jueves, 7 de enero de 2016

Aluviones locales en el oasis de niebla de Alto Patache (Sur de Iquique, Chile): efectos de una lluvia descomunal en la costa del desierto de Atacama.

La parte vistosa de las lluvias: la vegetación efímera de  la costa desértica norte chilena  a fines del año 2015.

Hemos realizado una  seguidilla de visitas al oasis de niebla de Alto Patache,  a 75 km al sur de la ciudad de  Iquique, entre los meses de septiembre y diciembre del año 2015. Su objetivo directo fue   hacer un seguimiento al desarrollo de la vegetación efímera producida in situ como efecto directo de las lluvias de los días 8 y 9 de agosto 2015.  De estas visitas al "desierto florido",  hemos informado a nuestros lectores en varios capítulos recientes. La vegetación y  la fauna concomitante  fue objeto de un análisis especial, a través de numerosas imágenes captadas in situ.  Quisimos tener un registro fotográfico de lo que veíamos y observábamos, para  entregar información de primera mano a los científicos, en particular a los botánicos. Ojalá lo hayamos logrado. Además de la satisfacción personal que se experimenta ante tales hallazgos, estaba en nuestro objetivo de trabajo el interés científico por preservar esta información para la posteridad. Tal vez, hemos sido de los pocos testigos directos del hecho. Algún investigador, en el futuro,  podrá tal vez sacar provecho de este registro gráfico.   Tales capítulos,  han mostrado la cara más alegre y positiva del fenómeno de "El Niño", es decir, la extraordinaria floración, evento muy  poco común  en este desierto.

Ahora, en cambio,  en este capítulo nos referiremos a los efectos negativos  en el paisaje, derivados directamente de las copiosas  lluvias. Las fotografías son todas nuestras  (H. Larrain), y  corresponden a tomas hechas en nuestras recientes visitas de los días 25/10/2015 y  12/11/2015.

Efectos de las lluvias de Agosto 2015.

Las imágenes que siguen a continuación,  darán al lector una pálida idea  de la magnitud del fenómeno que se descargó sobre  el oasis de niebla en agosto del año 2015.  Magnitud  muy superior in situ, a los efectos visibles  de las lluvias caídas aquí mismo en el mes de  agosto 1997, de acuerdo a nuestra experiencia personal en la zona.


Fig. 1. Camino de acceso a la cuesta de "La Peluda",  unos  50 metros  antes de los letreros alusivos a la entrada al Oasis de Niebla de Alto Patache. El agua en forma de correntada escurrió violentamente por la huella,  como si se tratara de su propio y antiguo cauce natural. (Foto tomada de Este a Weste  el día 25/10/2015). El camino quedó, como  secuela inmediata,  enteramente  destruido, creándose profundas cárcavas, impidiendo el paso de vehículos..

Efectos devastadores.

Nos proponemos en este segmento del Blog   mostrar los devastadores efectos directos de estas lluvias del mes de agosto 2015 en el casi idílico paisaje geográfico de este  oasis. Conocíamos muy bien  este lugar desde fines del año 1996, cuando efectuamos la primera visita al área. Entre diciembre  1996  y Julio del año 2015, esto es,  casi durante 19 años, el paisaje  geográfico y geomorfológico  del área no se modificó en absoluto. A pesar de las lluvias ocurridas in situ  en agosto del año 1997  y las fuertes lloviznas del año 2002, efectos normales del fenómeno de "El Niño",  el paisaje natural del oasis no experimentó cambios perceptibles. El aspecto de las quebradas, las laderas de los cerros,  el diseño de los antiguos senderos de guanacos,  el acantilado o las pampas adyacentes, lucían en su forma original, tal como lo habíamos visto la primera vez, en diciembre de 1996. Esta situación de aparente normalidad y estabilidad del paisaje, cambió brusca y brutalmente en un solo día,  el 8 de agosto del año 2015.  Ese día y el siguiente, cayeron en el área 50 mm de precipitación,  introduciendo enormes cambios en la fisonomía del lugar. Las imágenes que acompañan este capítulo lo confirman y  nos permiten formarnos una idea aproximada de las transformaciones ocurridas en pocas horas. El violento escurrimiento de las aguas lluvias  provocó, en escaso tiempo,  verdaderos aluviones locales, a través de los cauces y quebradas otrora tranquilos y sosegados, me atrevería a decir, "domesticados".  De esta zona nada se publicó en la prensa regional  pues el área está completamente deshabitada. En otras palabras,  nada se supo de estos efectos, porque no afectó, aparentemente, a nadie.

¿Qué agente provocó los cambios en ese paisaje?.

La presencia del fenómeno de "El Niño"  en el Pacífico,  ha sido tradicionalmente la causa de enormes precipitaciones o inundaciones en diversos regiones del mundo. La costa árida de Sudamérica   (Perú y Chile), no es, por lo tanto,  una excepción. Aquí, donde normalmente no llueve casi nunca  o solo muy poco,   la aparición de lluvias torrenciales, con formación de cauces de agua destructores,  es algo mucho más notorio  y llamativo. La NASA  (National Aeronautics and Space  Administration) de los Estados Unidos ha  estudiado especialmente el comportamiento comparativo de este evento  en sus últimas manifestaciones   (1982-83,   1997-98, 2002, 2010, 2015). A nivel mundial- se nos asegura-   el fenómeno de "El Niño" más intenso en la historia reciente de la humanidad, fue el de 1997-1998. Nosotros hemos sido  testigos directos de su efecto concreto en el sector sur de Iquique  en agosto de 1997.  En esa fecha, si bien no teníamos in situ un pluviómetro  para medir el monto exacto de agua caída,  hicimos al día siguiente de  la lluvia  una perforación (pequeña calicata) de 20 cm  x  20 cm (de superficie) con el objeto  de  medir la profundidad a que habría alcanzado la humedad,  como efecto directo de la lluvia.  Nos arrojó el dato de  37 cm. de profundidad de  humedad intensa. Humedad suficiente para hacer  producir semillas, bulbos y raíces de todas  las plantas vivas.

Lluvias locales muy superiores a las del año 1997.

Pues bien,  la cantidad de precipitación pluvial caída el día 8 de agosto del  reciente año  2015, fue claramente  muy superior a la  caída en  1997, habiendo medido nosotros  en el mismo oasis de niebla de Alto Patache, unos 4 días después del evento,  una profundidad superior a los 90 cm. de tierra humedecida por la lluvia.  Sabemos ahora con certeza,  por los registros pluviométricos, que en este lugar cayeron  50 mm de  agua en  48 horas, y en gran parte, en las primeras seis horas del día 8 de agosto (según datos registrados en  la estación meteorológica de Alto Patache).  Lo que, para los efectos de la transformación del paisaje geomorfológico del sitio, significa  que  esta lluvia del  año 2015   fue muchísimo más intensa y destructora que la ocurrida in situ, en el mismo mes de agosto,  en el año 1997. Las lluvias de ese año 1997, no alteraron mayormente el suave paisaje de las  laderas, pampas y quebradas, tal vez porque  el agua caída no se concentró en muy pocas horas, como ocurrió el recién pasado 8 de agosto 2015. Por esta misma razón, aquel año 1997 no se detectó la formación de aluviones, con apertura de grandes cárcavas y profundos cauces como ahora.

Nuestra experiencia personal  en ambas fechas:   1997 y  2015.

En el mes de agosto del año 1997  tuve la oportunidad de subir al oasis de niebla de Alto Patache  al día siguiente de acaecidas las lluvias. El camino de acceso en la cuesta que sube desde Patillos  hacia el Salar Grande, conocido como "Camino de la Sal"  no se cortó en ninguno de sus tramos. Recuerdo muy bien, sin embargo,  que aún corría por la huella asfaltada una cierta cantidad  de agua de lluvia. En el episodio de los días 8 y 9 de agosto 2015,  en cambio, el camino se cortó en varias partes, acumuló arenas y ripios de los costados y una masa de agua mezclada con sal se precipitó desde la pampa alta hacia abajo, siguiendo el antiguo cauce natural de las sinuosidades de la ruta, y  rompiendo, al llegar al acantilado,  el dique de protección, precipitándose el agua ladera abajo. Es decir,  las aguas recuperaron su cauce ancestral. Tal cosa no ocurrió en 1997.  Claras señas de este episodio aún son visibles hoy (Enero 2016) en el color blanco de la sal  que tiñe sectores  del despeñadero.  

Con motivo de las lluvias recientes del mes de agosto  2015,  todos los pequeños cauces  hasta ese momento secos  desde hacía  muchos decenios y hasta los senderos y huellas de tráfico humano se transformaron súbitamente en riachuelos torrentosos y arrastraron material de barro y piedras. Pensamos que las imágenes que mostramos a continuación son muy elocuentes en este sentido.

Veamos algunos ejemplos concretos.

Fig. 2. Estamos a los 770 m. snm. Vista desde la Casa-Estación hacia el sur. La mansa y amena quebrada  que cobijaba la casa muestra los signos inequívocos del rápido deslizamiento de barros   arenas  y piedras por el fondo. Los tablados  de madera  destinados a instalar las carpas de visitantes,  quedaron flotando en el aire. Aquí el torrente excavó más de un metro de la base original de la quebrada, arrastrando todo a su paso.
Fig. 3.  El baño  químico   fue cubierto por la masa de  barros y lodos  hasta una altura  de  más de 2,5 metros del suelo. Con cimientos fuertes, la construcción resistió bien  la súbita embestida del aluvión   que dejó patentes marcas de  su  paso con arena y lodo sucio  en sus muros.

Fig. 4.  Parte posterior (sur) de la pequeña Casa-Estación. Utilizada como comedor y sala de estar del equipo visitante,  sufrió el impacto directo del  potente golpe de agua barrosa.  En su interior, la confusa mezcla de barro solidificado, utensilios de cocina, sillas  y  cubiertos de mesa  desparramados por el suelo, era sobrecogedora.  Hasta el motor de la luz quedó embutido en el fango. Por fortuna,  la potencia del aluvión  optó por  elegir, como vía principal de evacuación,  el costado de la casa  donde cavó un cauce hacia  la pampa vecina. La casa descansa sobre pilotes  de madera, lo que la salvó de la catástrofe.  

Fig. 5.  A escasos metros de la Casa-Estación del oasis, allí por donde subía  un pequeño sendero  hacia  el  Este,  las aguas lluvias excavaron un nuevo cauce natural de  bajada, perforando  el subsuelo y dejando una cárcava viva  a la vista.  

Fig. 6.   La Casa- Estación vista desde el  Weste hacia el  Este.  Elegido este sitio originalmente como asiento de nuestra  casa  por  hallarse protegido de los vientos predominantes  gracias a  una ladera  de cerros  protectores, nadie pensó en aquel año 2000 sobre posibles riesgos de  aluviones  futuros.  Tal era la mansedumbre del paisaje  acogedor que se ofrecía por entonces a nuestra vista.  Aquí  instalábamos nuestras carpas, antes de disponer de la comodidad de una casa.


Fig. 7.   Sección posterior (trasera)  del baño. Se puede observar  la fuerza  del impacto  de  la masa de barros y lodos que  alcanzó a los  2.50 m. de altura, como lo indica aquí con la mano nuestro colega Pedro Lázaro.


Fig. 8.  Cómo quedó  el interior del baño. El barro  alcanzó una altura de  más  de  1,60 m.  desde el piso.


Fig. 9.   Esta vista  muestra  la forma como corrió cerro abajo  la masa de agua,  cubriendo amplias zonas  de la pampa aledaña  para  terminar formando  una lagunilla  en la hondonada del fondo.

Fig. 10.  Cárcava de erosión  excavada en un sendero de ascenso.

Fg.  11.   El sombreadero de malla raschel  destruído por la fuerza del aluvión.  De izquierda a derecha:  Sebastián Toro, Pedro Lázaro y Cristian Riffo, mis acompañantes.

Fig. 12.   Una planta de Atriplex  que sobrevivió  a la embestida del agua, allí donde antes  estaba instalada  la pequeña parcela agrícola de experimentación.

Fig. 13.   Estrías formadas por el escurrimiento de las aguas ladera abajo   (rill wash).

Fig.  14.  Del piso de suelo agrícola que habíamos  formado  al fondo de la quebrada, nada quedó.

Fig. 15.  Excavación producida por  la bajada de las aguas.


Fig. 16.  Cárcava producida por  la corriente  del aluvión.  Queda en pie  el letrero alusivo a la presencia de la  parcela agrícola regada con agua de la niebla.

Fig. 17. Aquí estaba  la pequeña parcela de experimentación agrícola.

Fig.  18.  Regueras o canalículos  que se formaron  en las laderas con las lluvias  y que se precipitaron sobre nuestra pequeña parcela agrícola experimental. La gran cantidad de  regueras que se formaron en todos los cerros que conforman el oasis, testimonia de la  potencia del agua caída  y su capacidad de horadar y perforar el terreno.

Fig. 19.   Área de Bajo Patache.  A la izquierda de la fotografía, al medio, sector rocoso donde se hallaba el antiguo campamento indígena. (Bajo Patache-1).  Observe  el área   de color verde pálido por efecto de la vegetación efímera formada por Nolana jaffueli y Cristaria molinae, surgida tras las intensas lluvias de agosto 2015.

Fig. 20.  Vista desde la carretera costera directamente hacia el Este-Sureste. Sector Bajo Patache. La vegetación  descendió hasta  los  150 m snm. tiñendo de color verde las laderas.

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Fig. 21.   Entre  los paños color verde  pálido de la vegetación, se observa   deslizamientos de tierra y piedras desde lo alto.

Fig.  22.  Corto video que muestra,  de Norte a Sur, la zona  de vegetación surgida  con ocasión de las recientes lluvias de comienzos de agosto 2015.

Fig. 23.  Desde el sitio  de Bajo Patache-2  (zona de nuestros descubrimientos arqueológicos en el año 2004) mirando hacia el Noreste.  La roca  visible abajo, donde  estaba  el lugar arqueológico con entierros de tipo chinchorroide, se halla a  45 m. snm.   La vegetación  bajó en este punto, casi hasta los  80-100 m. snm.

Fig. 24.  Enormes coladas de arcilla roja descendieron cual alud  desde las alturas hasta alcanzar  la terraza litoral  hacia los  60-80 m.  de altitud snm.


Fig. 25. Arcillas hoy endurecidas que bajaron en forma líquida  desde lo  alto,  son una prueba tangible de la potencia e intensidad del aluvión.

Fig. 26.    Otras coladas de  arcillas  que descendieron por diversos puntos  desde la cimas del acantilado costero. En la parte baja de la fotografía,  se puede observar  las eflorescencias  de color blanco de la sal contenida en las arenas  salinas de la terraza marina.  Estas aparecieron  con la  lluvia. En la parte alta, las nubes de la neblina costera o camanchaca ya han invadido el sector.  Imagen tomada desde el borde de la carretera costera.

Fig. 27 .  Vista del camino de acceso al oasis de niebla, junto a la barrera.



Fig.  28.  Otra imagen de la riada que bajó por este camino en pendiente, transformada en  arrollador torrente.

Otras imágenes  demostrativas de los efectos de las  lluvias de los días  8 y 9 de agosto 2015.

 Fig. 29.  Aspecto que ofrecían los cerros  desde la cima de la cuesta "La Peluda" mirando hacia el Norte. Observe  las  numerosas regueras ( rillwash)  por donde escurrió el agua abundantemente, cerro abajo.

 Fig. 30. Regueras  o estrías de erosión pluvial  surcan las laderas de  los cerros vecinos al oasis.

 Fig  31.  Vista de los cerros  situados al Este del oasis de niebla surcados por antiguos senderos de guanacos (guanaco trails) cortados por infinitas regueras recientes.


  
 Fig. 32.  Un abanico pluvial o cono de deyección  formado por  limos finos  arrastrados por un cauce esporádico.

 Fig. 33.  Sector norte del oasis, junto a la huella.  Restos ya secos de un gran charco formado por limos finos arrastrados por un pequeño torrente. Junto con el limo y barros, el agua arrastró semillas de diversas especies que aquí se desarrollaron en forma espléndida.  El limo arcilloso permitió retener  por largo tiempo la humedad del suelo.

 Fig. 34.  Curiosamente,  el agua  al descender, siguió exactamente el trazado de uno de nuestros senderos, cavando una grieta o cárcava  profunda.

 Fig. 35.  En este sector de la pampa interior  se acumuló,  en una especie de lagunilla  (ya seca), toda el agua  que recogió una  parte de  la cuenca  interior.

 Fig. 36.  La  lagunilla o gran charco,  sitio  de acumulación de los limos y barros arrastrados. Aquí había alrededor de una docena de  pequeñas lagunillas de depositación de lluvias, las que fueron totalmente cubiertas por  las masas de limos líquidos  traídos por el aluvión desde la quebrada donde se asienta la Casa-Estación. Aquí el nivel del suelo subió varios centímetros, cubriendo todas las evidencias anteriores.

 Fig. 37.   Imagen de una pared lateral de una cárcava de erosión actual mostrando infinidad de raicillas de plantas antiguas, de períodos anteriores.  

 Fig. 38.  La quebrada detrás de la  Casa- Estación. A la derecha, el sendero de subida convertido en u  reguera.

 Fig. 39.   Tablados, anteriormente destinados a  albergar las carpas de visitantes, que han quedado flotando  "en el aire"  con la   súbita  llegada del potente flujo de las aguas lluvias.

 Fig. 40.  Zoom  a las estrías o regueras (rill wash) de las aguas lluvias en la superficie de los cerros en el sector Este del oasis de niebla. La imagen impresiona.  Las superficies de los cerros parecerían haber sido   rascadas o "rastrilladas" ex professo por un gigantesco rastrillo.


 Fig.  41.  Vista general de los efectos de la lluvia reciente de agosto 2015.  

 Fig. 42.  Uno de los cursos de agua  hoy  secos que van a dar a la pampa interior.  A sus costados, plantas de Nolana applocaryoides y Cristaria molinae, aún vivas   a mediados de diciembre 2015.


Fig. 43.   Sector extremo sur  del oasis. Formación de  cárcavas de erosión. Las cadenas de cerros costeros  constituían pequeñas cuencas de recepción de las aguas lluvias, creando cárcavas de erosión por todos lados. 

Consideraciones  ecológicas.

1.  Casi veinte años de experiencia directa en este paisaje   (1996-2015), nos otorgan la certidumbre de que  el episodio  de lluvias acaecido en los días 8 y 9 de agosto 2015, fue, a no dudarlo, el más intenso y severo de que haya memoria en esa región costera. Así  nos lo han confirmado  entrevistas nuestras hechas a los más ancianos de la zona de caleta de  Los Verdes.

2.   No disponemos aún de testimonios directos de lo ocurrido aquí  en las lluvias  del  año 1982. Pero todo nos induce a suponer que los cambios ocurridos en este paisaje no se habían visto  en los últimos 50 años, a lo menos.

3. Los registros pluviométricos del aeropuerto de Iquique  solo datan  desde el año  1980. Con anterioridad, solo existían los datos recogidos en el aeropuerto de Los Cóndores, situado en la zona actual de Alto Hospicio y a más de 80 km de distancia del oasis de niebla. Sus informes no son, por tanto, fácilmente extrapolables a sectores ubicados más al sur, dada la gran variabilidad  de las lluvias costeras, muy  influidas por la orografía y topografía locales.

4. La  excavación de cárcavas profundas  en el sector del oasis, tal como lo muestran nuestras fotografías,  fue  fruto de la intensidad de las lluvias durante las primeras horas del día 8 de agosto del año 2015. Es decir, en pocas horas, cambió radicalmente el aspecto de esa porción del oasis de niebla.

4.  Las estribaciones de la cadena montañosa de  la cordillera de La Costa, permiten la formación de cuencas interiores,  capaces de acumular  millones de litros cúbicos de agua. 

5. El registro de agua  caída ascendente a   50 mm de agua  entre los días  8 y 9 de agosto del año 2015,  según datos  de la estación meteorológica  del sitio Alto Patache  (comunicación personal del geógrafo Pablo Osses al suscrito, Septiembre 2015), es el más  grande de que se tenga noticia  en todo el sector costero chileno entre  Arica-Antofagasta.  Tal inusual y  elevadísimo registro alterará sensiblemente  el cálculo de la pluviosidad media de esta área desértica,  calculada generalmente sobre la base de los últimos 30 años. Pluviosidad media muy engañadora, pues  este año 2015 distorsiona fuertemente la tendencia. 

6.  La potencia de los aluviones recientes, fácilmente perceptible observando el estado en que quedaron los caminos de acceso al lugar, nos puede dar  una idea aproximada de lo que pudo ocurrir en estos parajes hace unos 9.000-11.000 años atrás,  en tiempos del período Holoceno temprano, época en que los geólogos ubican  la conformación general del paisaje costero del desierto chileno y sus potentes quebradas.  En otras palabras, hemos podido vislumbrar, en muy pequeña escala, lo que debió ocurrir aquí en época del lejano período pluvial, tal vez anterior (¿o contemporáneo?) a la llegada del primer  hombre a este lugar y caracterizado por potentes lluvias locales. 

7. Recomendamos a nuestros lectores que gusten de estos temas, acudir a un Diccionario especializado en términos de geografía física tales  como: regueras, rill wash, cono de deyección, cárcavas de erosión, aluviones,  pluvial,  pluviosidad y otros más que hemos usado aquí.  En Chile tenemos ahora un excelente  diccionario reciente, rico en descripciones útiles e imágenes. Se trata del "Vocabulario de Geomorfología y términos afines", de los geomorfólogos Marcela Sánchez y Luis Velozo, catedráticos del Instituto de Geografía de la Pontificia Universidad Católica de Chile, obra editada por dicha Casa de Estudios, Santiago de Chile,  1ª edición  2007,  415 pp.  La Geomorfología es aquella disciplina de la Geografía Física que se especializa en  el estudio del relieve, sus formas en los diferentes paisajes de la tierra  y los procesos que en él ocurren a través del tiempo. 




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