En las páginas que siguen, se da cuenta del proceso de excavación de pozos de sondeo arqueológicos, en una terraza fluvial del Estero "Las Ñipas", afluente del río Codegua (VI Región de Chile). En el capítulo anterior, se hizo referencia a la historia del sitio, la adquisición del predio por parte de mi padre Horacio Larrain Cotapos en 1939 y a las circunstancias del hallazgo en el año 1979. En el presente capítulo, se entrega el detalle de la excavación, según el protocolo redactado en ese año. Nos ha parecido necesario dejar constancia de este hallazgo, con fines científicos, para que esta evidencia no desaparezca y sea de utilidad para la ciencia. Las imágenes de la excavación han sido presentadas en el capítulo anterior. Este capítulo, en consecuencia, es estrictamente complementario del anterior, constituyendo ambos una unidad. indisoluble.
Fig. 1. Croquis de ubicación. Excavación arqueológica en la quebrada de "Las Ñipas", Fundo "La Leonera", Comuna de Graneros, VI Región de Chile. Enero 1983. Altitud s.nm: 850 m. Coordenadas UTM 357714 E y 6232620 S. (Croquis del autor, 1983).
Fig. 2. El ambiente ecológico del matorral de secano de la zona central de Chile (VI Región). Flora autóctona caracterizada por presencia de peumos, quillayes, litres, quilas, puyas, y quiscos endémicos. Por la parte media de la figura serpentea, la quebradilla que trae agua solo durante 6-7 meses al año, presentándose totalmente seca durante el verano y el otoño.
Fig. 3. El lugar de excavación en pleno desarr5ollo.
El Informe oficial.
Fig. 4. primera página del Informe.
La cronología del yacimiento por el método del C14.
Dos muestras de carbón obtenido en el área del fogón o cerca de él fueron enviadas al laboratorio de la Comisión de Energía Nuclear de Santiago para su datación.
Muestra 1. carbón (vegetal) del sitio LE-1, Pozo 1, capa IV en contacto con capa V : fecha: 2.248 +/- 93 BP.
Muestra 2: carbón (vegetal) del sitio LE-1, Pozo 1, Capa VI (fondo del fogón). fecha: 2.500 +/- 110 BP.
Estas dataciones nos señalan que los cazadores que aquí encendieron el fogón circulaban por esta zona desde por lo menos los 500 años A.C., aproximadamente.
Conclusiones eco-antropológicas.
1. La precordillera de la zona central de Chile (850-950 m s.nm.) fue recorrida por pequeñas bandas de cazadores-recolectores nómadas. Éstas cruzaban la cordillera de los Andes en varios sectores. Al descender de la cordillera, establecieron pequeños campamentos de tránsito, con presencia de fogones, donde sin duda consumieron el producto de su cacería (principalmente guanacos y aves cordilleranas) y molieron en sus metates o batanes semillas y frutos recogidos en los alrededores. Hay en esta zona ecológica hasta hoy, varias especies de plantas del bosque que producen pequeños frutos comestibles como boldo (Peumus boldus), quilo (Mühlenbeckia hastulata), peumo (Cryptocaria alba), puya (Puya chilensis), el "copao" del quisco (Trichocereus chilensis) e incluso la semilla de la quila (Chusquea quila: también codiciada por los ratones). Pequeñas vertientes dotadas de vegetación brotan hasta hoy en sus proximidades. El cauce del río Codegua pasa a unos 200 m del sitio de campamento. El agua, por tanto, no era aquí problema alguno en ninguna época del año.
2. Diversas especies vegetales allí presentes permiten suministrar elementos para la construcción de cabañas ligeras, muy en especial la quila (Chusquea quila), pero también el quilo (Mühlenbeckia hastulata), el palqui (Cestrum parqui), el romero o romerillo (Baccharis linearis) y el colliguay (Colliguaja odorifera), además de las ramas bajas de árboles como el peumo, quillay (Quillaja saponaria) o litre (Litraea caustica), ya citados arriba. Por cierto, nuestra excavación no nos permitió obtener información suficiente como para sacar conclusiones sobre sus simples y provisorias chozas de refugio.
3. Los animales de caza preferidos eran, con toda probabilidad, el guanaco (Lama guanicoe), el huemul cordillerano (Hippocamelus bisulcus), roedores como la chinchilla (Chinchilla lanigera), el cururo (Spalacopus cyanus) o la vizcacha ( Lagidium viscacia) y varias especies de aves, entre ellas la perdicita de Gay (Attagis gayi), observada por nosotros y especies de patos silvestres en el río. Bandadas de bandurrias (Theristicus melanopis) no son raras en ciertos parajes planos, durante el verano Le excavación mostró la presencia de varios huesos largos, muy probablemente de guanacos, que aparecieron cortados típicamente en el sentido de su longitud, seguramente para permitir extraerles la médula ósea. No se realizó estudio del material óseo hallado.
4. Una de las cosas más interesantes de la excavación es el abundante uso que se hace, por parte de los cazadores, del jaspe, sílex y obsidiana, materiales con los que elaboraron puntas de proyectil pequeñas, raspadores y raederas, principalmente. Estas materias primas no se encuentran in situ, ni siquiera cerca, por lo que han debido ser transportados desde lugares alejados, mucho más altos de la cordillera. De hecho, nuestras pesquisas hechas meses después, dieron con algunos lugares donde abunda este tipo de roca, sobre los 3.000 m. de altitud. La presencia de lascas de estos materiales, en efecto, fue el hilo conductor que nos llevó a l descubrimiento del campamento-base. Porque precisamente allí donde se concentraba la máxima cantidad de lascas, fruto del frecuente trabajo de talla, fue donde se decidió abrir el primer pozo de sondeo. Y justo allí apareció el fogón y la piedra de moler, a una profundidad de 40-43 cm. La presencia de obsidianas, en particular, sería prueba evidente de la existencia de un tráfico de muy larga distancia y, probablemente, de extensos recorridos que llevaban al otro lado de la cordillera. Sus ocupantes serían los antecesores prehistóricos de las tribus de chiquillanes, que aún en tiempos coloniales tempranos depredaban y se dejaban caer sobre las zonas agrícolas en la zona central de Chile.
5. De enorme interés es la aparición, muy cerca del fogón y a apreciable profundidad de una piedra horadada. Está extrañamente fracturada en su sentido horizontal. Piedras horadadas semejantes (aunque generalmente bastante más grandes y voluminosas) se han encontrado en enorme abundancia en la zona central y centro-sur de Chile. Al parecer, son de gran antigüedad. Su función resulta aún hoy enigmática y ha sido muy discutida. Se ha sugerido que habrían sido pesos para instrumental agrícola, cabezas de mazas para la guerra y/o elementos de culto y ritualidad, al estilo de los pimuntue ceremoniales recientes, de la zona cultural mapuche. Tal vez tuvieron una utilidad múltiple. Por la cronología de nuestro yacimiento y su ubicación en la precordillera, hay que descartar aquí absolutamente el uso agrícola. Sus escasas dimensiones, no la hacían, tampoco, un elemento práctico como arma de guerra. El pequeño tamaño de la pieza encontrada por nosotros (4,6 cm x 5.5 cm) muy cerca del fogón ( 1 30 cm) y a la misma profundidad de éste, nos habla seguramente de un uso muy diferente del agrícola y del marcial: tal vez el uso ceremonial Y nos transporta, desde el punto de vista de la cronología, a una época algo anterior a la era cristiana, tal como veremos.
6. El sitio es absolutamente acerámico, es decir, carece absolutamente de fragmentería cerámica. No se halló durante el transcurso de la excavación, en ninguna de las seis capas o estratos estudiados, ni un solo fragmento de cerámica. Lo que apoya totalmente la hipótesis de que sus ocupantes fueron solo pequeñas bandas u hordas de cazadores-recolectores, al estilo de sus sucesores los indios chiquillanes o, algo más al sur, de los pehuenches y puelches cordilleranos. No habrían tenido, al parecer, contacto cultural alguno con grupos poseedores de cerámica, que ciertamente ya debió haberlos por esas épocas en el valle central de Chile (Cultura Aconcagua).
7. Según ya lo señaláramos en nuestra obra. Etnogeografía de Chile, Vol. XVI, Instituto Geográfico Militar, Santiago, 1987: 85-87), estos cazadores al cruzar la cordillera, han podido encontrar rocas aptas, comola obsidiana, el jaspe y el sílex para fabricar, en su campamentos de base, su utillaje de caza. Al efecto, trasladaron hasta sus campamentos núcleos semipreparados de estos materiales. Pero el fino trabajo de talla de cada instrumento se realizó in situ, en el campamento-base, tal como lo demuestra la enorme cantidad de desechos de talla hallados por nosotros, hasta en sus tamaños más mínimos.De hecho hacia los 3.000 m de altitud, en un lugar llamado hasta hoy la "Olla Blanca" hallamos años después un yacimiento de jaspe rojo, en bloques hasta 50 cm de diámetro, en el fondo de un pequeño torrente.
8. Muy cerca de este último sitio, a unos 100 m. de distancia, hallamos en esa oportunidad unas curiosas ruinas con pircas derruidas, dotadas de un pavimento de rocas planas y numerosas lascas y aún artefactos líticos rotos, fruto del desbaste del jaspe y del sílex. (Larrain, 1987: 85, nota 21 y pág. 93, foto Nº 28). ¿Estas ruinas (¿posible tambillo?), ¿pudieron, tal vez, formar parte de algún circuito de tránsito de alguna ruta inca hacia el lado argentino?. No lo sabemos. Y si no son incaicas, ¿qué origen y sentido tienen?. ¿Fueron simples apostaderos para cazadores?. Pero, en tal caso, ¿para qué colocar un bien ordenado piso de lajas de piedra, como fondo de una habitación?. Aquí hay, sin duda, un pequeño enigma por resolver. El antiguo recinto se halla en la parte elevada (Norte) de una extensa cuenca u hoya con inclinación N-S, hoy utilizada como cancha de esquí y conocida en la época de nuestros estudios como la "Olla Blanca". Una fotografía de estas ruinas y su pavimento, puede Ud. ver en la citada obra de Etnogeografía nuestra (1987: 93, Foto 28).
8. Esta zona de nuestro descubrimiento, hacia los 850 m. de altitud, debió ser, en general, visitada por los cazadores andinos preferentemente en épocas de verano y otoño, cuando el derretimiento de las nieves de la alta cordillera llega a su máximo y permite el cruce de Los Andes por diversos pasos más bajos.
9. Nos alegramos, por fin, profundamente de haber dado a conocer hoy este descubrimiento de más de 30 años atrás, para que pueda ser útil para un mejor entendimiento del poblamiento antiguo de esta zona precordillerana baja, en épocas tempranas. Poderosas razones personales nos habían impedido, hasta ahora, dejar por escrito y publicar esta evidencia que hemos comunicado por e-mail al Museo Regional de Rancagua.. Allí, debe quedar constancia de este descubrimiento y su proceso completo.
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