Fig.2. Conjunto completo del ajuar funerario, Compuesto de unas 50 piezas, sin contar algunas diminutas tapitas de ceramios, en greda cocida. Falta aquí agregar decenas de fragmentos cerámicos de otras piezas cerámicas rotas, que también formaban parte del ajuar, los que fueron depositados en una bolsa nylon aparte. Esperamos confiadamente que tales fragmentos sean celosamente guardados y conservados hasta que un experto los una, y podamos presenciar la aparición de otros ceramios en miniatura, parte de la misma colección. Puede haber sorpresas.
(Escala: 20 cm).
Fig. 3. Conjunto del enterramiento (ajuar funerario y cuerpo humano) rescatado en las cercanías del pueblo de Tarapacá, tal como fue expuesto en el Laboratorio de Criminalística de Carabineros (LABOCAR) , en la ciudad de Iquique y presentado a la prensa local el día sábado 18 de Agosto del 2012.
Fig. 4. Las piezas miniaturas de mayor tamaño, en arcilla cocida. La vasija de mayor tamaño mide poco más de 6 cm de alto. Todas contienen en su interior una substancia seca, adherida, sin duda alguna, restos de alimentos ofrendados al difunto. (Foto H. Larrain, 18/08/2012). (Escala: 20 cm).
Fig. 5. Pieza cerámica rota, con el fragmento incluido. Se observa el grosor de las paredes y de la base respectiva. (Foto H. Larrain; Escala 5 cm).
Fig. 6. Piezas cerámicas. Las piezas de mayor tamaño pueden ser platitos o, tal vez, tapas de los ceramios grandes. Al centro, una miniatura de una cuchara o cucharón, de apenas 4 cm de largo. El pequeño cuenco o escudilla (abajo, al centro de la foto) mide 3.5 cm de largo. (Foto H. Larrain).
(Escala: 5 cm).
Fig. 7. Las piezas textiles. Hay dos pequeños envoltorios que encierran, a lo que parece, algún elemento en su interior. No han sido abiertos. la pieza textil de mayor tamaño, de forma rectangular, semeja un pañito ceremonial al modo de las inkuñas aymaras. (Foto H. Larrain). (Escala grande:; 20 cm.; escala pequeña: 5 cm).
Fig. 8. De enorme interés es este conjunto de nueve cestos diminutos, perfectamente tejidos con una fibra vegetal que parecería ser un tipo de junco (Juncus sp.) (Foto H. Larrain: Escala grande: 20 cm., escala pequeña: 5 cm).
(Foto H. Larrain; escala: 5 cm).
Fig. 10. Las piezas cerámicas más pequeñas del ajuar. La mayor tiene un alto aproximado a los 7.5 cm. Dos de ellas conservan intacta la substancia seca en su interior, ¿parte del cocaví (kokawi) ofrendado al difunto para su viaje a ultratumba? (Foto H. Larrain); Escala: 5 cm).
Fig. 11. Vista de costado de las diminutas vasijas, para mostrar su forma exacta. Todas las piezas del conjunto carecen de asas. Los "platitos" parecerían ser más que platos, las "tapitas" de los objetos pues calzan perfectamente en sus respectivas bocas. (Foto H. Larrain; Escala grande lateral: 20 cm; escala pequeña: 5 cm).
Fig. 13. Parte anterior de una estatuilla modelada en greda, mostrando el rostro de un personaje, hecho con la técnica del pastillaje. A lo que parece, formaba parte de una vasija. Presumimos que el resto de la vasija se encuentre, muy fragmentada, entre los trozos recogidos prolijamente por el descubridor (Foto H. Larrain: escala: 5 cm).
Fig. 14. Parte posterior de la cabeza mostrando claramente la disposición de la cabellera rizada y, al parecer, de un sombrero superpuesto. Salvo que se trate más bien del moño del pelo así dispuesto (Foto H. Larrain); (Escala: 5 cm).
Circunstancias del hallazgo de este conjunto arqueológico.
Ocurrió el día jueves 16 de Agosto de este año 2012, cuando una máquina motoniveladora extraía escombros y ripios de una ladera inmediata al actual vertedero del pueblo de Tarapacá, aproximadamente a un kilómetro al Este del poblado. La gran afluencia de peregrinos y visitantes en el pueblo, con ocasión de la recién pasada festividad de san Lorenzo, patrono del Tarapacá, provocó la urgente necesidad de tapar las basuras acumuladas, para evitar su descomposición.
El operario de la máquina no halló nada mejor que extraer, de la ladera contigua, el material de ripios y arenas para efectuar el relleno. Al percatarse los obreros de la aparición de un cuerpo humano, ya parcialmente destrozado por la máquina, dieron aviso a Carabineros de Huara. Éstos conforme al protocolo vigente, avisaron al Laboratorio de Criminalística de la ciudad de Iquique el que dispuso de inmediato el envío de un experto.
Un llamado a reconocer la presencia de cuerpos humanos.
Alertado por Carabineros, acudió al lugar, premunido de su instrumental, el sargento Edgar Lima, expoerto de la LABOCAR, quien recogió los fragmentos del cuerpo aplastyados y dispersados por la maquinaria. En el corte profundo de la ladera, al rescatar otros fragmentos de huesos humanos, observó con sorpresa que aparecían algunos pequeños objetos y vasijas pequeñas de cerámica y cestería que le llamaron la atención. Por el inminente peligro de derrumbe y debido a la presencia de niños y curiosos en el lugar, optó por recoger todo el ajuar que fue apareciendo al buscar los restos del esqueleto. Recogió todo lo que se veía a la vista y lo envolvió con especial cuidado en papel de diario y puso en una cajón de madera. Todo fue trasladado a Iquique. El cuerpo estaba envuelto en una especie de manto o cotona tejido en lana muy gruesa. Fue imposible saber la disposición exacta del ajuar, pues la máquina perturbó el conjunto, dispersándolo. Se cercioró de que no había más huesos humanos que recoger, lo que correspondía a la tarea a la que había venido, como experto del laboratorio.
Examen del ajuar funerario.
En Iquique se comunicó con el suscrito, a quien conocía desde hace algunos años, y nos pidió que fuésemos al laboratorio de Carabineros a reconocer, en mi calidad de arqueólogo, el conjunto del hallazgo, y comprobar que se trataba de un entierro prehispánico y no de un posible crimen.
Fue en esta ocasión en que tuve la oportunidad de fotografiar en detalle las piezas, con el objeto de dar cuenta detallada, mediante un Informe ad hoc, tanto a la Encargada Regional del Consejo de Monumentos Nacionales de Tarapacá, la Sra. Gerda Alcaide, como al General de Carabineros de la zona de las circunstancias exactas del hallazgo y de la razón de ser del levantamiento, sin presencia de experto, de piezas arqueológicas.
La legislación arqueológica.
Es sabido que la legislación protectora de monumentos nacionales vigente ( Ley 17.288) no permite el levantamiento de un hallazgo arqueológico por cualquier persona, pues esa tarea debe ser hecha por arqueólogos expertos por muy convincentes razones: sea para evitar la sustracción posible de piezas, sea para poder hacer un trabajo acucioso de rescate, sea finalmente para evitar la posible destrucción o deterioro del respectivo ajuar funerario. De hecho, cada enterramiento prehispánico entrega al arqueólogo o especialista una gran cantidad de información y por ello, el proceso de rescate requiere ser llevado a cabo con el máximo de acuciosidad y destreza. Lo que exige una expertise particular. Para ello, precisamente, se forman los arqueólogos por largos años.
Un rescate o salvataje de emergencia.
Las circunstancias que rodearon este particular descubrimiento casual, la presencia de personas curiosas, la inmediata vecindad de la carretera, el temor a un derrumbe y el evidente peligro de la llegada de perros a husmear el hallazgo, empero, impidieron tomar todas las precauciones normales que supone y exige la legislación, por los inminentes riesgos que se corrían. La operación realizada por el sargento de Carabineros que allí se encontraba por otra misión, propia de su especialidad fue, evidentemente, un trabajo de rescate urgente, debido a una emergencia, tarea que a juzgar por el estado de las piezas y el cuidado puesto en su embalaje, fue realizada con la mayor prolijidad que fue posible. Así lo hicimos saber en nuestro informe enviado a Carabineros y a la Oficina Regional del Consejo de Monumentos Nacionales.
El ajuar funerario.
El conjunto de alrededor de 50 piezas que acompañaban a este cuerpo humano, al parecer de una mujer, y que mostramos en las fotos que acompañan este segmento del Blog, nos parece de un enorme interés científico, por varias razones que enumeraremos a continuación. Esperamos que expertos arqueólogos y otros estudiosos (v gr. expertos en cestería) puedan acudir pronto a estudiar este valioso ajuar, para darnos mayor información sobre su contenido, tipología, factura, cronología, pertenencia étnica y funcionalidad. Hacemos votos para que este conjunto funerario sea integrado a un museo donde arqueólogos especializados puedan estudiarlo en detalle, despejando las numerosas dudas que hoy nos asaltan e inquietan.
Razones de su interés para la ciencia.
a) Es muy poco común encontrarse con un ajuar funerario que en un 100% esté constituido por miniaturas. Ni una sola de las piezas estuvo destinada a un uso real sea doméstico, sea ritual. Y esto por dos razones, primero por su pequeñísimo tamaño, y 2) por el escaso grado de cocción que observamos en las piezas cerámicas. Éstas son, por consiguiente, extremadamente frágiles. La temperatura de cocción posiblemente debe haber alcanzado escasamente los 200º- 250º C , lo que es muy bajo para lograr una dureza verdaderamente compatible con un uso real. Las cerámicas hechas de arcilla necesitan ser cocidas sobre los 450º - 500º C. La hermosa cerámica Inca ha sido cocida sobre los 650º - 700º C .
b) Todas las piezas cerámicas fueron cocidas exactamente de la misma manera y a la misma temperatura, de donde podemos concluir que todas fueron hechas de una sola vez, casi seguramente con ocasión del deceso del artesano o la artesana;
c) Todas las piezas de cestería fueron hechas de la misma manera y con la misma técnica de tejido en espiral (coiled basketry) , y con el mismo material (junco); con máxima probabilidad, fueron hechas, igualmente, de una sola vez y con un claro propósito ritual fúnebre;
d) Lo mismo podríamos señalar de las escasas piezas textiles. Un análisis y estudio más fino de éstas, puede revelar otras cosas.
e) Desde el punto de vista tipológico (variedad de formas), nos parece interesante señalar: primero, que todas las piezas de alfarería carecen totalmente de asas; segundo: que casi seguramente reproducen, en su forma (no en su tamaño, por cierto) los tipos comunes de su comunidad de origen;
f) De donde podríamos tal vez sospechar de que esta variedad estilística expresada en este extenso ajuar no sea sino una expresión plástica de los tipos cerámicos y cesteros que el o la artesana confeccionaba en vida. En tal caso, podríamos sugerir que se trata, ex hypothesi, del entierro de una artesana (si fuera un cuerpo femenino, como parece), conocida por su habilidad con las manos. Por cierto es sólo una hipótesis nuestra. Si se llega confirmar que el cuerpo es femenino, nuestra hipótesis tiende a consolidarse como válida, pues eran más bien las mujeres las artesanas, sobre todo de las piezas de cestería;
g) Los arqueólogos familiarizados con los tipos cerámicos propios del Período Intermedio Temprano o Medio en nuestra zona tarapaqueña, tal vez nos puedan informar al respecto, en el caso hipotético propuesto de que aquí se trate de un muestrario de los tipos corrientes usados en la cocina de la época. Pidamos, por tanto, el parecer a los arqueólogos expertos en la zona.
Posible cronología del entierro.
No siendo el suscrito un diestro conocedor de la variedad cerámica prehispánica de Tarapacá, no estamos en condiciones de determinar fechas precisas. Si el muestrario de alfareríafue efectivamente una expresión plástica en miniatura, de formas reales en uso en una comunidad de la época, a primera vista ésta nos parece sumamente tosca y diríamos casi primitiva en sus formas. Y, en tal caso, podría tratarse de un entierro de los primeros siglos después de Cristo. O, tal vez, de un poco antes de Cristo. No tenemos base segura para decidir al respecto tema que ahora incumbe a arqueólogos especializados en cerámica de la zona de Tarapacá.
Significación ético-religiosa del hallazgo.
Al constatar que todas las piezas del ajuar, sin excepción, son sólo miniaturas, y por ende, "inútiles" e "inservibles" desde el punto de vista utilitario, nos surge la gran pregunta: ¿qué quisieron expresar realmente los miembros de ese grupo humano? ¿En qué forma concebían el paso al más allá?. ¿Por qué recurrieron a formas en miniatura?. ¿Por qué se apartaron del uso común de la mayoría de los pueblos, de usar, en su ajuar funerario, formas reales?. Porque esto resulta muy comprensible cuando se pone ofrendas reales de alimentos y utensilios para que el difunto pueda emprender, bien equipado, el largo camino hacia el más allá; pero, ¿por qué lo expresan ahora y aquí solamente con miniaturas?. Lo común que encontramos en entierros provistos de un ajuar cerámico, es el empleo de tamaños y formas reales, a veces en forma de ejemplares nuevos, recién hechos, sin uso precedente, otras veces las piezas han sido claramente usadas por el difunto, dejando señas de abundante tizne y quemaduras en superficie.
¿Expresión simbólica de creencia en la vida de ultratumba?.
¿Por qué en este caso y, tal vez, en esta época parece darse un tipo de creencia en la vida futura, aparentemente diferente de la más común y corriente?. Porque el elemento simbólico aquí es evidente: se imitan ritualmente las formas de los objetos. Se renuncia a usar los objetos mismos. ¿Es este cambio simplemente por economía de materiales, o por pobreza?. No lo creemos. Y, ala verdad, no tenemos la menor idea. Lo que sí nos resulta evidente es que detrás de esta forma de practicar el rito mortuorio parecería esconderse una forma diferente de pensamiento, una forma diferente de enfocar la creencia en el más allá. Una forma en cierto modo "sublimada", o "purificada" como dirían los psiquiatras.
¿Representa esta forma de ajuar "infantil" una expresión ya conocida y en práctica en sectores de la quebrada de Tarapacá?. Es muy posible. En todo caso, el tema resulta realmente apasionante y da pábulo a toda clase de especulaciones.
El postrer homenaje.
Nos quedamos con la idea de que nuestra artesana fue homenajeada por sus familiares, al partir hacia el enigmático y tenebroso más allá, mediante el regalo de su variado repertorio artesanal tanto cerámico como cestero y textil para que ella pudiera recordar, en su nueva vida, las formas exactas que elaboraba en vida y allí gozara observándolas. ¿O fueron sus nietos pequeños, adiestrados previamente por ella misma, los que regalaron a la abuela al morir este ajuar, preparado con sus pequeñas e inexpertas manos infantiles?. Materia de meditación y de honda reflexión tanto teológica y/o escatológica, como psicológica y social.
Exponer en forma digna y segura este material, previa limpieza y procesamiento, en una vitrina de un Museo regional de Tarapacá (en Pica o en Iquique), con algunas reflexiones del tipo indicado, podría ser de enorme interés para el público visitante. Si se nos permite un consejo, nos inclinamos por que el lugar de destino de esta valiosa muestra sea el Museo de Pica, por cuanto el entierro corresponde a una cultura evidentemente agrícola y, también, por razones de vecindad geográfica.
Bueno amigos arqueólogos, me presento soy el funcionario de Carabineros de Chile que realizó el recate de emergencia, soy el Sgto. 1º Edgard Lima Arroyo, pertenezco al Laboratorio de Criminalística de Iquique, donde me desempeño como Investigador Criminalístico y Perito Balístico, se que a lo mejor seré criticado por algunos profesionales en la materia, pero quiero decirles primero actué en función a una orden impartida por un Fiscal, en segundo término que el rescate de emergencia lo realicé con el único propósito de resguardar la integridad de las piezas expuestas, tengo el convencimiento de haber actuado de buena fe y con el celo propio de un buen Carabinero, siempre es preferible que lo critique me critique por hacer algo y quizás no haberlo hecho de la forma más optima a que lo critiquen por no haber hecho nada, bueno amigos de todo se saca una lección.
ResponderEliminarEstimado Horacio: Me parece muy interesante el hallazgo.
ResponderEliminarEsos pequeños tiestos cerámicos con cocción precaria y tapas tipo disco fueron registrados por Núñez (1969) en Tarapacá 40, sitio con fechados Rc de 290 y 360 DC.
Igualmente yo los excavé el año 1999 en el sitio Pica-50 donde ahora se sitúa el condominio Eduardo Frei. Algunos se encontraban con restos vegetales alimenticios al interior, y las tapitas estaban amarradas a las pequeñas ollas mediante fibras vegetales. Algunos tiestos incluso mantienen en su base la impronta de cestería sobre la cuál fue apoyada la arcilla al confeccionar el tiesto. Lo mismo sucede con las ollitas de Tarapacá-40.
Sin duda corresponden al período Formativo.
Por otra parte, el tiesto con modelado antropomorfo me recuerda a las figurinas con rostros modelados del complejo Faldas del Morro estudiadas por Núñez (1967-68) y por True y Núñez (1972).
Saludos,
Cora Moragas
Estimada Cora: Gracias por tu interesante aporte cronológico y bibliográfico a nuestro capítulo reciente del Blog en relación a este hallazgo. Considero muy valioso tu comentario sobre la antigüedad de las cerámicas miniatura y el entierro hallado recientemente en las proximidades de Tarapacá. No andaba yo muy descaminado respeto a la fecha del hallazgo. Estimo que es importante que un arqueólogo reconocido en la zona como tú, nos dé su generosa opinión y comentario, pues así nuestros lectores se van familiarizando con estos materiales y, en caso de dar eventualmente con algunos, ya saben que se trata de hallazgos muy valiosos que hay que proteger y enviar a un Museo especializado , de acuerdo a la Ley de Monumentos Nacionales. 17.288. Incluiré, por cierto, tu excelente aporte en el texto del capítulo respectivo, contando con tu autorización.
ResponderEliminarAgradeciendo tu gentil contribución al conocimiento científico de la zona, que nuestros lectores sabrán apreciar,
te saluda con afecto
Dr. Horacio Larrain (Ph.D.)
Estimado señor Sargento
ResponderEliminardon Edgard Lima:
Es mi deber, como arqueólogo profesional y antropólogo cultural agradecer a Ud. en nombre de la ciencia la forma tan metódica y con los pocos medios a su alcance, con la que Ud. hizo el rescate de piezas arqueológicas en el lugar próximo al pueblo de Tarapacá, donde estaba Ud. destacado por orden del Fiscal, a causa de la aparición de osamentas humanas. Por los detalles que pude observar personalmente y Ud. mismo describe del hallazgo, así como por lo que hemos conversado acerca de sus circunstancias concretas, parece evidente que no quedaba otra solución que proceder al rescate inmediato del ajuar funerario, dados los enormes riegos que se corrían si se dejaba ese sitio expuesto, luego del hallazgo fortuito por obra de la motoniveladora.
Cualquier intento por llamar rápidamente a las autoridades y a un arqueólogo experto, como lo estipula la Ley de Monumentos Nacionales, habría significado una preciosa pérdida de tiempo: muchas horas o , tal vez, un par de días. Entiendo que tampoco estaba en sus manos poner a un carabinero de turno cuidando el sector, pues su función era allí otra muy distinta, ni tenía Ud. autoridad para ello.
Es posible que Ud. reciba algunas críticas por el procedimiento.Creo que siempre es posible hacer las cosas mejor de lo que fueron hechas. Es verdad. Uno siempre aprende.
Pero es obvio que, como consecuencia de este hecho fortuito, se hace imperativo, a mi juicio, instruir a todos los funcionarios del Cuerpo de Carabineros sobre los exactos procedimientos a seguir en estos casos de urgencia mayor, indicándoles, de paso el valor y significación que estos hallazgos tienen para la ciencia.
Corresponde a mi entender a la Oficina de Monumentos Nacionales de Iquique instruir en detalle a los funcionarios de diversas reparticiones públicas, implicadas en este tipo de hallazgos, sobre el modus operandi en tales casos.
Si en algo podemos nosotros mismos colaborar, como arqueólogo, con el Cuerpo de Carabineros de Chile a ese efecto, pueden contar desde ya con mi persona.
Atentamente,
Dr. Horacio Larrain Barros (Ph.D).
Arqueólogo (UNAM., México, 1970) y Antropólogo Cultural; State University of New York , USA, 1984). Magister y Doctorado en Antropología.
Horacio, con gusto te comentaré con más detalle sobre el salvataje realizado en Pica-50 y sus contextos si así lo requieres.
ResponderEliminarUn afectuoso saludo,
Cora
A los interesados en este tema: Afortunadamente, todas las piezas de este valioso hallazgo, fueron llevadas personalmente por el Sargento 1º Edgard Lima, su descubridor, al Museo de Pica, hace una semana atrás. Allí fue recibido el hallazgo por la arqueóloga egresada Srta. Lorena Loayza, colaboradora del Museo, quien se comprometió a poner en valor este hallazgo y a estudiarlo con detención.
ResponderEliminarNos congratulamos de que este hallazgo haya llegado sano y salvo a un Museo donde, así lo esperamos confiadamente, pueda ser estudiado por expertos y arqueólogos para su difusión museográfica posterior en la localidad de Pica.
Por las características tipológicas del hallazgo y por la existencia de referencias que nos aseguran el hallazgo de piezas similases en la misma localidad de Pica,por obra de arqueólogos en labores de salvataje, nos parece ideal que este material quede depositado en el Museo de Pica. Alertamos a sus autoridades sobre la valía del material cultural que acaban de recibir y sobre la urgencia de someterlo a un estudio mucho más exhaustivo, antes de ser expuesto al público.
Estimados, primero que todo luego de años veo esta noticia y les señalo que yo fui el que realizo este hallazgo no fue un obrero como dice la nota, soy el medico veterinario de la seremi de salud a cargo de realizar el manejo sanitario en zanja sanitaria de todos los años post fiesta de tarapaca, en el momento q divise que un cuerpo extraño extraido de la pared de la zanja y luego colgando en grua...detuve inmediatamente los trabajos, porque en el momemto pense que era un cuerpo humamo y no un animal, por el lugar donde se encontraba, fue el primero en sacar fotos q aun conservo y llame a mi jefatura de depto. y periodista de seremi de salud de ese tiempo, las cuales no le dieron importancia al descubrimiento por lo que posteriormente llame a ximena navea del municipio de huara y ella hizo el contacto con carabineros. En las noticias jamas salio mi nombre, mi cargo ni mi Institucion. Pero me quedo con el orgullo inolvidable de este descubrimiento.
ResponderEliminarEstimado doctor (que solo firma como unkown). Gracias por su valioso aporte con detalles importantes del descubrimiento de este entierro arqueológico. Quisiera poder conversar con Ud sobre otros detalles que estimo deberían quedar registrados para la ciencia. Por favor, si casualmente vuelve Ud. a leer este comentario, escríbame a mi mail: hlarrainb@gmail.com para poder obtener información adicional al respecto. Guardaré su nombre en reserva, si así lo prefiere. Mientras más información recopilemos sobre este hallazgo, tanto mejor para el conocimiento científico. Estimo que su actuación en este caso, debería ser debidamente reconocida y valorada como un ejemplo a seguir.
ResponderEliminarAtentamente,
Dr. Horacio Larrain B. (Ph.D.)