Fig. 1. Luis Peña muestra a niños indígenas en el Ecuador la captura de insectos en un frasco de cianuro. Lucho tiene a la sazón 46 años bien cumplidos (foto Gastón Acuña, 1965).
"Nadie ama lo que no conoce".
Este sabio proverbio castellano nos servirá hoy de guía en este capítulo, dedicado a la memoria de Luis E. Peña Guzmán. En varios capítulos anteriores, hemos hecho mención a la obra titánica de este entomólogo y zoólogo chileno, gran explorador de América del Sur y descubridor de numerosas especies de insectos, aves, reptiles y batracios, nuevas para la ciencia. He hecho "memoria" en ellos de sus notables dotes como colector de especies, como notable conocedor de los variados ecosistemas tanto nacionales como sudamericanos y como guía de terreno indiscutido de científicos de todos los continentes. En su camper manejado por él mismo, viajarán por todo el continente sabios ingleses, norteamericanos, canadienses, franceses, japoneses, rumanos o húngaros, ansiosos de conocer visualmente ecosistemas recónditos y colectar las más raras especies de aves, insectos, mamíferos, reptiles, batracios, o plantas y/o arbustos, aún ocultos a la ciencia. Porque Lucho se convirtió, sin quererlo, en el guía más hábil en Sudamérica para acceder a los lugares rara vez visitados por el hombre, sea por su inaccesibilidad, sea por su lejanía.
Nota: Todas las imágenes que ilustran este capitulo, han sido copiadas de la obra "Rumbo a la Amazonía", de Gastón Acuña Mac-Lean, su amigo y compañero de expediciones.
Luis Peña representado por el expedicionario "don Custodio Campos Silvestre".
Hay otra frase que retrata perfectamente bien a Lucho y su "capacidad de ver" lo que otros no ven. Por fortuna, ha quedado ésta registrada en sus cuatro cuadernillos para niños titulados: Aventuras de Don Custodio Campos Silvestre, obra ilustrada publicada por la Editorial Universitaria de Chile, en mayo de 1993, con el apoyo en imágenes ad hoc del dibujantes Andrés Jullian . La frase en cuestión reza: "Don Custodio sabía ver lo que muchos otros no saben sino mirar". La diferencia entre ver y mirar es sideral. "Ver", involucra descubrir, atisbar, escrutar, investigar. En efecto, muchos pueden mirar el mismo hermoso paisaje de una puesta de sol, con arreboles multicolores en el cielo, pero solo unos pocos verán allí un peculiar fenómeno celeste o una mágica obra de arte dibujada en el cielo. El físico de nubes y el artista pintor "verán" en ese evento cosas muy distintas, pero sin embargo perfectamente compatibles. Ambos miraron, pero "vieron" y descubrieron cosas muy diferentes. Por eso el objetivo de Peña al mostrar estas imágenes es "enseñar a ver lo que otros no ven".
Esta entretenida obra de Gastón Acuña constituye, hasta el momento, el único testimonio escrito, en forma de libro, dedicado íntegramente a la memoria de Luis Peña Guzmán.
El carácter indomable de Luis Peña Guzmán.
Fig. 4. Lucho se da tiempo para un merecido descanso en la selva ecuatoriana (foto Gastón Acuña, 1965).
Postulación al premio Nacional de Ciencias en Chile.
" He mantenido contacto científico con Lucho desde 1968 y tuve el placer de que guiara mi expedición en 1988. Si no me equivoco , ésta fue su expedición científica número 412. A lo largo de los años, he podido apreciar la personalidad de Lucho Peña como científico, como hombre y como amigo. Rara vez en mi vida me he encontrado con alguien tan entregado a su misión como Lucho lo está respecto de la ciencia, el respeto a la naturaleza y el amor por Chile. A mis ojos, Peña es el Alexander Humboldt y el Charles Darwin en una misma persona. En el alcance y la inspiración de su saber difícilmente es segundo de nadie. Por muy lejos, el es quien ha situado a Chile en el mapamundi de la entomología. No logro imaginar un solo experto mundial que no está estrechamente vinculado con Lucho. Sin duda, es hoy el entomólogo chileno mejor conocido internacionalmente. En múltiples aspectos, está y permanecerá a la cabeza de sus colegas y pares. El detectó tempranamente la necesidad de estrechar la colaboración internacional de los entomólogos, atrayendo su atención sobre la singular fauna chilena. Promovió medidas conservacionistas y la preocupación por la [defensa de] la diversidad mucho antes que esos temas aparecieran en los periódicos entomológicos y nunca ha perdido oportunidad de expresar sus puntos de vista al respecto". (citado en Acuña, s/f, p. 239, subrayado nuestro).
Muy escuetamente, pero con no menor énfasis se expresa el gran entomólogo estadounidense, Curador del Departameto de Entomología del American Museum of Natural History of New York, el Dr. Jerome G. Rozen, Jr. en estos términos:
"No sé de otro naturalista vivo en el mundo que haya prestado más grandes servicios en la exploración de la historia natural de su país que el profesor Peña". (Cit. por Acuña, s/f. 240).
Otro elocuente testimonio proviene de la pluma del Dr. Norman I. Platnik, Chairman y Curador del mismo Departamento de Entomología, cuyo potente testimonio no podemos dejar de lado:
"Con vivo placer les envío mi entusiasta respaldo a la nominación del profesor Peña para el Premio de Ciencias de Chile. Me es imposible pensar en otra persona tan bien calificada como él para recibir dicho honor. Es tan ampliamente conocido entre los biólogos que su nombre es sinónimo de investigación moderna respecto de la fascinante flora y fauna chilena. En mi estudio de las arañas de Chile, el profesor Peña ha sido para mí un colega en extremo valioso. Ha colectado numerosos especímenes importantes durante años, con frecuencia develando taxas que eran enteramente desconocidas. Su conocimiento de la geografía chilena, sus toponimias, y lugares de colecta es enciclopédico. Con frecuencia he descansado en él para resolver puzzles relativos a la distribución de determinadas especies. De allí que, al igual que muchos otros biólogos, he tenido la satisfacción de honrar nuevas especies con su nombre.. En todos estos aspectos, mi experiencia no es excepción. El Prof. Peña ha dado tanto, en tan variadas áreas de la ciencia, que el American Museum of Natural History tuvo no hace mucho, el orgullo de hacerlo miembro correspondiente. Tal honor se ha otorgado a menos de 20 científicos del mundo. Igual importancia tienen los bien conocidos esfuerzos del Prof. Peña por educar a la ciudadanía chilena y a sus autoridades respecto a los excepcionales aspectos de la biota chilena, así como en cuanto a la tremenda responsabilidad que a todos nos concierne en su conservación. Sin duda, en tal sentido, nadie ha sobrepasado su rol". (Cit. en Acuña, s/f. p. 240, subrayado nuestro).
Otros especialistas señalan la amplitud de los conocimientos de Luis Peña en el campo de la biología y zoología unida a su notable espíritu de colaboración, nobleza de espíritu y alegría de vivir. Es el caso del Dr. Richard C. Froeschner, entomólogo de la Smithsonian Institution, quien consigna:
"Mi contacto personal con el Dr. Peña data de antes de 1968 y se ha prolongado desde entonces. Siempre encontré en él a un estudiosos gentil, gran colaborador alegre y campechano, a la vez que de cálida deferencia en su trato. Mis colegas de la Smithsonian Institution que han tenido la fortuna de participar con él en trabajos de campo, concuerdan en valorar por igual tanto su erudición como su simpatía y su espíritu ilimitado de colaboración. No hay duda acerca del extraordinario valor de sus innumerables aciertos científicos y sus publicaciones. En esto ha demostrado ser un verdadero naturalista, que extiende su interés a toda la gama de las ciencias naturales y no un especialista en un solo campo. Es con vivo entusiasmo y admiración por el Dr. Peña y sus múltiples méritos que respaldo su nominación". (Cit. en Acuña, s/f., 238; subrayado nuestro).
Como éstas, varias decenas de cartas de investigadores de Asia, Africa, América (Del Norte y del Sur) Europa y Oceanía llegaron a las oficinas del encargado de la presentación de Luis Peña Guzmán al Premio Nacional de Ciencias en 1994, respaldando y apoyando con entusiasmo su postulación. Si bien Lucho no fue nominado en dicha ocasión, nos queda el testimonio irrecusable de la opinión que el mundo científico internacional tenía de su capacidad, trayectoria científica y vastedad y profundidad de sus conocimientos. Al año siguiente (septiembre 1995) Lucho nos dejaba, aquejado de un implacable cáncer. Nos preguntamos hoy si Luis Peña no pudiera ser postulado tal vez algún día a este mismo premio, en forma póstuma, como una forma de reconocer sus inobjetables méritos en el campo del conocimiento, estudio y difusión de la ciencia biológica de su país y de los países vecinos.
¿Por qué a Luis Peña Guzmán nunca se le otorgó el Premio Nacional de Ciencias?.
Es ésta una pregunta nada fácil de contestar. Nos la ha hemos hecho varias veces entre los que fuimos sus amigos tanto en el campo de la Biología, como de la Geografía, Geología o Antropología. No cabe duda alguna que, en numerosos aspectos, su conocimiento de los ecosistemas naturales de Chile y América de Sur fue excepcional y único en su tiempo. Sus más de 450 expediciones casi siempre acompañando a especialistas mundiales de todos los campos de la biología (zoología, mastozoología, entomología, herpetología, botánica, silvicultura, ecología....) le entregaron un amplísimo conocimiento y, a la vez, una profunda y sagaz penetración en la ecología de los sistemas y la intrincada interrelación simbiótica entre clima, suelos, plantas y animales.
Fig. 5. En plena selva ecuatoriana. Gastón Acuña sostiene con el obispo diocesano una serpiente que acaba de hallar junto a la cabaña asignada a los viajeros (foto Luis Peña, 1965).
Un "outsider" de la Academia.
Tal vez las bases del Concurso para poder adjudicar tal "Premio Nacional en Ciencias Biológicas" exigían -como requisito sine qua non- una larga preparación universitaria y títulos académicos previos que Lucho ciertamente no poseía. Lucho no fue formado en y por la Academia -como la inmensa mayoría de los especialistas en el competitivo mundo de hoy- sino se formó solo, con su propio esfuerzo, en el terreno mismo, a través de sus innumerables expediciones a prácticamente todos los ecosistemas de América del Sur y gracias al contacto directo con los mejores especialistas en terreno. Tal vez su posición como la de un "outsider" de la biología, y un "outsider" de la Academia, le jugó poderosamente en contra. Nos llama, sin embargo, profundamente la atención -aunque decirlo pueda doler a más de alguno- el que sus pares chilenos, los entomólogos -salvo alguna que otra honrosa excepción- no lo hayan apoyado y recomendado en esta ocasión. Por lo general, callaron; algunos trataron de silenciarlo. Y la razón haya tal vez que buscarla en el hecho de que Lucho, si bien participaba activamente en todos los Congresos de su especialidad, la Entomología, (en su grupo específico de estudio: los insectos tenebriónidos), no era bien mirado en el gremio nacional y tuvo varios influyentes detractores que siempre le echaron en cara "su falta de doctorados", su falta de "preparación académica".
Triste y repudiable ceguera que no fue capaz de entrever que Lucho suplía, con ventaja, su pretendida "falta de méritos académicos" con la aceptación por el mundo internacional de la ciencia, gracias a su esforzado y genuino trabajo de campo siempre compartido con científicos de nota mundial. Esa fue su auténtica "Escuela", esa fue su "Academia": el trabajo de campo en más de 450 expediciones compartido con los mejores especialistas en las diferentes ramas de la biología. Por ello, sin haber obtenido jamás el título de magister o doctor en biología, fue respetuosamente señalado como "el Profesor Peña" o el "Dr. Peña" por sus pares internacionales. Porque en terreno, él era capaz de dar a todos lecciones de ecología práctica, dados sus conocimientos de botánica y zoología comparadas.
Un conservacionista sui generis. Precursor indiscutido en su afán por dar a conocer a la juventud chilena la flora y fauna nacional y la necesidad de proteger los ecosistemas.
Lucho Peña, a diferencia de la mayor parte de sus coetáneos chilenos, gracias a su dilatada experiencia de campo y su conocimiento de prácticamente todos los ecosistema del país y de Sudamérica, supo darse cuenta de la acelerada degradación y transformación que éstos sufrían a través del tiempo. Entre una expedición y otra, con pocos años de intervalo, los paisajes cambiaban bruscamente y el hombre se iba enseñoreando de las tierras otrora vírgenes y dotadas de una vegetación nativa en franca retirada. Esta rápida destrucción de los paisajes naturales y -en consecuencia de su flora y fauna endémica- significaba de facto la desaparición o la muerte de numerosas especies, faltas de su habitat natural.
Con frecuencia la "autobiografía" de Luis Peña, valioso documento que nosotros hemos estado transcribiendo para su futura publicación, alude a este hecho doloroso que le impacta sobremanera. Al azar, ofrecemos aquí una cita de esta obra inédita suya, que se libró milagrosamente del "robo" selectivo efectuado a su escritorio, tras su muerte ocurrida en septiembre de 1995. La "autobiografía" cubre todo el período desde su infancia y lejanos recuerdos hasta el año 1985, fecha de su viaje a Miami y USA hecho con su amigo Octavio Barros Valenzuela. Desgraciadamente la dejo inconclusa.
En efecto, en su segunda visita al Ecuador señala textualmente:
"La evolución de Quito fue drástica, fue cosa de pocos años no podríamos decir siquiera decenios. Se creó otro Quito; el viejo era ya inhabitable. Nada reconocí a mi retorno, quince años después. Todo fue al parecer por el auge del petróleo. Los ríos que yo recorriera en canoa por el oscuro manto de la selva [en 1965], ahora [1980] se pasan a través de un puente de hormigón. La selva desaparece; no hay ni tucanes ni monos ni nada para admirarse. Se destruye el ecosistema sin pena ni gloria alguna. Como enamorado de aquel Ecuador antiguo, volver a él hoy es triste y desolador". (p. 61 de nuestra transcripción de su Autobiografía; fechas en agregado nuestro).
Luis Peña conservacionista y educador de juventudes.
Una de las facetas más interesantes y menos conocidas en la vida de este científico singular es su afán por transmitir incansablemente a las generaciones jóvenes su propio amor y respeto por la naturaleza y sus ocupantes, en especial los más pequeños e insignificantes (insectos). Sus repetidas visitas de expedición a las mismas regiones, en épocas diversas, y siempre en compañía de grandes especialistas científicos, le permitió constatar y tomar viva conciencia de la devastación de los paisajes primigenios y de la rápida transformación de los ecosistemas por efecto de la creciente y caótica (falta de previsión y estudio) actividad antrópica. El hombre, con el explosivo aumento de la población, ha ido ocupando todos los espacios disponibles, arrinconando a la selva virgen a recónditos lugares. Si durante el siglo XIX fue mediante el uso indiscriminado del fuego que el colono de Puerto Montt, Aysén o Magallanes colonizó y transformó en pastizales para el ganado las antiguas selvas vírgenes, refugio eventual de las tribus cazadoras de antaño (pehuenches, puelches), hoy surge la necesidad (o el apetito) económico por parte de los grandes consorcios, de realizar plantaciones gigantescas de monocultivos (como el eucaliptus y el pino insigne) para la obtención de la celulosa, destruyendo así implacablemente el bosque nativo, o arrinconándolo a estrechas fajas de tierra en sitios cada vez más abruptos. La tierra, en vastas regiones del sur, no solo cambió de dueño, sino también cambió de uso del suelo en muy cortos años (un par de decenios) . De esta súbita transformación, Luis Peña fue testigo presencial gracias a la frecuencia y reiteración de sus visitas. Visitas muchas veces motivadas por la necesidad de obtener especies de insectos o animales requeridas para su estudio y solicitadas por las Universidades o Museos extranjeros.
Fig. 6. Típicas balsas hechas de madera de balsa, muy livianas, para la pesca costera en el norte peruano (Foto Gastón Acuña, 1965).
Contraste entre Peña y sus pares chilenos.
Los especialistas chilenos, especialmente aquellos adscritos a los Museos o Universidades (la inmensa mayoría), rara vez dispusieron de los medios económicos y/o del tiempo necesario para realizar expediciones periódicas a los lugares de colecta, con lo cual tampoco podían llegar a percatarse fácilmente de los cambios ecológicos ocurridos. La gran libertad de movimientos de que gozaba Lucho Peña para realizar sus expediciones y la variedad de científicos extranjeros que llevó a terreno a los lugares que solo él conocía, le permitió tener una visión general del problema, muy superior a la de sus pares chilenos. Esto es indiscutible, pero no ha sido por lo general reconocido. Y tal vez esta amplísima visión del problema in situ, compartida y discutida sin duda en el terreno mismo con sus colegas extranjeros -todos investigadores de nivel mundial- , le convirtió en el hombre clave para presentar valientemente ante las autoridades el problema de la destrucción sistemática de ecosistemas máxime a través de las grandes empresas explotadoras de la madera.
Luis Peña y sus libros para niños y jóvenes.
Pero Lucho no se contentó con exponer con angustia este problema a las autoridades nacionales, sino que también comprendió que era urgente iniciar una gran cruzada nacional para el conocimiento profundo y conservación y protección de nuestra flora y fauna. De esta viva conciencia nacen sus valiosas iniciativas como la revista "Expedición a Chile", publicación en 48 fascículos que pretendió mostrar la riqueza y variedad de la flora y fauna chilenas, o sus frecuentes artículos en la revista infantil "Mampato", mostrando las curiosidades y/o rarezas de la flora y fauna del país. Lucho fue un gran motivador de otros en pro de las iniciativas que el consideraba necesarias para el logro de sus fines. El mismo objetivo tuvo la presentación de los cuatro Cuadernillos ilustrados para niños, de acuerdo a las cuatro estaciones del año, con el sugestivo título de "Las Aventuras de don Custodio Campos Silvestre", cuyas carátulas mostramos a continuación. El estilo de estas obritas para dibujar y colorear, destinadas a los niños pequeños, es claramente el propio de Lucho, con su simplicidad y agudeza, y su anhelo de llegar a re-encantar a niños y jóvenes en el amor y respeto por la Naturaleza que nos rodea.
¿Qué quiso ser "Expedición a Chile" en 1975?.
Apuntemos aquí un par de ideas sobre "Expedición a Chile", obra singular y única, en la que Peña colaboró desde sus inicios, cuando la Editora Nacional Gabriela Mistral ( ex Quimantú) buscaba en 1974-75 temáticas sugerentes y atractivas de la realidad chilena para encantar a sus lectores en una época política especialmente complicada y difícil del país. Sobre este tema, estamos preparando un capítulo especial que, Dios mediante, editaremos en las próximas semanas.
La obra tuvo por objetivo mostrar paisajes singulares del territorio patrio, examinando, con un equipo científico multidisciplinario (geógrafo, entomólogo, biólogo, botánico, geólogo, arquitecto y antropólogo), determinados lugares y ecosistemas, dando a conocer a sus habitantes (plantas y animales) y extraños sus modos de vida. Para ello. se hizo expediciones reales a lugares de especial interés. Se pudo mostrar así, sus peculiaridades geográficas, geológicas, botánicas, faunísticas y antropológicas que los constituían en ese momento en lugares únicos, irrepetibles.
La vida de campamento, las discusiones entre los especialistas a propósito de descubrimientos efectuados in situ, las imágenes captadas de la fauna y flora del lugar, y el sabroso relato del cronista de la expedición, adquieren vida y alma en los 48 ejemplares de la revista (1975-1978) y/o en sus numerosos Manuales de Campo, Planos, Mapas o fichas de estudio. Todo un riquísimo arsenal de información de primera mano, recabado en el terreno mismo, y comentado para el lector en un lenguaje intencionadamente accesible y fácil. La labor de apoyo y búsqueda estuvo a cargo de los científicos, pero siempre acompañados de niños preguntones (nuestros propios hijos o sobrinos o amigos) que transformaban la respuesta científica abstrusa en conocimiento real y vivo, al alcance de todos. Todas las familias eran parte de la expedición que, a la vez, era búsqueda y respuesta a las preguntas que el propio escenario geográfico nos planteaba.
Mostramos aquí, a continuación, las portadas de los primeros números de la revista y algunos de sus Manuales de Campo (Field Guides), hasta ahora muy solicitados por los especialistas.
Fig. 7. Portada del primer número de la revista "Expedición a Chile".
A continuación, las portadas de la revista para niños titulada: "Aventuras de don Custodio Campos Silvestre".
A través de estas páginas e imágenes, hemos pretendido mostrar la multiplicidad de facetas en la vida y obra del notable entomólogo chileno Luis Peña Guzmán. Peña fue un sabio atípico, fuera de lo común, pero indiscutiblemente un gran sabio. Los testimonios vertidos por los investigadores extranjeros citados más arriba, lo señalan explícitamente y nos liberan de la tarea de tratar de descubrir los aspectos más significativos de su obra. Ellos ya lo han hecho. Si aún viviera, Luis Peña habría cumplido, el 21 de Enero pasado, 98 años.
Nos aprontamos, si Dios nos da vida y salud, para celebrar dignamente los 100 años del nacimiento de este gran entomólogo en el próximo año 2021. Si sus pares chilenos (los entomólogos) no lo hacen como corresponde, lo trataremos de hacer nosotros. Luis Peña Guzmán se lo merece con creces.
3 comentarios:
Hermosos libros los de don Custodio... Tuve sólo uno en mi niñez... Qué ganas de conseguirlos en alguna parte
No conocí personalmente al gran Luis Peña, pero siempre escuché hablar con admiración de él a mi amigo de los años 50, Gilberto Monsalve Martin, quien trabajaba en esa verdadera caja de fondos que era la sección entomología del Museo de Historia Natural.
Por cierto que apenas fue editado, compré "Rumbo a la Amazonia" que lei con avidez y siempre me emociona leer las amargas "palabras finales" de dicha publicación, situación que se ha agravado dramáticamente en los años actuales.
Encontrar este blog ha sido una gran suerte. Muchas gracias por compartirlo.
Muy buen trabajo sobre el gran Lucho Peña, solo una aclaración para se rigurosos: Don Custodio Campos Silvestres, fue escrito e ilustrado por Andrés Jullian ( yo) con la asesoría de Lucho y Alfredo Ugarte, y en realidad don Custodio es Lucho
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