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sábado, 27 de septiembre de 2025

Treinta años sin Luis Peña Guzmán: la herencia científica y humana del entomólogo más famoso de Chile. Facetas definitorias de su rica personalldad.


 Fig. 1. Lucho Peña (extrema derecha) con su camper en Iquique, conversando con su sobrino Alfredo Ugarte Peña  y con el antropólogo Horacio Larrain  (foto tomada por Marta Peña Guzmán, hermana de Lucho, en diciembre  1994).


Septiembre 1995-Septiembre 2025.

Hace ya treinta años exactos de la partida de Luis Peña Guzmán a la mansión de nuestro Padre Dios. Nacido en el año 1921,  el entomólogo Luis Peña Guzmán,  nos dejó una hermosa herencia  y un legado que debemos celosamente custodiar, defender y difundir. Con motivo de su muerte,  ocurrida en septiembre del año 1995, numerosos científicos extranjeros  que lo habian conocido en trabajo de campo en Chile o en otros países de Sudamérica,  nos enviaron elocuentes cartas testimoniando  su capacidad, versatilidad y conocimiento de los ecosistemas  y sus especies, capacidades que lo hacían, según ellos, fácilmente comparable con la gesta científica de un Humboldt o Charles Darwin en América.

 

Postulado al Premio Nacional de Ciencias.

En el año 1994 un grupo de cientìficos nacionales y amigos presentaron la candidatura de Luis Peña al Premio Nacional de Ciencias de ese año. Con tal motivo, connotados biólogos, zoólogos y entomólogos del mundo enviaron numerosas  cartas de apoyo, en las que destacaban sus indudables méritos. Aunque no fue entonces electo, apuntamos aquí algunas referencias de científicos de connotada trayectoria internacional. “Luis Peña colocó a Chile en el mapa del mundo científico debido a sus extraordinarios descubrimientos” (Dr. Oliver Flint, Smithsonian Institution, Washington, DC), o “Luis Peña es el responsable de cientos de expediciones internacionales para estudiar la fantástica flora y fauna de Chile” (Peter Termple-Smith, Australia). 

Muy escuetamente, pero con no menor énfasis que el precedente testimonio, se expresa el gran entomólogo estadounidense, Curador del Departamento de Entomología  del American Museum of Natural History of New York, el  Dr.  Jerome G. Rozen, Jr. en los siguientes términos:

"No sé de otro naturalista vivo en el mundo que haya prestado más grandes servicios en la exploración de la historia natural de su país que el profesor Peña". (Cit. por Acuña, s/f. pág. 240).

Otro valioso testimonio proviene de la pluma del Dr.  Norman I. Platnik, Chairman y Curador del  mismo Departamento de Entomología,  cuyo potente testimonio no podemos  dejar de citar:

"Con vivo placer les envío mi entusiasta respaldo a la nominación del profesor Peña para el Premio  de Ciencias de Chile. Me es imposible pensar en otra persona tan bien calificada como él para recibir dicho honor. Es tan ampliamente conocido entre los biólogos que su nombre es sinónimo de investigación moderna respecto de la fascinante flora y fauna chilena. En mi estudio de las arañas de Chile, el profesor Peña ha sido para mí un colega en extremo valioso. Ha colectado numerosos especímenes importantes durante años, con frecuencia develando taxas que eran enteramente desconocidas. Su conocimiento de la geografía chilena, sus toponimias, y lugares de colecta es enciclopédico.  Con frecuencia he descansado en él para resolver puzzles relativos a la distribución de determinadas especies.  De allí que, al igual que muchos otros biólogos, he tenido la satisfacción  de honrar nuevas especies con su nombre.. En todos estos aspectos, mi experiencia no es excepción.  El Prof. Peña ha dado tanto, en tan variadas  áreas de la ciencia, que el American Museum of Natural History tuvo no hace mucho, el orgullo de hacerlo miembro correspondiente. Tal honor se ha otorgado a menos de 20 científicos del mundo. Igual importancia tienen los bien conocidos esfuerzos del Prof. Peña por educar a la ciudadanía chilena y a sus autoridades respecto a los excepcionales aspectos de la biota chilena, así como en cuanto a la tremenda responsabilidad que a todos nos concierne en su conservación. Sin duda, en tal sentido,  nadie ha sobrepasado su rol".  (Cit. en Acuña, s/f. p. 240, subrayado nuestro).

Otros especialistas  señalan  la amplitud de los conocimientos de Luis Peña en el campo de la biología y zoología unida a su notable espíritu de colaboración, nobleza de espíritu  y alegría de vivir. Es el caso del Dr. Richard  C. Froeschner, entomólogo de la Smithsonian Institution, quien  consigna:

"Mi contacto personal con el  Dr. Peña data de antes de 1968 y se ha prolongado desde entonces.  Siempre encontré en él a un estudioso gentil,  gran colaborador, alegre y campechano, a la vez que de cálida deferencia en su trato. Mis colegas de la Smithsonian Institution que han tenido la fortuna de participar con él en trabajos de campo, concuerdan en valorar por igual tanto su erudición  como su simpatía y su espíritu ilimitado de colaboración.  No hay duda acerca del extraordinario valor de sus innumerables aciertos científicos y sus publicaciones. En esto ha demostrado ser un verdadero naturalista,  que extiende su interés a toda la gama de las ciencias naturales y no un especialista en un solo campo. Es con vivo entusiasmo y admiración  por el Dr. Peña y sus múltiples méritos que respaldo su nominación".  (Cit. en Acuña, s/f., 238; subrayado nuestro).


¿Qué aspectos notables de la vida de Luis Peña nos proponemos destacar hoy en este aniversario?.


1.  Su afán de coleccionista.  

Siendo muy joven, de apenas  unos 12-13 años, Lucho ya posee una colección entomológica de varios miles de ejemplares. Audazmente, se codea por entonces con algunos de los más conspicuos científicos del área, como don Carlos Porter (1867-1942), director del Museo Nacional de Historia Natural, el Hno. mercedario  Flaminio Ruiz (1883-1942) ,  del Colegio San Pedro Nolasco, o  los científicos alemanes del Colegio Alemán de Santiago: los sacerdotes Teodoro Drahten, Bernardo Lindberg  o  Guillermo  Kuschel (1918-2017). En diciembre de 1940, un voraz incendio consume totalmente la casa de los Peña Otaegui en la calle Barros Errázuriz, Providencia  y Lucho pierde allí su ya valiosa colección. No se arredra por ello e inicia de inmediato otra que muy pronto  será el asombro de los especialistas del  Museo Nacional de Santiago por la cantidad de  especies nuevas, desconocidas, que ha logrado obtener en sus expediciones a los lugares más remotos e inaccesibles del paìs. Afortunadamente, hoy  se encuentra bien conservada y resguardada en el Peabody Museum de la Universidad de Chicago (Illinois)  su segunda colecciòn entomológica, la que Lucho inicialmente ofreciera al Museo Nacional de Historia Natural. Tras su fallecimiento en septiembre del año 1995, se originó un lamentable conflicto que culminó con la desaparición trágica de parte importante de su tercera colección entomológica (familia de los Coleópteros Tenebrionidae, Scarabaeidae y sus famosas Lepidopteridae (Mariposas)), sus Diarios de Campo, fotografias y otros valiosos recuerdos de sus viajes por América. Episodio lamentable y  doloroso  que nos ha privado de muchos de sus más valiosos "tesoros" científicos que esperamos se pueda recuperar un día para el fomento de la ciencia.

¿Cuándo comenzó su interés por colectar y estudiar los insectos?. Nos lo dice el mismo en su  autobiografía inédita, hoy en nuestro poder. Allí señala  el mismo Lucho: 

   "Todo empezó, creo yo, cuando mi tío cura Javier[1] tan aficionado al estudio de los pájaros, como también los otros hermanos de mi mamá,  me contaron que había en Quilpué, lugar donde estábamos veraneando,  un señor [de apellido] Wolffsohn, inglés, que se dedicaba al estudio de ciertos animales y que era agente o representante del Museo Británico, y que vivía de sus estudios. Fue tan impresionante para mí este caso, que en ese momento  apareció en mí  el afán de hacer [así]  mi vida para llegar a tal cosa. Fue la meta de mi vida y que creo llegó a cumplirse y aún superarse. ¿Tendría yo 9 años?. No lo sé".

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[1] Se trata de  Javier Guzmán García Huidobro, sacerdote diocesano,  hermano de  su  madre (Autobiografía inédita con notas, en poder nuestro, pg. 16).


    

Fig. 2.  Luis Enrique Peña Guzmán aproximadamente  a  los 25 años de edad. 

2.   Su espíritu de trabajo. 

Lucho era incansable. Cuando no está de expedición, desde muy temprano en la mañana, se instala frente a  su máquina de escribir marca Underwood  (?) contestando correos del extranjero, o redactando sus  conferencias o sus trabajos para revistas científicas  nacionales o extranjeras. Mantiene así un contacto epistolar asiduo con más de 70 investigadores de todo el mundo, no pocos de los cuales le visitarán en algún momento para realizar sendas expediciones . Su famosa casilla del correo central en Santiago,  número  2974 pasa siempre llena de envíos del extranjero. 

Fig. 3.  Su oficina y  lugar de trabajo en la "casa Peña", monumental obra arquitectónica del arquitecto Miguel Eyquem Astorga, gran amigo de Lucho, levantada en "El Portezuelo", junto al pueblito artesanal de Las Canteras (R.M). Hoy,  mantenida por su sucesor y sobrino Alfredo Ugarte Peña, conserva exactamente el mismo aspecto que en 1995, a la muerte de Lucho. 

Fig. 4.  Fachada de la "casa Peña", obra del arquitecto porteño  Miguel Eyquem,  hogar y repositorio de las colecciones de  Luis Peña Guzmán  (foto H. Larrain, agosto 2023).  


                                                           Fig. 5.  Lucho trasladando sus recientes "colectas" a las cajas de insectos definitivas de su colección.       

2.   Educador de juventudes en el amor  y respeto a  la Naturaleza y sus producciones.

Muy crítico de los sistemas tradicionales de enseñanza, aboga decididamente por  una enseñanza práctica, en contacto asiduo con la naturaleza. "Nadie ama lo que no conoce", repite  majaderamente. Por eso no se avergüenza en colaborar estrechamente con sus artículos en las revistas infantiles de la época, en particular con  la revista "Mampato" donde editó numerosos artículos fruto directo de sus observaciones en terreno.  Entre sus publicaciones en formato de libro infantil, destaca  la notable obrita: "Don Custodio Campos Silvestre", en cuatro cuadernillos ilustrados, siguiendo las 4 estaciones del año, con atrayentes dibujos a color del reconocido ilustrador científico  Andrés Jullian  (Editorial  Universitaria, Mayo 1993). 

                        

Fig.  6. Lucho mostrando a los niños indígenas del lugar la colecta de insectos en un frasco (fotografía tomada por el periodista  Gastón Acuña  McLean  en su obra "Rumbo a la Amazonía"  en el que narra su expedición a las vertientes del río Napo en Ecuador).





Figs. 7-10.   Portadas  de los Cuadernillos que describen las  4 estaciones del año comentadas por el protagonista  don Custodio Campos Silvestre.


3. El productor de obras científicas pra niños y jóvenes.

Debemos a la pluma y talento de Luis Peña y al notable  dibujo de sus ayudantes, dos obras de valía, editadas con la revista  juvenil ilustrada "Expedición a Chile".   Obras en formato pequeño de "Guías o Manuales de Campo",  destinadas a su consulta en terreno por los nuevos observadores de fauna autóctona. El gran mérito de sus dibujos estriba en que fueron tomados del natural, en el taller de arte de "Expedición a Chile".  Sus  dos Manuales de campo fueron: "Guía para reconocer  mariposas"  y  "Los Coleópteros de Chile".


3.   Formador y educador de jóvenes de origen humilde.

Una de las facetas casi desconocida de Peña es su empeño por formar y educar a jóvenes campesinos que él casualmente topa en sus viajes de colecta científica, transformándolos en sus "ayudantes". Osvaldo Segovia, joven y humilde cabrero, será el primero de ellos, conquistado por Lucho en su primer viaje a pie y en burro desde La Serena a Los Vilos. Lucho lo trae a su casa en Santiago y pasa a ser su primer ayudante y compañero de innumerables faenas del científico. Como él, en el transcurso de los años, no menos de 30 humildes muchachos del campo,  se convertirán en sus asiduos ayudantes, aprenderán las técnicas de  colecta y  montaje  de especímenes entomológicos y llegarán a ser notables conocedores de los ecosistemas nacionales. Lucho los premiará dedicándoles con su nombre  algunos de sus más preciados hallazgos. Alguno de ellos, como  Eduardo Pérez, se convertirá pronto en un famoso dibujante de fauna  gracias a la experiencia adquirida en el taller de dibujo de  Peña. Otro, como Hernán Navarrete, estudiará biología y  se convertirá en un empeñoso biólogo y profesor universitario.

En su excelente obra "Guía para reconocer mariposas", de la revista óa Chile editada en agosto del año 1975, Peña estampa al final de su obra el siguiente cálido homenaje de reconocimiento:

"agradecemos en primer lugar a nuestros ayudantes señores Gerardo Barría P., Manuel Rivera T.,  José Escobar y Hernán Navarrete por la ayuda en la recolección...  A los dibujantes del taller de arte de "Expedición a Chile", señores Eduardo Pèrez P., Eduardo Bernain, Rodulfo Paulus V. y Ricardo Troncoso  L. y al personal de talleres por su especial dedicación en este trabajo". 


4.   Su carácter  y modo de ser.  Su facilidad para enhebrar amistades perdurables. 

Fig. 11.  Lucho en la cocinilla de su camper preparando el almuerzo en terreno (autor desconocido).

Lucho tenía un caracter que generaba rápidamente cercanía y/o amistad. Varios de los científicos que nos enviaron cartas de apoyo a su frustrada candidatura al "Premio Nacional de Cencias" en 1994, destacan esta peculiaridad de carácter de Lucho: afable, amistoso, generoso. En terreno, era el consabido cocinero del equipo, labor que no dejaba a otros y que asumía con alegria y desplante. Su extrema sencillez y ausencia de "pose científica", le acercaba fácilmente a los niños y jóvenes, a los que gentilmente explicaba los "secretos" de la Naturaleza. 

Era sumamente bromista por naturaleza y no perdía ocasión de poner en ridículo a sus invitados con sus bromas a veces crueles. Lo experimenté yo mismo una vez en carne propia en una excursiòn al sector "La Buitrera", cordillera de Graneros, en la propiedad de mi padre  Horacio Larrain Cotapos. Lucho, a la llegada de la oscuridad, solía instalar una gran sábana blanca que iluminaba con una potente luz con el objeto de atraer allí insectos voladores crepusculares o nocturnos. Esa vez, de incógnito, "confeccionó" un insecto extraño, pegando hábilmente  partes de diferentes especies  de coleópteros: antenas, patas o abdomen, obteniendo así un "engendro" rarísimo. Esperó a que yo estuviera  "de guardia" ante la sábana  y lo insertó en ella. Se puede bien imaginar  mi asombro y alegría al observar la nueva captura: "¡Lucho: "ven a ver lo que cayó recién!". Así, solía engatusar a sus invitados con bromas  que desarmaban al más despierto de sus visitantes. En su autobiografía inédita, Lucho describe en detalle una broma semejante hecha a sus amigos Monsalve y Kuschel, a sabiendas del revuelo que causaría. Ante los niños lugareños que lo visitaban, en su sitio de  campamento, Lucho solía, igualmente, mostrar sus dotes de prestidigitador y su habilidad con las cartas.

     

5.   Su participación en la revista juvenil "Expedición a Chile".  (1975-1979).

Invitado a formar parte del grupo editorial de esta revista juvenil, programada en 1975 por la Editora Nacional Gabriela Mistral, presidida entonces por el general Ramón Barros Ortiz, pronto se dio a conocer por su valiosa experiencia en colectas científicas a través de sus numerosas expediciones a los distintos y recónditos ecosistemas de Chile. Su opinión en el interior de la revista fue siempre escuchada con respeto y veneración  por su indiscutible experiencia de campo. De esta experiencia, brotaron dos valiosas de las Guías de Campo, de su autoría: la "Guía para reconocer mariposas"   y  "Los Coleópteros de Chile", obras que por decenios  han sido de consulta obligada por los especialistas. Allí aparecen dibujadas del natural, en el taller de arte de la revista, no pocas de las especies raras, nuevas para la ciencia, descubiertas por Lucho. 

Sobre el nacimiento e importancia de esta revista juvenil chilena, consúltese nuestros capítulos: "Un documento inédito sobre los orígenes y objetivos de la revista juvenil chilena  llamada: "Expedición a Chile", editado el 18/04/2023,   o también:   "Un documento inédito sobre los orígenes y objetivos de la revista juvenil chilena  llamada: "Expedición a Chile", editado el 15/09/ 2021 en este mismo Blog.


7.  Su espíritu de familia. 

Lucho nunca se quiso casar, a pesar de habe estado un tiempo  enamorado según se comenta. Su ritmo de vida, agitado, movedizo, impredecible,  le impedía de hecho cumplir las funciones básicas de un digno y juicioso paterfamilias. Sus expediciones científicas con especialistas extranjeros, podían durar meses, como la realizada con el periodista Gastón Acuña a las vertientes del rìo Napo en 1965. haciendo así del todo impensable una vida familiar normal y estable.  El camper montado en su camioneta era su único hogar por largos meses.

Pero su afinidad y afecto a sus hermanos (Teresa, Carlos, Carmen, Alicia, Patricio, Ana María y  Marta)  se manifiesta en sus amenas cartas y en su constante apoyo a sus tres hermanas solteras. De sus hermanas, Carmen se casará con el notable dramaturgo y premio Nacional de Arte  Egon Wolff. A la muerte de Carmen, sus hermanas solteras Teresa, Alicia y Marta, reciben su  apoyo cuando éstas se deciden a compartir con él  su nuevo lugar de  residencia en  la parcela "El Portezuelo", junto al pueblito artesanal de Las Canteras (R.M.) al pie del cerro  "El León" en la comuna de Colina. 

Fig. 13.   La familia de Luis Peña: sus hermanos.  De izquierda a derecha: Luis, Teresa, Carlos, Alicia, Carmen, Patricio,  Marta y Ana María. (Foto tomada en el balcón de la casa de  Teresa (Queta) en el año 1990). 

8. Su obra científica es  comparada con  la de Humboldt y Darwin.       

 El singular elogio del epígrafe no ha sido idea nuestra. Lo declaró en 1994 el prestigioso biólogo canadiense Lubomir Masner con ocasión de la presentación  del entomólogo Luis Enrique Peña Guzmán  al Premio Nacional de Ciencias de su país: Chile.  Sus palabras, a primera vista, parecerían una grosera hipérbole y nos suenan hoy grandilocuentes, pero a la verdad se afirman en hechos incontrovertibles. En efecto, señalaba:     

      "He mantenido contacto científico con Lucho desde 1968 y tuve  el placer de  que guiara mi expedición en 1988.  Si no me equivoco , ésta fue su expedición  científica número  412. A lo largo de los años, he podido apreciar la  personalidad de Lucho Peña como científico, como hombre y como  amigo.  Rara vez en mi vida me he encontrado con alguien tan entregado  a su  misión como Lucho lo está respecto de la ciencia, el respeto a la naturaleza y el  amor por Chile. A mis ojos, Peña es el Alexander Humboldt y el Charles  Darwin en una misma persona. En el alcance y la inspiración de su saber           difícilmente es segundo de nadie.  Por muy lejos, el es quien ha situado a Chile  en el mapamundi de la entomología. No logro imaginar un solo experto  mundial  que no está estrechamente vinculado con Lucho. Sin duda, es hoy el  entomólogo chileno  mejor conocido internacionalmente. En múltiples  aspectos,  está y permanecerá a la cabeza de sus colegas y pares. El detectó             tempranamente la necesidad de estrechar la colaboración internacional de los  entomólogos, atrayendo su atención sobre la singular fauna chilena. Promovió  medidas conservacionistas y la preocupación por la [defensa de] la diversidad  mucho antes que esos temas aparecieran  en los periódicos entomológicos y             nunca ha perdido oportunidad de expresar sus puntos de vista al respecto" (citado en obra de Gastón Acuña, "Rumbo a la Amazonía",  s/f,. [1965], p. 239, subrayado  nuestro).

El osado viaje a la selva del Ecuador que tan magistralmente nos describe  el periodista y escritor Gastón Acuña, realizado en 1965, deparó a Lucho y a los  científicos que le apoyaron económicamente en la expedición, la suma de más de 40.000 dípteros (familia de las moscas y zancudos) de todas las especies imaginables, debidamente pinchados y etiquetados: una colecta considerada por los especialistas como sensacional. Viaje que, según los investigadores consultados, revolucionó en su época el conocimiento que se tenía sobre este grupo de insectos gracias a la aparición de numerosas especies y géneros, hasta allí totalmente desconocidos. Esta colecta tenía por objetivo central, en buena parte,  reponer las colecciones entomológicas conservadas antiguamente en el Museo de Berlín y lamentablemente perdidas por los bombardeos de la IIª Guerra Mundial.


9. Autor de obras sobre Entomología chilena.

Luis Peña publicó numerosos artículos en revistas científicas nacionales y extranjeras, dando allí a conocer sus hallazgos de especies nuevas  o describiendo éstas para la ciencia. Su curriculum vitae muestra más de 300 publicaciones de esta índole. Después del manual de los "Coleópteros de Chile",  editado en la colección de "Expedición a Chile"  en 1975, Peña  publicó  su primera obra de peso:  "Introducción a los insectos de Chile", (Editorial Universitaria, Santiago de Chile, 1988),  en la que no sólo se enseña a colectar y preservar sus colectas sino se esboza ya un listado completo de las principales familias y especies presentes en el país. Con anterioridad a Luis Peña, tan solo unos pocos especialistas tenían acceso a este conocimiento. Peña lo divulga  y lo hace accesible a todos, y con ello inaugura una forma  de mirar la naturaleza que nos rodea,  descubriendo y admirando sus secretos más recónditos. De este modo, Peña  pasa a engrosar  la pequeña hueste de conservacionistas y protectores del patrimonio natural en el país.

  En noviembre de 1986, Hans Niemeyer Fernández, por entonces Director del Museo Nacional de Historia Natural, en su presentación  de la obra expresa:  "la obra está destinada a todo público inquieto, pero más que esto está dirigido a despertar la inquietud por el saber sobre estos seres tan maravillosos en sus coloridos y formas, como son los insectos, en especial los coleòpteros" (Prólogo a la obra).

El propio Peña en su "Introducción", nos señala su objetivo al escribir este libro: "No hay libros en castellano a los cuales pueda recurrir un muchacho aficionado  y que desee saber cómo colectar, cómo preparar el material,  cómo hacer una colección y cómo determinar las especies...Este problema nos ha llevado a redactar estos apuntes..."(pg. 1988:169).     


Fig.  14.   Portada de su obra: "Introducción a los coleópteros de Chile". 
                                              
La segunda gran obra de Luis Peña trata de las mariposas diurnas de Chile (Rhopalocera).  Después de los coleópteros, es la gran familia de las mariposas  chilenas su nuevo campo de interés. La hermosa y cuidada edición  bilingüe (inglés-castellano)  será hecha ahora con el apoyo su sobrino y sucesor, Alfredo Ugarte Peña.  Esta incluye la descripción exacta y el aspecto del  ambiente natural de cada una de las 169 species hasta hoy reconocidas  en Chile.                                 
Luis Peña al morir la deja incompleta y la termina su sobrino que sigue sus pasos. 
Prologa esa obra el Dr. Gerardo Lamas, del  Museo Nacional de Historia Natural Lima, Perú, quien nos señala: "Don Luis Peña nos ofrece ahora esta valiosa obra que constituye no  solo un compendio de los conocimientos aportados por otros sobre la interesantísima fauna chilena de mariposas, sino que la enriquece notablemente con su vasta experiencia exploratoria a lo largo del pais. Pero que es ésta de intrincado padrón multicolor, lo ha demostrado el autor al realizar notables hallazgos que han revelado riquezas anteriormente insospechadas en su fauna entomológica"  (2006: 19).

Fig.  15.  Portada de la última obra sobre las mariposas de Chile. (Editorial Universitaria, Santiago de Chile, año 2006).


Addenda: Artículos nuestros en este blog dedicados a Luis Peña y su obra.

Hemos dedicado varios capítulos de nuestro blog al estudio de este notable personaje de nuestra historia natural reciente. Los enumeramos aquí para facilitar su consulta por nuestros lectores:

1. "Luis E. Peña Guzmán: entomólogo, sabio educador de juventudes", editado el  23-02-2008.

2.  "Un naturalista de excepción:  Luis E. Peña Guzmán",  editado el  24-08-2008.

3. "El legado de un sabio: Luis E. Peña Guzmán", editado el  23-09-2008.

4.  "Fundo El Portezuelo de Colina: el refugio científico de Luis Peña Guzmán", editado el  24-10-2008.

5.   "El legado científico y humano del entomólogo Luis Peña Guzmán:  homenaje al cumplirse los 25 años de su partida", 27-09-2020. 

6. "Recuerdos de una epopeya:  mi deuda de gratitud para con “Expedición a Chile” y sus creadores (1975-1979)", editado el 15/09/2021.


Colofón

Intentar trazar el derrotero científico y humano de Luis Peña Guzmán, ha sido hoy para nosotros un formidable desafío.  Su potente figura y su enorme herencia humana cientifica y cultural  debe perdurar en el tiempo. Genios como él no ha habido muchos en nuestro país. Las generaciones jóvenes, huérfanos de ideales pero  aprendices de científicos, podrán encontrar en él un auténtico y cercano modelo a imitar.  Cuidemos, pues, con respeto su memoria  y sigamos fielmente su ejemplo con su misma tenacidad, audacia  y atrevimiento. Esperamos también que pronto algún versado admirador de Lucho se imponga la necesaria e ineludible tarea de escribir su  biografía, ad perpetuan rei memoriam.  Desde ya, ponemos nuestros archivos a su disposición.
  

Agradecimientos.

La ayuda y apoyo de Alfredo  Ugarte  Peña, su sobrino, entomólogo como él,  nos  ha sido fundamental en la elaboración de  esta reseña. Muchas de las fotos aqui presentadas las debo a él. También, algunas referencias  y comentarios.  


domingo, 14 de septiembre de 2025

Reedición de un antiguo y raro artículo nuestro del año 1969: tumbas indígenas con ofrendas de oro en un montìculo funerario del valle de Azapa.

Antecedentes.

Hace ya sesenta y un  años, a fines del mes de septiembre del año 1964, se nos ofreció la rara oportunidad de participar de una excavación arqueológica en el valle de Azapa, junto al arqueólogo  ariqueño Percy Dauelsberg y su equipo de colaboradores habituales (1). Desde Antofagasta, invitados por Percy,  acudimos algunos miembros del pequeño Museo arqueológico de la Universidad del Norte en Antofagasta. Entre ellos,  Agustín Llagostera  Martínez  y Horacio Larrain Barros, autores del trabajo que hoy reproducimos aquí in extenso (2). Nuestro objetivo por entonces fue conocer de cerca la riqueza arqueológica del valle de Azapa  a través del estudio del contenido de tumbas de un gran montículo funerario existente en la Parcela 19 de dicho valle, el cual, por exigencia  de sus dueños, debía ser rápidamente erradicado para ampliar la plantación de olivos de la propiedad.  El montículo de unos 4.0 - 4,5 m de altura máxima, ocupaba en efecto un superficie estéril aproximada  de unos 200 m2  y estorbaba, de acuerdo a los dueños,  las operaciones de  riego y movimiento de máquinas  en el sector.  Para nosotros, noveles estudiosos de la arqueología del sector norte de Antofagasta (3)  era ésta una oportunidad única para conocer de cerca aspectos de la arqueología de Arica,  en particular su hermosa cerámica decorada, su textilería y su cestería en espiral, cuyos rastros escasos (y generalmente muy  fragmentados) habíamos hallado recientemente en conchales indígenas al Norte de la ciudad de Antofagasta (4). Yo  había establecido previamente, desde fines de 1963, un  contacto epistolar con Dauelsberg y Focacci, quienes muy amablemente nos habían ayudado a determinar los tipos cerámicos  que hallábamos en pequeños fragmentos en los conchales antofagastinos. Sabedores ellos de nuestro gran  interés por aprender más acerca de  las secuencias arqueológicas de la zona de Arica y sus contextos, nos extendieron en esta ocasión una invitación especial para colaborar en el rescate arqueológico proyectado en el montículo. En esta ocasión, Dauelsberg nos avisó  que urgía realizar este trabajo por cuanto los dueños querían suprimir con urgencia el dicho montículo que, según ellos- les estorbaba mucho. Los días de fiestas patrias en Septiembre, aparecieron, pues, como una excelente ocasión  para emprender sin tardanza la tarea. Así, pues, durante 4 días, ayudamos al equipo de Dauelsberg  a rescatar  las tumbas  que en gran número iban apareciendo en el contorno del montículo funerario. Fue una experiencia extraordinariamente valiosa para nosotros, arqueólogos novatos, al permitírsenos examinar y reconocer los diferentes tipos cerámicos y su contexto en el valle de Azapa.

Con motivo de la reciente publicación en este Blog de nuestro artículo: "Entierros humanos en un montículo funerario del valle de Azapa  (Arica) y su contexto cultural en septiembre del año 1964:  descripción del contenido de cada tumba", el arqueólogo ariqueño Alvaro Romero, al recibir nuestra comunicación, nos ha señalado  que  ese  antiguo trabajo nuestro  del año 1969 era prácticamente desconocido por los arqueólogos y nos instó a reeditarlo completo en este nuestro Blog, ya que no se encuentra en Internet, compromiso que hoy cumplimos con particular satisfacción. Nos señala al efecto: 

"Hemos leído con atención sus notas de 1964 y se agradece esta información que al menos para mí era completamente desconocida. Estamos intentando ubicar la parcela 19 en el sector Las Maitas del valle de Azapa, ya que por los nombres de los propietarios no la hemos podido ubicar. Tampoco tenemos acceso a la publicación citada de Larraín y Llagostera de 1969, ¿será posible enviarla por este medio? (o mejor aún, subirla en el Blog). Muchas gracias por su persistente generosidad. Un abrazo". 

He aquí, pues,  el origen  y motivación de este nuestro  nuevo capítulo (5). La reedición de este antiguo artículo nuestro ha sido posible gracias a la valiosa y oportuna ayuda técnica recibida de nuestro colega arqueólogo Benjamín Ballester, quien amablemente se ofreció para  copiar digitalmente  el antiguo texto del año 1969. Con ello, compromete nuestra gratitud. 

Fig. 1. Portada de  la revista de la Universidad del Norte,  Vol. III, Nº 1, Octubre1969, donde se publicó este artículo nuestro.

El presente estudio se limitó a presentar  y reseñar en detalle el hallazgo, junto a otras valiosas ofrendas, de varios objetos de oro en dos tumbas del montículo funerario. Conscientes de la importancia de estos  hallazgos  -bastante escasos en Arica- pusimos especial cuidado en obtener de  sus descubridores  (respectivamente, la Sra.  Gaby Coddou de Ramos y el Museo Regional de Arica) información lo más  precisa posible sobre la forma y  el contenido exacto de cada tumba.  Nos pareció entonces que este dato podría llegar a ser algún día de gran importancia.

La redacción final del artículo pertenece al  colega Agustín  Llagostera (6). 

    

Texto completo del trabajo de Larrain y Llagostera. (publicado en la Revista de la Universidad del Norte, Antofagasta, Vol. III, Número 1, págs.  79-93).


         p.79 

OBJETOS DE ORO HALLADOS EN DOS TUMBAS DEL VALLE DE AZAPA  (ARICA) Y SU CONTEXTO.

 

 Horacio Larrain Barros,  ex-director del  Museo Regional de la Universidad del Norte- 

Agustín Llagostera Martínez,  sub-director del  Museo Regional de la Universidad del Norte.

 

Esta nota tiene por finalidad dar a conocer el hallazgo de cuatro objetos de oro, finamente laminados, utilizados tal vez con fines funerarios, como asimismo, el ajuar de las tumbas correspondientes.

En faenas realizadas en la parcela 19 del Valle de Azapa, distante unos 15 km de Arica, tendientes a suprimir parte de un montículo de tierra de unos 4,50 m de elevación y una superficie de 50 x 40 m, aproximadamente, se descubrieron, en forma casual, las tumbas que se detallan en este trabajo, conjuntamente con 20 tumbas más.

 Nuestra tarea, por el poquísimo tiempo de que disponíamos para adelantarnos al trabajo de los obreros, fue prácticamente de recolección, fotografías, croquis y rápidas observaciones. Imposible era, por cierto, hacer ninguna clase de trinchera o estudio estratigráfico. Con todo, tenemos la satisfacción de haber salvado un riquísimo material arqueológico, que oportunamente daremos a conocer y que ahora presentamos en forma parcial.

 Los datos de este trabajo provienen de nuestro material y de fotografías y croquis hechos en el terreno mismo. Algunos objetos quedaron en poder de los dueños del predio, por lo cual algunas medidas que aquí damos, son sólo aproximativas.

Los objetos que estudiaremos proceden de dos tumbas. Una fue excavada por los dueños de la parcela antes de nuestra llegada (tumba I) y la otra por nuestro equipo (tumba II).

 

TUMBA  l. Esta tumba corresponde a la sepultura de un adulto, con sus tejidos en muy mal estado de conservación y del tipo de falsa bóveda (es decir, consistente en una celda hecha mediante un empircado circular con piedras rodadas, grandes abajo, más pequeñas hacia arriba y que sostienen en la parte superior troncos o esteras, para tapar la abertura). La incertidumbre acerca de la forma de la tapa de esta tumba radica en la falta de interés por este punto de parte de los improvisados arqueólogos. El ajuar de esta tumba demostró ser muy rico, como se indicará a continuación.

La celda funeraria se encontraba en el sector sur del montículo, a 1,20 m de profundidad máxima (aproximadamente) con respecto a la superficie del morro. Fue excavada lateralmente, por lo que se tuvo que desprender las piedras más grandes que servían de base.

 De esta tumba proceden los objetos de oro señalados en las Figs. 2 y 3 (Lámina 1), además una cinta del mismo metal, cortada en dos partes, de 1 cm de ancho y un largo total de 74 cm. Esta cinta presenta a ambos lados (bordes de mayor longitud) filas de puntos, logrados mediante un fino repujado; estos "puntos" son iguales a los que presentan los otros dos objetos (Fig. 2, en ojos y boca; Fig. 3 en su contorno). No consta la posición exacta de estos objetos en la tumba; suponemos que se hallaban en contacto con el cuerpo.

 La pieza de la Fig. 3 se ve claramente que representa una máscara antropomorfa, en la que se ha insinuado por un repujado puntiforme, los ojos y la boca. Posiblemente en el ritual funerario ha cubierto el rostro del difunto, sostenida por cordelillos que pasaban a través de los orificios (tres en cada borde lateral). En cambio, la Fig. 2 nos presenta una extraña forma cuadrangular con dos apéndices superiores y dos inferiores más pequeños; por los orificios que posee, hace suponer que también ha estado amarrado a alguna parte del cuerpo.

  

Medidas

Fig. 2

Fig. 3

Altura máxima

123 mm

135 mm

Ancho máximo

150 mm

145 mm

Altura sin apéndices

75 mm

-

Longitud apéndice sup.

66 mm

-

Longitud apéndice inf.

20 mm

-

 

 Tanto los objetos de oro de esta tumba, como de la tumba 11, presentan una delgada película de un color cobrizo de diferentes matices, consecuencia del proceso de laminación por recalentamiento del metal; esto desaparece con el pulimento.

 

Lámina I

 Además de los objetos referidos, esta tumba contenía lo siguiente: 9 ceramios, 2 instrumentos agrícolas, 1 hacha de piedra, 2 "trompitos" de madera y un siku (instrumento aerófono, semejante a la flauta de Pan).

 a) Instrumentos agrícolas, desgastados y aguzados en un extremo, miden aproximadamente 450 mm de largo:

 b) Hacha de piedra, de una longitud de 110 mm (aprox.); presenta un agujero muy bien hecho en la parte más angosta, siendo el otro extremo, destinado al uso, más ancho y muy romo (sin filo):

 c) Trompitos, están en buen estado, uno mide 7 cm, el otro algo menos (la descripción de estos objetos se hará al detallar la Tumba  II).

 d) Cerámica. Dividiremos la alfarería hallada en estas tumbas basándonos en su forma, en los siguientes cuatro grupos (Lámina II):

 

FORMA- A: Olla grande sin decorar, de dos asas laterales verticales, de base convexa. Se puede describir como una vasija simétrica, simple, restringida, sin cuello, de cuerpo sub-esférico, con el diámetro máximo del cuerpo poco superior al diámetro de la boca. En la tumba sólo había un objeto con estas características, con un diámetro máximo del cuerpo de 280 mm (estas medidas se han obtenido en base a las fotografías de los objetos).

FORMA- B: Tipo "jarros de agua" (1). Ceramio simétrico, restringido, compuesto (por la presencia de un ángulo en su contorno: base del cuello), provisto de un cuello tronco-cónico invertido (cuello oblicuo recto) y cuerpo sub-ovoide con asas laterales verticales doble adheridas al medio cuerpo, base muy convexa (casi en punta). Decorados con el estilo Pocoma: negro y rojo sobre fondo natural de la cerámica.

 De los cuatro ceramios de esta forma, hay uno grande que se acerca a los 290 mm de diámetro máximo del cuerpo. Su decoración comprende círculos concéntricos grandes y franjas en V, abiertas; en estas franjas observamos (arriba) corridas de triángulos isósceles, todos iguales, unidos por la base y (abajo) corridas de triángulos más grandes, casi rectángulos.

 El segundo presenta el cuerpo dividido en cuatro campos. Los dos campos visibles en la foto muestran la típica decoración San Miguel, según estilo definido paro la cerámica de Arica[2]: tres líneas paralelas, quebradas en zig-zag y con grandes ganchos que salen de sus ángulos (esta misma decoración, exactamente, la hemos encontrado en otro ceramio "Pocoma" de la misma forma, en otra tumba del mismo cementerio (Pieza Az/2141. Lámina 11); además se observa, en negro, un círculo grueso, del que salen muchos rayos (representación del sol). Este círculo tiene un punto en su centro.

 El tercer ceramio de este mismo tipo está intacto, con todo, desgraciadamente la fotografía no permite formarse una idea de su decoración.

 El cuarto ceramio está roto y sólo se conserva la parte inferior del cuerpo. Se distingue bien en él el dibujo de un círculo con rayos (sol) y una representación, probablemente zoomorfa, semejante a una "h". Ambas representaciones se observan en los conocidos " medallones" (en negro sobre el color básico de la cerámica).

 

 FORMA-C: "Pitchers" (3). La descripción de su forma es la siguiente: ceramios simétricos, compuestos, restringidos, cuello tronco-cónico invertido, un asa labio -adherida vertical, base plana. Estilo Gentilar.

 En el contexto de esta tumba aparecen dos ceramios de este tipo, ambos polícromos. Uno, el más grande, presenta un cuerpo sub-elíptico horizontal con un diámetro máximo de 225 mm (aprox.); el otro, un cuerpo sub-esférico de 110 mm, por unos 120 de altura.

 El ceramio de mayor tamaño presenta una complicada decoración geométrica en base, a franjas con triángulos contorneados (en blanco y resto superficie negra); estas franjas son verticales. Una continúa el asa hacia abajo; la otra se halla en el lado opuesto, dividiendo así el ceramio en dos campos decorados. Esta última presenta la particularidad de tener grandes ganchos saliendo de los extremos de los ángulos. El campo decorado visible en la foto muestra motivos consistentes en corridas de pequeños triángulos isósceles, unidos en su base y corridas de ganchitos unidos entre sí, formando estas corridas, que se van alternando, líneas que siguen el ecuador del cuerpo y sus paralelas. Estas corridas de motivos son cortadas en la parte central del campo decorado por grandes rombos, pintados en blanco, unidos por sus ángulos y que se dirigen en línea recta de la base del cuello a la base del ceramio. El interior de estos rombos está ocupado por las mismas corridas antes citadas, que ahora corren paralelas a los lados de los rombos.

 El ceramio más pequeño de este tipo presenta visible solamente un medallón, en cuyo interior destaca una figura de "S" con sus extremos terminados en ganchitos. Este medallón se halla en el medio cuerpo, directamente debajo del asa. Se ve a su alrededor grandes campos en rojo.

 

FORMA-D: Finalmente, dos pequeños ceramios, vulgarmente llamados "coquitos", decorados. Su descripción sería la de un ceramio simétrico, simple, restringido, sin cuello, de cuerpo sub-ovoide, que deja en su cúspide una pequeña abertura para la boca. Base muy convexa (ovoidal). El diámetro máximo del cuerpo se acerca a los 70 mm.

 

TUMBA-II. Fue excavada por el equipo del Museo Regional. Se hallaba en el sector sur del montículo y apenas (su tapa) a 40 cm de profundidad con respecto a la superficie del montículo. Fue abierta lateralmente. La tumba pertenecía a un niño pequeño, completamente deshecho, de modo que fue imposible recoger restos o salvar tejidos. La tumba era del tipo de falsa bóveda, hecha de piedras rodadas grandes en la parte inferior y menores hacia arriba. Suponemos fue hecha mediante un hoyo, perfectamente circular, que luego fue tapizado interiormente por el empircado de piedras rodadas. La parte superior de la tumba fue tapada por una estera hecha de totora gruesa, en forma de un saco con una abertura. Esta pieza (Az/21 03) mide 0,93 m x 0,50 m, y lleva seis costuras del mismo material. Encima de ella se encontró un gran trozo de piel de llama, rojizo, con abundancia de lana. No había trozos de madera para sostener el peso de la tierra, pero el cuero y la estera habían impedido la entrada de tierra. Al ser abierta por el lado, y al sacar las piedras de la base, fue posible ver claramente su contenido. Tanto los restos del niño como las ofrendas se encontraban sobre una abundante cantidad de semillas de molle boliviano (Schinus molle L. var. areira).

 El cuerpo deshecho se encontraba en la parte oeste de la tumba, circunstancia que observamos en varios casos. Todas las ofrendas, máxime las vasijas, hacia el este.

 Esta tumba contenía sólo un objeto de oro, consistente en una lámina, en forma de pequeña mascarita antropomorfa (Fig. 1) que difiere de las láminas ya descritas, por su repujado; en ésta, el relieve de las facciones no ha sido obtenido por punteadura, sino por un trazado continuo que delimita el rostro, los ojos, la nariz y la boca. La placa a que hacemos referencia, a pesar de su pequeño espesor, manifiesta una fuerte rigidez, que se ha obtenido por el golpeado del metal para laminarlo; este mismo fenómeno se aprecia en los objetos correspondientes a la Tumba l. Un análisis del metal acusa una ley de 21 quilates.

 

Medidas

Fig. 1

Altura máxima

56,5 mm

Ancho parte superior

68 mm

Ancho parte inferior

46 mm

Diámetro orificios

2 mm

 

 

 

Esta lámina debió estar puesta primitivamente sobre la cara del niño; al descomponerse el cuerpo, cayó a un lado. Nosotros la encontramos al lado del cuerpo, junto a un cantarito pequeño.

 Otros objetos del contexto de esta tumba son los siguientes:

 a) Calabaza pirograbado, una, que se deshizo al tacto;


 b) Instrumentos de madera:

 l. Un palo con evidencias de haber sido usado, 49 cm de longitud por 4 cm de ancho y 2,5 cm de espesor. Sus dos extremos romos. Este palo ayudaba a sostener la estera que hacía de tapa de la tumba.

 2. Un cuchillo, de 38 cm de longitud por 4 cm y 2,7 cm de espesor en su parte máxima. Presenta un extremo con filo y el otro, un angostamiento para facilitar el agarre.

 3. Una cuchara pequeña de unos 12 a 13 cm de longitud. Estando muy frágil se destruyó casi completamente. La concavidad medía unos 3,5 cm de diámetro en su borde; el mango, al llegar a la parte cóncava, se ensanchaba hasta tener la misma altura de esta parte.

 4. Seis "trompitos", objetos de madera pequeños (22 mm de ancho) cilíndricos, de uno de cuyos extremos sale una prolongación en forma de palito que termina en punta. Este grupo, inscrito con el número Az/2029 de nuestra colección, presenta características que tal vez puedan contribuir a descifrar el enigma de su uso. Los seis ejemplares presentan todavía trozos de tela adheridos y dos de ellos, trozos perfectamente reconocibles de un cordón formado por tres hilos de lana que a la distancia de 1 cm tiene un nudo. El color del hilo es rojo y en el nudo, aparecen otros tres hilos, esta vez de color verde, que prolongaban el tejido hacia los lados. Parece, indudablemente, tratarse de una redecilla. Los trozos de esta red se presentan aún adheridos a la parte del trompito en que se encuentra el palito en punta.

 Otro de los trompitos presenta un trozo de tela común adherida a la zona del diámetro máximo (ancho). Los seis trompitos fueron hallados ¡untos, al lado del cuerpo del niño y sin relación con los cántaros.

 La hipótesis de que fueran tapitas de cántaro no parece poder aplicarse aquí. ¿Serían flotadores de pequeñas redes para cazar peces pequeños? Lo creemos poco probable, por no haber encontrado en este cementerio (en el que excavamos 20 tumbas), la menor señal de implementos de pesca, en ninguna de sus formas. ¿Se relacionaría con la industria textil? Tampoco lo creemos, dado que en esta tumba no se dan los típicos instrumentos de tal industria. ¿Se tratará, tal vez, de juguetes que tenía el niño y que agitaba dentro de la pequeña redecilla, al modo de un cascabel? Es frecuente encontrar juguetes en las tumbas. Y la presencia de cantaritos diminutos (coquitos) tan frecuentes en los entierros de niños encontrados por nosotros, podría ser signo de pequeños juguetes, con que los niños imitaban el trabajo culinario de sus padres, encontramos infaltablemente dos y hasta tres coquitos (nunca menos) metidos dentro de la envoltura del difunto.

 e) Cerámica. Basándonos en la tipología de las formas anteriormente descritas, tenemos:

 

FORMA-A: Una olla grande (pieza Az/2101) de cuerpo sub-ovoide (3/4 de óvalo).

 

Dimensiones

Az/2101

Alto pieza

285 mm

Diámetro boca

211 mm

Diámetro máximo cuerpo

267 mm

Altura asa del borde

160 mm

Longitud asa

50 mm

Ancho medio asa

28 mm

Espesor asa

7,5 mm

Espesor medio paredes

5 mm

 

 

FORMA- B: Comprende dos ceramios ("jarros de agua"), uno grande (pieza Az/2099) y el otro mediano (pieza Az/2102).

 

Dimensiones

Az/2099

Az/2102

Alto pieza

349 mm

195 mm

Diámetro boca

134 mm

93 mm

Diámetro máximo cuerpo

260 mm

163 mm

Altura asa del borde

220 mm

148 mm

Longitud asa

60 mm

34 mm

Ancho asa

32 mm

16 mm

Espesor asa

8 mm

5 mm

 

La pieza Az/2099 (Lámina II), presenta dos campos decorados, bien definidos en los espacios entre las asas. Una franja doble, provista de triángulos pequeños, isósceles, unidos por su base y de triángulos mayores (casi rectángulos), forma una gran W. Este tipo de elemento lineal es muy frecuente en el estilo Pocoma. En los espacios intermedios en rojo, aparecen varios círculos concéntricos. La decoración, como en todas las vasijas de esta forma, alcanza hasta escasos centímetros bajo las asas. La base, por tanto, nunca se decora, ya que seguramente para mantener en posición estos tiestos, esta parte, asentaba en una concavidad en la tierra.

 La pieza Az/2102 (Lámina II), presenta por un lado una franja simple, en forma de M abierta, provista de los infaltables triángulos pequeños, unidos por su base. En los espacios intermedios en rojo, círculos pequeños con un punto central. Por el lado opuesto, la decoración varía. Se presenta una franja en forma de V abierta que ostenta triángulos provistos de un ángulo muy agudo, siendo el ángulo basal opuesto, recto. Los triángulos están unidos por su base. Del tercer ángulo libre, salen grandes ganchos en espiral. En la parte central de la franja en V, pero sin tocarla, aparece, en el lugar de los consabidos círculos, un motivo consistente en espirales entre dos paralelas.

 Ambos ceramios tienen varios aspectos comunes:

 a) La misma decoración del cuello (por lo demás, absolutamente uniforme dentro del estilo Pocoma): una zona pintada de negro, a partir del labio y que, al aproximarse al estrangulamiento del cuello, deja semicírculos abiertos, cuyos extremos se unen para formar una raya vertical que desciende hasta la base del cuello (a veces uniéndose a la raya negra que circunda el estrangulamiento del cuello, a veces no);

 b) La misma aplicación del color rojo: sirve sólo para rellenar los campos libres. La decoración en negro va aplicada directamente sobre el color básico de la cerámica, en estos casos, un tenue color naranja;

 c) Ambos ceramios están "curados", es decir, intencionalmente agujereados, mediante hoyos pequeños, a fin de evitar su uso o robo subsiguiente. Esta costumbre, la de "curar o matar" la cerámica, es bastante frecuente en nuestros hallazgos de la parcela 19, Valle de Azapa, Arica;

 d) La decoración en franjas en forma de W con idéntico motivo y finalmente, la costumbre de describir un medio círculo, a partir del punto de adherencia superior de las asas, mediante para lelas dobles, en curvo. Estos medios círculos se encuentran en la parte inferior con la raya negro que sirve de límite a la decoración del ceramio.

 

FORMA- C: Comprende dos "pitchers" (Lámina III), uno mediano (pieza Az/2098) y otro pequeño (pieza Az/ 2097). Uno, el mediano, pertenece al estilo Gentilar; el otro sería, a juzgar por las definiciones dadas para estos estilos, Pocoma, por presentar decoración negro y rojo sobre el color básico natural de la cerámica pero sus motivos son propiamente Gentilar.

 En el primero, el cuerpo es claramente elipsoipe (horizontal), e hiperboloide (horizontal) en el más pequeño.

 

Dimensiones

Az/2098

Az/2097

Alto pieza

130 mm

67 mm

Diámetro boca

94 mm

57 mm

Diámetro máximo cuerpo

167 mm

105 mm

Diámetro base

81 mm

43 mm

Altura asa del borde

50 mm

31 mm

Longitud asa

55 mm

35 mm

Ancho asa

20 mm

12 mm

Espesor asa

  7 mm

  5 mm

 

Lámina II

El ceramio Az/ 2098 presenta en el cuello la típica decoración del estilo Gentilar, en base a triángulos-rectángulos y corridas de ganchitos, que emergen de líneas que circundan el cuello. El cuerpo se encuentra dividido en dos campos, por una ancha franja roja que desciende, siguiendo el plano del asa, desde el cuello hacia la base; presenta, en la porción anterior del ceramio, pequeñas cruces negras enmarcadas de blanco, y en la porción opuesta, es decir, a continuación del asa, una línea blanca en zigzag enmarcada con negro. Los dos campos mencionados presentan una admirable simetría entre sí; y están constituidos por franjas concéntricas, que parten del medio del campo y se van extendiendo hasta abarcarlos totalmente; están recorridas por una línea quebrada, en zigzag (blanca), que deja hacia un lado triángulos negros, y hacia el otro, triángulos rojos; estas franjas alternan con corridas de ganchitos que se van uniendo para formar cadenillas. Todas estas circunferencias tienen como centro un medallón negro, enmarcado de blanco, que presenta en la parte media, un círculo blanco rodeado de grandes puntos rojos y un punto en su centro del mismo color.

    
                                                   Lámina III

 La decoración de la Pieza Az/2097, es bastante reducida; además del cuello está limitada solamente a una franja vertical que sigue el plano del asa, consistente en dos hileras (una negra y la otra roja), de grandes triángulos unidos por su base, y endentados entre sí. Estos triángulos presentan la particularidad de poseer sus bordes escalerados, y en su centro, un espacio circular con un punto de color opuesto. La franja está limitada a ambos lados por los consabidos ganchitos. Todos estos motivos están ubicados directamente sobre el color natural del ceramio (no existe blanco).

 FORMA - D: Comprende tres pequeños ceramios, de boca muy exigua, llamados vulgarmente " coquitos" (Pieza: Az/2094, Az/2095, Az/ 2096).

 Las Piezas Az/2094 (Lámina 11) y Az/2095 son prácticamente idénticas, no sólo en su forma sino también en su decoración que recuerda claramente el estilo Pocoma. Su forma puede decirse que es romboidal. Carecen de cuello. Miden 75 mm de diámetro máximo del cuerpo por 68 mm de altura y 17 mm de abertura de boca. Su decoración se halla en dos campos, completamente separados por tres líneas negras, paralelas, que van del borde de la boca a la línea negra, poco por debajo del ecuador del cuerpo, con que termina la decoración. Cada campo es ocupado por una franja en forma de V, formada por tres paralelas color negro. Bajo estas paralelas, hay triángulos unidos por su base (grandes). Los espacios entre paralelas, quedan del color natural, básico del ceramio. Los otros espacios van en rojo.

 La pieza más pequeña, Az/2096 (Lámina II), difiere de las anteriores. Su forma es sub-esférica, y el borde de la boca se levanta algo, formando un esbozo de cuello, pero sin llegar a ser evertido, ni siquiera recto. Sus dimensiones: 50 mm de altura por 48 mm de diámetro máximo y 20 mm de abertura de boca. No presenta decoración.

 

 Conclusiones:

 

1.-No puede caber la menor duda que las tumbas y su contenido, que hemos analizado in extenso, pertenecen a la misma cultura y a la misma época. En el montículo excavado en la Parcela, estas tumbas estaban ambas en el sector S y apenas distantes unos 6 a 7 m en línea recta.

 2.- La decoración de la alfarería en ambas tumbas, revela sorprendente afinidad. Ya hemos indicado que las Piezas Az/2099 y el ceramio mayor de la forma - B (tumba I), son casi idénticos: corridas de triángulos pequeños, unidos por su base y corridas de ganchitos unidos entre sí, formando cadenillas. Casi idénticas, son también las franjas verticales con que se divide la decoración en dos campos: una línea quebrada, que baja en zigzag, formada por dos paralelas muy juntas, de color negro, cuyo espacio interno es rellenado de blanco, deja a ambos lados, triángulos en rojos.

 3.- EI gran número de vasijas en las tumbas, parece ser también un carácter típico del grupo humano que enterró en este montículo. En el trabajo que daremos a conocer más tarde, y que expone las investigaciones hechas por nuestro equipo en 20 tumbas de este sitio, mostraremos varios casos típicos. El más notable, con todo, es el descubrimiento hecho por Guillermo Focacci, del Museo Regional de Arica, de una tumba en el sector S del mismo montículo, hecho a insinuación nuestra, que dio la suma total de 16 ceramios en una enorme tumba, de características muy semejantes  a nuestra tumba II.

 4.- En ambas tumbas se combinan ceramios de las cuatro formas más comunes. Igualmente, se dan juntos los dos estilos: Pocoma y Gentilar.

 5.- Por todo lo dicho, estas tumbas y su ajuar, podríamos ubicarlas dentro del período Agro-alfarero Tardío, época cumbre del. arte indígena de Arica, bastante próxima a la llegada del INCA.

 

 

Tumba I

Tumba II

CONSTRUCCIÓN

Empircado circular (celda subterránea)

Empircado circular (celda subterránea)

PROFUNDIDAD

(fondo tumba)

1,2 m

1,1 m

TAPA

          ¿?

Estera y cuero de llamo

CUERPO

Un adulto

Un niño pequeño

INSTRUMENTOS DE PIEDRA

Un hacha

-

OBJETOS DE MADERA

Un instrumento musical (siku)

Dos instrumentos agrícolas

Dos trompitos

Un instrumento agrícola

Un palo trabajado (sostén de la tapa)

Seis trompitos

Una cuchara

OBJETOS DE ORO

Una cinta

Dos máscaras (figs. 2 y 3)

Una mascarita (fig. 1)

CERÁMICA

 

 

Forma A

Una olla (sin decorar)

Una olla (sin decorar)

Forma B

Uno grande

Tres medianos

Uno grande

Tres medianos

Forma C

Uno mediano

Uno pequeño

Uno mediano

Uno pequeño

Forma D

Dos coquitos

Tres coquitos

CERÁMICA

Según estilos

 

 

Pocoma

5 ceramios

4 ceramios

Gentilar

3 ceramios

2 ceramios

Sin decorar

1 ceramio

2 ceramios

                                                      Antofagasta, 2 de enero de 1969

                                                                                                                                                                                                             Pág.  93



(1)  Junius B. Bird, Excavations in northern Chile. Anthropological Papers of the American Museum of Natural History. XXXVIII. New York, 1943.

(2)     Innovaciones en la clasificación de la cerámica de Arica. Boletín N° 4, Museo Regional de Arica.

(3)    Junius B. Bird, Excavations in northern Chile. Anthropological Papers of the American Museum of Natural History. XXXVIII. New York, 1943.


Notas nuestras

(1) El grupo del  "Museo Regional" de Arica nacido hacia el año 1956,  estaba conformado por Percy Dauelsberg, Luis Alvarez, Guillermo Focacci y  Sergio Chacón. El motor del grupo era, sin duda, Percy  Dauelsberg. Sobre este mismo trabajo de campo del año 1964 véase en este mismo blog nuestro reciente capítulo: "Entierros humanos en un montículo funerario del valle de Azapa  (Arica) y su contexto cultural en septiembre del año 1964:  descripción del contenido de cada tumba".  Editado el 6 de octubre, 2024.  Ambos estudios son estrictamente complementarios  

(2)  Bernardo Tolosa, ex-director por entonces de nuestro pequeño Museo Arqueológico de la Universidad del Norte de Antofagasta, no pudo, a pesar de sus deseos,  acompañarnos en esta ocasión. 

(3)  Sobre nuestras tempranas expediciones arqueológicas al sector norte de Antofagasta y sus hallazgos, consúltense nuestros capítulos de este mismo Blog:  "Mis primeros descubrimientos arqueológicos  en las cercanías de la quebrada de "La Chimba" (N. de la ciudad de"  Antofagasta): evidencias  halladas a  mediados del año 1963. Editado el 14//06/2020, e igualmente,  "Mis primeras actividades arqueológicas en la costa de Antofagasta:  hallazgos que llamaron la atención de un neófito durante el año 1963",  editado el día 17/09/2024. 

(4)  Nuestras investigaciones pioneras sobre los conchales arqueológicos situados al Norte de la ciudad de Antofagasta y la zona costera al sur de Cerro Moreno, fueron realizadas entre los meses de agosto 1963 y enero 1965. El primer trabajo nuestro en el que analizábamos la tipología de la  cerámica indígena  hallada en 19 conchales del área, apareció en la revista Anales de la Universidad del Norte (Antofagasta, Chile), Nº 5, 1966: 53-125,  con el título de: "Contribución al estudio de una tipología de la cerámica encontrada en conchales de la provincia de Antofagasta". Este estudio versó sobre un intento de tipología de las vasijas de  cerámica empleadas por los pescadores costeros, y vino a representar, en su momento, el primer  trabajo sistemático, de carácter arqueológico, realizado en esta región del desierto chileno. Con anterioridad, gracias a  los trabajos de  Isaac Arce,  Ricardo Latcham y/o Richard Schaedel  solo se disponía de referencias muy genéricas -casi anecdóticas- sobre esta materia de estudio.  Junius B. Bird, el renovador de las técnicas arqueológicas en Chile, en su magistral trabajo "Excavations in Northern Chile" (1943), no tuvo oportunidad de visitar, excavar o referirse a esta porción de  la costa arreica de Antofagasta, como tampoco lo hiciera su predecesor, el arqueólogo alemán Max Uhle.  

(5)  El artículo en referencia apareció en la revista  de la Universidad del Norte (Antofagasta), Volumen III, Nº 1, octubre  1969, pp. 79-90 con el título de:  "Objetos de oro hallados en dos tumbas del valle de Azapa (Arica) y su contexto" y  su redacción definitiva se debe a Agustín Llagostera Martínez.  Aprovechamos de advertir que, en el mismo número de la revista, aparece otro excelente artículo, igualmente poco conocido, de los citados investigadores del Museo Regional de Arica, Sres. Percy Dauelberg y Luis Alvarez, con el título de: "Anzuelos confeccionados en hueso y en espinas de cactáceas  procedentes de Faldas del Morro de Arica", (Revista de la Universidad del Norte, Antofagasta, Vol. III, Nº 1,  1969: 67-78).                                                           

(6)  Hoy día, sin duda alguna, gracias al avance de las técnicas de excavación, seríamos muchísimo más exigentes en retener y tratar de descubrir muchos otros aspectos y detalles del respectivo entierro que a nosotros, con nuestra rudimentaria tecnología, por entonces  se nos escapaban totalmente. Por ejemplo, la observación atenta de la presencia in situ de tierras colorantes y vegetales, colecta y determinación de huesos de animales, preservación y  análisis antropológico-físico de las osamentas humanas, búsqueda de rastros de comidas o bebidas adheridos al  interior de los ceramios respectivos, preservación  de restos vegetales para su estudio, y/o  conservación de posibles muestras para estudio del ADN,  o de carbón o madera para su datación por C14, extracción para estudio  de semillas y polen, etc. etc. Rasgos éstos considerados hoy de gran importancia eco-cultural pero que en aquellos años, con una finalidad enfocada únicamente en su  digna  exposición museológica, eran  en realidad, impensables. Máxime si consideramos que este trabajo apresurado de rescate, tratándose de una operación "de salvamento", exigía de los excavadores  gran velocidad de operación, por exigencia expresa de los dueños del predio. En aquella ocasión, dispusimos tan solo de 3 y medio días de trabajo in situ.  Eran otros tiempos y otras  prioridades e inquietudes, y no existía aún una Ley protectora de estos yacimientos. Ley que recién aparecerá casi  30 años después (1993). 

(7)  A pesar de nuestra insistencia, la familia Coddou - autora de esta "excavación", no fue capaz de darnos más pormenores. Vanamente intentamos convencerlos, además,  de que  entregasen al Museo Regional de Arica, las piezas de oro, pero no lo logramos. En aquellos años, no existía aún una legislación protectora la que recién  fue aprobada  en el año  1993 durante la  presidencia  de don  Patricio Aylwin Azócar. Nos preguntamos hoy cuál pudo haber sido el destino final de estos inapreciables objetos de oro. ¿Los conservará todavía la familia Coddou o sus descendientes?.  ¿Habrán sido vendidos, tal vez?....                                                                                                      

Agradecimientos

Nuestra especial gratitud a mi vecina Teresita Ugarte Silva quien me  soluciona todos mis problemas técnicos.