Antecedentes.
En un capítulo anterior de este Blog (de fecha 31 de julio de 2014), nos hemos referido a un trabajo de campo exploratorio, de tipo antropológico, realizado por el flamante grupo de la revista "Expedición a Chile" en el mes de Enero del año 1975. En dicho trabajo, se presentó el resultado de una exploración del área por parte de arqueólogos y el texto completo de una entrevista hecha a miembros de la familia de apellido Codoceo que habitaban en la "Playa Grande" , junto a la "Laguna del Peral", lugar antiguamente ocupado por pescadores- recolectores desde tiempos antiguos. El capítulo de nuestro Blog fue titulado: "Los inicios de "Expedición a Chile": una entrevista en Las Cruces (zona central de Chile) en 1975: pescadores y mariscadores de la Playa Grande".
Faltó en dicha ocasión -por no disponer entonces del material fotográfico respectivo- aportar las imágenes que mostraran los bloques de roca en los que los antiguos habían excavado las "piedras tacitas", cavidades destinadas a la molienda de alimentos, semillas y aún tinturas de color rojo para sus embarcaciones y redes (óxidos de Fe).
Estas tres imágenes, tomadas en Enero del año 1975, pues, son un complemento importante a dicho capítulo. Hurgando en nuestros álbumes fotográficos de diapositivas antiguas, las hemos finalmente podido rescatar y hacer digitalizar. Por lo que aquí se presentan como valioso antecedente para la historia del lugar..
Fig. 1. La vivienda de tablas de madera de la familia Codoceo, construida a partir del año 1944-45 en este lugar. Su dueño el señor Humberto Codoceo, originario de San Francisco del Monte vivía en la época de nuestra entrevista, dedicado a la pesca y al comercio de productos marinos que capturaba o recogía con su esposa e hijos, tal como se relata en la entrevista citada. La vivienda fue construida al lado de un grupo de gigantescos bloques rocosos que le sirven de protección. En el bloque más alto (donde se ve sentado a un joven), se hallan 11 "tacitas", de las que, por desgracia, no conservamos fotografías. (Foto H. Larrain, Enero 1975).
Existencia de otros dos bloques con "tacitas". en las proximidades.
Los dos bloques de roca que mostramos a continuación, se sitúan a cierta distancia de su vivienda, ladera arriba, hacia el Este, en el sector que los Codoceo denominaron como "El Morro" y a unos 120 m de altitud snm. Distan algunas pocas cuadras de la vivienda, cerro arriba. Dos de los hijos de los Codoceo nos condujeron a visitarlos, cuando en la conversación salió el tema de las "piedras de los indios".
Fig. 2. Este bloque granítico del sector "El Morro" (Nº 2) , presenta tres "tacitas". Las dos de la parte superior son bastante profundas; la de la parte inferior, en cambio, (junto al cuaderno) muestra escasa profundidad. Tal vez, se hallaba en proceso de elaboración. La parte superior del bloque se alza unos 1,20 - 1, 40 m por sobre el suelo y presenta una clara inclinación. El cuaderno usada como escala gráfica mide unos 20 cm de largo (Foto H. Larrain, 3 de Enero 1975).
Fig. 3. Otro bloque igualmente granítico (Nº 3) , muestra otras cuatro "tacitas". El lápiz usado aquí como escala mide unos 14 cm. de longitud. En este sector de "El Morro" había en total tres bloques, uno de los cuales (el tercero) no alcanzó, por desgracia, a ser fotografiado por nuestro grupo. en dicha oportunidad (Foto H. Larrain, 3 de Enero 1975).
Conclusiones.
1. La familia de don Humberto Codoceo se instaló a su llegada a Las Cruces el año 1944 desde San Francisco del Monte de donde era originaria, exactamente en el mismo sitio en que antiguos pescadores-mariscadores se habían asentado con muchos siglos de anterioridad. Ellos, en realidad, no hacían otra cosa que seguir antiguas tradiciones en el lugar.
2. Las piedras "tacitas" también formaban parte de su instrumental casero, al servirles para la molienda, como en tiempos antiguos.
3. Los Codoceo sabían perfectamente que dichas "tacitas" eran de antiguo origen indígena, a falta de otro tipo de artefacto de molienda, como metales o batanes, más propios de una época de práctica agrícola..
4. Las "tacitas" se van profundizando poco a poco con el mismo uso por parte de los ocupantes. Por lo cual una tacita muy profunda, sin duda alguna, denota un uso mucho más prolongado en el tiempo. Tal vez con generaciones de diferencia.
5. Ha habido bastante discusión y controversia con respecto al empleo y forma de utilización de estas "tacitas". Lo obvio e inmediato parecería ser el adjudicarles una función primariamente muy práctica, como lugar de molienda, accesorio indispensable de la cocina familiar. Ahí se podía - y aún se puede- moler de todo, desde pescado seco, charqui o cochayuyo seco hasta variados tipos de semillas, vegetales, hojas o incluso materias colorantes, como era el caso de la preparación de tintura roja para pintar útiles de pesca, labor ésta muy difundida entre los grupos pescadores. Que en ciertas culturas, hayan podido tener una significación adicional de tipo ceremonial o ritual, más compleja, como por ejemplo, como colectores de sangre en sacrificios animales en ciertas festividades, no es nada imposible. ¿O, tal vez, en ceremonias relacionadas con el culto al agua?. Es posible. Tal como, ocurre en el caso de las piedras horadadas, hay aquí un tema abierto para la discusión. Los distintos autores ofrecen muy diversas explicaciones y no existe unanimidad al respecto. Lo que es evidente es que también y en forma prioritaria, fueron usadas como metates o batanes (para la molienda), ofreciendo estos artefactos la gran ventaja de que no podían ser hurtados o arrebatados a sus dueños por eventuales saqueos o "malones" a las viviendas o propiedades..
6. La pretendida objeción de que se trataría de formaciones enteramente naturales, de tipo geológico, queda totalmente desvirtuada por las pruebas científicas hechas y por la analogía etnográfica que reconoce su uso aún hoy por algunas tribus como elementos usuales de molienda. Con frecuencia, se ha hallado, además, entierros humanos y artefactos asociados a tales "piedras tacitas".Es decir, hubo una evidente actividad humana en torno a estos bloques rocosos. Ahora bien, que sus "fabricantes" hayan podido aprovecharse de algunas cavidades naturales de la roca (máxime del granito, más fácil de pulir y trabajar), para ahondarlas y transformarlas en auténticas "tacitas", nos parece más que natural.
7. Y la gran pregunta que nos surge finalmente hoy: ¿existirán todavía estos bloques de piedras "tacitas" en el área de la Playa Grande de Las Cruces, o habrán sido arrasados y destruidos totalmente por la creciente modernización?. ¿Estarán , tal vez, estos bloques incorporados hoy a predios particulares o parcelas de agrado construidas en el lugar?. ¿Habrán sido respetados por sus nuevos propietarios?. Ciertamente, nos gustaría saber más detalles acerca de su destino final. Ojalá algún lector nos informe sobre este particular.
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