lunes, 11 de mayo de 2015

"Piedras tacitas" en la localidad de Las Cruces ( V Región de Chile). Fotos inéditas del año 1975.

Antecedentes.

En un capítulo anterior de este Blog (de fecha 31 de julio de 2014), nos hemos referido a un trabajo de campo exploratorio, de tipo antropológico, realizado por el  flamante grupo de la revista "Expedición a Chile" en el mes de Enero del año   1975. En dicho trabajo, se presentó  el resultado de una  exploración del área por parte de arqueólogos y  el texto completo de una entrevista hecha a miembros de la  familia de apellido Codoceo  que habitaban en la "Playa  Grande" , junto a la "Laguna del Peral",  lugar  antiguamente ocupado por  pescadores- recolectores desde  tiempos antiguos.  El capítulo de nuestro Blog  fue titulado: "Los inicios de "Expedición a Chile": una entrevista en Las Cruces (zona central de Chile) en 1975: pescadores y mariscadores  de la Playa Grande".

Faltó en dicha ocasión  -por  no disponer entonces  del material fotográfico respectivo- aportar las imágenes que mostraran  los bloques  de roca en los que  los antiguos habían  excavado las "piedras tacitas", cavidades destinadas a la molienda de  alimentos, semillas  y aún tinturas de  color rojo para sus embarcaciones y  redes (óxidos de Fe).

Estas tres imágenes, tomadas en Enero del año  1975,  pues, son un complemento importante  a dicho capítulo. Hurgando en  nuestros álbumes fotográficos de   diapositivas  antiguas, las hemos finalmente podido rescatar y  hacer digitalizar. Por lo que  aquí se presentan  como valioso antecedente para la historia del lugar..

 Fig. 1.   La vivienda de tablas de madera  de la familia Codoceo, construida   a  partir del año 1944-45 en este lugar.  Su dueño el señor  Humberto  Codoceo, originario de San Francisco del Monte  vivía  en la época de nuestra entrevista, dedicado a la pesca y al comercio de productos marinos que   capturaba o recogía con  su esposa e hijos, tal como se relata en la entrevista citada.  La vivienda   fue construida al lado de un grupo de gigantescos bloques rocosos que le sirven de  protección. En el bloque  más alto (donde se ve sentado a un joven),  se hallan  11 "tacitas", de las que, por desgracia,  no conservamos fotografías. (Foto H. Larrain,  Enero 1975).  

Existencia de otros dos bloques con "tacitas". en las proximidades.

Los dos bloques de roca  que mostramos a continuación, se sitúan a cierta distancia de su vivienda,  ladera arriba,  hacia  el Este, en el sector que los Codoceo  denominaron   como "El Morro" y a unos  120 m de altitud snm.  Distan algunas pocas cuadras de la vivienda, cerro arriba. Dos de los hijos de los Codoceo   nos condujeron a  visitarlos, cuando en la conversación salió el tema   de las "piedras de los indios".
  
 Fig. 2.  Este bloque   granítico  del sector "El Morro"  (Nº 2) ,  presenta  tres "tacitas". Las dos  de la parte superior son  bastante profundas; la de la parte inferior, en cambio,  (junto al cuaderno)   muestra escasa profundidad. Tal vez, se hallaba en proceso de  elaboración.  La parte superior  del bloque se alza   unos     1,20 -  1, 40   m  por sobre el suelo  y presenta una clara inclinación.  El cuaderno usada como escala gráfica  mide unos  20 cm de largo (Foto H. Larrain, 3 de Enero 1975).

Fig. 3.  Otro bloque  igualmente granítico   (Nº 3) ,  muestra  otras cuatro "tacitas". El lápiz usado  aquí como escala mide unos  14 cm. de longitud.  En este sector de "El Morro" había  en total tres  bloques, uno de los cuales   (el tercero) no alcanzó, por desgracia,  a ser fotografiado por nuestro grupo. en dicha oportunidad (Foto H. Larrain,  3 de Enero 1975).

Conclusiones.

1. La familia  de don Humberto Codoceo se instaló a su llegada a Las Cruces el año  1944 desde  San Francisco del  Monte de donde era originaria, exactamente en el mismo sitio  en que antiguos pescadores-mariscadores se  habían   asentado  con muchos siglos de  anterioridad. Ellos, en realidad, no hacían otra cosa  que  seguir antiguas tradiciones  en el lugar.

2.  Las piedras "tacitas"  también  formaban parte  de su  instrumental  casero, al servirles para la molienda, como en tiempos antiguos. 

3.  Los Codoceo sabían perfectamente que  dichas "tacitas" eran  de antiguo origen  indígena, a falta de otro tipo de artefacto de molienda, como metales o batanes,  más propios de  una época   de práctica agrícola..

4.  Las "tacitas"  se van profundizando  poco a poco con el mismo uso por parte de los  ocupantes. Por lo cual una tacita muy profunda, sin duda alguna,   denota  un uso mucho más prolongado en el tiempo. Tal vez  con generaciones de diferencia.

5.  Ha habido bastante discusión y controversia con respecto al empleo y forma de  utilización de estas "tacitas". Lo obvio e inmediato parecería ser el  adjudicarles una función  primariamente muy práctica, como lugar de molienda, accesorio indispensable de la cocina familiar. Ahí se podía   - y aún se puede-  moler de todo, desde pescado seco, charqui  o cochayuyo seco hasta   variados tipos de semillas,  vegetales, hojas o  incluso materias colorantes, como era el caso de la  preparación de tintura roja para pintar útiles de pesca, labor ésta muy difundida entre los grupos pescadores.  Que en ciertas culturas,  hayan podido tener una significación adicional de tipo ceremonial o ritual,  más compleja, como por ejemplo, como colectores de sangre en sacrificios animales en ciertas festividades,  no es nada  imposible.  ¿O, tal vez, en ceremonias relacionadas con el culto al agua?. Es posible. Tal como, ocurre en el caso de las piedras horadadas, hay aquí un tema  abierto para la discusión. Los  distintos  autores ofrecen  muy diversas explicaciones y no existe unanimidad al respecto. Lo que es evidente es que también y en forma prioritaria,  fueron usadas  como metates o batanes  (para la molienda), ofreciendo  estos artefactos la  gran ventaja de que  no podían  ser hurtados  o arrebatados  a sus dueños  por eventuales  saqueos   o  "malones" a las viviendas o propiedades..

6. La pretendida  objeción de que se trataría de  formaciones enteramente  naturales, de tipo geológico,  queda  totalmente desvirtuada por las pruebas científicas hechas  y por la analogía etnográfica que reconoce su uso aún hoy por algunas tribus  como elementos  usuales de molienda. Con frecuencia, se ha hallado, además,  entierros humanos y  artefactos asociados a tales "piedras tacitas".Es decir, hubo una evidente actividad humana en torno a estos bloques rocosos. Ahora bien, que sus "fabricantes" hayan podido aprovecharse de algunas cavidades naturales de la roca (máxime del granito, más fácil de pulir y trabajar),  para  ahondarlas y transformarlas  en auténticas "tacitas", nos parece  más que natural. 

7. Y la gran pregunta que nos surge  finalmente hoy:  ¿existirán todavía  estos bloques de piedras "tacitas" en el área de la Playa Grande de Las Cruces, o habrán sido arrasados  y destruidos totalmente por  la creciente   modernización?.  ¿Estarán , tal vez, estos bloques incorporados hoy a  predios particulares o parcelas de agrado construidas  en el lugar?. ¿Habrán sido respetados por sus  nuevos propietarios?. Ciertamente, nos gustaría  saber más detalles  acerca de su destino final. Ojalá algún lector nos informe sobre este particular.








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