viernes, 8 de noviembre de 2013

Una excavación fortuita: hallazgo de un entierro humano en Playa Temblador en Mayo del año 1980.

Fig. 1.  Extremo sur de  Caleta Temblador, en Mayo del año 1980  (Foto Nazareno Carvajal).

Pretendemos mostrar aquí,  con datos de primera mano obtenidos por nosotros  en el mes de Mayo del año 1980, los resultados de una exploración nuestra en un conchal prehispánico en la terraza marina superior (Te-3) de la Playa o Caleta Temblador, situada  en el extremo Norte de la IV  Región de Chile, a unos 75 km al  Norte de la ciudad de La Serena. 

Nota:  En nuestra explicación,     T   (T-1, T-2) designa la numeración de  la terraza marina correspondiente.  Te  (Te-1, Te-2)  designa,  en una sigla,  el área Temblador y el número respectivo de sitio arqueológico.  

Hace treinta y tres años.

Hojeando viejos Diarios de Campo míos (Volúmenes XIV,  XV, XVI  y CA-1)   de los años  1980 y 1981  en los que se incluye referencias a  mis primeras investigaciones y trabajos sobre la niebla o camanchaca costera en esa zona,  me encuentro súbitamente con datos preciosos, ya casi olvidados, relativos a un hallazgo arqueológico casual  hecho por nosotros. En efecto,  en mi Diario de Campo Volumen  XV, del año  1980,  incluí una referencia  explícita con fotografías,  al entierro humano prehistórico hallado casualmente en Caleta Temblador,  en la terraza marina sur, muy cerca de la playa, a unos  15 m. sobre el nivel actual del mar.

El científico debe  dejar testimonio escrito de sus hallazgos.

Como no quisiera que esta información desaparezca y se pierdan para siempre sus referencias, -como ocurre  casi siempre en estos hallazgos ocasionales-   he decidido reeditar en este capítulo del Blog todo lo escrito por entonces en mis Diarios privados,   más mis recuerdos personales de esas fechas, escaneando al efecto  viejos textos y fotografías, y rastreando en las ya ajadas páginas de varios de mis viejos  Diarios de Campo. Considero que, aunque  se trató de un hallazgo absolutamente casual -pues el objetivo era diferente-    debe quedar registro del mismo para la ciencia antropológica del futuro. Tal vez los arqueólogos y los antropólogos físicos del futuro nos lo agradecerán.  Si por largos años no quise  dar cuenta detallada de  este hallazgo, es porque no había,- como hoy-  procedimientos sencillos de edición  de material fotográfico, como son hoy los Blogs, herramienta  heurística maravillosa para el científico moderno que sepa sacar partido de  ella.

El descubrimiento de este entierro prehistórico fue enteramente casual. Lo que empezó siendo una minúscula calicata de carácter eminentemente geográfico para determinar la profundidad del conchal,  terminó en una auténtica excavación arqueológica de salvamento o salvataje. Al aparecer un  esqueleto humano, hubo necesariamente  que proceder a su rescate. Fue lo que hicimos.  Aquí contaremos, pues, con lujo de detalles, esta increíble historia que transformaría en buena medida  mi vida de antropólogo, convirtiéndome en un eco-antropólogo.



Fig. 2.  Caleta o Playa Temblador según imagen obtenida del Google Earth, en el extremo Norte de la IV Región de Chile y a unos 75 km al N. de la ciudad de La Serena. (Coordenadas UTM: 276.097 E y 6.736.791 N).  Se muestra,  mediante la flecha color amarillo, la ubicación exacta del lugar del hallazgo del entierro prehispánico en  el extremo sur de la terraza marina superior  (Te-3) situada al  extremo sur de la playa.

Conchales prehispánicos.

Llegamos tarde aquel 1º de Enero de 1980 a Temblador. Apenas pude encontrar, en la creciente obscuridad,  un sitio apto para  instalar nuestro camper Volkswagen color azul, en que viajábamos  mi mujer y mis dos hijos pequeños, María Cristina y Carlos Larrain Mardorf.  Alejándome del mar y sus posibles marejadas,  nos instalamos en el extremo sur de la playa en una terraza marina elevada unos  10-12 m por sobre el nivel del mar.
Al día siguiente,  muy temprano, me levanté para recorrer los alrededores. No había dado  diez pasos, cuando en el suelo ví un fragmento de cerámica indígena. Alrededor, infinidad de conchas, fragmentos de piedras trabajadas y  lascas de sílex,  delataban la presencia de un antiguo asentamiento indígena ¡Era exactamente  la pista que necesitaba!.  Nos hallábamos, sin haberlo pretendido,  al borde mismo de un gran conchal arqueológico.  En los días en que aquí  pasamos, gozando del  agua tibia y del suave oleaje, recorrimos con mis hijos toda el área. El conchal arqueológico no nos llamó al principio particularmente la atención, pues  éstos se encuentran prácticamente en todas las playas y caletas del Norte chileno, doquiera los antiguos changos y sus ancestros lejanos los pescadores del Arcaico, habían merodeado  en busca de sustento.

Entusiasmando a los colegas geógrafos en Santiago.

Al volver a Santiago, planteé a mis colegas del Instituto de Geografía de la Universidad Católica, al que pertenecía desde el año 1973, la posibilidad de  estudiar la niebla  en esta zona que me parecía  muy promisoria. Mis visitas durante esos días  al bosque de eucaliptus  (Eucaliptus globulus) , situado en la cima del Cordón  (donde  había existido una mina de hierro  ya abandonada, El Tofo)  me convencieron muy pronto de la enorme potencialidad hídrica del lugar. En efecto, allí se depositaban, en pleno verano, todos los días, las densas nubes saturadas de agua, las que producían a través del  follaje de pinos y eucaliptus,  una verdadera lluvia menuda todas las tardes. ¡Era el milagro del agua en el desierto!.

Así,  se planificó una pequeña expedición de reconocimiento  para el siguiente mes de Mayo al  mismo lugar, con Pilar Cereceda, geógrafa y climatóloga y un grupo de sus alumnos de la carrera de Geografía. Surgió el audaz plan  -que consta en mi Diario de Campo tomo XIV  en varias de sus páginas- de intentar  captar la niebla y "ordeñar" las nubes rasantes.  Fue el comienzo de una gesta memorable.

Nuestro contacto con la Universidad del Norte y sus expertos.

Para ello, nos pusimos prontamente en contacto con el  físico Carlos Espinosa Arancibia, que había sido mi colega en la Universidad del Norte, Antofagasta, (entre 1963-65)  y que era reconocido como el gran experto en este tipo de investigaciones.  Don Carlos nos prestó una  generosa ayuda, enviándonos copias de todos sus trabajos sobre captación de niebla.  Fue el momento en que nuestro alumno geógrafo, recién egresado, Nazareno Carvajal,  se decidió, bajo la  experta guía de don Carlos, a construir un atrapanieblas en forma de cilindro, de  1 m de alto y provisto  de centenares de hilos  muy finos de polietileno,  el que probaríamos en nuestra expedición del siguiente mes de  Mayo 1980.

El escenario de los hechos:  localización geográfica.

La caleta Temblador se abre algo al Norte de la Caleta Totoralillo y es una  playa que muestra escaso oleaje en su sector extremo sur, bien protegido por un promontorio rocoso que  lo defiende bastante bien de los vientos de sur. Tiene un acceso por tierra a través de una  mala huella que por el ángulo  extremo derecho de la fotografía, (Fig. 2)   va a unirse con la Panamericana Norte, antes de remontar  el Cordón Sarcos (Cuesta de Buenos Aires). Otra huella de tierra comunica, por el Norte, Caleta Temblador con la vecina Caleta Chungungo, pueblo pescador de unos 300 habitantes en esa época, y  que tuviera el privilegio de ser el primer poblado que se surtió de agua de niebla en Chile, gracias al empleo de captadores llamados "atrapanieblas". Nuestras experiencias de captación de agua atmosférica de la camanchaca en esta zona se iniciaron, precisamente, gracias  a la aventura aquí descrita, ocurrida   en las vacaciones de verano del año 1980.

Un lugar ideal para investigar la niebla.

 Aquel año "descubrimos", en los altos de los cerros de El Tofo, a unos  900 m de altitud s. nm  un lugar ideal para la captación de la niebla o camanchaca costera:  los corpulentos eucaliptus de El Tofo, destilaban agua, en forma de llovizna suave, en pleno verano,  como efecto directo de la condensación de la neblina!. Fuimos testigos directos del hecho, que  pasamos a relatar apoyados con lo escrito en mis Diarios de Campo de esas fechas. De esta experiencia   vital para nosotros, brotó la investigación  sobre la niebla en el Instituto de Geografía de la Pontificia Universidad Católica de Santiago (Chile).  Muy pronto, a poco de llegar a esa zona,   se desató en mí  la curiosidad por  visitar y recorrer  esas cumbres arboladas que la niebla casi  me impedía ver. A poco andar, esta curiosidad sería  el motor  para iniciar una aventura  que duraría muchos años de  mi vida: el estudio de la neblina costera.  La idea de cosechar la niebla y dar agua con ella a las caletas de pescadores costeros, nació precisamente aquí, justamente en estos días.  Aventura que juntos recorrimos con Pilar Cereceda y  sus alumnos de Geografía de la Pontificia Universidad Católica y que, increíblemente, aún  perdura.


Circunstancias  del hallazgo.

Caleta Temblador es una pequeña playa de suaves  y exquisitas  arenas, situada inmediatamente al sur de la antigua dársena de El Tofo, desde donde se exportaba el mineral de hierro  extraido de las alturas de los cerros de  "El Tofo". (Vea Figura 1, tomada de Google Earth). El geógrafo Luis Riso Patrón la describe así en su Diccionario Jeográfico de Chile, (Imprenta  Universitaria, Santiago 1924, página 873):   "Es pequeña, desabrigada, ofrece mal desembarcadero i se abre al N. del puerto de Totoralillo",  y señala sus coordenadas geográficas  como:   29º 28´  S  y 71º 20´ W. Se encuentra en el extremo Norte de la IV Región al pie del Cordón Sarcos  y en el rumbo Weste de la actual Comuna de La Higuera, bastante apartada del trazo de la actual carretera Panamericana. Para  encontrarla, es preciso tomar una mala huella que, desde el  pie  sur de la  "Cuesta de Buenos Aires", enfila directamente  hacia el poniente, esto es hacia la costa. Pronto se llega a Totoralillo, playa pedregosa,  antiguo lugar de embarque  del mineral de hierro y, algo más al Norte,  aparecen algunas pequeñas aguadas de agua dulce,  dotadas de algunos viejos perales  a cuyos márgenes  se ven aún  ruinas de viviendas y recintos. Aquí vivieron pastores y  pequeños agricultores.  Así apareció a nuestra vista, aquel 1º de Enero, Playa o Caleta  Temblador.

Descubrimiento de Playa "Templador".

Conocimos  Caleta Temblador  durante los días 1 al 4 de Enero del año 1980,  por una muy extraña y casual  circunstancia. Habíamos disfrutado con mi familia y mis dos pequeños hijos María Cristina  de diez años y Carlos Horacio, de  siete,  de unos días de descanso en carpa  en  "Puerto Viejo", deliciosa  playa situada al sur de la desembocadura del río Copiapó. Al tercer día de estadía,  una  feroz marejada  barrió con las frágiles cabañas de pescadores y mariscadores y con algunos vehículos de veraneantes allí apostados como nosotros. Nuestro Camper Volkswagen de color azul, estuvo a punto de ser tragado por el mar. Nos salvó milagrosamente el hecho de habernos instalados en una duna,  a una mayor altura y algo lejos del mar. Otros vehículos tuvieron peor suerte.  Alarmados y temerosos, abandonamos al día siguiente muy  temprano el lugar para buscar alguna otra playa tranquila donde poder reponernos del susto pasado y proseguir  nuestras vacaciones.

Unas vacaciones  inolvidables.

Alguien- no recuerdo quien- nos sugirió una playita llamada "Temblador",  situada al pie de los cerros de El Tofo. Con cierta dificultad dimos con  el lugar  y acampamos allí  en una terraza marina algo alejada del borde del mar. La playita estaba enteramente solitaria y sus blancas arenas  invitaban a un delicioso descanso. Mi propósito  fue, de inmediato, salir a recorrer los alrededores y ver si había moradores por ahí cerca a los cuales  pedir información  sobre el lugar y, eventualmente,  conseguir de ellos  mariscos y/o pescado. Una sencilla cabaña de pescadores, no lejos de la playa, nos  hizo llegar a sus moradores de apellido Rivera, unos jóvenes motejados en la zona como los "Hermanos Coraje".  Vivían con su padre y eran mariscadores y  pescadores;  tenían, además,  un pequeño hato de cabras  como único medio de sustento. Pronto serían nuestros expertos guías en el área. De ellos y de su padre aprendimos mucho en aquellos pocos días, acerca de la ecología, botánica y forma de pastoralismo de ovinos  y burros en  la región.

Nuestras observaciones arqueológicas en Mayo 1980.

Los croquis y fotos que siguen, fueron hechos en terreno unos meses más tarde, en Caleta  Temblador, en nuestro viaje de exploración geográfica  del 1 al 4 de Mayo de 1980.  En enero de ese año, habíamos "descubierto" el sitio de  Temblador; ahora  íbamos a   hacer dos descubrimientos simultáneos:  el conchal  arqueológico con su entierro y, además, la certidumbre  de que esos cerros vecinos podían producir agua, por efecto de la condensación de la camanchaca costera. En este capítulo, nos referimos tan solo  al descubrimiento arqueológico de una mariscadora indígena, de hace unos  5.000 años atrás,  que fuera  enterrada en uno de los dos conchales descubiertos. En un próximo capítulo,  narraremos la epopeya de  la instalación del primer "atrapanieblas" : un gigantesco cilindro provisto de centenares de hilos de polietileno.   Arqueología  y geografía se daban por fin  la mano, en un objetivo común que, con el correr de los años, se convertiría en un  ambicioso Proyecto.

Las terrazas marinasPágina de mi Diario de Campo, tomo XIV p. 5 (1-4- Mayo 1980).

 Fig. 3. Croquis  general del área del conchal  Nº 2 desde el punto de vista geomorfológico. Se detectó aquí la presencia de  tres terrazas marinas . La T3  (o Terraza-3) corresponde al área de playa actualmente bañada  por el mar. La T2  (o Terraza 2)  es la terraza  plana inmediatamente superior, fuera del alcance normal de las olas. y la T1 (o Terraza 1)  es la más alta, situándose a unos  15 m por sobre el nivel actual del mar.  Al conchal le calculé una superficie aproximada  a los 1.670 m2. No había afloramientos rocosos en el área misma del conchal, pero sí  y muy potentes  en sus costados S y SW. Este croquis posee una escala gráfica que permite calcular su superficie y medidas.  En este conchal no se realizó  ninguna perforación o pozo de sondeo.  El descubrimiento  se realizó en el otro (T-2)  según se puede ver en la Fig. 4.

Fig. 4. El conchal Nº 1.  (Página 3  de mi  Diario de Campo Tomo XIV, 1-4 de  1980). Croquis  hecho  en terreno que muestra la disposición de las  terrazas marinas, la forma del conchal arqueológico  y el  lugar exacto de la excavación y del entierro humano en el  sitio Te-1. Se indica en este dibujo  las rocas que rodean el conchal y los puntos exactos  donde se halló algo de cerámica arqueológica de estilo diaguita clásico y cerámica culinaria, corriente. Estos fragmentos  cerámicos se muestran en detalle en las Figs. 4  a   6 (siguientes). El lugar del entierro se señala con un pequeño cuadrado color negro   ("Entierro")..

Cerámica decorada hallad  in situ.

Fig. 5.  Fragmento de cerámica diaguita clásico hallado en la superficie. (de aproximadamente  4 x 4 cm). Presenta diseños geométricos color rojo y negro sobre pintura blanca. Este tipo de diseños y  los colores usados, son característicos del  estilo diaguita clásico, que tiene un área de distribución desde Copiapó hasta el rio Choapa, aproximadamente.  Su suma escasez (único fragmento hallado, revela claramente que la ocupación diaguita fue aquí  tan solo casual o esporádica.


Fig. 6.   Reverso de los tiestos cerámicos. El  tiesto de color blanco, corresponde a la Fig. 4  (reverso). Los otros fragmentos corresponden, probablemente, a ollas comunes,  sin decoración.



Fig. 7.   Ampliación  de tamaño del tiesto que aparece en la  Fig. 5. Muestra muy  bien la gruesa capa de pintura blanca aplicada directamente a la superficie del ceramio, al parecer  sin aplicación de engobe previo.


Descripción del conchal   Nº 1 según mi Diario de Campo.
  
Fig.  8. Página 4 de mi Diario de Campo, tomo XIV, pp 2-7 (1-4-Mayo 1980).  Descripción detallada del   conchal arqueológico estudiado (Tomo XIV, 1980:  7).


 Fig. 9. Página original de mi Diario de Campo (Tomo XV: 40-41).  Fotos del lugar y  del proceso de excavación tomadas en Mayo de 1980.  Se muestra, arriba, una  vista  de la playa  pedregosa de Totoralillo,  con sus dos característicos islotes. Vista desde el NE. Abajo,  foto tomada a Horacio Larrain en la faena de excavación  el día  2 de Mayo del año 1980, con motivo del descubrimiento casual  del entierro humano en el conchal arqueológico   de la terraza sur de Temblador.  (Fotos Nazareno Carvajal).


Fig.  10. La terraza marina  sur de Playa Temblador y el conchal arqueológico de la terraza superior  o más alta (T-1) donde  fue hallado el entierro  humano aquí descrito. Vista desde un promontorio más elevado,  al Oeste del yacimiento. Al fondo, arriba,  las nubes bajas de de la camanchaca  inundan  ya los cerros  de el Tofo, desde aproximadamente los  350-400 m de altitud. (Foto Nazareno Carvajal,    Julio 1981).

Análisis de suelo practicado e  el pozo de sondeo.

Fig.  11.  Detalle del resultado del análisis de suelos practicado por el  agrónomo Ricardo Honorato,   de Agronomía de la Universidad Católica, en  materiales en contacto con el   entierro humano del conchal arqueológico en Te-1, tal como quedó incorporado en mi Cuaderno de Campo. (Diario de Campo de H. Larrain,  Tomo XIV: 40).

Estudiando el espesor  y densidad de los conchales.

No fue por  esas ya lejanas  fechas  nuestra primera intención  hacer un trabajo arqueológico propiamente tal, sino, más bien, estudiar desde un punto de vista geomorfológico y biogeográfico, los asentamientos humanos que conocemos en Chile como "conchales" (en México se les llama  "concheros").  Me intrigaba su localización y el examen y detección de los recursos que podían  tener a la mano sus moradores. Es decir, me interesaba -como todavía hoy me interesa muy especialmente-  contribuir a hacer una "eco-antropología" del poblamiento costero primitivo, cuando se  dependía únicamente de  vertientes o pequeñas aguadas costaneras.  De ésta y semejantes observaciones costeras, brotará,  muy poco después,  un artículo nuestro que fue  publicado en una  casi desconocida revista bajo el título de “Variables hídricas y geomorfológicas que condicionan el asentamiento humano en la zona litoral del Cordón Sarcos, IV Región, Chile”, Revista CODECI (“Corporación para el Desarrollo de la Ciencia”), Nº 2, Fascículo 1, Enero-Marzo 1982, Santiago, pp. 3-35.  

En los párrafos  que siguen, y sirviéndonos como apoyo  de las fotos de la época,  presentaremos detalles de la excavación practicada en el  conchal de la terraza superior (Te-1)  de Playa o Caleta Temblador, a unos 11-12 m. sobre el nivel delo mar.  Copiamos el texto original de mis Diarios de Campo:

Vol. XIV:  1-7 (6-05-1980.  Escribí así:

 "Inicio este Diario  mirando retrospectivamente a nuestra expedición a caleta Temblador, del 1º al 4 de Mayo 1980.  Perdí, por desgracia, el Cuaderno de Campo anterior, tal vez en Chungungo o Temblador. Por lo que no me fue posible anotar todo en terreno. Con todo, redacté, en base a notas de terreno, una detallada relación de las observaciones recogidas y de la excavación  arqueológica.  En la "bolsa" , en estas páginas, se contiene el relato de 13 paginas de esta descripción detallada. Se anexan los croquis de los dos Conchales  Te-1 y Te-2, que corresponden a la descripción aquí incluida". (Nota  mía hoy:   Este relato de  13 páginas no se halló en nuestro tomo correspondiente  Nº   XIV, y no lo he encontrado hasta ahora. Ojalá aparezca en algún momento.  Escribo esto el  27/11/2013 al transcribir fielmente este Diario y preparar para su publicación  esta sección  del Blog.

"Descripción del conchal Nº 1.

"Ocupa toda la terraza superior (15-17 m de altitud?)  en el sector Sur de la Playa Temblador, con un largo total de  aprox. 150 m.,  con un ancho variable.  (Vea Figura  señalada como  "Croquis 1"  en nuestra Figura 3,  más arriba).  En el sector medio presenta una lengüeta de prolongación, siguiendo un  leve plano inclinado de ascenso, de la misma terraza. Esta prolongación está casi interrumpida en  "X"   (Ver Fig. 3), donde  grandes afloramientos  rocosos impiden el asentamiento;  pero la continuidad del conchal hacia arriba, es evidente. Aproximadamente a unos  120-140 m.  del acantilado y en dirección del punto indicado  por la flecha  ( aquí aparece signo de flecha), se halla un abrigo rocoso de regular tamaño,  que presenta cavernas y túneles  interiores y que pudo albergar a muchas familias. El piso del abrigo, tras breve inspección, reveló la existencia de elementos culturales. Valdría la pena hacer aquí una excavación en regla. Hay indicios de ocupación esporádica reciente por parte de mariscadores  o pescadores locales.

El sitio   (marcado con un cuadradito  negro en Fig  3  con el rótulo de "entierro"),  elegido para el Pozo 1, fue el que pareció de mayor profundidad de los estratos.
En B (Sector W) los trozos de rocas son muy grandes, elevándose  a 4-5 m de altura y ofreciendo una excelente vista sobre el conchal  (Vea Fig. 3, arriba). 
El conchal Te-1 está muy bien protegido  de los vientos del S y  SW."


Descripción del Conchal  Nº 2 (Te-2)



"El Te-2 (Conchal Nº 2) sigue a continuación del  Te-1  hacia el NE, adosándose estrechamente a la terraza superior  de los 15-17 m. (?).  Llega con sus elementos culturales hasta el borde mismo del acantilado que baja hasta la T-2 (2ª  terraza). Muchos elementos culturales se han desplazado, por erosión natural, por las laderas abruptas, hacia abajo. 

Sobre la superficie (en buena parte limpiada por la Municipalidad de la Higuera para establecer el camping moderno), hay escasa cerámica culinaria muy fragmentada. No se halló cerámica decorada aquí.
En Te-2 (2ª  terraza marina)  está el camping, donde hoy existen unas cuantas cabañitas, muy pequeñas ( de colores), y 4-5 duchas instaladas dependiendo de un gran tanque o depósito de agua que llenan los camiones cisternas de la municipalidad de La Higuera en los meses veraniegos de Enero y Febrero.
No excavé aquí, pero presumo que este conchal  sea, también, precerámico como  Te-1.
Su superficie total podría calcularse  en unos 1.608 m2 tomando en cuenta que cada cuadradito de matemáticas de este cuaderno es aprox., 7 x 7 m (= 49 m2)  Preferí tomar una escala de  1 cm.= 10 m..
Entre el Te-1   y el Te-2 (mucho más pequeño) hay un tramo sin ocupación (zona de  tránsito intenso por estrecharse aquí mucho la terraza (T1) de aprox. unos 30-40 m (no lo calculé en el terreno y es solo aproximado por el recuerdo" (Tomo XIV, pp. 6-7).


El Pozo de sondeo practicado.


El pozo de sondeo inicial de  20 cm x 20 cm  que tenía por objetivo -como se ha señalado-   buscar la profundidad del conchal, fue hecho el día 2 de Mayo del año 1880. El hallazgo del cuerpo humano se produjo al día siguiente. Por desgracia, el relato detallado, de 13  páginas de extensión,  que hice en esta oportunidad,  al parecer está perdido. Por otros antecedentes  y por datos del Catálogo de la Colección  H. Larrain   (Tomo  1-B, Catálogo, p.  22-23)  pudimos rescatar otros detalles de importancia que se presentan a continuación. Así sabemos que, tras el rescate del cuerpo, se profundizó  el pozo hasta los 60 cm.,  llegándose a una zona de piedras grandes (estrato estéril),  sobre las cuales habría sido  extendido el cuerpo.

Fig. 10. 

El  pozo inicial de  20  x  20 cm.  dio,  a poca profundidad   (a los 45 cm) , con la primera sección visible del esqueleto (fémures). Hubo que ampliar la excavación primeramente  hasta 1 m2    hacia el Sur, para rescatar el cuerpo completo y  como esto no fue suficiente, se volvió a ampliar en la misma dirección hasta que apareció el cráneo, quedando todo el cuerpo completo a la vista. Se usó, como es de rigor,  estacas y cuerdas. El esqueleto humano se encontraba enteramente extendido, orientado de Weste a Este  (cráneo mirando al Norte), en posición decúbito dorsal, y  con el cráneo levemente levantado, mirando hacia adelante,  como se aprecia en la Fig. 10.  A  medida que se hacía  la excavación con  ayuda de una pequeña  palita y  brochas, y antes de dar con el entierro,   aparecieron  en el pozo inicial de testigo de   20  x  20 cm.,  una punta de proyectil triangular, en forma de triángulo isósceles, alargada, en  sílex blanquizco sucio (opaco)    muy bien trabajada por ambas caras  (mide  4.8 cm de largo, por 2,1 cm de ancho máximo. Base recta). Aparecieron, en este primer sondeo, otras dos puntas de proyectil rotas, dos de ellas de base recta, de las mismas características de la primera  y otra, más pequeña. Al parecer,  no formaban parte del ajuar funerario.  (Foto Nazareno Carvajal, en  H. Larrain, Cuaderno de Campo,  Tomo XV:  40-41)

El entierro y su ajuar funerario.

Conservo afortunadamente un relato mío   que, con el nombre de "Observaciones complementarias"   fue agregado en hoja aparte  al Diario de Campo.  Estas Observaciones  explicitan  una aparente ofrenda funeraria depositada a 5 cm sobre el cráneo del difunto, en la forma de un paquete o conjunto moluscos bivalvos, llamados localmente "machas" (Mesodesma donacium), todas de muy pequeña talla. Se trataba de numerosas valvas que totalizaban 42 machas, la mayor de las cuales solo medía  5,5 cm de largo.Todas, a juzgar  por su coloración ocre, habrían sido previamente sancochadas o cocidas al fuego, como alimento para el viaje al más allá.   Parece obvio que se trató aquí  de una ofrenda simbólica. En el interior de la boca, que estaba entreabierta  un par de centímetros, se halló, igualmente, ejemplares de  machas pequeñas y  choritos (Perumytilus purpuratus).  Sobre el pecho,  (Vea  Fig. 10)   se le  había depositado una gran concha  solitaria del gastrópodo que en nuestro país  conocemos  como   "loco" (Concholepas concholepas),  molusco que hasta hoy  es consumido y es muy apreciado   en Chile.

Hallazgo de un pectoral  hecho en concha.

A un lado del cuerpo, junto al brazo  derecho, se halló como única ofrenda un pendiente o pectoral pequeño, elaborado en concha. De este hallazgo quedó constancia:

 Fig. 11.  Dibujo y tamaño  exacto del pectoral o pendiente  confeccionado en concha del molusco llamado  "choro zapato" (Choromytilus chorus).  El agujero es  muy pequeño (menos de 3 mm) pero permite pasar una fina cuerda para colgárselo al pecho, como probablemente  se usó.

Detalles del hallazgo  del pectoral o pendiente.

El pectoral o pequeño pendiente, cuyas forma y tamaño exacto  reproducimos aquí  (Fig. 11),  fue hallado en contacto directo con el cuerpo, entre las costillas y la mano derecha del difunto. Este adorno , el único del esqueleto, fue confeccionado  en concha de choro zapato (Choromytilus chorus)  y corresponde a la parte media  superior de una concha de esta misma especie. En efecto, las estrías  que muestra este pendiente  en su superficie,  corresponden con  gran exactitud a un ejemplar actual de la misma especie, hallado por nosotros en Caleta Temblador.   No hemos podido encontrar aún esta pieza de adorno en nuestra Colección, pero, afortunadamente,   en el Catálogo de piezas de las Colección  figuraba su diseño y medidas  exactas.  (Fig. 1).

¿Quién  pudo ser  el difunto?.

El esqueleto fue  entregado al Museo Nacional de Historia Natural en manos de Silvia Quevedo, curadora de la sección de Antropología Física.   El cráneo, en buen estado de conservación,  presentaba ciertas partes faltantes (en el hueso temporal y parietal)  y fue reparado  y reconstituido  por ella  con resinas especiales. Ella nos entregó un protocolo en el que señalaba que  se trataba de un esqueleto femenino, de una edad  calculada entre los  27 y 28 años.  El cráneo  se encuentra aún en nuestro poder (año 2013) pero debemos restituirlo al Museo Nacional de Historia Natural, donde quedó el resto completo del esqueleto en el año 1980.

A juzgar por las ofrendas, se trataba de una mujer  mariscadora a la que se le deja como ofrenda aquellos  moluscos que ella seguramente solía colectar  en la bajamar.  Machas y locos se colectan,  respectivamente ,en fondos arenosos y entre las peñas,  a muy poca profundidad.  Sabemos que las mujeres  de los pescadores eran excelentes mariscadoras y  aún buzos, por cotejo con los relatos  de tipo etnográfico que se conservan de los indígenas canoeros  Kaweshsqar o Yaganes  (Yamana), de los canales magallánicos.  Tal vez murió por un accidente  en el mar,   golpeándose en la cabeza,    en alguna de estas operaciones  de búsqueda de alimento.


Fig. 12.   En Caleta Temblador, en el mes de Julio de  1981, un año después de nuestro descubrimiento del sitio arqueológico. A  mi derecha, el Dr. Christiaan Gischler, hidrogeólogo  holandés, experto  de UNESCO  en Montevideo, de paso  hacia el Perú con ocasión de la realización  de un Encuentro de investigadores de la neblina. En esta ocasión, el grupo expedicionario al Perú  formado por chilenos y peruanos, entre los cuales se contaba el profesor Carlos Espinosa y  otros expertos de Santiago, pasó a ver  y conocer  la zona de Temblador y El Tofo  con el objeto de ver la posibilidad de  iniciar allí un gran proyecto de investigación de la niebla. Este Proyecto se concretaría unos años más tarde (1984)  con la instalación de un grupo de captaneblinas o atrapanieblas para surtir  con agua de la niebla  la caleta de pescadores de Chungungo, al Norte de  Caleta Temblador. (Foto Nazareno Carvajal).

Epígrafe.

Nuestra intención ha sido no tanto rememorar ese hecho de nuestra vida e historia  científica, sino más bien, entregar a los estudiosos del poblamiento costero un nuevo antecedente. Nos pareció de gran interés  el tipo de ofrenda funeraria (pectoral y  paquete de moluscos)  ofrendado a la difunta mariscadora de unos 28 años de edad.  Agregaré unas fotografías del cráneo restaurado que obra en mi poder y que pueden ser de interés para los antropólogos físicos.  No se tomó en la ocasión muestras para su análisis por  el método del C 14. Pero por la similitud  con otros hallazgos, que ostentan una disposición semejante de los cuerpos,  realizados en la costa (Punta Teatinos) por  el ingeniero arqueólogo Hans Niemeyer Fernández,  unos años antes,  se podría pensar en fechas del orden de los  4.000-4.500 A.C.  En tal caso, el hallazgo correspondería al período Arcaico, y  por tanto,  precerámico.  La cerámica en estos lugares -como se sabe-  viene a aparecer al menos un par de milenios después.  En el entierro estudiado, no se observó la presencia de trozos de redes o tejidos de  fibras vegetales, porque tal vez  éstas se descompusieron con el paso del tiempo. Porque el pectoral, seguramente, colgaba del cuello de la difunta, mediante algún tipo de cuerda vegetal, como se puede deducir de la presencia del perfecto agujero de algo menos de  3 mm practicado en el objeto.







 .


5 comentarios:

Dr. Horacio Larrain Barros dijo...


Me escribe la geógrafa Pilar Cereceda T., gran amiga, testigo presencial de los hechos, el 30-11-2013 como sigue, rememorando este descubrimiento:

Horacio!
Excelente descripción del hallazgo, todavía tengo recuerdos de la fascinación y admiración de nuestros alumnos cuando tú señalaste el lugar y dijiste “caven aquí y cualquier elemento que crean importante, me avisan”…. Lo primero que encontraron fue algo que parecía una rodilla y corrieron como locos a buscarte. Como podía don Horacio saber que ahí había un entierro??? Todos quedamos impactados y dos de ellos, durmieron junto a “la momia” para que no pasara nada durante la noche. Eres muy humilde para no reconocer tu talento arqueológico, si no me equivoco, discutiste mucho tiempo con nuestro amigo geólogo Joaquín Sánchez sobre la forma del terreno.
Maravilloso relato, ojalá desentierres tus cuadernos para tener más testimonios de primera fuente como éste que fue inolvidable para todos los que participamos de tu hazaña, especialmente mis hijos Juan Cristóbal y Macarena.

Un abrazo,
Pilar

Dr. Horacio Larrain Barros dijo...

Recordada Pilar:

He estado hurgando entre mis viejos papeles y salió a la luz esta excavación casual del año 1980 en la que tú y tus hijos, así como los míos, fueron testigos presenciales.
El descubrimiento nuestro fue obra de la pura casualidad. Imposible es poder reconocer en un gran conchal, dónde podría existir o haber existido un entierro humano. Si se puso algún tipo de marca de piedras, en el momento de la inhumación, ésta fue alterada durante siglos de tránsito y paso por el sitio. Por dicha área han circulado muchos mariscadores y pescadores, durante milenios.

Lo maravilloso de este hallazgo, a nuestro entender, es el tipo de ofrenda depositada: el cocaví o alimento para el viaje de ultratumba consistente en machas y una gran concha de loco.
Es innegable, entonces, que estos primitivos mariscadores de orilla tenían conciencia viva de la existencia de algún tipo de vida post mortem. No hay pueblo primitivo sobre la tierra - de acuerdo a los etnólogos m{as competentes- que no hubiese tenido una creencia semejante. Los estudios de todos los etnólogos del pasado siglo, cuando todavía existían tribus en estado semi- salvaje, atestiguan de esta creencia generalizada en alguna forma de vida después de ésta.
Los investigadores de la "Wiener Schule" o "Escuela de Viena", nos ofrecen múltiples testimonios en especial de las tribuis fueguinas. De aquí la necesidad imperiosa de incluir, en el paquete funerario. ofrendas en alimento para ese difícil período de tránsito al más allá.

¿Cómo y en qué forma concreta se habrán planteado esas mentes de antaño el problema de la muerte?. Máxime cuando la muerte se presentaba por lo general antes de los 40 años y era rarísima la presencia de algún sobreviviente que hubiera alcanzado los sesenta o setenta años de vida. En otras palabras, en aquellos añejos tiempos, probablemente ninguna persona llegaba a conocer de cerca y a disfrutar y/o aprovechar la experiencia de sus abuelos.

Hoy, al menos, alcanzamos a conocer y disfrutar de la conversación con nuestros abuelos o bisabuelos. Pero con la gran diferencia que hoy, las generaciones más jóvenes, ya no se apegan tan fácilmente a las creencias de sus abuelos o ancestros. ¡Esa es la cruda diferencia!.

Dr. Horacio Larrain (Ph.D.)

Anónimo dijo...

Don Horacio, junto con saludarlo y felicitarlo por su excelente blog, le cuento que fue una agradable sorpresa leer sobre este lejano pero interesante hallazgo. De niño pasaba las vacaciones en familia en El Temblador, (Para mis padres y tíos era una simbólica de volver a El Tofo, mineral donde pasaron años maravillosos de su vida), en las salidas a pescar era común encontrar restos cerámicos y puntas de flecha, aunque la orden de los mayores era dejar todo como estaba y donde estaba, por lo que a veces dejar ahí una punta de flecha era como dejar un tesoro, mas grande entendí el valor de aquella orden....Don Horacio, mi nombre es Javier Rojas Díaz, soy diseñador gráfico - infografista en el Diario El Día de La Serena y le escribo para ver la posibilidad de publicar su nota a futuro en un reportaje en el diario, obviamente bajo su VB e indicando los créditos correspondientes. Mi correo es jrojas@eldia.la para mantener contacto en caso que usted nos permita realizar esta publicación.
Saludos.

Dr. Horacio Larrain Barros dijo...

Javier: Me ha dado especial gusto saber que alguien lee estos posts y recuerda Playa Temblador con el mismo cariño que yo y mi familia. Veo que tenemos mucho en común y mucho que conversar (también con tus padres, por cierto para recopilar sus recuerdos de el Tofo). En cuanto a la publicación que propones para el Diario "El Día" de La Serena, cuenta con todo mi aprobación. Basta que cites la fuente y puedes usar todas las fotos que desees del respectivo Blog.

Como podrás ver, he escrito en días pasados otros capítulos también relativos a la zona de Chungungo y El Tofo. Fueron parte de memorables investigaciones hechas entonces desde el Instituto de Geografía de la Universidad Católica, en Santiago.
Como científico, he sentido siempre muy viva mi responsabilidad de dar cuenta de todos los hallazgos y estudios en los que me ha cabido tomar parte. A alguien les pueden servir en el futuro.
Mantengamos, por favor, contacto. Me gustaría hacer una entrevista a tus padres ( a través del mail) sobre su vida en El Tofo y sus experiencias en esa Mina. Entre 1981 y 1984 viví arriba, en una de las antiguas casas de los ejecutivos de la CAP, durante muchos meses, haciendo investigaciones sobre la niebla.¡Cuánto tenemos todavía que conversar contigo y tus padres!.


Hoy ha sido solo el comienzo.

Un fuerte abrazo,

Dr. Horacio Larrain Barros (Ph.D.)
Centro del Desierto de Atacama
Pontificia Universidad Católica de Chile,Iquique.

Dr. Horacio Larrain Barros dijo...

Estimado amigo Javier:


He leído, muy emocionado, tu respuesta a mi reciente posteo en mi Blog sobre un descubrimiento en Playa Temblador en 1980.
Puedes allí mismo leer mi respuesta a tus inquietudes. Por cierto, te autorizo de inmediato a publicar un reportaje sobre ese tema, y puedes usar todo el material que desees, al igual que las fotos. Basta que cites y remitas a su fuente de origen. Para mí es mucho mejor, pues así se da a conocer ese descubrimiento. Y así muchos otros se informan. Si sigues el Blog, podrás ver que he publicado otro par de artículos en estos días sobre temas de Chungungo y El Tofo, como fruto de nuestros estudios de esos años. Para mí, esa fue una época maravillosa de mi vida, la que tengo escrita en mis Diarios de Campo con mucho detalle.

Estemos en contacto. Me gustaría enviar un pequeño cuestionario de preguntas a tus padres, sobre su estancia en los cerros del Tofo. Tengo mucha curiosidad de saber ciertos detalles.


Con especial afecto,


Dr. Horacio Larrain (Ph.D. Antropología).

Arqueólogo y antropólogo cultural

Centro del Desierto de Atacama.
Universidad Católica de Chile

Nos escribe Javier Rojas
2 de ene. (hace 10 días):

"Don Horacio, muchas gracias por su generosidad al compartir su investigación, le estaré informando respecto al avance de la publicación.
Encantado le hago llegar el cuestionario a mis padres. Igualmente yo me he preocupado de recopilar información (fotografías y registros) respecto a El Tofo y he publicado algunos reportajes y notas en el diario. (le adjunto algunos links)
http://diarioeldia.cl/articulo/union-minas-tofo-90-anos-futbol-pasion
http://diarioeldia.cl/articulo/una-ventana-al-pasadoerena:

Javier Rojas, periodista