viernes, 19 de abril de 2019

Mapa de ubicación y tipo de cultura de los pueblos originarios de Chile hacia 1540: nuestro trabajo pionero del año 1975. Comparando el ayer (1975) y el hoy (2019).


Fig. 1. Parte superior del mapa, que corresponde al habitat de los changos de la costa  norte, aimaras y atacameños o lickan antai, con los colores respectivos para cada etnia. (Regiones chilenas de Arica, Tarapacá y Antofagasta).

Un mapa etnográfico de Chile en  1975.

Prácticamente desconocido resulta hoy, en el mundo de la Historia, Geografía y Etnografía de Chile, el trabajo que elaboramos  en 1975  para la revista ilustrada "Expedición a Chile", cuya edición se inició en dicho año. Nuestro objetivo entonces fue dar a conocer, en detalle, la localización, población, actividad económica y tipo de cultura de las diferentes tribus indígenas de nuestro país.  La nueva revista, sobre la cual hemos escrito un par de capítulos anteriores en este blog,  tenía por objeto dar a conocer rincones ocultos de Chile, ricos en flora y fauna,  hacia donde se podía expedicionar acompañados de  científicos de varias disciplinas. Mostrar a la juventud un Chile bastante desconocido en múltiples facetas, constituyó entonces el gran desafío del grupo de científicos que bajo la dirección del ingeniero  y matemático Alberto Vial Armstrong se reunieron  a fines del año 1974 para discutir y definir los objetivos y alcances de la futura  revista, destinada primariamente a re-encantar a la juventud chilena y a mostrarles su país  con una "nueva lupa":  la expedición guiada por científicos.

En busca de los pueblos autóctonos.

En estas investigaciones del Chile aún oculto o poco conocido,  no podían faltar las expediciones al corazón de algunas de las etnias, habitantes primigenios del territorio patrio: los mapuches y los qawashqar, este último  nombre autóctono de los alacalufes. Descubrir  y presentar a los lectores sus modos de vida, su relación con el medioambiente  y su  cosmovisión  era, sin duda, un tema ineludible si se quería mostrar el rostro aún oculto del Chile, que tan solo los científicos ilustrados o algunos académicos conocían de cerca.  Acercar este conocimiento a toda la juventud nacional, ansiosa  de nuevos derroteros  en las circunstancias políticas difíciles que vivía el país en esas fechas, constituía  no solo un desafío, sino también  un imperativo para enriquecer y profundizar nuestro conocimiento  del propio país. 

Se muestra el modo de vida de los mapuches y qawashqar.

Se eligió para ello, como tema principal de varios fascículos de la revista, el examen del modo de vida de  dos pueblos indígenas, muy diferentes entre sí: los mapuches:  agricultores del centro-sur del país y los alacalufes o qawashqar pescadores-recolectores marinos de los canales patagónicos. Dos etnias en extremo disímiles en su desarrollo cultural, economía  y  población. Mientras los mapuches mostraban una robusta población en incremento, con centenares de miles de representantes, los qawashqar estaban al borde de la extinción,  contando apenas con apenas un par de decenas de  descendientes, que vivían en pequeñas  cabañas de madera donadas por el Estado, en la localidad de Puerto Edén, su último refugio en su tierra ancestral: los archipiélagos patagónicos.  De su antigua  actividad  marina, apenas si quedaban ya rastros, cuando el lingüista greco-francés Christos Clairis Basiliadis los visitó y  estudió su lengua ya moribunda, en su última morada, en el año  1973.  Nuestra revista tuvo el privilegio de acceder a su material fotográfico de primera mano y al relato circunstanciado del propio investigador. Privilegio en realidad, único e irrepetible,  que agradecemos en forma particular.

Como parte de  esta novedosa perspectiva de dar a conocer, además de la flora y fauna nativa, la presencia indígena,  surgió en nosotros el anhelo de  pergeñar un plano o mapa etnográfico de Chile que fuera una guía práctica  para los estudiantes del país.

Observaciones al Plano nuestro de 1975.

El  Plano que aquí analizamos presenta ciertas peculiaridades que lo diferencian bastante de su predecesor, el plano del geógrafo  Pedro Cunill Grau, editado en el Atlas Histórico de Chile del año 1961. Dejamos aquí en claro que no se trató por cierto de una investigación lingüística o socio-lingüística  de nuestro territorio. Su característica básica fue dar a conocer el área territorial en que se desenvolvieron las diferentes tribus o pueblos indígenas del territorio nacional, en la época inmediatamente anterior al contacto español. Pretendía solamente servir de apoyo a la enseñanza de la historia y geografía  en los colegios y escuelas del país.
Sus  diferencias básicas respecto a planos anteriores, como el de Cunill Grau  (1961, cfr. bibliografía) se podrían tal vez resumir en los siguientes puntos:

a)  El Plano se acompaña, por el reverso, de un  extenso texto descriptivo, dedicado a  cada etnia  o grupo indígena. En ese texto, se  muestra su ubicación, se estima el monto de su población, se señala su economía básica (agrícola, cazadora, pastoril o de recolección y pesca), su forma de aprovechamiento del medio ambiente  (su ecología), así como  sus expresiones religiosas,  su lengua propia y su forma de asentamiento en el paisaje. Más abajo, presentamos al lector el texto descriptivo que acompaña al Plano.

b) Cada etnia es señalada con un color particular.

c)  Se agregan, a un costado, imágenes representativas de su vestimenta  y ajuar.

d)  Se  indica el  área de  influencia de su lengua y cultura en el territorio nacional.

e)  Las tribus sureñas de tehuelches y onas se extienden hacia el territorio actual de la Patagonia y Tierra del Fuego de la república argentina, compartiendo territorio en ambas naciones.

f) Y, por fin, se indica en forma simbólica, mediante líneas en zigzag,  las probables zonas de contacto con pueblos y culturas vecinas situadas en las actuales repúblicas de Perú, Bolivia y Argentina.

Por ser el plano muy largo (1m.), hemos optado por presentarlo en dos secciones o partes que mostramos a continuación:

 Fig. 1.  Territorio propio de aimaras,  lickan antai o atacameños  y mapuches.

 Fig. 2.  Área del territorio ocupado por las diferentes tribus del extremo sur, hasta la isla de el Cabo de Hornos.


Fig 3. La simbología empleada por nosotros en el mapa etnográfico del año 1975.

Texto redactado en 1975  ( en la parte posterior del Plano).  Escaneado desde el original.







 Comparando el ayer y el hoy: observaciones finales.

Analizando nuestro plano del año 1975, correspondiente a la situación poblacional indígena en el año 1540 (fecha del arribo de Pedro de Valdivia), podemos con mucho dolor comprobar cómo varias de las antiguas tribus habitantes del país, se han extinguido por completo en el transcurso de cinco siglos y medio. Algún grupo indígena ha sido lamentablemente omitido en este Plano (aunque no en el texto), como es el caso de los tehuelches o aonikénk  que hoy sabemos llegaban hasta el área de Puerto Natales y Punta Arenas y el mismo Estrecho de Magallanes, en sus correrías por la extensa Patagonia  argentina.
Quedan hoy, en el extremo sur,  muy escasos descendientes de los qawashqar y de los yámana o yaganes quienes ya perdieron  su antigua  lengua  y sus costumbres. Idéntica o peor es la situación de los onas, antiguos cazadores de guanacos de la Tierra del Fuego. Los tehuelches subsisten aún hoy en  pequeños grupos de descendientes en la república argentina en las riberas de los ríos Santa Cruz y Río Negro. No quedan indicios de chonos, puelches, poyas  ni de los pescadores  changos de la costa norte. Tampoco de los picunches en la zona central. Los changos  que subsistieron en la zona de Paposo-Taltal (IIª Región de Chile), desaparecen totalmente  hacia la década del 20 ó 30 del pasado siglo. De la antigua presencia diaguita  (IIIª y IVª Región de Chile) solo quedan descendientes lejanos,  fuertemente mestizados y aculturados, los que solo recientemente se han  auto-reconocido como tales y se  han afiliado a la Corporación Nacional de Desarrollo Indígena  Nacional   (CONADI).
En la zona montañosa de Copiapó (cerca de la frontera argentina) quedan restos muy pequeños y dispersos de los antiguos moradores  collas, quienes practican hasta hoy un pastoralismo semi-nómadico de cabras y ovejas en un medio geográfico muy depredado y escaso en alimentos.  Esta etnia no figuraba siquiera en los primeros planos etnográficos ni tampoco en el plano nuestro de 1975 que aquí comentamos, pues su existencia como grupo indígena era por entonces prácticamente ignorada y no estaba registrada oficialmente, ni siquiera en su propia región (IIIª  Región de Chile, Región de Atacama).

Los indígenas en Chile según la Corporación Nacional de Desarrollo Indígena (CONADI).

 La CONADI hoy reconoce la existencia de aimaras, quechuas y lickan antai o atacameños en las provincias del extremo norte. Diaguitas en la  IIIª y IVª Región;  pascuenses o Rapa nui en Isla de Pascua; mapuches  y huilliches en las regiones  VIIIª,  XIXª y Xª.  Los escasos descendientes de qawashqar, onas, y yamana (o yaganes), han perdido por completo su lengua y sus costumbres tradicionales y viven en algunos poblados sureños, como en la  Isla Navarino,  entre blancos, aunque hacen hoy valer con energía sus derechos  a sobrevivir como tales. Estimamos que fuera de sus genes (patentes en su genotipo y fenotipo) y de algunos pocos recuerdos de antaño, es muy poco o nada  lo que en ellos sobrevive hoy de su cultura antigua: se han aculturado totalmente,  y adaptado  hoy al modo de vivir de la mayoría blanca y se han mestizado fuertemente con ellos. En realidad, no tenían otra alternativa para sobrevivir.  O se adaptaban  o sucumbían.

La forzada extinción de  las tribus del extremo sur de América.

El pavoroso exterminio experimentado por estas tribus sureñas de chonos, yámanas, onas, qawashqar, poyas  o tehuelches  (o aonikenk), ha sido descrito, con negras tintas, por diferentes autores. Sucumbieron estas tribus sea a manos del ejército argentino del general Roca  (pampas y tehuelches), o  provocado por  las masacres de algunos grandes hacendados y estancieros chilenos y argentinos de la Patagonia y Tierra del Fuego (caso de tehuelches y onas), o, por fin, por los ávidos comerciantes de pieles de lobos marinos en la zona de los archipiélagos chilenos desde comienzos del siglo XIX  (chonos, qawashqar  y yaganes). Su calvario ha quedado tristemente  registrado en numerosos relatos de misioneros, viajeros, historiadores y descriptores de la Patagonia, tanto chilena como argentina.  (Cf. Thomas Falkner, S.J,  (1809); Guillermo Cox,  (1863); George Chaworth Musters (1871); Martin Gusinde, (1931-37); Lucas E. Bridges, (1950); Mateo Martinic  (1961, 1971); Horacio Larrain  (1986), Rodolfo Casamiquela,(1991) y recientemente,  Luis Alberto Borrero (2001), para no citar sino unos pocos autores de varias nacionalidades que se han referido con cierta extensión  a su habitat y cultura o  a su triste destino).

(Nota:  el presente capítulo solo ha pretendido presentar y dar a conocer a los expertos en Ciencias Sociales y al profesorado nacional la existencia de esta mapa etnográfico de nuestra autoría, diseñado hace ya casi 45 años, y no intenta, en modo alguno, recapitular o examinar  la rica bibliografía existente tanto en Chile como en Argentina sobre  el respectivo poblamiento indígena  y su destino actual).

Bibliografía básica citada.

Borrero, Luis Alberto, 2001, El poblamiento de la Patagonia. Toldos, milodontes y volcanes, Emecé Editores, Buenos Aires.

Bridges Lucas E.,  1950,  Uttermost Part of the Earth,  E. P. Dutton and Co, New York; Inc.;  London,  Hodder &  Stouton.

Bridges, Lucas E., 1952, El último Confín de la Tierra, Emecé Editores, S.A., Buenos Aires.  (traduccion de la obra precedente).

Casamiquela, Rodolfo, 1991, "Bosquejo de una etnología de la Patagonia Austral", Waxen, 3,  41-80.

Cox, Guillermo, 1863.  "Viajes a las rejiones septentrionales de la Patagonia",  Anales de la Universidad de Chile, tomo XXIII, Semestre 2º, 3-103; 151-238 y 437-509. Santiago. de Chile.

Cunill Grau, Pedro,  1961, Atlas Histórico de Chile, Publicaciones de la Liga Chileno-Alemana con ocasión del Sesquicentenario de la Independencia de Chile, 34 mapas, Editorial Zig-Zag, Santiago de Chile.

Falkner, Thomas  S.J., 1809, Description of Patagonia, Two Volumes,  Longman and Co., London.

Gusinde, Martin SVD., 1931-36,  Die Feuerland Indianer, Verlag des Internationalen Zeitschrift Anthropos, 3 Bände [Band I: Die Selk`nam (1931); Band II: Die Yamana (1937);  Band III: Anthropologie der Feuerland Indianer (1930)], Mödling bei Wien.

Larrain, Horacio,  1986, Etnogeografía,  Colección "Geografía de Chile"  Tomo XVI, Instituto Geográfico Militar, Santiago de Chile, 285 p.
                                            
Martinic, Mateo, 1961, "Los Tehuelches, antiguos habitantes de nuestras estepas patagónicas", Revista Revista Geográfica Terra Australis, Nº 9, 52-59.

Musters  Chaworth, George,  1871, At home with the Patagonians,  Cambridge University Press. London.














1 comentario:

Dr. Horacio Larrain Barros dijo...

Recibo desde Valparaiso donde reside, el siguiente comentario a los capítulos recientes del blog, del arquitecto Miguel Eyquem, eminente profesor de la Universidad Católica de Valparaiso:

Querido Horacio: mucho he demorado en tu lectura riquísima. El Blog al tener fondo obscuro que lo distingue de otros escritos, hace destacar la letra con menor contraste, y así me cuesta mucho la lectura. Perdóname, pues es un material que exige su tiempo.
El panorama apareciendo paso a paso, en nuestra imaginación, del desierto, nos hace maravillarnos ante cada nombre. Pueblos nativos a los cuales es difícil atribuirles antigüedad y aún origen. Nos abres las puertas de un misterio cada vez.
Se transforma en un territorio maravilloso, nos conmueve y nos llena de curiosidad. ¿De dónde ha surgido en ellos esa sabiduría, ese saber hacer, saber vivir?.
Nos has descubierto un mundo extraño y maravilloso, descrito con tu severidad de científico. A Lucho Peña le habría gustado mucho.
Por mi parte solo puedo decirte que continúes tu maravilloso trabajo.
Sé que requiere un gran esfuerzo. Sin esfuerzo no alcanzaría este valor.

Un gran abrazo. Amicalement,

Miguel Eyquem