miércoles, 25 de julio de 2012

Visión de la obra de Gustavo Le Paige en 1981: A un año de ocurrida su muerte.

Fig. 1l Página uno del artículo: "Le Paige a un año de su muerte". Crónica de Luz María Astorga con fotos de Rodrigo Rojas, publicada en la "Revista del Domingo", del diario "El Mercurio" de Santiago de Chile, 28 de junio del año 1981 (nº 758).

Fig.2. Página dos del citado artículo.

Fig. 3. Pagina 3 del artículo mostrando a los entrevistados en San Pedro de Atacama y Santiago.

Fig .4. Página cuatro del artículo.

Fig. 5. Página cinco y última: la visita del Rector Alarcón Johnson de la Universidad del Norte.

Cómo llegó a mis manos este recorte de diarios.

La fiel compañera de mi vida en estos últimos 20 años, Marta Peña Guzmán, entre sus viejos papeles guardados como reliquia, me muestra éste, ajado y algo arrugado, que atrae inmediatamente mi atención. Es una interesante y valiosa entrevista hecha por Luz María Astorga en San Pedro de Atacama a los integrantes del Museo arqueológico y fue publicada en la "Revista del Domingo"" del diario "El Mercurio" de Santiago el día 28 de de Junio de 1981. Las fotos son obra de Rodrigo Rojas. Fotos y texto son testimonios muy elocuentes de una época, especialmente ahora, cuando se tiene hoy in mente la renovación total de la arquitectura del Museo fundado por el sacerdote-arqueólogo. Y también, cuando han desaparecido las momias de sus viejos anaqueles para engrosas las oscuras bodegas. Recoge la entrevista, además, los testimonios vivos e irrecusables de valiosos testigos de esa época: ayudantes atacameños de Le Paige, arqueólogos adscritos al Museo tras la muerte del sacerdote y, por fin, su enfermero particular.

Se impone hoy (2012) renovar la estructura del edificio que ya se ha hecho muy pequeño.

Los terremotos recientes han dañado peligrosamente su estructura hecha de frágiles adobes, y se impone renovarlo, dando la categoría que se merece a la mejor y más completa colección arqueológica de una amplia zona cultural en el Norte de Chile. Han transcurrido ya más de 30 años de esta publicación. Como tantos artículos de periódicos, yacía olvidado en un viejo cajón de una cómoda. Por cierto - que sepamos - Internet no lo había descubierto y publicado aún. Por ello nos adelantamos a hacerlo, agregando a la información de primera mano que nos trae "El Mercurio", algunos comentarios y adiciones nuestras. Como nos hemos propuesto desde hace un par de años, rescatar del olvido la figura egregia del padre Le Paige, convencidos de su notable actuación cultural y social en la zona de San Pedro de Atacama, nos he decidido a publicar este trabajo en sus colores originales.

La recolección de materiales culturales: una comparación.

Tal como Emilio Vaïsse, el párroco francés de San Pedro de Atacama en el año 1896 recogió, con ayuda de Felix Segundo Hoyos y Aníbal Echeverría y Reyes lo poco que aún se conservaba de la lengua kunsa o lickan antai de los antiguos atacameños en su valioso "Glosario de la Lengua atacameña", el sacerdote belga Gustave Le Paige recogerá y conservará con veneración y respeto miles de eximios testimonios culturales del pasado de la etnia atacameña entre las cuatro paredes de su abarrotado Museo. Su objetivo final, como el mismo lo dijera: "dar a conocer al mundo la cultura atacameña".

A lomo de mula o en un detartalado jeep Bronko.

Para ello, el joven sacerdote francés, misionero de 36 años, Emilio Vaïsse, recorrerá durante seis años incansable, cabalgando a caballo o en mula las aldeas de Cámar, Toconao, Peine, Socaire y Tilomonte, bebiendo ávidamente de labios de los atacameños más ancianos -como testimonia Alejandro Bertrand- los últimos retazos de la lengua más extraña y singular de toda América: el kunsa. El belga Le Paige, con más de cincuenta años a cuestas, hará otro tanto durante 25 largos años, primero a caballo, luego en un viejo y destartalado jeep, en procura de testimonios de esa raza, etnia y cultura que tanto llegó a fascinarle. Como que le entregó su vida entera.

El testimonio primerizo de los arqueólogos del Museo.

Aunque no se dice explícitamente, se deja entrever que su testimonio fue al principio bastante negativo respecto de la labor desarrollada por el sacerdote: "estas colecciones tienen un valor más bien turístico que científico", señalaron. Y, de hecho, los arqueólogos contemporáneos, con raras excepciones se mostraron muy reacios a aceptar las hipótesis y conclusiones de Le Paige y más aún, sus métodos de trabajo, que miraron con suspicacia cuando no con desdén. Pero cuando Patricio López, uno de los dos arqueólogos adscritos al Museo después de la muerte del sacerdote, encontró el famoso "Diario de Campo" del sacerdote -su preciada bitácora de viaje- donde anotaba, entre signos indescifrables y abreviaciones frecuentes, datos precisos de lugares, fechas, características y dibujos de las piezas halladas, cambió de opinión. Su Museo ya no era una simple "bodega de materiales desordenados".

La opinión de sus queridos ayudantes de campo.

El texto de esta crónica de Luz María Astorga nos interesa mucho hoy, porque recoge testimonios muy cercanos a la fecha de su muerte. Y porque toma muy en cuenta - lo que raras veces se hace- la opinión de sus queridos ayudantes de campo, Manuel Abán y Héctor Ramírez, gente sencilla y humilde que el supo valorar y formar. Nos tocó en aquellos años de 1963 al 1965 cuando frecuentábamos el Museo apoyando al padre Le Paige, conocer de cerca a ambos. Serios, responsables, adictos incondicionales a su maestro y amigo, Le Paige. Los dos arqueólogos aquí citados hace mucho tiempo ya nada tienen que ver con el Museo. Y que sepamos, tampoco se dedican hoy a esta ciencia. ¿Por qué?. Es un enigma que no sabemos resolver. Patricio López, que vive hoy en Iquique, nunca ha querido hablar al respecto. ¿Qué pasó?. "Será, tal vez, una tardía "maldición" de los viejos cráneos atacameños que tuvieron un día entre sus manos?.

Creemos que este vieja crónica y reportaje del año 1981, arroja potente luz tanto sobre la obra de Le Paige, como sobre las circunstancias que siguieron a su muerte. En ese interregno entre la muerte de le Paige en Santiago, en el Colegio San Ignacio de calle Alonso Ovalle un día 19 de Mayo de 1980 y la llegada de especialistas de prestigio académico, al parecer sucedieron cosas extrañas, que no han sido dilucidadas del todo. Así al menos nos lo confidenció un día el jesuíta José Vial S.J., poco antes de su muerte. Tal vez un día se sepa la verdad de lo ocurrido. Se rumorea que la extraña desaparición de valiosas piezas arqueológicas, entre ellas de varias tabletas de aspirar alucinógenos, propias de la cultura de la cultura Tiahuanaco, podría tener relación con todo este embrollo. Ojalá un día se conozca toda la verdad y se haga plena luz.

El artículo aquí reeditado por segunda vez, tras 30 años de silencio sepulcral, constituye a no dudarlo, un testimonio de la grandeza del humilde párroco belga que por más de 25 años recorrió inperturbable el desierto atacameño en busca no sólo de almas que salvar, sino de tesoros arqueológicos ocultos y soterrados que dar a luz para gloria de su etnia.
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4 comentarios:

  1. Visite blog de Patricio, don Horacio lo hice para dejar legado de mi hijo Patricio.
    Margarita Cortez de López.
    http://palocoarqueologo.blogspot.com/

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  2. En relación al Arqueolo de la Universidad del Norte, que usted dice radicado en la ciudad de Iquique, el falleció el 26 de febrero año 2006, sus restos descansan en el patrimonio familiar, López Cortez Cementerio General de Antofagasta.

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  3. La madre del arqueólogo Patricio López (QEPD)nos escribe:

    Sr. Horacio Larrain y esposa: Es para mi un honor tener conocimiento que usted. conoció a mi hijo Patricio, segura estoy que él sintió lo mismo que yo siento, los sinceros agradecimientos el haber conversado con Ud., sobre arqueología ya que para él ese era su tema favorito, como todo amante de la arqueología y antropología. Por motivos de salud no pude responder anteriormente su petición, no puedo dar mayores antecedentes sobre el trabajo de Patricio, ya que lo único que encontré es lo que Ud. vé y lee en palocoarqueologo, me hubiera agradado hacer mas extenso el blog pero no tenía más antecedentes para hacerlo. Don Horacio, cuando Patricio dejó su cargo de Director del Museo, continuó haciendo clases en la Universidad, pero al poco tiempo después se radica en Iquique con su esposa e hijos en aquella época Patricio y sra. trabajaban en la Universidad. Patricio fallece en Santiago, de dos trasplantes al corazón, el motivo principal del fracaso: su organismo no aceptaba ninguna droga con las que tenía que vivir. Reitero mis agradecimientos haciéndolos extensivos a su distinguida esposa y, a la vez reciba mis sinceras felicitaciones por vuestros trabajos y escritos los que enaltecen su profesión.

    Atentamente.

    MARGARITA CORTEZ PALACIOS VDA. DE LOPEZ

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  4. Señora Margarita: Gracias por escribirnos. Fue muy lamentable la súbita partida de Patricio, siendo aún tan joven y activo. Perteneció Patricio a ese grupo selecto de arqueólogos del Norte que fueron formados por Bente Bittmann, la gran arqueóloga danesa, creadora de la carrera de Arqueología en la Universidad Católica del Norte. Su amor a la arqueología era bien conocido de todos.
    Una pregunta casual: ¿llevaba Patricio algún "Diario de Campo", o "Cuaderno de Notas", donde fuera anotando sus recuerdos, impresiones o datos relativos a su actuación o actividades como arqueólogo?. Si así fuera, ese escrito reviste gran interés, para reconstituir la época del traspaso del Museo de San Pedro de Atacama, luego de la muerte del sacerdote belga Gustavo le Paige S.J., en mayo del año 1980. Nadie tiene mucha claridad respecto a qué ocurrió en ese corto período de tiempo. Estos datos son muy importantes para la historia del Museo de San Pedro de Atacama. Tal vez su esposa, hoy viuda, nos pudiera contar algo al respecto. Si tiene la ocasión, le agradecería le preguntara al respecto. Y en caso de tener algunos recuerdos de esa época, le agradecería le diera mi correo electrónico para poder saber más al respecto. Otra persona, compañero de Patricio en esos mismos años, Olaff Olmos, también arqueólogo en San Pedro, por desgracia también se nos murió. dejándonos huérfanos de información. ¿Sabe Ud. de alguna otra persona cercana o amigo de Patricio que nos pudiera relatar lo que Patricio tuvo que hacer al hacerse cargo del Museo de San Pedro, después de Mayo 1980, o poco antes?.

    Un saludo muy cariñoso para Ud. y los suyos, en recuerdo de Patricio.


    Dr. Horacio Larrain Barros (Ph.D.)

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