jueves, 17 de marzo de 2011

Alca, una comunidad aymara desconocida: origen y destino.

Foto 22. En las riberas del Salar del Huasco. El ganado de llamos y ovejas pastando plácidamente en el bofedal próximo a la vivienda de los Lucas Ticona. Los arbustos que pueden alcanzar hasta 1 m. de altura son t´olas (Baccharis sp.) excelente alimento del fogón familiar y del ganado auquénido (Foto H. Larrain, Noviembre 2010).

Foto 21. El bofedal aledaño a la vertiente "Guallata", próxima a la vivienda de la familia Lucas Ticona (Foto H. Larrain, Noviembre 2010).

Foto 20. Miembros de la familia Lucas contemplan el llamito blanco, profusamente "floreado" y recién sacrificado en el corral, en el rito propio del "Floreo", para la festividad de San Juan (Foto álbum familia Lucas).

Foto 19. El sencillo fogón de la vivienda, que ayuda a mantener el calor en el ambiente gélido invernal. Troncos de t´ola arden vivamente en la ninaqheri, o rústica cocina. Allí emplea doña Demetria su qhistuña y su phusaña, para sacar las cenizas o avivar el fuego, respectivamente.

Foto 18. La sencilla vivienda de la señora Demetria Ticona, madre de los Lucas Ticona arrimada a la ladera en la margen occidental del Salar del Huasco. Aquí vive con sus hijos Pedro y Margarita que la acompañan en las labores diarias de pastoreo del ganado. (Foto H. Larrain).

Foto 17. Area del bofedal fuertemente salinizada por efecto de la falta de lluvias.La especie Oxycloe andina (Familia Juncaceae) llamada localmente pako, es la predominante en esta vista (Foto H. Larrain).

Foto l6. Uno de los hermanos Lucas tocando el bombo. El llamito blanco ya ha sido "floreado" en el lomo y en las orejas, conforme a la costumbre tradicional. Es un rito en que se solicita a la pachamama el incremento del ganado. La fiesta se celebra en el mes de Junio (Foto álbum familia Lucas).

Foto 15. Fiesta del "Floreo" de los animales. Tocando el instrumento, se ve a don Germán Lucas, padre de los Lucas Bello, ya fallecido. (Foto álbum familia Lucas).

Foto 14. Vista del Salar del Huasco, tomada desde la huella de descenso al Salar. Se observa el cuerpo de agua rodeado de enormes concentraciones de sal, fruto del lento desecamiento producido por la decreciente pluviosidad observada en el área en décadas recientes.

Foto 12. Quebrada de Alca, camino al sitio Alca. Se observa plantas de t´ola y de ichu o paja brava.

Foto 11. Niños de la familia junto al horno de pan familiar, en la vivienda del Salar del Huasco. (Foto álbum familia Lucas).

Foto 10. Estancia del abuelo Mateo Ticona, en la margen sur del Salar del Huasco. Se observa varios corrales de gran tamaño, cerca de las habitaciones. El "Camino del Inca" pasa muy cerca de aquí, rodeando el Salar (Foto H. Larrain).

Foto 9. Nicho de piedra en los muros de la vivienda principal (Foto H. Larrain).

Foto 8. Techumbre a dos aguas en fuerte ángulo. La habitación estuvo primitivamente techada con gruesas capas de paja brava o ichu. (Stipa ichu).(Foto H. Larrain).

Foto 7. Vista frontal del conjunto habitacional que ocupara el "abuelo Mateo" Ticona desde aproximadamente los años 1870-1880. (Foto H. Larrain).

Foto 6. Cristian Riffo frente a la entrada principal de la antigua vivienda.(Foto H. Larrain).

Foto 5. Ensamble de la piedra volcánica sin cantear. Obsérvese la ausencia total de argamasa de barro. (Foto H. Larrain).

Foto 4. Amplio corral donde pudieron cobijarse muchas decenas de animales. Hoy en abandono total. Se habla de hasta 800 cabezas de ganado hacia el año 1960. (Foto H. Larrain).

Foto 3. La señora Demetria Ticona con su hija Margarita en su estrecha choza en el Salar del Huasco. Dormitorio, comedor y fogón a la vez. El fuego del fogón calienta gratamente toda la habitación mientras nos alimentamos del almuerzo familiar gentilmente ofrecido. (Foto Cristian Riffo).

Foto 2. Nicho bien elaborado y empotrado en el muro de la antigua casa de don Mateo Ticona, el "abuelo Mateo", parte significativa de un antiguo tambio inka. En este tipo de nichos se solía, en tiempos incaicos, colocar las conopas o deidades tutelares de cada hogar. (Foto Cristian Riffo, Noviembre 2010).

Foto 1. Muro de la habitación principal a dos aguas, con inclinación de 45º. Forma típica y característica de la arquitectura inka local.. Los muros presentan escasa o nula argamasa de barro (Foto H. Larrain).

¿Quién ha oido hablar de Alca?.

No figura en ningún mapa; tampoco en algún libro serio de geografía de Chile. Nadie la había estudiado hasta hoy cuando sus integrantes, las familias Lucas Bello y Lucas Ticona han salido bruscamente y como por ensalmo del anonimato y levantado la voz para hacer reconocer sus antiguos derechos a un territorio propio. En virtud de las actividades de pastoreo agrícolas y mineras, que sus parientes han venido realizando allí, desde hace por lo menos unos 130-150 años, esta comunidad que se ha constituido legalmente como "comunidad indígena", reclama para sí estas tierras. Exigen hoy a Estado de Chile, con poderosos argumentos históricos y antropológicos, se les reconozca su usufructo desde antiguo, mediante la entrega de titulos de propiedad en un territorio reconocido como propio desde hace mucho tiempo.

Qué ha motivado su aparición en público?. La historia no contada.

Hagamos un poco de historia. La Minera de cobre Doña Inés de Collahuasi, al igual que Cerro Colorado y La Cascada, han venido solicitando derechos de agua en numerosos lugares del altiplano tarapaqueño desde hace unos 20-30 años a lo menos, por ingentes montos en litros por segundo. Esto no es un secreto para nadie. Los salares de Lagunillas, Coposa y Michincha, hoy secos, han sido y siguen siendo testigos de una extracción masiva de agua diaria por parte de las Mineras. Por tal causa, como era de preverse, se han secado del todo, destruyendo su antiquísimo y rico ecosistema de humedal andino.


La batalla por el agua del altiplano.

Ahora bien, durante muchos años la Minera dio una batalla ante la Dirección de Aguas para obtener la concesión y los permisos de extracción de aguas subterráneas de la cuenca del Salar del Huasco, de más de 900 litros por segundo de agua de excelente calidad . Hizo al efecto, sondajes profundos en varias partes de la cuenca. Esta petición les ha sido denegada por el inminente peligro de desecamiento de los restos de la actual laguna, nicho de flamencos, guallatas, gaviotas andinas y múltiples especies de aves ribereñas. El Salar del Huasco es considerado por los biólogos una joya ecológica de primer orden en la Cordillera de los Andes, del Norte del país y desde hacía décadas se hacía numerosoas gestiones para declararlo Parque Nacional y Reserva de la Biósfera. Ëste ya formaba parte de los llamados sitios RAMSAR, o Ecosistemas de Humedales protegidos por la comunidad internacional, por su alto valor ecológico y ambiental para la preservación de la flora y fauna endémica de la alta cordillera.

El Refugio turistico de Minera Collahuasi.

La Minera Collahuasi, viendo cerradas sus posibilidades de sacar agua de esta cuenca, optó por hacer un inédito acto de "generosidad empresarial". Para ello, destinó parte de las instalaciones ya existentes para crear un "Refugio" para el fomento del Turismo local. y se convirtió, de la noche a la mañana, de "devastador" en "protector" del medio ambiente lacustre y de la ecología local. Cambió de inmediato de mentalidad, como el camaleón de color, mutación que no tenemos sino que alabar. Sin duda, una "metanoia" ecológica, impensada pero astuta y audaz. Por cierto, acerca de sus anteriores y bien probadas pretensiones, nada dicen hoy. Callan por vergüenza.

Durante todos esos años de ardua lucha, la Minera jamás reconoció la existencia de una comunidad de aymaras que se aferraba a sus posesiones ancestrales y miraba con sumo recelo e inquietud la perforacion de sondeos profundos y la instalación de faenas extractivas en sus propios terrenos de pastoreo. Nunca se avino, en consecuencia, a conversar el tema con sus representantes, a pesar de haber éstos constituido legalmente en años recientes una Comunidad Indígena refrendada por la CONADI regional. La empresa se amparaba en la inexistencia legal de derechos de propiedad por parte de esas comunidades a sus tierras. Simplemente, los ignoró. Total : "eran un insignificante grupúsculo de indígenas ignorantes" , se pensó.

Hasta hoy, a pesar de haber traspasado verbalmente el Refugio a la familia Lucas, los únicos habitantes aymaras en su vecindad inmediata, para su manejo y administración, la Compañía Minera no les ha otorgado títulos legales sobre el mismo y mantiene aún un control total sobre el inmueble. Todas las decisiones relativas al Refugio, su habilitación, su uso y su mantención, corren aún por cuenta de la Minera la que ya no posee derecho alguno en esta zona.

Las obligaciones del Convenio Nº 169.

Por fortuna para los residentes aymaras, y como un regalo divino de la pachamama, ha surgido hoy un problema legal de proporciones. El gobierno de Chile había reconocido por fin, después de muchos años de dudas y dilaciones, en Septiembre del año 2009, el Convenio Nº 169 de la O.I.T (Organización Internacional del Trabajo), mediante el cual no podía éste hacer actividades de cualquier índole sin el consentimiento de las agrupaciones indígenas allí radicadas; mucho menos si éstas eran extractivas o consumptivas de agua dulce.

El texto de dicho Convenio es taxativo: Artículo 6:

"Al aplicar las disposiciones del presente Convenio [nº 169], los gobiernos deberán: a) consultar a los pueblos interesados, mediante procedimientos apropiados y en particular a través de sus instituciones representativas, cada vez que se prevean medidas legislativas o administrativas susceptibles de afectarles directamente".

Artículo 7:

"Los pueblos interesados deberán tener el derecho de decidir sus propias prioridades en lo que atañe al proceso de desarrollo, en la medida en que éste afecte a sus vidas, creencias, instituciones y bienestar espiritual y a las tierras que ocupan o utilizan de alguna manera, y de controlar, en la medida de lo posible, su propio desarrollo económico, social y cultural. Además, dichos peublos deberán participar en la formulación, aplicación y evaluación de los planes y programas de desarrollo nacional y regional susceptibles de afectarlos directamente" (destacado nuestro).

Al darse cuenta de esta situación, la Minera optó por destinar el inmueble , que tenía ya perdido y debía abandonar o desmantelar, a una futura función turística, propia de todo Parque Nacional, arrogándose ahora el rol de "protectora del Medio Ambiente" y de "cuidadora" de los humedales andinos. Al efecto, creó una Oficina ad hoc en la localidad de Pica, en calle Blanco Encalada 260, con el ribete de la "Protección y cuidado de los Humedales Andinos" que ellos mismos amagaron seriamente durante no menos de 10 años.

La primera historia conocida de los Lucas y los Ticona.

Pero dejemos a la Minera Collahuasi y sus desaguisados , y volvamos mejor hoy nuestros ojos al Salar del Huasco, a Alca y a sus pobladores de antaño. Un estudio reciente, realizado por el suscrito acompañado del antropólogo social Cristian Riffo Torres, informe encargado por el Programa "Orígenes" de CONADI (Corporación Nacional de Desarrollo Indígena), nos ha develado una inédita historia de increíble esfuerzo y tesón. Buscando antecedentes históricos y geográficos sobre este grupo familiar de rancia estirpe aymara, hemos descubierto los siguiente detalles que ilustramos aquí paso a paso para nuestros lectores, con fotos tomadas en terreno por los autores del estudio. (Ver fotos arriba).

Dos familias fundadoras.

a) Según nuestras pesquisas, dos familias aymaras de la provincia de Lipes (Sur de Bolivia), fronteriza con Tarapacá, se asientan con sus rebaños de llamos y ovejas en el territorio del Salar del Huasco hacia los años 1870-1880. Debido a la escasez de pastos en el altiplano boliviano - hecho frecuente según las fuentes históricas- dos aymaras: uno de apellido Lucas y el otro apellidado Ticona ("el abuelo Mateo") se asientan en el Huasco, en el sector que ellos a partir de entonces denominarán "Huasco Lípes". Ambos estaban casados con dos hermanas de apellido Alanoca. Aparentemente, no había residentes en esa zona, dada la facilidad con que se instalan y ocupan ruinas preexistentes.

Inicios de la ocupación del Salar del Huasco en el siglo XIX.

b) Al asentarse en el Salar, ocupan y reparan parcialmente algunas viejas construcciones semi derruidas de la época Inca, situadas junto al "Camino del Inka" o Khapaq Ñan (en lengua quechua); (Vea fotos enb el texto). A no dudarlo, estas construcciones formaban parte del sistema vial incaico. Las dos más importantes se situaron estratégicamente al lado de las dos principales vertientes de la margen sur y suroeste del salar, llamadas respectivamente por su actuales pobladores "Jalsure" y "Guallata". Nuestro trabajo reciente entregado al Programa Orígenes (Marzo 2011) muestra fotos de elementos arquitectónicos típicos del Inka tales como puertas de acceso con elaboradas jambas y dinteles, en piedra, nichos interiores para las deidades tutelares, poyos, techo caracteristico a dos aguas., etc.(Vea aquí las Fotos en el texto).

c) El Salar, a no dudarlo, ostentaba por entonces bastante más vegetación que ahora. Aún hoy, sus pequeños rebaños de llamos y ovejas encuentran allí, junto a sus vertientes, cortos bofedales que les dan sustento durante varios meses en el año. (Vea Fotos 21 y 22). Hacia los años 1950-1960 del pasado siglo, según informes de la familia Esteban, ellos habrían poseido varios centenares de cabeza de ganado. Cientos de llamos y ovejas pastaban allí. Sus enormes corrales así parecen confirmarlo. Hoy quedan muy pocos animales, como secuela directa de la sequía de los últimos años.

El lugar del Huasco no tenía entonces, a lo que parece, residentes fijos.

d) Cuando ellos y sus rebaños arribaron al Salar, a lo que creemos poco antes de la Guerra del Pacífico, el sitio al parecer, se encontraba desierto y carecía de habitantes residentes. Por tal motivo, pudieron ocupar sin problemas los mejores sitios de pastoreo y aprovechar las dos mejores vertientes y ocupar los viejos aposentos de origen inka. Al parecer, no mucho después, en fecha aún incierta, aparecen en escena, con ánimo de poblamiento estable, otras familias aymaras procedentes esta vez del área tarapaqueña de Chijo, estancia altiplánica ganadera cerca de Cariquima. Son los Esteban, que por las mismas razones buscan mejores pastos para sus ganados. Todos son de la misma lengua y cultura y como "hermanos de raza" se dividen fraternalmente el territorio del Salar. Es muy posible que estas familias hubiesen llevado ganado al Salar por cortos períodos, aprovechando la estación propicia, desde mucho antes. Pero nunca poblaron en forma permanente. No se habrían radicado aquí, a lo que creemos, sino hasta más tarde.

e) Pero la historia de la ocupación de estos pastizales y bofedales de altura es muchísimo más antigua. Hemos hallado trazas inequívocas de antigua presencia indígena, muy anterior a la llega del Inka colonizador. Pero la historia escrita y documentada, se remonta a fines del siglo siglo XVI. Cuando en tiempos del Virrey Francisco de Toledo se traza los linderos entre los Corregimientos de Carangas y de Tarapacá, con dos jurisdiciones diferentes. España, sin darse cuenta, cercena y corta en dos un territorio único, desde antiguo transitado de Este a Oeste, y desde el altiplano a la costa del Pacífico. A pesar de las fronteras, impuestas las comunidades indígenas aymaras siguen practicando sus viejos recorridos costa-sierra-altiplano, yendo y viniendo, al igual que antaño, antes de la conquista hispana, cuando la actual frontera no era un hito divisorio, sino, al revés, un punto de encuentro y de comunicación frecuente.

Antiguos rastros de ocupación: búsqueda de documentación colonial.

f) El rastreo de antiguos documentos coloniales nos lleva al conocimiento de antiguos litigios por estas tierras, situadas en los linderos de ambos Corregimientos. El geógrafo peruano Paz Soldán se refiere a estas disputas entre el Corregidor de Lipes, el Cura párroco de Llica y los caciques taraqueños de Camiña, Tarapacá y Pica. (Mariano Felipe Paz Soldán en su obra: Los Verdaderos Límites entre Perú y Bolivia, 1878). En los siglos XVII y XVIII los viejos linderos instalados por el Virrey Toledo son destruidos y pastores de Lipes se instalan con sus rebaños, en forma transitoria, en el área del Salar y sus vecindades, desalojando, apresando y maltratando a sus pobladores. Los caciques de Camiña, y Tarapacá, interponen una y otra vez, desde mediados del siglo XVII a lo menos, sus quejas ante la autoridad virreinal por esta indebida intromisión desde el Oriente, apoyada y fomentada casi siempre por las autoridades civiles y religiosas de Lipes.

Modelo de ocupación de varios nichos ecológicos según la teoría antropológica de John M. Murra.

f) Sospechamos con bastante fundamento que esta situación de continua movilidad Este-Oeste se debe a la antiquísima costumbre de bajar a la costa llevando productos andinos y regresar a las tierras altas con productos del mar, producidos por los camanchacas pescadores de la costa pacífica. Este intercambio se venía verificando desde tiempos muy remotos; seguramente, desde hacía varios milenios. Dos de los productos más cotizados en este intercambio era la coca y el charqui que era trocados por el pescado seco y salado. Estos traficantes eran conocidos con el término aymara de "rescatiris", es decir, agentes de "rescate" o trueque.

Los Lucas y los Ticona siguen viejos patrones de conducta trashumántica.

g) Por tanto, la llegada de las familias Lucas y Ticona al Salar con sus rebaños, en el tercer tercio del siglo XIX, no hacía sino seguir fielmente un antiguo patrón de movilidad trans-andina. Hemos hallado, en documentos de los años 1842 y 1843, esto es unos 40 años antes de la llegada definitiva de los Lucas y los Ticona actuales, referencias a un tal Sebastian Ticona, "alcalde de indios", residente en la zona. ¿Es éste el antepasado (padre, tío o abuelo) de los ocupantes de los años 1880?. Sospechamos que sí. Si así fue, se comprende muy bien por qué razones insisten estas familias en reingresar al territorio tarapaqueño. que miran como algo propio. Sólo seguirían así, en forma casi automática, el patrón familiar ancestral de movilidad hacia el Oeste, en procura de buenos pastos para su escuálido ganado.

El asentamiento definitivo.

h) El hecho es que a partir de los años 1870-1880 (no sabemos la fecha exacta aún) tenemos definitivamente asentadas en el Salar a dos familias aymaras: los Lucas y los Ticona y sus descendientes, los que van rápidamente en aumento. Sus pueblos de origen se encuentran en Lipes, en pequeñas aldeas o caseríos cerca de Llica. Guanaque, sería, al. parecer, uno de ellos. Probablemente hubo otros, cercanos.

El descenso por la quebrada de Alca.

i) Pero los pastores no se quedan sólo en los contornos estrechos del Salar, donde levantan varias cabañas y refugios en piedra para sus pastores, tanto al Este como al Oeste del Salar. En los meses muy helados del invierno, cuando los pastos de los bofedales se escarchan y se secan, es preciso hallar nuevas fuentes de alimento para el ganado. Aquí es cuando utilizan la quebrada de Alca provista de vertientes, como excelente corredor para su descenso a sitios más bajos y más cálidos, en los años lluviosos. Poco a poco, van ocupando esta quebrada, con numerosos refugios y corrales, junto a los campos de pastoreo y sus vertientes. Y bajan a Alca, a Vilque, a Balani, hasta Escalerani, bajo la cota de los 3.500 m. de altitud, buscando mejores pastos. Hurgando a través del Google Earth, hemos encontrado decenas de corrales y de chozas de pastoreo. Tal vez ya existían desde antes; tal vez, desde mucho tiempo antes. Por algo hemos hallado típica cerámica Inca  (tipo Charcollo), tanto en Huasco Lipes como en el sitio Vilque, signo seguro y cierto de la presencia y actividad Inka en este lugar. La presencia del "Camino del Inka" próximo a la vivienda que ocupara antaño  el "abuelo Mateo",  ciertamente la delata.

Nuestra visita reciente a la zona de estudio.

j) Hemos visitado, recientemente con varios integrantes de la familia Lucas Ticona, varios de estos lugares. Primero recorrimos los sitios en torno al Salar, en Noviembre 2010, teniendo como experto guía a un lugareño: Pedro Lucas Ticona. Luego, en Marzo 2011, estuvimos con ellos en Alca, en Vilque, en Balani; entramos a sus chozas y fotografiamos sus corrales y sus terrazas de cultivo donde otrora sus padres cultivaron verduras, habas, ajos y cebollas, cuando allí había "ojos de agua" o "puquios". Por todas partes hemos encontrado las señas de su presencia y actividad. Hasta hay datos seguros de varios enterramientos, en el sitio llamado Vilque, de miembros de la familia Lucas, incluyendo un parvulo recién nacido; de esto hace muchas décadas. Ahí están aún enhiestas las derruidas cruces, en testimonio fiel.

Bajando con los ganados hasta Tasma.

k) En sus bajadas con animales llegaban hasta Tasma, localidad hoy desierta que llegó a albergar población de significativa importancia hacia fines de los siglos XVIII y XIX. Tasma aparece nombrada, al parecer por vez primera, en los Censos hacia 1765. En efecto, el Teniente de Gobernador don Antonio O´Brien en su Revisita y Numeracion de Indios nos refiere de la existencia de un "ayllo de Tasma" con una poblacion de 35 indios tributarios y tres afuerinos. ( cf. Oscar Bermúdez en El Oasis de Pica y sus Nexos Regionales, 1986, Arica). Tasma por entonces debió probablemente englobar e incluir la población de Alca y otras zonas aledañas de pastoreo. Tasma fue, a no dudarlo, punto importante del circuito de comunicación comercial que venía desde el altiplano boliviano actual (Lipes) hacia Pica, la Pampa del Tamarugal y sus numerosas Salitreras.

l) Este contacto durante la época colonial se dio anteriormente con la rica mina de plata de Huantajaya, en la cordillera de la Costa, operada por el encomendero español del pueblo de Tarapacá Lucas Martinez Begaso desde el siglo XVI. A partir de la década del 1830, se intensificará este tráfico y contacto, con las nacientes Oficinas salitreras de la Pampa que necesitaban ser abundantemente surtidas de pasto y alimentos vegetales.

Conclusiones.

1) Los Lucas Bello y los Lucas Ticona, de antiguo origen altiplánico en Lipes, Bolivia, son residentes en el Salar del Huasco y la Quebrada de Alca desde los años 1870- 1880, a lo menos;

2) Estas familias aymaras han "hecho patria" allí donde hoy nadie quiere vivir, por la inclemencia del clima y las bajas temperaturas invernales (hasta -35º C);

3) Hoy reclaman con razón de parte del Estado chileno el reconocimiento explicito de su derecho sobre sus tierras, las que han trabajado con sus ganados y con su agricultura de subsistencia e incluso con una minería de pirquín, desde hace no menos de 130 años;

4) Estas familias pobladoras tienen derecho, en virtud del Convenio 169 de la OIT, a ser parte y tomar decisiones sobre todas las actividades que se desarrollen en su territorio. La Declartaoria de "Parque Nacional" en la cuenca del Salar del Huasco, iniciativa sin duda valiosa, y necesaria para la proteccion del ecosistema, debió ser compartida, dialogada y discutida con sus ocupantes ancestrales. (Vea capítulos nuestros en este Blog titulados: "El Salar del Huasco, un frágil ecosistema altiplánico..." (04/04/2010 y " El Salar del Huasco en Enero de 1982..." (09/04/2010) y más recientemente, "El Salar del Huasco hoy Parque Nacional: expectativas y recelos" (06/06/2010).

Desgraciadamente no se discutió o compartió las nuevas iniciativas con la comunidad aymara residente en el Salar. Se la ignoró. No debe olvidarse que dicho Convenio Nº 169 de la OIT pertenece a la Legislación Internacional y tiene automáticamente carácter de Ley para el país que lo suscribe. Chile lo suscribió muy tardíamente, en agosto del año 2009. Pero por fin lo hizo. Y al hacerlo, el país debe, a la brevedad, readecuar su legislación para poder cumplirlo a cabalidad. Tarea complicada y aún pendiente.

5) El Estado de Chile está, en consecuencia, en deuda con este grupo de familias, las únicas que se han atrevido a poblar esta inhóspita zona y a mantener esforzadamente alli ganado de llamos y ovejas;

6) La Minera doña Inés de Collahuasi, que instalara el actual Refugio con evidentes fines de exploración minera y sin consulta a la comunidad, ha contrariado gravemente los términos explícitos del Convenio Nº 169 de la OIT, razón por la cual debe reconocer sin tardanza este derecho de los Lucas Bello y los Lucas Ticona, en calidad de antiguos ocupantes, para administrar y poseer estas instalaciones, transfiriéndoles los títulos de dominio sobre el inmueble. Mas aún, la Minera no tiene ni jamás tuvo derecho alguno para establecer y/o poseer este tipo de instalaciones en un lugar que no les pertenece, derecho que se arrogó sin autorización de nadie al construirlas para otros fines (extracción de agua del subsuelo del Salar para sus faenas), afortunadamente hoy abortados. ¿Por cuánto tiempo?.

(segmento en construcción. Se espera agregar  fotos de otros lugares aquí nombrados, 5/04/2010).