Fig. 1. Vista general del cementerio clandestino, situado a 1.5 km al Sur de Río Seco (Foto H. Larrain, agosto 1998).
Un sitio de sepultación clandestina.
Los ataúdes, sencillos cajones de madera de pino oregón, dejaban ver los cuerpos momificados, en casi perfecto estado de conservación, gracias a la extrema sequedad del lugar. El ajuar y las vestimentas delataban su evidente origen guanero. Nos relató don Luis durante nuestra visita, que hasta hace poco se erguía en en este mismo sitio una gran roca granítica, cual un monolito, de unos 2 metros de alto, que mostraba señas inequívocas de impactos de bala. En su opinión, era éste un sitio furtivo de fusilamiento y posterior entierro de esclavos chinos díscolos, merecedores de la muerte para escarmiento del grupo.
La roca fue llevada en camiones, junto con muchos otros grandes rocas de granito allí existentes a la ciudad de Iquique para reforzar sectores costeros del borde marino y protegerlos mejor contra las fuertes marejadas invernales. Inútilmente reclamó don Luis ante la autoridad edilicia de Iquique (el Alcalde Jorge Soria) pidiendo la devolución del monolito. No fue escuchado. Por ese mismo tiempo (1997-98) también se sustrajo, por parte de personal municipal, numerosos bloques graníticos, de gran tamaño que formaban parte del antiguo asentamiento colonial y republicano de Pabellón de Pica, y que constituían parte de las bases de las míseras viviendas de los esclavos guaneros de las covaderas.
Protección patrimonial actual.
Hoy día, tras la protección legal del lugar como "Patrimonio Histórico Nacional" ( 4 de abril de 2017; Declaratoria de sitio patrimonial de las caletas Huanillos y Pabellón de Pica; ver en Internet: Colegio de Arqueólogos de Chile AG, Abril 6, 2017), tal bárbaro despojo sería algo inimaginable, además de estar severamente castigado. ¡Pero tal "Declaratoria", lamentablemente -como en muchos otros lugares de Chile- ha llegado tarde!. En todo caso, felicitamos a los autores de esta laudable iniciativa que debería ser extendida a muchos otros lugares históricos del país.
Saqueo indiscriminado.
Y mejor no hablemos (por respeto) del despojo que se ha verificado tanto aquí como en otros lugares de nuestra costa, de naufragios donde yacen preciados "pecios" (como se denomina en la jerga náutica a los barcos hundidos), y de donde se ha expoliado, en forma desvergonzada e irrespetuosa, ánforas, botellas de vidrio y loza antigua, anclas, armas, campanas y aún cañones pertenecientes a navíos sumergidos por tormentas, huracanes o por efecto de cruentos episodios bélicos. Ojalá que sus actuales poseedores (o sus descendientes) resuelvan un día entregar a los Museos locales estas piezas -algunas de gran valor histórico- que por Ley pertenecen al Estado y que la ciudadanía tiene derecho a conocer, estudiar y proteger para testimonio de las generaciones venideras.
Fig. 2. El área elegida para la sepultación clandestina. Nuestra fiel Chevrolet Blazer, compañera de tantas expediciones. (Foto H. Larrain, agosto 1998).
Fig. 3. El lugar en el momento de nuestra visita. En el extremo inferior derecho, un evidente señalamiento de una tumba mediante filas de piedras superpuestas. (Foto H. Larrain, Agosto 1998).
Desde Río Seco, enfilando hacia el sur, en pocos minutos don Luis nos condujo al lugar de sepultación clandestina; una explanada al pie de los cerros costeros. El espectáculo era grotesco. Varios ataúdes a la vista dejaban ver los cuerpos enteros, semi-momificados. Alguien los había abierto intencionalmente para hurgar en su interior (?). Aunque macabras, mostramos aquí las imágenes captadas ese día por nosotros, con el único objetivo de dejar constancia del hecho.
Fig. 5. Un cuerpo humano en uno de los sencillos ataúdes hechos en pino oregón en el que fueron sepultados. (Foto H. Larrain, agosto 1998).
Fig. 6. Otro de los cuerpos momificados del lugar. (Foto H. Larrain agosto 1998).
Fig. 7. Otro de los cuerpos sepultados aquí (Foto H. Larrain, agosto 1998).
Ceremonia de la reciente inhumación de los cuerpos del cementerio clandestino.
El lugar se mantuvo en secreto hasta que alrededor de un año y medio después de esta nuestra visita (octubre 1999), don Luis Covarrubias logró que autoridades civiles de Iquique acompañadas del Cónsul de China en la ciudad y del señor obispo de Iquique, don Enrique Troncoso se hicieran presentes en la caleta para efectuar la re-sepultación de los restos hallados, en el pequeño cementerio local de Río Seco, rezándose allí un responso por su eterno descanso.
Colecta de huesos humanos en el contorno de Pabellón de Pica.
Junto con la inhumación de los restos del lugar descrito más arriba, se hizo una recolección de huesos humanos dispersos, hallados en la zona vecina de Pabellón de Pica, donde se realizó, igualmente, una pequeña ceremonia junto al monolito conmemorativo de la presencia china. Este monolito fue erigido por la Colonia China residente y porta una leyenda escrita en chino mandarín. No disponemos de su traducción exacta, pero, en opinión de quienes escucharon al cónsul de China ese día, el texto contiene frases muy duras contra el gobierno peruano de entonces que permitió la dura esclavitud de los condenados chinos provenientes en su mayoría de Cantón o Macao, y destinados de por vida al trabajo de las guaneras.
Fig. 8. Monumento erigido en Pabellón de Pica a los guaneros de origen chino por la colonia china residente en Iquique por iniciativa de don Luis Covarrubias. (Foto H. Larrain, agosto 1998, conservada en su Diario de Campo Vol. 65: 52).
Inhumación definitiva de los restos humanos hallados.
Los cinco cuerpos exhumados de este cementerio clandestino, fueron alrededor de un año después retirados del lugar de su primer reposo en un acto solemne, fueron inhumados en el cementerio local de Río Seco presidido por autoridades civiles y religiosas. Presentamos a continuación, como testimonio del hecho, copia de partes del artículo del diario "La Estrella" de Iquique que tomó nota de la ceremonia. El texto es de la periodista Gloria Baltazar. Fue publicado el viernes 1 de octubre de 1999 en la ciudad de Iquique.
Fig. 9. Parte inicial del artículo.
Fig. 10. Don Luis Covarrubias, gestor de esta loable iniciativa.
Fig. 11. Don Luis Covarrubias (izquierda) con el señor Intendente regional de la época.
Fig. 13. Continuación del reportaje. Obreros abriendo la fosa de descanso definitivo de los operarios chinos.
Fig. 14. Al medio don Luis Covarrubias, de lado, conversando con el Intendente regional. A la derecha, el obispo don Enrique Troncoso revestido de la estola ceremonial, rezando el responso en el pequeño cementerio de Río Seco.
Fig. 15. Acto de reconocimiento de la actividad de operarios chinos en las guaneras del litoral em Rio Seco.
Comentario final.
1. No existe evidencia total y absoluta de que los cuerpos hallados hallan sido efectivamente de ciudadanos chinos, operarios de las guaneras. Pero es ciertamente lo más probable, por el hecho de que -como lo confirma la historia- los obreros de dichas guaneras fueron, en un inmenso porcentaje, procedentes de China continental.
2. En opinión de don Luis Covarrubias, estos obreros guaneros habrían sido ajusticiados en el mismo lugar, donde se conservaba -según él- la gran roca junto a la cual eran ajusticiados, quedando marcas de los proyectiles en su superficie. Lamentablemente, por orden edilicia, dicha roca granítica y otras muchas del lugar fueron llevadas a Iquique tanto para labores de protección de borde costero contra las marejadas como para obtener, por corte, hermosas losas de granito para la pavimentación de la calle Baquedano de la ciudad de Iquique, obra del legendario alcalde iquiqueño don Jorge Soria Quiroga.
3. Probablemente -como sostenía don Luis- fueron allí ajusticiados por intento de rebelión o fuga. Antes de su inhumación definitiva, por desgracia no se hizo -que sepamos- estudio alguno de los cuerpos por parte de profesionales competentes (médicos forenses o antropólogos físicos). Habría sido interesante tener la plena confirmación sobre la causa precisa de su muerte y su exacto origen étnico (pruebas de ADN). Don Luis Covarrubias afirmaba haber hallado muestras del plomo de las balas en los cuerpos. Tal tarea, en todo caso, no sería del todo imposible a futuro, si fuere preciso, pues los cuerpos exhumados, momificados, fueron re-enterrados intactos en el cementerio local de Río Seco.
4. La extrema sequedad del desierto costero del Norte, donde raras veces llueve, ha permitido la notable conservación de los cuerpos, los cuales se presentan en un estado cercano a la momificación. Igualmente, la vestimenta ha sido preservada casi intacta. La gran sequedad unida a la presencia de sales de sodio en el terreno arenoso -antigua playa pleistocénica-, ha permitido sin duda, la notable conservación de los cuerpos.
(Fin).
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