El oasis de niebla de Alto Patache, situado a 65 km al sur de la ciudad de Iquique (Norte de Chile), nos ha deparado sorpresas varias. En este mismo Blog nos hemos referido más de una vez a la importancia de este oasis desde el punto de vista de su producción de agua atmosférica, extraída de la niebla. En una costa totalmente desértica, como es el extremo norte de Chile, carente de agua potable, la posibilidad ya comprobada de obtenerla de la nube, constituye un tesoro de incalculable valor.
En este capítulo haremos referencia a una interesante experiencia casual hecha en el centro del taller lítico del oasis. Por "taller lítico", entendemos aquí un área amplia donde los antiguos ocupantes. cazadores-recolectores de la costa, habían venido a colectar plantas silvestres y a cazar guanacos y dejaron abandonados in situ instrumentos y restos de su actividad de talla lítica (lascas o esquirlas) y de sus comidas. La niebla o camanchaca costera, baña normalmente estas secciones altas de la cordillera de la costa, produciendo allí el desarrollo de una notable vegetación de "Lomas" cuya presencia atrajo, desde hace milenios, a una fauna de tropillas de guanacos (Lama guanicoe). Al hacer la excavación en esta cuadrícula de 1m x 1m, pretendíamos escudriñar qué rastros de su presencia podríamos hallar aún hoy. La excavación alcanzó una profundidad total de 60 cm. El terreno de la planicie está constituido por numerosas capas de arena muy fina, fruto evidente de arrastre eólico (del viento).
Fig.1. Superficie del sector de pampa interior que denominamos del "taller lítico", por la presencia de innumerables lascas o esquirlas de sílex y basalto, conchas marinas y fragmentos de huesos de guanaco con evidentes señas de quema (tizne). (Foto H. Larrain en nuestra primera visita al lugar, Mayo 1997).
Un pequeño pozo de sondeo.
La curiosidad por saber si en el subsuelo del taller lítico, habría evidencias de antiguas semillas o bulbos de Liliáceas y restos arqueológicos, nos llevó a excavar, el día 4 de febrero del año 2006, en el lugar de máxima concentración de evidencias culturales in situ. ¿Qué tipo de evidencias hallamos?. Hallamos - tal como veremos- varios tipos de evidencia eco-cultural: lascas o esquirlas de sílex y basalto, producto de la producción in situ de artefactos líticos (cuchillos, raspadores o puntas de proyectil), fragmentos de huesos de guanaco, conchas marinas y restos de peces, además de bulbos secos de Liliáceas (Fortunatia sp. y/o Leucoryne sp.). Daremos aquí (en nuestra Tabla, expuesta más abajo) los detalles del Informe que aparecen en nuestro Diario de Campo, Volumen 76, 112-116.
Coordenadas UTM del sitio exacto de exploración de la cuadrícula de 1m x 1m.: 0379639 / 76696938. Altitud s.n.m: 770 m.
Técnica utilizada:
1. Se trazó la cuadrícula orientándola exactamente N-S, y fijando estacas en sus 4 ángulos, poniendo una cuerda tirante entre ellos para establecer con precisión la superficie de un m2 exacto para la excavación.
2. Para cribar el material, se usó un harnero fino, de aproximadamente 1,5 mm de abertura de malla. Los materiales eco-culturales que aparecían en las distintas capas o estratos artificiales de 15 cm, fueron recogidos en bolsitas plásticas bien cerradas, separadas según su tipo (lascas, conchas, restos vegetales, etc.).
3. Se consideró "material de superficie", lo que era visible a simple vista, material que fue recogido cuidadosamente con brocha. A continuación, se continuó excavando por capas artificiales de 15 cm.
Figuras.
Fig. 2. Lascas o esquirlas de sílex, de distinta coloración y tamaño. Aparecieron en la Capa 1 del Pozo de sondeo. El diferente tamaño de las lascas sugiere las distintas etapas de la construcción de una pieza lítica (raspador, cuchillo o punta de proyectil). En la porción inferior de la fotografía, al centro y muy brillante, se muestra la única lasca hallada obtenida del cristal de roca, enteramente translúcido, material muy escaso en los yacimientos costeros). (Foto H. Larrain, diciembre 2016).
Fig. 3. Las lascas o esquirlas de basalto son de un color negro dotadas de algo de brillo. Son el resultado del desbaste del material original, para la confección de instrumental lítico in situ. (Foto H. Larrain, diciembre 2016).
Fig. 5. Los huesos de coloración negruzca que se muestra aquí, en la parte inferior de la foto, corresponden a fragmentos que evidentemente han sido expuestos al fuego en un fogón. Razón por la cual muestran una coloración mucho más oscura (por efecto del tizne). Este hallazgo confirma plenamente nuestra hipótesis de que los antiguos cazadores-recolectores faenaron y cocinaron aquí mismo, in situ, sus presas animales (guanacos). (Foto H. Larrain, diciembre 2016).
Tabla que muestra contenido de las capas o estratos artificiales de este pozo.
Fig.6. Foto de la Tabla que muestra el contenido, por capas, de la excavación de un pozo de sondeo en el oasis de niebla de Alto Patache, en febrero del año 2006.
Breve análisis de esta tabla.
1. Contra lo que esperábamos, se halló muy escasos bulbos secos de Liliáceas en esta excavación. En cambio, se verificó la presencia de numerosas raicillas, hasta una profundidad de unos 45-50 cm. Raicillas y pelos radicales que deben corresponder, probablemente, a ejemplares de Nolana spp y Cristaria sp., especies vegetales que aparecen de vez en cuando en este lugar con motivo de las lluvias eventuales, producidas por efecto del fenómeno de "El Niño" (ENSO), como lo hemos verificado en más de una ocasión en estos 17 años de frecuentes visitas al lugar.
2. El mayor número de lascas corresponde a la roca del tipo sílex (silicatos), mucho más abundante aquí que el basalto. Se debe destacar que el material de sílex no se encuentra aquí, en la franja costera, en tamaño utilizable, razón por la cual los antiguos debieron traerlo cargando, desde lejos, seguramente en forma de núcleos fácilmente transportables (1-3 kg de peso).
3. El enorme número de caracoles terrestres detectados en nuestra excavación, corresponde, sin excepción, a la especie del gastrópodo terrestre Bostrix derelictus broderipi, cuyos restos dispersos y fragmentados contribuyen a emblanquecer la superficie actual de taller lítico. Muchos de los ejemplares hallados eran muy pequeños, juveniles, de escasos milímetros, en etapa de crecimiento. Su muerte se debió sin duda a la escasez o penuria de alimento vegetal, al fenecer el manto vegetacional ocasional. Hoy día esta especie está prácticamente extincta en el lugar. Durante nuestros 17 años de visita frecuente a este sitio, tan solo hemos visto un ejemplar vivo en el año 2015.
$, Los moluscos marinos detectados, a través de sus conchas abandonadas, corresponden en su mayoría a las especies loco (Concholepas concholepas), lapas (varias especies de Fissurella sp.) y apretadores o chitones (Chiton spp.), especies que eran parte de su alimentación habitual en el litoral ( aquí, presentes en forma de cocaví de viaje). Muchísimo más escaso, aunque no ausente del todo en este registro es el erizo de mar (Loxechimus albus), el choro zapato (Choromytilus chorus) o la cholga (Aulacomya ater).
Algunas notables referencias históricas sobre la presencia de manadas de guanacos en esta región costera.
Hay no pocas referencias históricas sobre la presencia del guanaco en estos ecosistemas costeros del Norte árido chileno. Citemos solamente un par de ellas. El capitán de marina chileno Federico Delfín T. en un estudio de los recursos que ofrecía a la fecha la costa desértica norte chilena, en la zona conquistada en la reciente guerra del Pacífico, anotaba al respecto:
"Rumiantes. La costa de Tarapacá i Antofagasta tiene también un representante de esta órden en el guanaco (Auchenia guanaco Phil). A este animal se le ve en grupos de seis a ocho (individuos) recorrer las escarpas de los cerros, aún los de la costa, pues las crestas de los cerros, visitadas casi constantemente por nubes, presentan presentan alguna vejetación de que se alimentan, i las aguadas naturales que hai desde el Loa a Antofagasta, les ofrecen el agua necesaria, aunque algunos niegan la necesidad que de ella tienen. Los loberos y cazadores de nutrias que hacen campamento en el Morro Moreno se alimentan de su carne, la que no es ni flaca ni de mala calidad, según pudimos comprobar (1888: 702).
El zoólogo chileno Guillermo Mann, señala explícitamente su presencia en pequeñas manadas en la costa del desierto chileno en su artículo escrito en 1953: "Colonias de guanacos -Lama guanicoe- en el desierto septentrional de Chile", Investigaciones Zoológicas Chilenas, Vol. 1 (10), Santiago.
Comentario eco-antropológico.
1. Tanto las referencias históricas (cfr. supra) como la evidencia arqueológica recogida por nosotros en el contorno del oasis, nos confirman, con certeza absoluta, que el antiguo cazador-recolector costero subió a los cerros cubiertos por la camanchaca a cazar el guanaco y a alimentarse de su carne. Ya hemos indicado en otro capítulo de este mismo blog que hemos hallado, en el contorno del oasis, numerosos defecaderos o bosteaderos, revolcaderos e infinito número de senderos bien marcados, hechos por estas tropillas de guanacos al descender hacia la costa.
2. Los fragmentos de huesos analizados por un zoólogo experto y la forma como éstos fueron astillados y rotos, seguramente para recuperar la médula ósea, así como la presencia de numerosos fogones, comprueba nuestro aserto.
3. La evidencia de fabricación in situ de puntas de proyectil- de las que se halló en la amplia superficie del mismo taller lítico más de 30 piezas- nos reafirma nuestra hipótesis inicial de que este oasis, al igual que otros en la costa de Tarapacá, fue un escenario normal de caza por parte de los primitivos habitantes de la costa. La enorme cantidad de lascas halladas, asociada a puntas rotas abandonadas in situ, constituye una prueba perentoria de lo dicho.
4. En consecuencia, estos habitantes costeros, antecesores de los changos históricos, fueron a la vez pescadores, mariscadores, cazadores de guanacos y recolectores de vegetación nativa en los oasis de niebla. En otras palabras, no solo pescadores, como a veces se señala erróneamente en algunos textos escolares.
5. La presencia de numerosos cuchillos y raspadores, hechos de sílex o basalto, es otra prueba adicional - y muy poderosa- de la práctica habitual del descueramiento de pieles de animales in situ para aprovechar su carne.
6. Este oasis y sus vecinos (Punta Gruesa, Chipana, Punta de Lobos, Los Verdes ) fueron antaño un excelente lugar de cacería, entre los meses de mayo y diciembre, temporadas en que surge y se desarrolla en lo alto de los cerros la vegetación costera por efecto de las neblinas rasantes o camanchacas. Los restos de sus comidas halladas aquí, sus fogones, y la confección de instrumental de caza y pesca in situ, cuyas esquirlas o lascas yacen por miles, lo atestiguan sin discusión.
7. Se desprende de este breve análisis que el "territorio" perteneciente a esta etnia costera no debe restringirse arbitrariamente -como a veces parecería desprenderse de ciertos libros de geografía- a la terraza litoral y a su mar adyacente, donde ejercitaban la pesca, sino debe incluirse, necesariamente, la cadena de cerros inmediatos a la costa de donde obtenían variados recursos tanto animales como vegetales.
8. Estamos seguros que excavaciones metódicas, conducidas en sitios de presencia de alta concentración de cerámica o lítica, deberían entregar una valiosa información adicional sobre el modus vivendi y la economía de subsistencia de estas bandas semi-nómadas de cazadores-recolectores marinos.
9. El análisis de la forma de las herramientas halladas, máxime las grandes puntas hechas en basalto, (¿dardos?) parecen sugerir una alta antigüedad del yacimiento. Así nos lo han confirmado, años atrás, in situ dos arqueólogos del Museo de San Pedro de Atacama, familiarizados con este período arcaico. Lo confirmaría, por lo demás, el hallazgo, en la sección baja de la terraza litoral adyacente, a los 40 m de altitud s.n.m. de un entierro de tipo chinchorroide, sin duda adjudicable al Arcaico temprano. Este último hallazgo quedó depositado en la bodegas del Museo Regional de Iquique, y fue publicado por nosotros en la revista POLIS de la Universidad Bolivariana, vol. 3, Nº 7, año 2004, páginas 361-396, con el título de "Un yacimiento de cazadores recolectores marinos en la terraza de bajo Patache, sur de Iquique. Estudio arqueológico-geográfico".
En este trabajo nuestro, se detalla la excavación practicada en el verano del año 2004 y el hallazgo de restos de varios cuerpos humanos en el lugar que denominamos entonces como BP-2 (Bajo Patache-2).
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