lunes, 18 de enero de 2010

Curiosidad de Darwin sobre el salitre: modo de trabajo y posible origen geológico

¿Por qué no visitó Darwin las minas de Huantajaya?

Ya hemos comentado, en un segmento anterior de este Blog, que el naturalista inglés Charles Darwin no demostró especial interés por visitar las afamadas minas de plata de Huantajaya y Santa Rosa, a pesar de su cercanía al trayecto que, a lomo de mula, realiza hacia el interior, porque -como el mismo anota- estaban ambas, por entonces, en total decadencia. Cerca de Coquimbo, sin embargo, había visitado con interés las minas de plata de Arqueros, de propiedad de otro británico, José Edwards, apenas dos y medio meses antes, en Mayo del año 1835.

En su relato, la minería es siempre uno de sus principales focos de interés, tanto desde el punto de vista geológico como económico. Por eso, al día siguiente de su arribo a Iquique, un 12 de Julio de 1835, se apresura a visitar una salitrera, al parecer una de las más florecientes en su época y perteneciente a otro inglés, George Smith. Nos dice al respecto:

"Al día siguiente de llegar, contraté con dificultad y al precio de cuatro libras esterlinas, dos mulas y un guía que me condujesen a la explotación del nitrato de soda. Esta explotación constituye la fortuna de Iquique. Comenzó a exportarse esta sal en 1830, enviando a Francia e Inglaterra en un año, por valor de 100.000 libras esterlinas. Se emplea principalmente como abono y para la fabricación del ácido nítrico...".

¿ Cómo supo Darwin de las salitreras, que recién comenzaban a operar?

Es probable que ya en Coquimbo, y probablemente a través de Mr. Edwards, Darwin recibió información de la activa explotación en la zona de Iquique de un producto nuevo, el salitre, sobre el cual el gobierno inglés tendría especial interés en recabar noticias fidedignas, de labios de un científico. Por eso prefiere, por la estrechez del tiempo de recalada del " HMS Beagle" en el puerto de Iquique, ocupar su tiempo en una visita detenida a las pampas calicheras. Parten muy de mañana en mula, su guía y él hacia las minas, situadas a unos 70 km de distancia, y llegan allá a la salitrera "La Noria" después de la puesta del sol.

Un verdadero desierto.

El terrible trayecto por el desierto interior merece esta observación del naturalista:

"...llegamos a las minas después de haber viajado todo el día por un país ondulado totalmente desierto. El camino estaba salpicado de los esqueletos desecados de muchas bestias de carga que habian muerto de cansancio. Fuera del Vultur aura [se trata evidentemente del jote o gallinazo del Norte, hoy clasificado como Cathartes aura, que suele verse revolotear por todo el Norte de hile, máxime cerca de la costa] , no he visto ni pájaro, ni cuadrúpedo, ni reptil ni insecto..." .

La enorme cantidad de esqueletos de mulas visibles a lo largo de su trayecto, le impresiona. Tal como nos impresiona este mismo hecho hoy día, al recorrer la mayoría de las antiguas huellas de carretas. El tráfico incesante de mulares jadeantes, en número de seis o nueve animales, tirando las carretas cargadas de salitre, acabará con muchos de estos sacrificados animales por efecto del hambre, la sed o el agotamiento extremo.

Tenía razón, pues, Darwin cuando anota, un par de páginas antes en su Diario, esta lapidaria afirmación: "Nos encontramos en un verdadero desierto". Desierto que el mismo entre Vallenar y Copiapó, había rotulado de "seco y estéril Despoblado". Para terminar con esta frrase elocuente: "quizá sea éste el primer desierto verdadero que en mi vida he visto...".

Alojamiento en la salitrera "La Noria".

"Pasé la noche en casa del propietario de una de las minas de salitre", nos dice a continuación. Era otro inglés, George Smith, cuyo nombre extrañamente calla, que residía desde hacia tiempo en la región (desde 1826), a quien conocemos por las referencias de William Bollaert, químico británico que escribiera sendos artículos sobre sus experiencias en la región de Tarapacá, en los Proceedings of the Royal Geographical Society of London.

¿De dónde procede el agua del subsuelo en estas pampas resecas?.

Su descripción de las "calicheras", o lugares de explotación del salitre suena así:

"Era tan estéril el suelo aquí como junto a la costa; pero puede obtenerse agua aunque de gusto amargo y salitroso abriendo pozos: el de la casa en que me hallo, tiene 36 metros de profundidad. Como no llueve casi nunca, claro es que este agua no procede de las lluvias. Si así fuese, no resultaría potable, porque toda esta comarca, se halla impregnada de substancias salinas. Debe pues creerse que sean infiltraciones de la cordillera, aunque [ésta] se halle a muchas leguas de distancia.".

Darwin tenía toda la razón. Esas aguas, salinizadas en su trayecto subterráneo desde las quebradas y el altiplano, provenían ciertamente de la alta Cordillera. No podía ser de otro modo, pues casi nunca llueve o muy esporádicamente en la pampa interior. Y pueden pasar diez o más años sin lluvia alguna. En cambio, en el altiplano y hasta los 3.000 m. de altitud llueve todos los años, durante el llamado "invierno altiplánico" o "invierno boliviano".

Las minas de salitre.

"Vendíase esta sal entonces a 14 chelines las 100 libras sobre cubierta [esto es , puesta en el barco] el transporte a la costa era el mayor gasto. Consiste la mina en una capa muy dura de 60 a 90 centímetros de espesor, de nitrato [de sodio: NaNO3] mezclado con un poco de sulfato de soda: [Na2SO4] y gran cantidad de sal común. Se encuentra este depósito inmediatamente debajo de la superficie y se extiende por 240 kilómetros en las márgenes de una llanura o depresión inmensa. Por la configuración del terreno es evidente que debió ser en otras épocas un lago, po más probablemente un brazo de mar; la presencia de las sales de yodo enl a capa salina tendería a confirmar esta última suposición. La llanura se encuentra a 1100 metros sobre el nivel del océano Pacífico".

Origen del salitre: su hipótesis.

¿Cómo pudo Darwin en apenas un par de días de visita casual y de brevísima experiencia directa con las salitreras especular tan acertadamente sobre su posible origen?. ¿Cómo pudo saber su posible extensión en la llanura interior o Pampa del Tamarugal que no llegó a ver con sus propios ojos?. Es evidente que su origen geológico y paleontológico así como el área presumible de presencia de esta riqueza, debió ser tema obligado de animada conversación con su hospedero, George Smith, durante esa noche del 13 al 14 de julio de 1835, seguramente a la luz de una chimenea de leña, pues en ese mes hace mucho frío en la pampa. Smith, por entonces de 34 años de edad, poseía una amplia experiencia en este tipo de explotación, y había trabajado desde el año 26 en estas faenas, (había llegado al Perú en el año 1821 con apenas 19 años), escuchando sin duda numerosos comentarios de visitantes y de "ensayistas" expertos o aficionados, que los dueños de salitreras habían contratado para explotar más racionalmente y mejorar los sistemas de elaboración del codiciado salitre. En la época de la visita de Darwin, el salitre era aún explotado por las salitreras llamadas "de paradas". "La Noria" era una de éstas y había sido adquirida por Smith, conocedor de su gran riqueza.

Pedro Gamboni, el químico chileno, no había perfeccionado aún el sistema de extracción del salitre (el que se llamará más tarde el sistema Shanks), el que recién patentará hacia el año 1856, revolucionando lo sistemas ded producción. Por lo tanto, el empleo de la antigua metodología extractiva ocasionaba la pérdida de cerca del 30% del nitrato por efecto de la combustión incompleta de los caldos en los "cachuchos", y un gasto excesivo de leña de tamarugos. Tanto que se puede atribuir a este tipo de Oficinas, "de Paradas" , una enorme responsabilidad en la tala indiscriminada del antiguo bosque Tamarugal por dichas fechas, como lo señala atinadamente el historiador nortino Oscar Bermúdez Miral en su notable obra Historia del Salitre (Ediciones Universidad de Chile, tomo I, 1963).

Intuición geográfica de Darwin

Con los pocos antecedentes geológicos disponibles a la fecha, es admirable la intuición geográfica del naturalista inglés al afirmar, sin género de duda: "es evidente que [esta pampa] debió ser en otras épocas un lago, o más probablemente un brazo de mar". Y el argumento que le convence definitivamente es la presencia de sales de yodo (de origen marino). Es exactamente la misma conclusión a la que arribará el benemérito geólogo alemán Juan Brüggen en su obra: Fundamentos de la Geología de Chile, 1950.

Darwin nos deja con "gusto a poco".

Así, en apenas tres apretadas páginas de su Diario de Campo, Darwin nos deja con gusto a poco al relatar sus andanzas por este desierto nortino, a lomo de mula. ¿Qué habría ocurrido si en lugar de tres cortos días, Darwin hubiese pasado una semana o dos entre nosotros?. Si en tan corto tiempo nos ha brindado tal cúmulo de valiosas observaciones, comentarios, reflexiones científicas e hipótesis, ¿cuál habría sido, por ejemplo, su reacción ante la presencia de los "oasis de niebla"o los "tillandsiales", que lamentablemente no llegó a ver por entonces?. Porque su habilidad descriptiva y su sagacidad nos habría permitido comparar su estado de vigor con su precaria situación actual, de franca retracción y evidente decadencia.


domingo, 17 de enero de 2010

Darwin en Iquique: qué vio aquí en su visita del año 1835.

Fig. 5. El barco a velas "HMS Beagle", de 242 toneladas, en el que viajó Darwin como científico y naturalista de la expedición del capitán Robert Fitz-Roy en su periplo por todo el globo. En la zona de los canales magallánicos, meses de junio-julio 1834. Litografía de la época.

Fig. 4. Charles Darwin aproximadamente en la época de su partida en el "HMS Beagle". Pintura de la época. Tendría aquí unos 22 años. Su afición por la geología, la botánica y las ciencias naturales le permitirá recoger infinidad de observaciones de terreno, las que, cotejadas entre sí, serán el germen de su futuras teorías sobre la evolución de las especies y la selección natural.

Fig. 3. Ejemplar de Eulychnia iquiquensis, cactácea columnar de la costa norte de Chile, que debió observar Darwin, según su relato, en su ascenso hasta los casi 600 m. por las proximidades de la quebrada de Huantaca. (Foto H. Larrain, Diciembre 2002, lugar Alto Patache, a los 770 m de altitud).
Fig. 2. Actual perspectiva del sector "Hundimiento", en el mineral de plata de Huantajaya, lugar inmediato al antiguo poblamiento colonial (Foto H. Larrain, diciembre 2009).

Fig. 1. Mineral de plata de Huantajaya, vista actual de Norweste a Sureste. Área donde debió asentarse la antigua población en la época del paso de Darwin (1835), rumbo a la salitrera "La Noria. Muy poco o nada queda hoy de las antiguas estructuras de las viviendas de los mineros. Menos aún, rastros de la llamativa iglesia de madera del poblado minero, cuya ubicación actual resulta casi imposible de reconocer por efecto de las remociones de materiales. (Foto H. Larrain, diciembre 2009).

Su enorme capacidad de observación y su "Diario de Campo".

En su obra El Viaje del Beagle, publicada en 1845, esto es, ocho años después de su regreso a Inglaterra, Charles Darwin (1808-1882), el joven sabio inglés de la expedición del Capitán Fitz Roy nos ha dejado un valioso testimonio de lo que vio y fue testigo en Iquique en su visita. Tenía sólo 26 años y se había graduado en la Universidad hacía apenas cuatro años. Es decir, era aún un novato en Ciencias. Y , sin embargo, nos asombra su capacidad de observación y de lectura. Este año 2010, el día 12 de julio, se cumplirán exactamente 175 años de su arribo a Iquique. En los cortos días de su visita, narrada con delicioso detalle, como un auténtico "Diario de campo", nos dejó valiosas impresiones del lugar y se adentró en el desierto, a lomo de mula, hasta la salitrera "La Noria". Nada de lo que encuentra escapa a su ojo observador. Su amplia formación en las ciencias de la Naturaleza, le capacitan para "leer" el paisaje, por más desertico que este fuera. Pero las actividades del grupo humano que lo habita, le interesa por igual. Por eso lo consideramos un pionero de la eco-antropología.

En los párrafos que siguen intentaré profundizar, punto por punto, en sus reflexiones y comentarios sobre la población, el paisaje desértico y la explotación del salitre, aspecto que ya en esa época comenzaba a cambiar la faz de esta región. La sagacidad de no pocas de sus reflexiones y la perspicacia con que enfoca ciertos aspectos, aún hoy nos asombran, máxime si se toma en cuenta que el desierto y su escasa flora no era - ni mucho menos- un tema de su especialidad. Su trabajo de titulación versó sobre los invertebrados marinos!.

La población.

"La villa [de Iquique] tendrá unos mil habitantes". Es su primera afirmación. Téngase en cuenta que según William Bollaert, químico inglés residente por entonces en este puerto, la actividad de exportación del salitre a Europa se había iniciado apenas cinco años antes, en 1830. Antes de esta fecha, Iquique - el antiguo Ique-ique - era sólo una mísera caleta poblada por changos por la que exportaba la plata del mineral de Huantajaya, situado a escasa distancia. Mil habitantes habla ya de una intensa actividad de carga y descarga, de almacenes y bodegas. Iquique surge de un largo letargo colonial. Hasta entonces, sólo un reducido e ilegal tráfico de plata y la explotación del guano de la isla a cargo de los indígenas changos, era toda la actividad observable en Iquique. A partir de 1830, Iquique crece rápidamente desde entonces, tanto, que ya en 1865 es declarado "puerto mayor" por parte del Perú.

El clima de esta costa.

Dice: "nos encontramos en un verdadero desierto. Una vez cada siete u ocho años, llueve por espacio de unos minutos...durante esta estación del año [invierno], se extiende sobre le océano y pocas veces sube por encima de las rocas que forman la costa, una capa de nubes bastante espesa".

Unas páginas más adelante, refiriéndose a la costa del Perú, en el Callao, donde permanecne varias semanas observa, completando el cuadro general de este clima costero que tan certeramente grafica:

"Casi ha pasado a ser proverbio que nunca llueve en la parte baja del Perú. No creo que esto sea exacto, pues casi todos los días que estuvimos cayó una espesa y húmeda niebla que embarraba las calles y mojaba la ropa; a la gente gusta llamarlo rocío peruano. También es verdad que no debe llover mucho, puesto que las techumbres de las casas son planas, y hechas de barro endurecido (adobes) y en el puerto había cargamentos de trigo que permanecían allí semanas, sin cubierta alguna
(Darwin; 1984: 428).

Es evidente que Darwin se informa en detalle en su estancia en Iquique sobre la periodicidad de las lluvias. Se le informa que llueve aquí cada 7-8 años. No nos atreveríamos a afirmar lo mismo hoy día, a no ser que consideremos "lluvia" las pequeñas garúas que suelen empapar por algunas horas las calles de Iquique. Lluvias verdaderas, de horas de duración y que superen los 3-5 mm. solo han acontecido intermitentemente, muy de tanto en tanto . Y lo confirman los registros pluviométricos de la zona..

La última lluvia verdadera ocurrida en Iquique fue en el año 1997, esto es, hace más de 12 años!. Y antes que ésta, en 1986. ¿Querrá esto decir que la pluviosidad ha ido en franca declinación en los últimos decenios, a partir del año 1950? Así parece. Y esta constatación nos hace comprender por qué la vegetación nativa se restringe, más y más, y se arrincona en ciertos sectores altos, bien expuestos al S o SW, desapareciendo de otros, más bajos o más alejados del borde del acantilado costero.

Los pueblos mineros de Huantajaya y Santa Rosa.

En su ascensión en mula, guiado por un baquiano, divisa a lo lejos, los minerales de plata, de Guantajaya y Santa Rosa: De ellos dice:

"estos pueblecitos están situados a la entrada de las minas; colgados como parecen en la cumbre de una colina, presentan un aspecto todavía menos natural y más desolado que la villa de Iquique".

Curiosamente, no le atrae ir a echarles un vistazo, a pesar de su gran proximidad. Por la referencia genérica que hace, da a entender que por entonces estos dos minerales trabajaban con muy poca intensidad, dice textualmente: "había al lado dos minas de plata muy ricas, pero ya no producen casi nada." Tal vez la inactividad de estas minas no le incentiva a visitarlas. Contrasta esta actitud con su vehemente deseo de conocer de cerca "las minas de nitrato de soda", como el llama. a las explotaciones de salitre. Su meta fija, pues, estaba puesta en la salitrera "La Noria", donde sabemos le esperaba un compatriota George Smith, bien conocido para nosotros por haber sido el dibujante de la obra de William Bollaert. Extrañamente, Darwin, siempre tan prolijo, no nos indica su nombre.

Observaciones sobre la flora típica del desierto costero. Su supervivencia en la zona de nubosidad permanente.

"En las montañas de la costa, a unos 600 metros de elevación, allí donde en esta estación descansan casi siempre las nubes, se ven algunos cactus en los huecos de las rocas y algunos musgos en la arena que cubre las piedras. Los musgos son del género Cladonia y se parecen a ciertos líquenes. En algunos sitios se encuentra esta planta en cantidad suficiente para dar al terreno, visto de lejos, un tinte amarillo pálido. Más al interior, y en esta larga excursión de 70 kilómetros no he visto más que otro vegetal, un líquen amarillo, sumamente pequeño, que crece en los huesos de los mulos muertos. Quizá sea éste el primer desierto verdadero que en mi vida he visto" (Darwin, 1984: 4269.

Los cactus vivos a que hace aquí referencia Darwin y que observa entre las rocas de la subida a la actual ciudad de Alto Hospicio, pertenecen a la cactácea columnar Eulychnia iquiquensis. Hoy ya no existen ejemplares vivos en este lugar, excepto escasos fragmentos de esqueletos, muertos hace tiempo. ¿Qué pasó con ellos?. Fenecieron hace tiempo, como en tantos otros lugares de la costa norte. Su empleo como combustible por los habitantes mineros o pescadores de Huantajaya, Santa Rosa e Iquique y el inexorable proceso general de desecamiento climático, acabaron con ellos. Los "musgos" a que se refiere, probablemente no son tales sino diversas especies de líquenes, que sobreviven con la neblina o camanchaca.

¿Musgos o líquenes amarillos?

Si realmente observó aquí musgos, querría decir, claramente, que las condiciones de humedad de entonces eran bastante superiores a las actuales. ¿Se equivocó Darwin al confundir líquenes con musgos?. Es hoy muy raro hallar musgos en estos oasis de niebla. Los hay, pero muy ocultos en grietas o cavernas, en sectores rocosos, en lo alto del acantilado, y los hemos visto en Alto Patache y en Punta de Lobos. En escasísimo número. El musgo necesita normalmente una mayor cantidad de humedad que el líquen para prosperar y desarrollarse, al igual que los helechos.
Por otra parte, el propio Darwin dice que se adscriben al género Cladonia. Pues bien este género es propio de los líquenes y no de los musgos!. La confusión es pues, evidente.


Los líquenes observados por Darwin creciendo sobre huesos secos de mulas, abandonados a su suerte, corresponden tal vez a la especie Chrysotrix sp. que se suele aferrar a rocas o troncos secos, ostentando un hermoso color amarillo, especie que es común en el oasis de Alto Patache. El tinte "amarillo pálido" de que habla Darwin, perceptible sobre el terreno y piedras, ciertamente alude a la enorme presencia de líquenes, no musgos. Los musgos no darían jamàs este tinte amarillo que nos pinta Darwin y sólo pueden verse, en escaso número en oquedades de las rocas pero nunca en un paisaje abierto y amplio, como el texto sugiere.

Sintetiza el naturalista sus observaciones sobre la vida en estos parajes, con una frase lapidaria: "nos encontramos en un verdadero desierto". Y tenía razón.

(Segmento en construcción, 18/01/2010).

miércoles, 6 de enero de 2010

Caracoles terrestres: ¿qué significa su presencia en los oasis de niebla?

Fig. 7. Ejemplares de Bostrix derelictus Broderip, que retienen todavía en parte su colorido original. Hallados bajo una planta de Ephedra breana, viva. (Foto H. Larrain, 11/01/2010).

Fig. 6. Ejemplares que aún conservan su vivo colorido original. Estos ejemplares muertos fueron hallados ocultos y semi enterrados entre el follaje de Ephedra breana, en los límites orientales del oasis de niebla, hacia los 850-880 m de altitud. Resulta evidente que estando vivos se alimentaron de las partes blandas de esta especie vegetal. Allí mismo, se halló bastantes fecas de guanaco, prueba palmaria de que este camélido se alimentó también allí de hojas y tallos tiernos de esta misma especie vegetal. (Foto H. Larrain, 11/01/2010).

Fig. 5. Este caracol terrestre compartía, en el oasis de niebla de Alto Patache, su habitat con la pequeña langosta Heliastus rufipennis, la que suele verse todavía hoy en este mismo ambiente. (Foto H. Larrain, 10/01/2010).

Fig. 4. El tamaño de esta especie de Gastrópodo terrestre puede alcanzar hasta los 3.0 cm como máximo. La hemos encontrado en abundancia, entre los 750 y 850 m de altitud, siempre muerta, en todos los tamaños, diseminada en las planicies o mesetas interiores, arenosas, y no en el borde mismo rocoso del acantilado, el que es ocupado por otra especie, de mayor tamaño, el Plectostylus broderipi. También la hemos encontrado en enorme abundancia en sectores arenosos colonizados por líquenes fruticosos de varias especies, como en el sector extremo sur del oasis de niebla (Pampa Bugueño).Tenemos la firme convicción de que este caracol vivió aquì a expensas de estos líquenes, de los que se alimentó en el pasado. Foto H. Larrain 10/01/2010).

Fig. 3. Conchas del caracol terrestre Bostrix derelictus Broderip, entre arenas y pedruzcos pequeños en un área de laderas donde hoy no existe ningún tipo de arbusto o hierba viva. Son todos testigos de un pasado no tan remoto, cuya cronología exacta no podemos aún determinar. (Foto H. Larrain , 10/01/2010).

Foto 2. Concha de Bostrix derelictus Broderip. Expuesta por decenios al sol ardiente del desierto, ya no mantiene sus colores originales. Seguramente yacen desde hace mucho tiempo abandonadas en la superficie del oasis de niebla, donde otrora se desarrolló una vegetación herbàcea de Gramíneas, Nolanáceas y Malváceas. Hay no pocos sectores en el oasis donde su abundancia ellegó a ser tal que ha llegado a teñir de color blanco el área correspondiente (Foto H. Larrain, 10/01/2010).

Fig. 1. Conchas vacías del caracol terrestre Bostrix derelictus Broderip. Esta especie es bastante común en yacimientos de sectores de la cordillera de la Costa en el Norte de Chile. La hemos encontrado en Cobija, en Mamilla, en Alto Chipana, en Punta de Lobos y aún en los cerros que bordean la ciudad de Antofagasta por el Este. Debió ser muy abundante en tiempos más antiguos cuando la humedad reinante permitió su eclosión y desarrollo. . (Foto H. Larrain, 10/01/2010).

El enigma: ¿qué hacen aquí, a 800 m. de altitud?.

El Oasis de niebla de Alto Patache nos ha brindado muchas sorpresas. Las hay de tipo climático, geomorfológico, biológico, botánico, faunístico, arqueológico, histórico. Tal vez, demasiadas. ¿Alguien imaginaría, por ejemplo, que puedan existir caracoles, millones de caracoles, en las diseminados en las alturas de Alto Patache? . A primera vista, parecería un imposible tratándose de un desierto; pero, sin embargo, existen y en enormes cantidades. Sabemos bien que los caracoles ( Gastropoda) se desarrollan sólo en ambientes húmedos, no solo en el mar (gastrópodos marinos); sino también en tierra (Gastrópodos terrestres). En este hábitat terrestre se distingue a los "dulceacuícolas", o sea, los que viven en aguas dulces ( lagos, charcos, lagunas, pantanos) y los propiamente terrestres, que no necesitan de un medio estrictamente acuático, pero sí de un medio muy húmedo para vivir. De las aproximadamente 650.00 especies de caracoles del mundo, en Chile hay unas 650 especies descritas.

¿Qué son los gastrópodos y cómo se movilizan?

La palabra "gastrópodos" o "gasterópodos" alude a la presencia de un pie (podos) o masa muscular con la que se moviliza. Gaster significa "estómago". Los gastrópodos, son un grupo importante en el philum Mollusca (Moluscos). Se trata de animales blandos (eso significa "moluscos") que carecen de esqueleto y que poseen un poderoso pie ventral con el que se movilizan, deslizándose, dejando tras de sí una estela brillante de una substancia que el mismo animal secreta. Este "pie" generalmente va adherido a una concha dura, de carácter calcáreo, que es producida por el propio organismo y que le sirve de protección y morada. Al ser atacado, se refugia y oculta enteramente dentro de su propia concha y si el ataque proviene de la extrema sequedad ambiental es capaz de auto-cubrir la entrada con una capa dura, protectora, que impide la pérdida de agua, llamada opérculo. Cubierto con esta capa protectora que sella lpor completo a entrada, puede capear, generalmente semi enterrado, muy largos períodos de sequía exterior. No se sabe exactamente cuántos años o decenios pueden sobrevivir a una sequía o desecamiento exterior, encerrado en su concha, a la paciente espera de un chubasco o lluvia que le permita moverse en busca de su alimento, que consiste siempre en partes blandas de plantas vasculares o líquenes. En el medio desértico, como el nuestro en Atacama, serán frecuentemente los líquenes su alimento preferido; no pocas veces, su único alimento.

Cuando los encontramos la primera vez.

Cuando llegamos a inicios del 1997 al oasis de niebla de Alto Patache, notamos con asombro una enorme sección plana, blanquecina, de cerca de media hectárea de extensión, literalmente cubierta de conchas vacías de caracoles terrestres. Las había por centenas de miles o tal vez, millones. Muchas conchas estaban intactas aunque ya del todo descoloridas, otras ya desmenuzadas y fragmentadas por el paso del tiempo. Seguramente, esta variedad de estados refleja la existencia de ciclos o períodos húmedol, interrumpidos por períodos intermedios más secos. A la verdad, al caminar sentíamos casi un sentimiento de culpabilidad al pisar y triturar esa masa blanca, testigo de una vida que existió otrora aquí en enorme abundancia y que ahora, al parecer, estaría ya totalmente ausente.

Pronto descubriríamos, más al sur, en unas laderas interminables de líquenes, inmensas praderas de manchas blancas, conchas y más conchas, cubriendo extensas laderas, y arenales suaves. Son hoy sólo millones de cadáveres insepultos. La pregunta inmediata que nos surge hoy es: y, ¿dónde están los sobrevivientes?. Y antes que eso: ¿Existirán sobrevivientes todavía?. ¿Dónde?. Y la pregunta que sigue: Y si ya fenecieron todos, ¿por qué, o a causa de qué murieron?. Preguntas y más preguntas que no sabemos contestar adecuadamente o que tratamos de responder con un escueto e insípido: "tal vez sea esto fruto del calentamiento climático". Pero, ¿qué significa esto?.

¿Cómo explicar su enorme profusión en este lugar?.

Su enorme cantidad revela que un día no lejano proliferaron aquí, al amparo de mucha humedad. Y esta humedad sólo tiene dos posibles explicaciones plausibles: a) mayor frecuencia e intensidad de lluvias periódicas; y b) mayor cantidad de humedad o camanchaca, sostenida por un mayor espacio de tiempo. O, tal vez, ambas condiciones climáticas a la vez. Para encontrar estos períodos tan húmedos, no necesitamos remontarnos al Holoceno, o sea a los 15.000- 12.000 años A.C. período que conocemos como el "pluvial". La historia paleontológica más reciente ns enseña que ha habido periódicamente eventos húmedos, interrumpidos por largos períodos más secos. El siglo XVIII, sin ir más lejos, es considerado un período muy húmedo. Mientras que el siglo XX es observado como un período notablemente seco, con alguna corta excepción (décadas de 1930-1940).

¿De qué época o período datan estos caracoles, hoy muertos?.

A lo que creemos, la extraordinaria acumulación actual de conchas de caracoles muertos, en distintos sectores del oasis de niebla de Alto Patache, aparentemente originada en un mismo período de tiempo (por su estado de conservación), no debe ser muy antigua. La presencia de varios años seguidos húmedos y "lluviosos", intensificados ,tal vez, por la mayor frecuencia e intensidad de nieblas (camanchacas), pudo crear el ambiente propicio para un desarrollo descomunal de estas especies de caracoles terrestres in situ, las que se desarrollan por miríadas y en corto tiempo, cuando tienen las condiciones vegetacionales y de humedad requeridas.

Por "lluviosos", queremos entender aquí años en que pudo caer entre 5 y 20 mm de pluviosidad anual, en forma consecutiva, por espacio de al menos un decenio. Una pluviosidad de 15-20 mm en el desierto, provoca de inmediato el fenómeno que conocemos como el "desierto florido", con un frenético desarrollo de plantas vasculares que por espacio de un par de meses hacen verdear y florecer el horizonte, tiñéndolo de amarillo, blanco, azul, celeste o rojo, tal como lo podemos observar cada cierto número de años en la zona desértica entre Chañaral, Caldera, Copiapó y Huasco. Se sabe que los caracoles terrestres, como es el caso del "caracol de las viñas," (del género Helix), encontrando las condiciones propicias de humedad y temperatura, proliferan muy rápidamente, en forma descomunal, pudiéndose convertir en una verdadera "plaga".

De qué especies vegetales se alimentaron otrora?.

Es lo que imaginamos ocurrió aquí, de tanto en tanto, en estos oasis de niebla, cuando la gran humedad y lluvias provocó una tremenda eclosión vegetacional, con fuerte desarrollo de las especies autóctonas de Nolanáceas, Liliáceas, Amarilidáceas, Malváceas, Solanáceas, Frankeniáceas, Gramíneas y otras familias de plantas del desierto. Tal vez, esta eclosión se produzca cada 100 o 200 años, o más, en forma probablemente cíclica, lográndose entonces una recuperación de las zonas de "lomas" y "oasis de niebla", las que, en el largo período intermedio seco, llegan a conocer momentos de trágica y acelerada retracción que casi conducen a su total desaparición.

Estas laderas secas de hoy fueron testigos de otro desarrollo.

En consecuencia, si nuestra hipótesis es correcta, estas laderas hoy cubiertas por millones de conchas vacías, descoloridas e inertes, serían el testimonio viviente de una pretérita vitalidad y exhuberancia vegetacional, ocurrida con cierta periodicidad, hace algunos decenios o centurias, por razones de alternancia climática, cuya explicación última, tal vez, deba buscarse en las manchas solares. Pero estas mismas laderas hoy cubiertas de conchas muertas, nos hablan gráficamente de lo que pudo significar esa eclosión vegetacional en términos de ocupación del espacio vegetado por antiguas manadas o tropillas de guanacos, ciervos andinos o bandadas de aves, hoy sólo circunscritas a los ecosistemas de altura, sobre los 3.500 m de altitud donde pueden encontrar el alimento (semillas) que necesitan para sobrevivir.

Y esta eclosión vegetal, aunque tal vez no fue un fenómeno anual, atrajo a los antiguos cazadores de guanacos. Lo comprueba su instrumental de caza, allí abandonado y los huesos faenados y quemados del animal.

Y si nuestra hipótesis es correcta, se explicaría así perfectamente bien por qué el hombre primitivo, que poblara esta costa desde hace más de ocho milenios, el cazador andino y el pescador-recolector del litoral desértico incursionaran periódicamente en estos ricos ecosistemas de "lomas" y " oasis de nieblas", buscando un complemento alimenticio a su dieta marina. O utlizara estos ecosistemas de vida como lugar de paso obligado desde y hacia las cimas andinas. Con ello se explicaría, igualmente, la presencia de cientos y cientos de instrumentos líticos de caza, diseminados en los altos del oasis, pruebas ciertas de la práctica activa de la caza animal que fuera practicada aquí por milenios. Es decir, si esta hipótesis es correcta -como creemos, firmemente- todo lo que hoy observamos con extrañeza, adquiere verosimilitud, adquiere pleno sentido y actualidad.