra la representación de una llama  que ha sido elaborada mediante  la extracción de las piedras sueltas del cerro en la parte interior del diseño (38). Estas representaciones son denominadas "Pintados de los Indios" [sic! en español]  o pictografías indias, y pueden ser vistas desde una gran distancia. Al sur de la Nueva Noria, donde se extrae y refina  el nitrato de soda en bruto, hay una hilada de cerros conocidos como Los Pintados por las numerosas figuras de llamas, cuadrados, círculos y otras formas [geométricas] que se encuentran cubriendo sus laderas por espacio de una legua. Esta es la  colección más grande de "Pintados" de Tarapacá (39). La opinión en boga es que su formación  fue conocida de los "Indios Gentiles" [sic! en español] antes de la conquista. En la quebrada de los Pintados, o   el valle dibujado [pictured valley], muchas leguas al sureste del último lugar mencionado, yo examiné las representaciones de los indígenas: machos y hembras, llamas, perros, y otras formas curiosas que se ven a un costado de un cañón [ravine] del desierto. algunas de las figuras tenían de 20 a 30 pies de alto [= 6,1 m a 9.14 m], cortadas [cut]  en la  marga arenosa, siendo sus trazos de un ancho de 12 a 18 pulgadas [= 30,4 cm a 45,7 cm]  y de 6 a 8 pulgadas de profundidad.[=15,2 cm a 20,3 cm] (40). Por entonces yo pensé (1826) que tales diseños [deliniations]  habían sido hechas por los indígenas por diversión, pero ahora pienso que su existencia puede bien  atribuirse a algún otro motivo, tal vez para marcar la proximidad de sus cementerios (41). La pictografía indígena, y sus instrumentos simbólicos  y representativos es común a las tribus del Nuevo Mundo. En Norteamérica  son trazados [cut]  en rocas, árboles o son pintados en pieles [skins].

[Apachetas].

En los pasos de los Andes  de  Pacheta (*)  y Pichuta, en el alto de Camiña, los indios que caminan por allí recogen una piedra, aún a alguna distancia, con el fin de agregar otra a la pila  [preexistente]: estos apilamientos de piedras no son infrecuentes en los Andes y otras partes de Sudamérica (42).


(*)  Nota al pie de la página 163 del propio autor: Proviene de "Apachitas" o "Cotarrayrrumi"  (quichua) y eran adoradas como dioses. El indios que han logrado remontar un cerro dificultoso y han logrado arribar  al paso, agradecía a Pachacamak y exclamaba: "Apachecta", es decir, "A aquel que me ha dado fuerzas" . (43).

[Minería indígena,  socavones   y cochas de riego].

(Sigue el texto). "Los antiguos indios labraban minas de oro, plata y otros metales. Estas operaciones mineras probablemente los prepararon para otros trabajos de destreza ingenieril. Sus acueductos son grandes obras, tal como puede observarse en Pica, en la provincia de Tarapacá.  donde existen socabones [sic! en español ] o túneles (44) de tres mil yardas de longitud [= 2.798 m ó 2,8 km] excavados a través de montañas de arenisca para suministrar agua para el regadío, para lo cual aún hoy son utilizados. Estos túneles tienen cuatro pies de ancho [=1,22 m] y seis pies de alto [=1,83 m] y cada  cien yardas [91,5 m]  existe una lumbrera  o conducto de ventilación [ventilating shaft], al estilo de nuestros túneles de ferrocarril.  El agua así colectada es conducida a las cochas [sic! en español] o reservorios desde los cuales es distribuida a las chacras o  fincas [farms]  y viñedos [vineyards].(Bollaert, 1854:154-164). 

(Fin de trabajo).


Addendum. Con el fin de aportar algún otro elemento que nos ayude a interpretar correctamente el pensamiento etnológico de Bollaert, nos ha parecido oportuno citar aquí otra muy breve pero interesante referencia a los grupos étnicos Changos. Procede de otro trabajo suyo, igualmente muy poco conocido  y casi nunca citado. Este artículo está dedicado al examen del tema -por entonces intensamente  debatido- sobre el posible origen americano de ciertas enfermedades, especialmente las  venéreas. El trabajo se titula:  "On the alleged Introduction of Syphilis from the New Word. Also some notes on the Local Imported diseases into America", y fue publicado en el Journal of the Anthropological Society, año 1864: cclvi- cclxix.

"Viniendo del Perú a Chile por tierra, a lo largo de las playas del desierto de Atacama en 1829-30, me encontré con  algunas familias indígenas conocidas como Changos  (45). Yo no observé [síntomas de] esta enfermedad (sífilis) entre ellos. Estuve  posteriormente  entre los indios Araucanos y tampoco vi o escuché que ellos fuesen atacados por ella [were so afflicted]". (1864: cclvi; énfasis nuestro).


Notas nuestras a la descripción antropológica de Bollaert.

(1) Los apellidos Choque, Chambe, Ayavire  y Taucare suelen escucharse aún hoy en varios pueblos del interior de Tarapacá.

(2) Bollaert siempre escribe "Aymará";  jamás  Aymara; mucho menos Aimara. La lengua aymara no posee voces acentuadas en la última sílaba: tal costumbre es una clara  influencia del español.

(3)  Entre estos idiomas "bárbaros", estaban el puquina y el chipaya, en el sur  y sureste respectivamente, y el  idioma  muchik o mochica en la costa norte del Perú.

(4)  La lengua de los atacameños o lickan antai fue el kunsa, lengua totalmente diferente de sus vecinos y de origen lingüístico por ahora desconocido. Respecto de los changos, el autor  no solo no les atribuye lengua propia sino que tampoco les otorga  un ser étnico definido y propio.  Dice: "no constituyen una tribu separada como  algunos afirman". Varias citas suyas posteriores, en este mismo trabajo, apuntan a validar la misma opinión suya, a medida que traba contacto directo con numerosos changos pescadores, en diferentes puntos de la costa. Es bastante evidente,  a juzgar por  las citas  de sus trabajos, que para Bollaert los Changos que conoció personalmente en sus viajes por la costa no constituyen una etnia o grupo indígena autóctono propiamente tal,  sino tan solo grupos de familias pobres de pescadores radicados en la costa árida norte chilena y dedicados desde antiguo a la pesca y salazón  y comercio de pescado  seco. 

(5)  En el puerto de Cobija - desde antiguo, uno de los  lugares tradicionales de asiento semi-permanente de changos- Bollaert se encuentra con pescadores Changos a los que él considera  no indígenas, sino mas bien mestizos ("half Indian"). Su opinión es tajante al respecto. Porque observa en ellos, sin duda, muchos rasgos culturales de influjo occidental y carecen de lengua propia. 

(6)  Después de nueve días de navegación con rumbo sur, los viajeros topan nuevamente con  pescadores. Por la frase que sigue en el texto, nos consta que se refiere a changos pescadores, que emplean la balsa de cueros de lobos marinos. Señala explícitamente que hablaban español. Este notable interés suyo por averiguar sobre su lengua  y costumbres, revela su interés por indagar más sobre su condición étnica.

(7)  En la caleta de Cardón  les salen al encuentro otros changos, en sus balsas típicas, las que son aquí someramente descritas. Los Changos les detienen para intercambiar con ellos su producto más típico de comercio: el pescado seco o "charquecillo" que ofrecen trocar por harina y coca. En estos parajes, era prácticamente desconocida la moneda, y se recurre, desde tiempo inmemorial,  al tradicional trueque. La coca es un  elemento vital e indispensable en todas las culturas  peruanas, y su uso se encontraba  muy afianzado no sólo entre los indígenas, sino también  entre los mestizos  y gente del pueblo.

(8)  Nótese que Bollaert llama "congro" (sic! por congrio) al tipo de pescado comúnmente más empleado en la confección del "charquecillo". El congrio  (Genypterus chilensis y G. maculatus)  presenta al menos dos especies en esta zona: el congrio colorado y el congrio negro. Entre las numerosas especies de peces habitantes de esta zona litoral, sujeta al influjo de la Corriente fría de Humboldt, al parecer sólo estas especies se prestaban perfectamente para  producir el excelente "charquecillo", producto muy apetecido por "las provincias de arriba", al decir de los autores coloniales españoles. 

(9)  Nuevamente se refleja aquí el interés del viajero Bollaert por  conocer más acerca de su lengua. Por eso destaca aquí expresamente que hablan el español pero apunta que entienden el aymará y el atacameño. Siendo los Changos pequeños grupos  pescadores y  necesitados, para sobrevivir, del comercio y trato con las etnias vecinas,  era obvio que manejaran la lengua de éstos, al menos a un nivel básico de mutua inteligibilidad.

(10)  Al sur de Paposo, donde ya se insinúa una algo mayor pluviosidad anual, aparece en escena la otra actividad económica que los Changos muy pronto aprenden de los españoles: la crianza de cabras y asnos que viven del ramoneo de la escasa y raquítica vegetación costera, mantenida por la niebla húmeda, o "camanchaca". Estos animales les proveerán de carne, grasa, leche y cuero para sus escasas manufacturas.

(11). Duda Bollaert con razón de la profundidad y arraigo de su fe cristiana por la escasa y superficial evangelización de que han sido objeto. A causa de la lejanía, rara vez sus rancheríos eran visitados por sacerdotes católicos  que tenían que acudir sea desde Chiuchíu (en la provincia de Antofagasta), o desde Copiapó  (en la provincia de  Atacama). Por lo general, tales visitas ocurrian  rara vez más de una vez al año, con motivo de sus fiestas patronales.

(12). Alude aquí el autor a otro de sus rasgos culturales más típicos: su constante movilidad o transhumancia norte-sur. Agotada la pesca o el marisqueo en un sitio, se movían inmediatamente a otra caleta desierta llevando consigo a bordo de sus balsas su escasísimo  mobiliario y vajilla, además de la techumbre (cueros) de sus humildes chozas.Testigo fiel de esta costumbre inveterada fue don Pedro Vicente Cañete y Domínguez, Gobernador interino de Potosí,  en su notable descripción del Puerto de Santa Magdalena de Cobija  en el año  1791  (Cfr.  H. Larrain  editor, "Noticia Tercera" del Puerto de la Magdalena de Cobija, en Norte Grande, Revista del Instituto de Geografía de la Pontificia Universidad Católica de Chile, Vol. I, Nº  1, 82-87, Marzo 1974). 

(13)  Sus esporádicos viajes al interior, atravesando el desierto, obedecen a la necesidad de intercambiar su "charquecillo" (charqui de congrio) con los habitantes de los oasis interiores de Atacama o la lejana ciudad frontera de Copiapó, a cuyo distrito, según el texto,  pertenecen.  El "charquecillo" era un alimento seco, muy apreciado  en tiempos coloniales, por su gran durabilidad y riqueza proteica, el que los viajeros podían estar seguros de vender allí o trocar  por los elementos que ellos más necesitaban:  sebos, velas, azúcar, harina, lana, textiles y, por cierto, la siempre infaltable coca.
  
(14)  Es interesante  recalcar aquí que, según Bollaert,  los Changos que visitaban Copiapó con sus productos eran allí bien conocidos como comerciantes viajeros pero no eran considerados como pertenecientes a una tribu indígena.  Y esto ocurría hace ya  193 años!. Téngase esto presente cuando hoy circulan voces y rumores de personas bien intencionadas que buscan entre sus descendientes redescubrir y legitimar su pertenencia actual (año 2020) al mundo cultural indígena del Chile del presente.

(15) Bollaert es explícito al respecto: para él, los Changos son grupos de familias de pescadores de condición pobre pero que no conforman propiamente una tribu indígena al estilo de los grupos indígena del interior de Tarapacá cuyo modo de vivir, lengua y costumbres él muy bien conoce y describe en varios de sus trabajos.

(16)  Para satisfacción de demógrafos y etnólogos,  Bollaert intenta  aquí darnos una cifra aproximada de su población total, en el sector de costa comprendido entre Cobija y la costa de Copiapó, basándose en sus averiguaciones y propias observaciones de terreno.  Sin duda, hay en sus cifras un rango de incertidumbre al atribuir, por ejemplo, un tal alto número de viajeros Changos de viaje,  atravesando el desierto. Ciertamente sabemos que se movían mucho, incluso traficando tierra adentro, pero ¿serían realmente tantos cuando el mismo Bollaert nos indica que tales viajes  hacia el interior se hacían solo ocasionalmente?. Pese a sus esfuerzos por contarlos y apreciar su número total, queda aquí evidentemente un manto de duda.

(17) El sacerdote jesuita español Joseph de Acosta, escribió  su tratado: "Historia Natural y Moral de las Indias....", publicado por Juan de León, Sevilla en el año 1590. (Cf. edición preparada por Edmundo O`Gorman, México, 1962).

(18)  El "dialecto Chinchasuya" de Bollaert, parece probablemente referirse al Muchik, lengua hablada en la cultura Mochica y Chimú y que fuera posteriormente totalmente desplazada por el quechua.

(19) En efecto, los primeros españoles, estudiosos de la lengua quechua y aymara, provistos de una formación clásica en latín y griego,  trataron infructuosamente de acomodar las nuevas lenguas al esquema lingüístico clásico del latín o griego, forzando así los idiomas nativos . 

(20)  Esta es al parecer una referencia concreta, la que no hemos podido corroborar.

(21)  La presente cita del Dr. Pazos revela el profundo  interés del Bollaert por  penetrar y profundizar en la lengua de los aymaras. En sus encuentros con los pescadores Changos, Bollaert tratará de averiguar si poseen alguna lengua propia, lo que, después de sus pesquisas,  finalmente descarta por completo. 

(22)  Asigna  en su época  una población de 6.000 aymaras para la provincias de Tarapacá, con una población total de unos 10.000 habitantes. Dato que seguramente obtiene el autor de la administración peruana de la época, tal vez transmitida   a través de  su amigo  el magnate salitrero  inglés George Smith,  con quien realiza en el año 1828 un extenso viaje de reconocimiento de la Provincia, por petición expresa del entonces presidente  del Perú, el general  don Ramón Castilla.

(23)  Bollaert  recoge aquí una leyenda o mito  difundida entre los Aymaras. Este hecho nos revela, una vez más,  su peculiar interés por conocer profundamente la cultura y tradiciones de los pueblos entre los que le ha tocado trabajar.  Para nosotros, este gesto,  habla muy bien de  la autenticidad y veracidad de sus informaciones, recabadas generalmente de labios de los propios habitantes.

(24) Es perfectamente imaginable que los mapuches o araucanos hayan hecho uso del quipu peruano, por cuanto tuvieron estrecho contacto con los Incas en su denodada lucha  por defenderse de su expansión hacia el sur del río Maule. Tal como muy tempranamente se apoderan ellos y utilizan, igualmente, el caballo de los conquistadores, adaptándolo a sus largas travesías o correrías.

(25)  Bollaert, de nacionalidad inglesa, era de religión anglicana y por ello se deja ver aquí claramente su reticencia y recelo con respecto al catolicismo romano y sus expresiones ceremoniales y creencias, lo que aquí no deja de estampar.

(26)  El "mijo blanco" aquí referido ciertamente no puede ser otro sino la quínoa  (Chenopodium quinoa), cereal autóctono producido en el altiplano y que era para ellos tan importante como el propio maiz  (Zea mays).

(27)    Referencia clara a los pescadores Changos de la costa sur del Perú. No los cita  aquí por su nombre sino tan solo  como "pescadores indios".  Se refiere aquí en general a sus balsas de cueros de  focas inflados, sin entrar, por desgracia, en mayores detalles sobre su manufactura  que considera  muy ingeniosa.

(28).  Referencia explícita a los callaguayas  médicos indígenas o curanderos ambulantes, originarios de la provincia boliviana Bautista Saavedra, que conocían las propiedades medicinales de numerosas plantas nativas y que hacían extensos recorridos llegando hasta la costa del Perú. Trocaban sus hierbas medicinales y  remedios caseros por productos básicos de las poblaciones que visitaban  periódicamente.  Bollaert debió toparse con ellos varias veces en su extenso recorrido por el sur del Perú, por lo que pudo formarse una idea bastante precisa  acerca de sus capacidades  médicas, las que pone en duda. Hablaban  (y aún hablan) una lengua  propia,  con aportes del quechua y del puquina  cuyos orígenes se pueden rastrear hasta la época final de Tiahuanaco.  Hasta hoy constituyen un grupo étnico muy sui generis que ha recibido el reconocimiento oficial de la UNESCO  como "obra maestra del patrimonio oral e intangible de la Humanidad" en el año  2003.

(29). Se refiere aquí al árbol que crece en la Amazonia boliviana llamado  científicamente Cinchona officinalis  (quina) cuya corteza fuera intensamente utilizada como febrífugo muy eficaz. Intensamente explotado por siglos y utilizado para combatir la malaria,  hoy este árbol es sumamente escaso en la selva amazónica y  por ello muy poco conocido, salvo por los callaguayas  o médicos herbolarios indios. 

(30). Casi seguramente se trata aquí de Tana,  quebrada  también llamada de Camiña, que desemboca en el mar con un escaso flujo de agua a unos 2 km al norte de Pisagua. No existe,  que sepamos, ningún topónimo con el nombre de Tara en esta región del país.

(31). Estos cráneos, alargados artificialmente, para la especialidad de antropología fisica denominada  craneometría son  llamados "dolicocéfalos",  y han sido hallados no sólo en las culturas peruanas, sino también en China, Croacia y  otros lugares  en tiempos muy tempranos. Durante mucho tiempo, su forma causó la extrañeza de los especialistas hasta que fueron halladas, en algunas tumbas, las tablillas e instrumentos utilizados para deformar el cráneo de los infantes. Su empleo obedeció tanto a razones de diferenciación étnica como a la búsqueda de una pretendida belleza física.

(32). Era la costumbre en la época de los grandes viajes de exploración de los europeos, el obtener rarezas culturales de los pueblos que visitaban destinadas a ser exhibidas en los grandes Museos de Europa.  Esto fue válido no solo para  ejemplares de flora y fauna, desconocidos en Europa y aún no estudiados por la ciencia, sino también para  objetos, monumentos o habitantes de los diferentes pueblos catalogados como "salvajes". En la época de Bollaert estaba en su apogeo el interés por la craneometría y el estudio de las razas humanas. Era la época de esplendor de los estudios de antropometría humana uno de cuyos máximos exponentes fue el francés Paul Pierre Broca (1824-1880).  Este afán por  reunir abundantes colecciones de cráneos y esqueletos humanos de lugares remotos, llevará también al médico patólogo alemán Otto Aichel a excavar numerosas tumbas en la costa de Antofagasta, en la década del 20 del pasado siglo. Desde la época del viajero  y naturalista francés  Alcide D´Orbigny  (1802-1857) y su viaje a América  y aún antes,  se puede rastrear este frenético y casi enfermizo interés por estudiar y catalogar las razas humanas para descubrir el posible lugar de origen del hombre y sus desplazamientos en el planeta.

(33). Tal como lo hemos dicho más arriba, se trataría de un sitio muy próximo a la quebrada de  Tana o Camiña.

(34).  Como en el sitio Stonehenge, en el condado de Wiltshire, al norte de Salisbury, en el extremo sur de Inglaterra. Monumento megalítico datado por el radiocarbono en los inicios de la Edad del Bronce, entre los 3.000 y 2.000 antes de Cristo. Sitio arqueológico declarado por la UNESCO como Patrimonio de la Humanidad en  1986.

(35). Bollaert, buen observador, se da perfecta cuenta que la momificación de los cuerpos humanos hallados en las tumbas del sur del Perú era producto no de un proceso de embalsamamiento artificial (como en el Egipto antiguo), sino era un proceso natural debido al clima extremadamente del desierto  y la alta salinidad del suelo.

(36). El primer plano conocido del pucará de Lasana se debe al sacerdote jesuita Gustavo Le Paige, S.J.  en el año  1957/58 (Ver  "Antiguas culturas atacameñas en la cordillera chilena", IIº Parte, Anales de la  Universidad Católica de Valparaíso, Nº 4-5,    1957/58: 15-143;   frente pg. 131).

(37)  Referencia al hallazgo, en 1822, de los restos dispersos de un meteorito caido cerca de la Aguada de Imilac (24º 01´ S.).  Confundido su material inicialmente con  mineral de plata,  fue  intensamente buscado por indígenas de Atacama y luego por sabios naturalistas, como nuestro viajero Rodulfo Amando Philippi, quien describe  prolijamente sus intentos por hallarlo,  en su obra Viaje al Desierto de Atacama, Halle, Sajonia, 1860.

(38)  Describe muy acertadamente Bollaert el sistema de factura de los "Pintados",  diseños hechos en pampas y laderas de cerros en el desierto  de Tarapacá, hoy conocidos como "geoglifos" en la literatura arqueológica americana. La denominación "geoglifos" se atribuye a la Dra. Grete Mosty,  arqueóloga y etnóloga austríaca radicada en Chile,  en uno de sus trabajos (Mostny,  "Pictografía rupestre", Noticiario Mensual del Museo Nacional de Historia Natural, Año VIII, Nº 94, Mayo  1964).  Con anterioridad, se utiliza más bien el término "pictografías", como lo hace, por ejemplo, A. Plagemann en su trabajo pionero, publicado  en Hamburgo, en el año1906. (Plagemann, 1906:  5-87).

(39). Acierta plenamente Bollaert al afirmar categóricamente que en los cerros de Pintados (Coordenadas  20º 37´S)  se halla el lugar de máxima concentración de geoglifos en la provincia de Tarapacá. Esta escueta afirmación nos revela el notable grado de conocimiento que poseía Bollaert sobre ésta y otras manifestaciones artísticas de los antiguos habitantes. 

(40). Nos sorprende una vez más el autor por su acuciosidad en señalar y querer conservar las medidas exactas de las figuras de geoglifos que encuentra  en la zona de Pintados.


Comentario final. 

En esta porción traducida del trabajo de William Bollaert del año 1854 destacan numerosas referencias de gran interés tanto para el geógrafo, como para el arqueólogo, etnólogo o aún el lingüista. Casi no hay aspecto  de la antropología de la región  que escape a su atención preferente. Pero, en particular, nos ha interesado aquí mostrar y analizar sus referencias, poco conocidas, sobre los Changos pescadores con los cuales departe muy tempranamente (desde el año 1826)  en Iquique y especialente duranter su notable travesía por mar, en un falucho a remos, desde  Iquique hasta Taltal en una época algo anterior a la breve visita del comerciante francés Moerenhout, en el año 1828 y, poco después, del viajero francés Alcide D`Orbigny quien recalará en Cobija en el año 1832. (Véase el capítulo alusivo en nuestro blog: eco-antropologia.blogspot.com  bajo el nobre de "Cobija en 1828: la notable descripción del francés Jacques Antoine Moerenhout", (editado por nosotros el 27-11-2012).

A lo que creemos,  las numerosas referencias de Bollaert  a los pescadores Changos y su modo de vida en el mar están entre las más antiguas  conocidas en el siglo XIX  y tienen, a nuestro modo de ver,  la indudable ventaja sobre otros testimonios de provenir de un personaje  que trabajó y  residió varios años en la zona de Iquique, cuando se desempeñaba, desde su arribo en el año 1826, como "ensayista de metales" en las cercanas minas de plata de Huantajaya. Otros viajeros, como Francis O´Connor, René Lesson,  Jacques Antoine Moerenhout o el propio Alcide D´Orbigny y algunos otros más, son más bien  "aves de paso" en el área por la brevedad de su estadía u observación.

Confiamos, pues, más en la veracidad y autenticidad del testimonio de Bollaert por haber sido él el único que tiene la audacia de emprender un agobiador viaje costanero, en un falucho a remos, escudriñando el  área litoral  durante muchos días, y recalando en cada caleta o abrigo de la costa. Hecho totalmente inédito para la época, que nos está revelando su profundo interés por conocer a fondo toda la región.  Es gracias a su reconocida capacidad de observación que mereció recibir, del general Ramón Castilla, la difícil comisión de describir la provincia de Tarapacá, tarea que realizará a satisfacción. 


Observación final. Este trabajo, con varios cambios, fue enviado con fecha  10 de febrero 2020 a publicación a la revista "Taltalia" número 12, del Museo Arqueológico de  Taltal, donde apareció con fecha 17 de abril del 2020. Allí, nuestra colaboradora Srta. geógrafa  Daniela  Rivera Marín ha incluído varios Gráficos y Tablas propios, que enriquecen notablemente  este estudio.






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