miércoles, 26 de febrero de 2014

¿¿Existe algún signo de vida en el desierto más extremo de la tierra?: enigmáticas manifestaciones de vida animal en el desierto de Tarapacá.


                               
Fig.1.  Un solitario huevo de ave  en medio de la inmensidad del desierto, e intacto. ¿Algo raro, verdad?. ¿Qué ave se atrevió a poner aquí?. Lo halló nuestro colega y amigo  Luis Briones Morales, investigador piqueño,  parte de nuestro equipo de investigación del Qhapaqñan. (31 Enero 2014; foto H. Larrain ). La presencia de este solitario huevo, "puesto" en medio de la inmensidad del desierto, es motivo de esta nuestra reflexión de hoy. (Escala gráfica de 20 cm de longitud).

En medio de la desolación y  esterilidad total.

En el desarrollo del Proyecto de la Universidad Arturo Prat  sobre el "Camino del Inca" o Qhapaqñan por la depresión intermedia o pampa del Tamarugal, en los años 2013 y 2014,  nos hemos topado con signos de vida animal en los sitios más inhóspitos imaginables. En pleno desierto,  en el que solo arenas,  pedruzcos o limos finos son visibles a simple vista, y hasta donde la vista se pierde en la remota lejanía, hemos tropezado con sorpresas que  nos han hecho reflexionar sobre la insospechada capacidad de la vida para sobreponerse a los sitios más extremos, donde no existe ni agua, ni vegetación de ninguna clase,  un calor diurno casi insoportable  y temperaturas  que pueden descender  bajo cero grados centígrados durante la noche. Desierto implacable que el geógrafo alemán Wolfgang Weischet bautizó acertadamente como "el desierto más extremo de  la tierra". (Weischet, 1966, 1975). 

Signos de vida vegetal y animal  en zona de desembocadura de quebradas.

No es sorpresa, por cierto, alguna hallar signos de vida vegetal y animal  en el área misma de la desembocadura de las quebradas  tarapaqueñas, aún las más secas y estériles, como Quipisca, a pesar de que allí no llueve prácticamente nunca.  Los Tambos, Maní, Sipuca, Piscala y otras quebradas más pequeñas,  innominadas,  alcanzan  la depresión intermedia inmediatamente al Norte del río Loa,  donde los aluviones,  de tarde en tarde, bajan por las quebradas, en los meses de Enero, Febrero o Marzo, inundando a veces extensos sectores de la pampa. Algunos más potentes, llegan a alcanzar y aún sobrepasar la ruta Panamericana  Norte-Sur o Ruta 5, formando enormes charcos o lagunas someras, que perduran por espacio de muchos meses. Obviamente estas aguas impetuosas arrastran hasta el desierto  diversas formas de vida: troncos, rizomas, tubérculos,  raíces, semillas variadas; pero también insectos, pequeños mamíferos (ratones) y hasta  arañas y escorpiones.   Así, puede llegar a desarrollarse, en cauces habitualmente secos, en pleno desierto,  una vida vegetal efímera, que logra perdurar por algunos meses y aún años,  como lo hemos observado personalmente  en la desembocadura de la quebrada de Quisma  en 2012 y 2013. (Vea el capítulo de nuestro Blog titulado: "Una nueva visita a la pampa anegada por el aluvión de Marzo 2012: floración tardía y vida animal", editado el 31 de Agosto del año 2012).

La sorpresa auténtica  es hallar signos inequívocos de vida actual  en áreas de desierto pleno, muy alejadas de estos episodios  esporádicos de aguas altiplánicas, portadores de vida efímera,   que cada cierto número de años, inundan  algunos sectores (siempre los mismos),   de la inmensidad de la  Pampa del Tamarugal.

La vida se concentra allí donde hay vegetación.

Tampoco es sorpresa hallar dichos signos de vida  en sitios donde  el tamarugo, (Prosopis tamarugo, Phil) desde tiempos inmemoriales,  se ha asentado en la pampa, constituyendo  bosquetes o grupos aislados de ejemplares que disfrutan del agua subterránea, o freática,  a poca profundidad, en sitios de antiguos salares y lagos del Pleistoceno final u Holoceno. Porque asociada al tamarugo existe una variada  gama de especies animales (roedores pequeños, insectos, arácnidos, escorpiónidos etc.)  que utilizan el tronco, la corteza, las ramas o las flores del tamarugo para  nutrirse y realizar allí su ciclo vital. Así, hemos constatado también  la presencia de ejemplares de mariposas  de la familia Lycaenidae,  (Lepidoptera), o especies de avispas (Hymenoptera, Vespidae)  rondando sus flores,  o Coleoptera, de varias familias y  especies   (Tenebrionidae, Ptinidae),   en torno a sus troncos, cortezas, hojas secas  o semillas caídas.  Cada especie arbórea o arbustiva  nativa (es el caso del tamarugo, el algarrobo, la retamilla o la sorona)  suele tener sus huéspedes habituales que conviven  (en una especie de peculiar simbiosis) con el árbol o arbusto. Convivencia  o simbiosis [etimológicamente es lo mismo] que  se ha dado allí desde hace  muchos milenios o tal vez decenas de milenios, a partir del momento en que se secaron definitivamente  los lagos pleistocénicos, hace unos  9.000 o  10.000 años atrás, a lo menos.

La gran sorpresa es hallar signos de vida animal donde hoy no hay absolutamente nada, en muchisimos kilómetros a la redonda donde,  hasta donde se extiende la vista, sólo es posible avizorar  inacabables llanuras de arena y piedra de antiquísimo origen volcánico, en cambiantes tonos de grises,  pardos o amarillos. Ni siquiera antiguos cursos de agua. ¿Qué hace la vida animal en tales lugares, y cómo llegó hasta allí?.  Sobre  este tema  quisiéramos reflexionar hoy, con ejemplos concretos.

"Desierto"  significa yermo, desamparado,  abandonado.

Aportaremos aquí fotos y datos precisos de los hallazgos que nos han parecido algo muy fuera de lo común que nos permiten  pensar que, después de todo, el desierto no es tan "desierto" como lo creímos en un principio.  La voz  castellana  "desierto", viene directamente de latín "desertus" (desertus-a-um),  participio del verbo deserere,   que significa  "abandonado, yermo, desamparado, destituido de vida".  Pero cuando en medio de este "desamparo" hallamos signos de vida, de inmediato se nos viene a la mente  la inagotable capacidad de la vida para poblar todos los ambientes, aún los más inhóspitos e inaccesibles.

Fig. 2.  En medio de la nada,  aparece  este montículo aislado, irguiéndose unos  3 metros por sobre el suelo de la pampa, notablemente plano, de los alrededores. Parecería ser un cerrillo natural, pero no lo es. Ha sido  formado por las arenas caminantes y el follaje descompuesto de un antiguo tamarugo que aquí  se irguió un día, hace  tal vez unos 150-200 años atrás, hasta que fue talado  y convertido en carbón por leñadores de la época del salitre. ¿Cuántos siglos alcanzó a vivir, como para formar  tan enorme volumen de  suelo a su alrededor?. Tal vez 200; tal vez 300 años.   Tal vez mucho más. Pero, ¿cómo  sabemos  que aquí hubo in illo tempore  un árbol gigantesco?.  Las figuras siguientes,  3 y 4 nos dan la inmediata respuesta.  (Foto H. Larrain).


Fig. 3.   Trozos de  tronco de tamarugo a medio quemar   y fragmentos de  carbón de esta misma leña.. (Foto H. Larrain  Escala de 20 cm.). 

Fig. 4.  Trozos pequeños de leña a medio carbonizar.  Aquí, a un costado  del montículo, vimos  un área  de tierra gredosa, cocida y calcinada, color rojizo. Signo inequívoco de que aquí mismo los leñadores y carboneros  instalaron un horno para hacer carbón, codiciado producto que vendían a buen precio en las Oficinas salitreras  de los alrededores. En este período salitrero, la casi totalidad de los árboles de tamarugo que otrora  poblaban la pampa,  fue convertido en carbón para alimentar  los insaciables calderos  de las oficinas de Paradas, y, posteriormente, de  las Oficinas que funcionaban con el sistema Shanks.  (Foto H. Larrain).


La presencia de aves.


Cuando caminábamos en pos de las huellas del Inca, en medio de la sequedad y soledad  infinita, de pronto surge esta sorpresa:  a solo unos metros de la huella tropera, Luis Briones descubre este huevo  intacto.  Nuestra sorpresa fue grande.


Fig. 5.  El huevo estaba ya empollado.  Enteramente reseco, el embrión  estaba suelto en su interior. ¿De qué avecita pudo ser?. ¿Qué hacía esta ave en este lugar inhóspito y siniestro?.Nos vino la curiosidad por averiguarlo.  El huevo medía  6,16 cm de largo  por 4,186 cm de ancho máximo  En un primer instante, pensamos en la posibilidad de que fuera un huevo de la gaviota "garuma" (Larus modestus Tschudi)), ave que  tiene sus  colonias de nidificación en el desierto interior, tal como lo comprobó ya  en  el año 1919,  el ornitólogo norteamericano  J. B. Goodall cerca de la Oficina Salitrera "Centro Lagunas", en el desierto de Tarapacá. ( Vea la obra:  Las  Aves de Chile, su conocimiento y sus costumbres, de  J. B. Goodall y  y R. A. Philippi B.,  Tomo II, 1951:  268-270).  Allí relata su autor el hallazgo de una colonia de garumas,  entre los cerros.  Esta especie de gaviota es la única en el mundo que  nidifica en el desierto interior, a veces hasta más de 100 km de la costa,  en lugar de hacerlo en  la costa como todas sus  congéneres.   (Foto H. Larrain; Escala de foto:   20 cm.)

Los "garumales".

De la existencia de estos "garumales", en el corazón del desierto, a veces  a más de  120-130 km tierra adentro, nos  hablan ya las crónicas salitreras. En efecto, bien sabían los obreros salitreros de Tarapacá y Antofagasta acerca de la extraña costumbre de esta gaviota  de nidificar en pleno desierto, en lugares solitarios y pedregosos. Allí acudían a recoger sus huevos, por centenas, para venderlos a buen precio en las Oficinas.. Personalmente, tuve ocasión de acompañar en Noviembre del año  1986  al ornitólogo  Carlos Guillermo Guerra,  científico de la Universidad de Antofagasta,  a los altos de Gatico, donde hallamos  una colonia nidificando con numerosos polluelos y huevos. ¡Un  espectáculo impresionante!. A nuestra llegada, hacia las  18.00 hrs. el ruido de los adultos alertando sobre nuestra presencia intrusa, era ensordecedor. Había centenares de aves adultas que recién habían regresado desde el mar, con su buche lleno,  trayendo alimento fresco  a sus polluelos.

Las dudas.  ¿Qué especie depositó este huevo aquí?.

Nuestro huevo  se ve hoy de un color blanco muy puro, con pequeñas manchas o pintas de un color gris (¿o tal vez café, muy desteñido?) muy borrosas, que se agolpan hacia el extremo más aguzado del huevo.  Además, la garuma  busca como sitio de nidificación  lugares donde haya piedras de buen porte, (de  10 a 30 cm de dm) y ojalá de color oscuro, para que  la piedra al calentarse con los rayos del sol durante todo el día,  ayude a empollar el huevo durante las horas cálidas del día, en ausencia del ave.  El lugar de este hallazgo no cumplía en absoluto con este requisito; allí solo había una pampa de arena infinita y guijarros o pedruzcos de  muy escaso tamaño, inútiles para el efecto buscado. Tampoco se veía allí las características señas de su abundante deposición (manchas blancas) sobre el terreno, inconfundibles. Tales señas de deposiciones blancas hemos visto en abundancia, en zonas de paso del  ave tierra adentro, procedente de la playa,  en época de postura. Pero este verdadero "corredor de paso" del ave en procura de sus nidos  tierra adentro, lo vimos  a corta distancia al N del río  Loa. Aquí, en cambio, estábamos bastante más al Norte, a unos 20-30  km al N del Loa.  Así que, con tales premisas in mente, descartamos en un principio esta hipótesis. Inquietos e insatisfechos, sin embargo, quisimos exponer esta situación  a nuestro amigo y biólogo de Antofagasta, el Dr. Roberto Aguilar P.,  estudioso de esta gaviota del desierto.

Su respuesta es de gran interés. Héla aquí:

"En relación al huevo: mi primera impresión al ver la foto, es que la imagen se aproxima más a un huevo de gaviota garuma,  el cual esta decolorado por acción de la radiación solar pero es posible distinguir las manchas oscuras (café?) y  las medidas del huevo se ajustan a los rangos que nosotros hemos medido para los huevos de garuma. Refuerza mi impresión el hecho de que cerca de Quillagua,  hay un sitio de nidificación de esta especie. Yo estuve por esa zona el año pasado y encontramos evidencias del paso de éstas, pero no encontramos su sitio de nidificación. En mis recorridos por el desierto, varias veces hemos encontrado huevos abandonados en lugares apartados de los sitios de nidificación y en algunas oportunidades, éstos estaban al lado de rocas, lo cual derechamente nos indicaba que no eran nidos;  probablemente el viento los había arrastrado a ese lugar.  Usted indica en su blog, que donde encontraron el huevo, no parecía ser un nidal de garuma, pero la verdad es que nosotros hemos observados un par de veces nidos aislados, en lugares muy diferentes a los tradicionales, que no ha hecho preguntarnos sobre qué condiciones gatillan la postura de los huevos en lugares tan apartados de donde lo hacen sus congéneres. En general , la conducta de esta ave a mi me sorprende cada vez más. En el caso que mi identificación fuese acertada, mi hipótesis sobre la postura de ese huevo tendría relación con una hembra primeriza y que ésta fue  su primera postura". (subrayado nuestro).

De acuerdo a esta clara respuesta del experto, el huevo encontrado correspondería efectivamente a un huevo de la gaviota garuma (Larus modestus) que  el viento, seguramente, arrastró un buen espacio fuera del área normal de nidificación que podría estar cerca; o simplemente, fue  un  huevo de un ave primeriza, depositado por el apremio en cualquier parte.

Observe Ud. huevos y polluelos de la gaviota garuma.

Las cinco fotografías que   a continuación presentamos aquí,  nos han sido enviadas por el biólogo Roberto Aguilar Pulido, desde Antofagasta quien las tomó en un garumal que ha estado estudiando. Con su plena autorización, pues,  las ponemos aquí en beneficio de nuestros  lectores y admiradores.


Fig. 6.  Tres huevos y un polluelo de la gaviota  garuma que tiene  pocas horas de nacido. (Foto Roberto Aguilar).



Fig. 7.  El ambiente totalmente desértico del garumal, sitio elegido por la colonia de Larus modestus para nidificar, muy lejos del mar. Observe la gran cantidad de piedras y guijarros presentes. stos, durante el sol abrasador, retienen el calor por horas, lo que favorece el desarrollo del embrión. (Foto Roberto Aguilar).  . 



Fig. 8.  Este huevo ha sido comido y depredado por  el  único enemigo que tiene esta gaviota, el jote: (Cathartes aura),  Cuando esta especie carroñera descubre  un sitio de nidificación, se ensaña, destruyendo los huevos y ahuyentando a la colonia,  como lo muestra esta foto.  La respuesta de la colonia es cambiar rápidamente su  lugar de nidificación para  estar a salvo de estos temibles  merodeadores. Observe las manchas color café de los huevos.(Foto Roberto Aguilar). 



Fig. 9.  La nidada puede llegar a tener hasta cuatro huevos.  Observe la pequeña depresión  echa en el suelo por las aves, antes de  poner. Fíjese, igualmente, en las deyecciones color blanco  sucio que  tapizan las piedras cercanas. (Foto Roberto Aguilar).


Fig 10.  Una nidada compuesta de dos huevos, depositados en una minúscula depresión hecha en el terreno pedregoso. (Foto Roberto Aguilar).


Roedores del desierto.

La foto que mostramos más bajo, nos muestra, en cambio, otro componente ocasional de esta fauna terrestre,  un roedor o ratoncito,  de cola tan larga como todo su cuerpo. ¿ De qué especie se trata aquí?. ¿Será el conocido roedor  del Tamarugal, conocido como tuco-tuco (Ctenomys fulvus robustus)?. Consultando la obra de Guillermo Mann (edit. Jorge Artigas), "Los pequeños mamíferos de Chile...." , publicada en la revista Gayana Nº 40, Universidad de Concepción,  (1978: 292),  nos atenemos a creer que ésta sea la especie aquí hallada. Tanto el habitat como el tamaño y el color (pelaje amarillento claro) , corresponden al hallazgo. Pero aún no lo sabemos con certeza.  Lo hallamos en pleno desierto, muy lejos de cauces eventuales de agua  y a muchos kilómetros del área aún arbolada del Tamarugal. y nos sorprendió hallarlo aquí, enteramente reseco. ¿Habrá sido arrastrado, a pesar suyo, por una correntada de aluvión, de la que logró zafarse con dificultad para perecer ante el implacable sol diurno del desierto?.  Tal vez. Nunca lo sabremos. Esperemos que los zoólogos nos confirmen su nombre científico exacto. Lo cierto es que aquí no podría vivir, por carecer absolutamente de alimento. El largo total de este roedor desde el extremo de la cola hasta el extremo del hocico  alcanza aproximadamente unos  13  cm  .La cola medía prácticamente  la mitad.


Fig.11.  Ratón del desierto., probablemente el "tuco-tuco" del Tamarugal ¿Cómo llegó este ejemplar a este lugar inhóspito y sin  vida alguna?. Es un enigma para nosotros, pero, a la vez,  una gran  enseñanza: la vida se hace presente  en los lugares más recónditos e inesperados  (La escala gráfica de la foto  mide 20 cm en total)..

Fig. 12.  Nuestro lugar de campamento en la expedición a Quillagua, al amanecer.  Aquí hallamos señas de visitantes anteriores y de acampada, bajo la protección de estos cerrillos que nos defendían bastante del viento sur.  (Foto H. Larrain).

 La presencia de mamíferos.  ¿Existen zorros herbívoros?.

El único mamífero que recorre normalmente los senderos más apartados del desierto es el zorro pequeño o zorro chilla  (Pseudalopex griseus domeykoanus). Se le halla por doquier.  Hemos encontrado varias veces sus huellas frescas, nítidas, indelebles,  entre las huellas del "Camino del Inca", pero hasta ahora, no hemos tenido la ocasión de  verlo allí. También hemos hallado no pocas veces sus fecas, repletas de semillas, de las que se ha alimentado. En cambio, nos ha sido dado verlo, con una relativa frecuencia,  en los cerros de las cordillera de la costa, en el sitio del oasis de niebla de Alto Patache, a 65 km al Sur de Iquique, en las cercanías de la costa.   (Vea Fig. 8, más abajo).

Fig. 13.  Fecas del zorro chilla   (Pseudalopex griseus domeykoanus), compuestas en su mayor parte por semillas de algarrobo (Prosopis alba), seguramente consumidas por el animal en el oasis de Quillagua, donde abunda esta especie vegetal. Pero aquí nos encontrábamos a unos  20-25 km al Norte de este río (el Loa),  en medio de  un paisaje desolador, absolutamente carente de vida.  Esta especie de zorro es reconocidamente andariega y recorre prácticamente  todos los senderos y huellas del desierto. Es capaz de comer  diversas semillas, hojas tiernas y aún flores, cuando su alimento normal escasea o está ausente (presas vivas).  En la zona central de Chile come semillas de litre, peumo y boldo; aquí, semillas de algarrobo, molle y seguramente otras más a falta de otro alimento. Por tanto   podríamos afirmar legítimamente que es un animal de facto  omnívoro aunque genética y taxonómicamente sea un carnívoro. (Foto H. Larrain).

Fig. 14.  En este paisaje, y junto  al hito indicado al costado izquierdo de la foto  (personaje con casaca roja) se halló este excremento de zorro, junto a elemento culturales  de época indígena (cerámica)..(Foto H. Larrain).

Fig. 15.   Huellas paralelas en forma de rastrillo, evidencia clara del paso de   numerosas caravanas de animales  (llamas, mulas y burros)  desde tiempos remotos, y que forman parte del antiguo Camino del Inca o Qhapaqñan  que cruza el desierto tarapaqueño. Norte de Quillagua.  Note Ud. la falta absoluta de vegetación  por muchas decenas de kilómetros a la redonda. (Foto H. Larrain).

Mariposas  en pleno desierto.

En una ocasión  cerca de la quebrada de Cahuisa, en Noviembre del 2013, en medio de un paisaje desolador y en extremo árido,, vimos  revolotear y acercarse a la camioneta, atraída por su color rojo, un hermoso ejemplar macho de la hermosa mariposa Hyles annei,  (de la Familia de  Sphingidae). Pudimos haberla capturado fácilmente.  Esta especie  de mariposa,  y frecuentemente también  la hermosa rojinegra Cynthia carye Hübner, 1812 (Familia Nymphalidae),  la  hemos topado en ocasiones muy lejos de lugares vegetados, en pleno desierto. El fuerte viento pampino, probablemente,  la arrastra a veces  muy lejos de su habitat normal. Además, siempre nos hemos preguntado qué especie vegetal eligen estos andariegos lepidópteros para desovar y criar allí  sus larvas. El tema es  complejo, pero intrigante. Sospechamos se trate, en estos parajes  de la pampa inmensa, de una de las plantas más resistentes a la sequía y que hemos visto con alguna frecuencia en quebradas secas, vivas y lozanas. Se trata de Huidobria fruticosa, planta de la Familia de las  Loasaceae, planta no urticante que se aferra con dientes y uñas al lecho seco de arroyos esporádicos. Solo dos especies de esta planta  reconocen los botánicos  para Chile. Esta planta, según me comunica  el botánico  Sebastián Teillier, es  un verdadero portento, por su extraordinaria capacidad para retener el agua, sobreviviendo en cauces totalmente secos por muchos años. Ha sido muy poco estudiada  en este aspecto, de tanta importancia en un desierto. (Vea nuestro capítulo en este mismo  Blog con el nombre: "Plantas resistentes a la sequía....",  22 de Octubre 2013).

Moraleja.

Rarísimo será el lugar  por desolado y  estéril que parezca,   que no nos muestre algún signo de vida, aunque sea éste tan solo transeúnte. Las fotos aquí  mostradas son elocuentes.