lunes, 30 de junio de 2025

Conversando con don Hugo Arriagada Aracena, fundador y promotor del asentamiento de parcelas en el sitio "Alto Los Verdes" al sur de Iquique. Recuerdos de los duros comienzos.

 Antecedentes.

Entre mis archivos y ya casi del todo  olvidada, he hallado esta valiosa reseña de los orígenes del poblamiento humano en el sitio de las parcelas de "Alto Los Verdes",  a 24 km al sur de la ciudad de Iquique  y a 1.5 km al sureste de la actual caleta de pescadores de "Los Verdes" (1). Este  curioso asentamiento agrícola- el único situado en las cercanías de Iquique- , conformado hoy por unas 30-35 parcelas (de 1/2 a  2 há  cada una)  tiene un origen  singular.  No nace -como podría sospecharse-  por iniciativa gubernamental, sino es fruto de un  curioso emprendimiento particular el que aquí es descrito en detalle por don Hugo en su desarrollo histórico reciente.    


La Caleta de  "Los Verdes".

Su nombre deriva de la presencia de gran cantidad de rocas litorales, bañadas por el oleaje y teñidas de una tonalidad verde oscura, por efecto de su constitución química particular con presencia de sales de cobre (calcopirita, cuprita, bornita, etc.).

                         Fig.    Caleta "Los Verdes", sur de Iquique. Vista general actual (imagen tomada de Internet). Muestra la remodelación del borde costero con ciclovías y paseo peatonal.

El pasado arqueológico

 El lugar es conocido por sus importantes descubrimientos arqueológicos, que datan, según el arqueólogo  Julio Sanhueza, desde el período de  influencia regional de Tiwanaku (2)  hasta  el período incaico. Aquí han aparecido tumbas indígenas con típicas tabletas de rapé (3) estilo tihuanacoide y tejidos característicos de la cultura  Tiwanaku. (Cfr. Julio Sanhueza,  1985, "Poblaciones tardías en playa Los Verdes, costa sur de Iquique, Iª Región, Chile", Revista Chungará, Universidad de Tarapacá (Arica), Nº 14, Septiembre 1985, 45-60.


Frecuentando la caleta.

Los alrededores de la ciudad de Iquique ofrecen  muy escasos lugares de esparcimiento y recreación. Para los iquiqueños, la caleta  "Los Verdes" se ha transformado en su lugar preferido de esparcimiento, no por la presencia de una amplia y hermosa playa -la que hay es muy pequeña y pedregosa- sino por la variada oferta de restaurantes  al paso que ofrecen un variado menu en pescados y mariscos. Para ello, al costado de la carretera costera, se ha instalado un abigarrado conjunto de puestos de venta de pescados y mariscos  frescos, destacando la oferta del infaltable y delicioso  "ceviche al paso". Casi no hay viajero al aeropuerto de Iquique, situado a unos 45 km  al sur de la ciudad, que no se detenga aquí en "Los Verdes" a saborear un rico ceviche, un plato de "locos" o unos apetitosos pulpos. Fue esto, precisamente, lo que nos ocurriera aquel día de julio del año 2010 al regresar del aeropuerto de Chucumata. El  dueño de uno de los pequeños y rudimentarios puestos de venta  -antiguo conocido mío-,  me presentó aquel día a un "querido vecino suyo", que resultó ser el señor Arriagada. Luego de intercambiar algunas amables frases con él y disfrutar del infaltable ceviche, me ofrecí a llevarlo de vuelta a su humilde casita, ubicada en el sector "Alto Los Verdes".   He aquí  el preludio histórico de esta entrevista que me impresionó profundamente.


   La entrevista. Copia ad litteram de un texto mío de la época, con leves  retoques de estilo).

                     
Fig. 2.Vista del frontis del parque zoológico "Los Olivos" situado en una de las parcelas del asentamiento en "Alto Los Verdes". Aquí son traidos los animales y aves exóticas confiscados en las aduanas de la Región (foto tomada de Internet). Observe el fuerte contraste entre el color café opaco de los cerros de arenas circundantes y los olivos de la parcela. La instalación actual -aunque bien intencionada- es muy rudimentaria y precaria  con jaulas muy pequeñas para los animales y muy poco saludables. Ojalá se haga aquí a futuro un buen proyecto que permita mantener en óptimas condiciones a los animales. El clima siempre templado, sin lluvias ni fríos, favorece aquí sin duda su presencia  y adaptación.


La entrevista.

"Entrevista al señor Hugo Arriagada Aracena, 75 años.  Comunidad de Parcelas de los Verdes, al sur de Iquique. Está fechada el día 2-07-2010, es decir, hace ya casi quince años. Redactada en base a apuntes escritos por mí en la ocasión.  Los párrafos son  una  adición mía actual (Junio 2025).  


La ocasión.

"Al regresar desde el aeropuerto donde fuimos a dejar a Pablo Osses y la gente de Bienes Nacionales (4),  pasé a Los Verdes. Compré mariscos a mi casero habitual y ahí estaba un señor de edad con él. Conversando, resultó ser el primer poblador e iniciador de la colonización de parcelas en Los Verdes. Como buen  antropólogo, me intrigó el tema,  decidí ir a visitar su casa y nos fuimos juntos conversando en mi auto. Apodado "el tata de Los Verdes", por sus antecedentes en la zona, ese día me refirió detalles de  su curiosa e intrigante historia (5).

 

Datos sobre su vida.

 Fue empleado de ferrocarriles  (“ferrocarrilero”) y en el tren conoció una gran cantidad de sitios, especialmente en el área de La Serena. Por esos azares de la vida, conoció a una mujer, persona muy joven, 25 años menor que él, de quien se enamoró y tuvo en ella dos hijos.

Se vino a vivir a  Iquique.  En una de los paseos por las playas, en el verano del año 1978, conoció la zona de "Los  Verdes".En aquella época,  la pequeña población de rucas de pescadores estaba junto a la playa, pero hacia  1980 (?), (no recuerda la fecha exacta) ocurrió una terrible marejada que destruyó viviendas y enseres de pesca. La población fue re-establecida entonces en una altura mayor de la terraza marina, algo alejada del mar, donde subsiste hasta hoy. De paso por esa playa con su mujer -me cuenta-, tuvo curiosidad y subió, tierra adentro, hasta llegar a un alto desde donde se divisa hoy toda la zona de parcelas.  Divisó desde el alto (hasta donde hoy me llevó con el auto, hacia el fondo, cuesta arriba, hasta donde alcanza la huella de autos hoy día (5), un área  baja y plana, que le pareció  una antigua depresión -tal vez una antigua laguna-, y tuvo esa noche un sueño que le comunicó a su esposa: vio toda esa zona plantada  de olivos.

 

Decide formar una comunidad de parceleros.

Se decidió, e inició contactos con la Municipalidad y otras instituciones para ver la posibilidad de poblar con parcelas esa zona. Era su sueño. Hizo contactos con diversos amigos, taxistas, ferrocarrileros y otros, y logró así formar un grupo de 30 familias  interesadas en el proyecto. Solicitaron el terreno a Bienes Nacionales. El plan era pagar el terreno en cuotas. Tuvo ocasión de hablar con unos israelitas visitantes  que le sugirieron poder desalinizar el agua de mar, hacer  dos estanques uno en el alto y otro grande en el plano para regar por goteo. Su sueño era poblar de olivares. ¿Razón?. Porque el olivo -me dice- vive muchísimos años (6) y con el tiempo  daría el alimento a las familias. Pero nunca se concretó la obra, la que requería de una enorme inversión  inicial.

Se inició la colonización siendo él el primero en llegar e instalarse. Había dos compromisos iniciales acordados entre los socios:  a) pagar en cuotas  lo pedido por  el gobierno, y b) plantar el terreno de olivares con el objetivo final de establecer a futuro una fábrica de aceite allí  mismo. Por este motivo hoy se ve tantos olivares en ese lugar.


 El destino de la obra.

De los primeros treinta socios de la comunidad, solo quedan hoy tres, él mismo, el señor Munizaga y un tercero; todos los demás han vendido su tierra a terceros. Hoy hay gran demanda de terrenos. Vi, por ejemplo, una enorme parcela plantada de verduras y hortalizas, de un boliviano, según me cuenta. Hay dos  sitios de acopio y molienda del huiro Lessonia,  alga marina extraída en el litoral (7). Vi allí  varios camiones grandes cargando los blancos sacos con el huiro molido.

Don Hugo vive hoy  con uno de sus hijos, rodeado de cinco o seis perros que ha acogido, pues todos –me dice con pena- fueron botados por sus dueños. Su esposa, demasiado joven para él, lo abandonó hace años y quedó solo. Me recibe amablemente en su casita amplia, toda de madera, hecha por su propio esfuerzo. Entonces, me dice, era yo más joven y me muestra una fotografía suya en la época del inicio de la  colonización  in situ. “Aquí no había absolutamente nada”,  me cuenta. Era pura arena.

 Los parceleros hoy consumen  agua potable para el uso casero y para el riego de sus huertos. El tiene ahora muy pocos árboles y tiene una cuenta de agua mensual de $28.000. lo que considera excesivo. Crió anteriormente gansos, que se le dieron muy bien. Me muestra numerosas fotos. Está ansioso de contar  la historia de sus inicios. Se siente muy a gusto conmigo hablando de sus recuerdos. Le prometo nueva visita y, por distraído, dejo en su casa  mi sombrero tirolés que debo pasar a buscar, con lo cual  podré recabar más información sobre  sus orígenes y el de  "Los Verdes"   (8)". 


Notas mías

(1)  La caleta "Los Verdes" agrupa  unas 30-35 viviendas instaladas en una pequeña eminencia junto a la costa. Sus habitantes son  todos pescadores, mariscadores o comerciantes de mariscos. Cuatro  o cinco concurridos  restaurantes de expendio de productos del mar atraen a la población iquiqueña a degustar los mariscos de la zona, en especial el "ceviche" de pescado, muy cotizado. El sector de venta de mariscos o pescado ha sido recientemente remodelado por completo, ofreciendo un aspecto grato y acogedor. 

(2)  Los arqueólogos norteamericanos, han denominado este período  arqueológico como Tiwanaku", desfigurando y trastocando el término original colonial de "Tiahuanaco", transmitido invariablemente  por todos los cronistas españoles. A la usanza norteamericana, los arqueólogos chilenos continúan hablando hoy de "Tiwanaku". Con sólidos argumentos, sin embargo, el lingüista peruano Rodolfo Cerrón Palomino  ha probado que esta re-denominación del antiguo término colonial "Tiahuanaco" sería equívoca y errónea y debe ser descartada  como totalmente carente de base de sustentación lingüística. Sostiene, en cambio, que debe perdurar la denominación antigua de "Tiahuanaco". Opino que, en este terreno tortuoso, se  debería preferir aquí  la opinión autorizada de un lingüista de peso, como lo es Cerrón Palomino.  Ver, a este respecto: Cerrón Palomino, 2008,  "Voces del Ande. Ensayos sobre onomástca andina", Fondo Editorial, Universidad Católica del Perú, Lima. 

(3)  "Tabletas de rapé" es el nombre original de estos notables utensilios decorados,  confeccionados en madera, y destinados a la absorción de alucinógenos. Fueron empleadas por numerosas tribus americanas,  utilizando semillas de diversas plantas, entre ellas la vilca o Anadenanthera sp. Sobre el particular, nosotros hemos escrito el siguiente artìculo:   La Vilca o Paricá (Anadenanthera spp.) ¿purga o estimulante indígena?- Algunas referencias etnohistóricas.”  Sarance, Revista del Instituto Otavaleño de Antropología, Año 2, Nº 3, Agosto 1976: 27-49, Otavalo, Ecuador. Recientemente, véase: Gili, Francisca et al., 2016, "Vilca. Encuentro de miradas. Antecedentes y herramientas para su pesquisa en contextos arqueológicos del área centro-sur andina", Revista Chungarà, Universidad de Tarapacá, Arica, Vol. 8, nº 4, 589-606).

(4)  Los funcionarios de Bienes Nacionales  aquí aludidos, tuvieron por misión medir la superficie exacta de la concesión de Alto Patache solicitada por el Centro del Desierto de Atacama (CDA) de la Pontificia Universidad  Católica de Santiago  donde ha establecido su centro de experimentación de  las neblinas costeras  o camanchacas.

(5)  Por esta misma huella, en visitas posteriores, logré penetrar con mi jeep hasta la base misma de los cerros, donde hallé numerosos rastros de antiguas viviendas de pescadores-recolectores marinos, junto con cerámica culinaria no decorada  y puntas de proyectil en sílex.

(6)  El olivo (Olea europaea L), especie originaria del Oriente medio,  es un árbol muy resistente a la sequía, que puede alzarse hasta los 6-7 m del altura y es extraordinarimente longevo, habiéndose hallado (v. gr. en Tarragona y Jaén, en España)  ejemplares vivos que tienen cerca de 2000 años. Puede hundir sus raíces en busca de humedad hasta los 6-7 m de profundidad.  De su fruto, la aceituna, se extrae el famoso aceite de oliva, cuyo origen se remonta al menos a los 3.000 A.C, en época fenicia. Se ha hallado varios pecios de navíos  hundidos en el mar Mediterráneo, cerca de la isla de Chipre o el Peloponeso, conteniendo frascos  de vidrio  conteniendo aceite de oliva en su interior. El aceite de oliva  fue uno de los elementos de mayor difusión en las actividades comerciales desde el siglo XX A.C. entre los tempranos  pueblos  del Levante, superando el precio  del aceite de sésamo (Sesamum indicum)    y el de  lino   (Linum usitatisimum). Junto a la vid y el trigo,  constituye la tríada de base  infaltable de la primitiva alimentación en esa zona.  

(7)  El alga marina denominada  como "pelillo" corresponde a la especie  Gracilaria chilensis, de la que se extrae el agar agar, ingrediente codiciado en la  industria del maquillaje, como  el  shampoo y algunos medicamentos. El "pelillo" en esos años era exportado al Japón y China en grandes cantidades. Lo que ví en ese año 2010 en  "Alto Los Verdes" es sólo un pequeño botón de muestra de la perniciosa actividad extractiva marina  submareal, depredadora y destructora de nichos ecológicos bajo cuyos "bosques" de algas se desarrollan moluscos, peces, celenterados y muchos  otros seres marinos. Véase al respecto nuestro capítulo:  "Ataque a mansalva a los ecosistemas marinos: la explotación irracional de las algas costeras", editado en nuestro blog el 14/04/2010 con fotos de la época, apenas dos meses antes de esta visita a "Los Verdes". Este  agudo problema aún no resuelto, ha sido repetidamente denunciado por los biólogos marinos chilenos, en muchas ocasiones y ha provocado una alarmante disminución de especies marinas.

(8)  Como me ha ocurrido ya varias veces, la promesa de regresar para obtener así  más información al respecto, quedó lamentablemente en nada.