Fotografía del P. Le Paige en la obra de Mario Orellana Rodríguez titulada
Historia de la Arqueología en Chile.
Revisando viejos "
Diarios de Campo" míos (Volumen 14, Año 1980: págs. 47-49), ya estropeados por el paso del tiempo, me encuentro de súbito con este artículo nuestro sobre el Padre Le Paige, escrito la noche misma de su solemne despedida fúnebre en la iglesia del Colegio San Ignacio.
Materiales para una biografía científica de Gustavo Le Paige, S.J.
Me he impuesto el deber de reunir en este Blog, toda la información que hasta ahora me ha sido posible recabar sobre su vida y su obra. Hemos así logrado juntar bastante información, tanto de textos escritos como en fotografías, material que se hallaba muy disperso, en diarios y revistas, y que podrá servir un día para escribir la verdadera biografía que se merece. Lo escrito hasta ahora por Lautaro Núñez (
"Cronología de una misión", 1993 ) y por el periodista francés Christian De Brulle (
Le dernier roi de l´Atacama, 2010) presenta, a mi modo de ver, más bien un carácter anecdótico y apresurado y no logra penetrar en el legado profundo, tanto espiritual como científico, del Padre Le Paige. Tenemos la impresión que se soslayan o se eluden allí los temas de fondo. Ambas biografías son, sin duda, excelentes para mantener informado al turista común acerca del creador del Museo, pero no satisfacen al historiador o al investigador serio del pasado. A nuestro juicio, bastante más hondo caló el arqueólogo de la Universidad de Chile Mario Orellana, al analizar su legado, en su trabajo de síntesis:
Historia de la Arqueología en Chile, 1996, pp. 184-188). Algún día alguien -así lo esperamos- emprenderá esa nada fácil tarea de reinterpretar y revalorizar el legado del jesuita arqueólogo. Para ello, habrá que rastrear y mirar con lupa y bisturí en todos sus escritos y hurgar pacientemente en su "Diario de Campo" en busca de pistas, sugerencias o respuestas. Espero que los capítulos que en este Blog le hemos dedicado con especial afecto y cariño, contribuyan de alguna manera a esa indispensable tarea.
Copio textualmente de mi Diario de Campo, Volumen 14, del día 21/05/1980:
"Hoy hemos tenido [en la iglesia del Colegio de S. Ignacio] las solemnes exequias del P. Gustavo Le Paige, S.J., fallecido el día 19/V [19/05] a las 8 hrs. l0 m. de la noche, en su aposento del Colegio S. Ignacio, en Santiago. Imponente ceremonia celebrada por el Provincial de los Jesuítas, P. Fernando Montes y concelebrada por unos 50 sacerdotes, jesuítas y clérigos.
El P. [Fernando] Montes, en su homilía, se refirió a Le Paige como el hombre que supo aunar una fe grande en Cristo, con un amor apasionado por la ciencia arqueológica. Había muchas personalidades presentes, entre ellas, don Jorge Alessandri, ex Presidente de Chile. Leyó el P. Montes trozos de cartas del P. General jesuita, Padre [Pedro] Arrupe de los años 1977 y 1978, en que le felicitaba por su obra y le animaba a proseguirla. Mucha unción y devoción en la gente, incluso modesta, que al final de la ceremonia se acercó al féretro para tocarlo. Vi su faz [en su ataúd] antes del comienzo de la Misa: muy flaco y demacrado. Durante las dos última semanas, según me contó su enfermero José Mendoza, ya no tuvo conocimiento y el último día [el 18 de Mayo] se negó a comer. [Un] cáncer avanzado a la próstata fue su enfermedad.
El diario del día 21/V señalaba que sería enterrado en San Pedro de Atacama, en el cementerio del pueblo. Según la misma fuente, el nuevo cura del pueblo es George Serracino, que fuera el compañero de faenas y de apostolado del P. le Paige y que fuera prácticamente "expulsado" de San Pedro por el jesuíta [belga] por las intrigas tejidas ...[omito por razones obvias la referencia que sigue]. ¡Ironías del destino!. Serracino recibirá hoy (22/V) en San Pedro y bendecirá la tumba de Gustavo Le Paige, de quien recibiera, al final, tantos improperios: "es el demonio en persona", llegó a decir Le Paige de Serracino, en un arrebato de furia....".
"Anoche (21/V) he escrito unas páginas sobre Le Paige que enviaré al "Mercurio". Es parte de mi deuda de gratitud con él". (Diario, 21/05/1980: 48-49).
Comentario. Aquí, a continuación, reproducimos gustosos para nuestros lectores este trabajo, perdido ya en la lejanía de la historia:
El artículo publicado tal cual fue editado en el diario "El Mercurio " de Santiago:
Fig. 1. Foto archivo de Diario "El Mercurio" deSantiago. Le Paige en los tiempos del viejo Museo. hacia 1970.
Fig. 2. Texto del artículo aparecido en "El Mercurio" a fines de Mayo de 1980.. En esa fecha, me desempeñaba como Subdirector del Instituto de Geografía de la Universidad Católica.
Dedicatoria al pueblo lickan antai.
Quiero dedicar con afecto y cariño particular este pequeño recuerdo a los atacameños de hoy. Por años (1984-1992) tuve el enorme privilegio de recorrer palmo a palmo el territorio atacameño o lickan antai, desde las vertientes del Loa superior hasta el oasis de Tilomonte, tratando de afianzar y robustecer su identidad como pueblo mostrándoles con orgullo el pasado y sus producciones culturales. Más de alguno recordará todavía las sesiones nocturnas en cada uno de sus pueblos, en que, gracias a la proyectora de diapositivas, iba yo mostrándoles, como en un espejo, su propia cultura. Recurrí a todos los argumentos antropológicos posibles para que se irguieran como un pueblo altivo ante las autoridades que trataban de someterlos al juego sucio de la propaganda política barata que sólo lograba separarlos y enfrentarlos en bandos opuestos. Llegué hasta hablar con el Intendente de la época aduciendo el mal que se estaba haciendo al pueblo atacameño y su cultura milenaria. No se nos escuchó. En este afán, yo pensaba - y sigo pensando hoy- que seguía fielmente los pasos marcados por le Paige, "el gran descubridor de San Pedro y su cultura".
Amigos lickan antai: nunca olviden a aquellos que echaron los cimientos de su renacer cultural actual. Primero, el cura párroco de San Pedro, Emilio Vaïsse, francés, autor principal del "Glosario de la Lengua Atacameña" (1896); luego, sin la menor duda, Gustavo Le Paige S.J, el jesuíta belga creador del Museo Arqueológico, que les acompañó durante 25 largos años (1955-1980) y los hizo ser conocidos y famosos en todo el mundo. Sus aportes son hoy básicos para el proceso de re-etnificación en marcha, en el que los actuales líderes está comprometidos. Si no hubiera sido por estos dos colosos de la cultura es probable que su aldea fuera hoy tan ignorada como tantas que yacen hoy, apenas sobreviviendo, a la vera del Camino del Inca. Observo con mucho pesar que existe hoy en San Pedro entre algunos líderes olvidadizos, una cierta conjura para opacar o desteñir su nombre y su legado.Vano intento, en verdad. Porque la historia, "maestra de la vida", dirá un día otra cosa y saldrá por los fueros de la verdad. Como el apóstol San Juan, diremos una vez más: "la verdad os hará libres". (Juan 8:32).
2 comentarios:
Estimado Profesor:
Sin duda, hoy gran parte de la existencia del pueblo Likanantai
se debe al Padre, por haberlo puesto en el contexto mundial.
El desarrollo del pueblo de San Pedro de Atacama y, en general,
el de los pueblos andinos, se debe significativamente al trabajo
de este pionero visionario sobre la prehistoria del hombre de Atacama.
Hoy se confirman sus teorías propuestas tantos años atrás, y los avances que él consolidó, no solo fueron en lo social, sino significativamente en lo científico.
Hoy, con la vorágine de nuestro tiempo, acostumbramos a opinar sin
el más mínimo interés de documentarnos sobre las materias que citamos.
De esta forma, se tiende a desconocer el aporte de Le Paige no solo
entre algunos comuneros, sino también en el ámbito académico. Como única
explicación encuentro una total ignorancia y falta de interés en
conocer uno de los aportes humanos más significativos que tuvo el
privilegio de recibir esta amada tierra.
Afectuosos saludos.
Osvaldo Rojas Mondaca.
Estimado Osvaldo:
Me he permitido incluir aquí su valioso comentario, enviado a mi mail, en este capítulo dedicado al recuerdo del P. Gustavo Le Paige.
Permítame algunas reflexiones.En efecto, concuerdo plenamente con Ud. en que se ha tratado de tender un "manto de sombra" o, tal vez un "manto de duda" sobre la validez, rigor o acuciosidad de las investigaciones arqueológicas del sacerdote belga. Aunque el no era un arqueólogo profesional - de de esos que obtienen sus pergaminos en alguna Universidad de prestigio- tenía sólidos fundamentos en Etnografía, gracias a su experiencia de muchos años en Zaire (ex Congo Belga), y trabajó durante meses con arqueólogos de prestigio (como Edward Lanning, Mario Orellana o Jorge Kaltwasser, entre otros más), de los cuales ciertamente aprendió no poco. Este contacto se pudo notar en él con el correr de los años.
Sus "intuiciones" arqueológicas, aunque inicialmente contagiadas de reminiscencias paleolíticas de la Vieja Europa, han resultado hoy realmente sorprendentes a la luz de los últimos descubrimientos, retrotrayendo la antigüedad de la cultura atacameña a fechas muy antiguas, hasta hace poco tiempo insospechadas.
Nada nos extrañaría que futuras investigaciones en Calar, Tambillo o Tulán y otros sitios cercanos al Salar de Atacama nos arrojen en el futuro fechas de poblamiento u ocupación anteriores a los 12.000-14.000 A.C.
De hecho, en la medida en que se excave en los sitios precisos (y aquí está lo difícil: poder dar con ellos!) tales fechaciones se irán acercando a los 15.000 A.C. Es cuestión de afinar los métodos de datación y, al mismo tiempo, atinar a encontrar los lugares antiguamente ocupados (cuevas, cavernas aleros rocosos) en razón de consideraciones paleo-ecológicas que hoy día nos resultan cada vez más comprensibles.
Los lugares de ocupación actual, subactual o de tiempos del Holoceno temprano (a partir de los 8.000 A.C.), tal vez nada tienen que ver con las preferencias topográficas de las bandas nomádicas de cazadores andinos de los 20.000-15.000 A.C. que nos dejaron sus huellas y artefactos primitivos en Ghatchi y Loma Negra.
En este sentido, Le Paige tenía mucha razón cuando exploraba con curiosidad en las orillas del gran lago antiguo de Atacama, en Tambillo o en Tilopozo, cuyas antiguas vertientes sin duda podrían delatar aún hoy su antiquísima y ya borrada presencia.
Dr. Horacio Larrain (Ph.D.)
Centro del Desierto de Atacama, Pontificia Universidad Católica de Chile.
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