Fig. 1. Área del antiguo campamento o paradero de paso hacia el interior, situada a los 200-210 m sobre el nivel del mar. Intensamente traficada hoy por visitantes y turistas; aquí se ubicaba un lugar de campamento indígena. Hemos hallado sus fogones, sus basuras, sus instrumentos y su cerámica en este lugar. De esta historia antigua de hace más de 500 años, queremos hablar hoy. ¿Quiénes poblaron esta área?. ¿Cómo lograron subsistir aquí?, ¿Qué huellas hemos encontrado de su paso por este lugar?.
Fig. 2. Vista desde la zona del campamento indígena con presencia de cerámica abundante, hacia la costa. Aquí estamos en la cota de los 230-240 m. s.n.m. La vegetación dominante muestra Nolana jaffueli, Cristaria molinae y otra Cristaria, de flor blanca grande, casi con certeza Cristaria dissecta. Esta formación vegetal efímera (no dura más de 3 meses en este lugar), ha sido denominada de "Lomas", por la bibliografía geográfica y arqueológica del Perú. Allí, estas lomas son mucho más potentes y persistentes y han sido en el pasado muy utilizadas por el hombre no solo como un valioso recurso alimenticio, sino también como lugar de pastoreo para sus hatos de llamas. (Cfr. los trabajos del arqueólogo francés Fréderic Engel para la costa sur del Perú).
Los efectos del Fenómeno de "El Niño".
En un capítulo anterior de este Blog (de fecha 6 de Octubre 2015), hemos presentado numerosas imágenes de plantas del desierto costero del Norte de Chile. Éstas surgieron de improviso, en el sector costero entre Palo Buque y Playa Lobito, a 22 km al sur de la ciudad de Iquique, con motivo de las copiosas lluvias que cayeron en la costa norte chilena entre los días 8 y 9 de agosto del presente año 2015. Ya hemos explicado allí que este fenómeno se debe a la presencia y actividad de un potente Fenómeno de "El Niño", evento climático singular que suele presentarse en las costas de América del Sur con cierta periodicidad, al modificarse repentinamente la posición del Centro de Altas Presiones que impide y frena normalmente la llegada de las precipitaciones a la zona. Este tipo de eventos esporádico, modifica substancialmente la tendencia climática seca preponderante, trayendo consigo consecuencias insospechadas para la existencia humana en la zona.
Una lluvia totalmente inusual.
De un promedio histórico de lluvias de apenas 0.7 mm de agua caída al año, hemos pasado, en este año, a 50 mm. en apenas dos días. Esta descomunal lluvia provocó no solo la formación de verdaderos torrentes en los cerros cordilleranos de la costa,con cambios notorios en la geomorfología de la zona, sino también, una nunca vista germinación y floración de todas las especies vegetales que subsistían, ocultas, en el subsuelo arenoso. De un paisaje totalmente árido y seco, se pasó, en pocas semanas a un verdor nunca visto en estos parajes. Al menos no, en los últimos 40 ó 50 años. Es lo que dicen los pobladores cercanos. Sospechamos que mucho más.
¿Ha sobrevivido aquí algo de la cultura primitiva?.
Estos sitios fueron intensamente recorridos en el pasado. Hemos encontrado las pruebas fehacientes de su paso. Pruebas numerosas y contundentes. Nos corresponde ahora mostrar a los lectores qué elementos de la cultura humana prehistórica, han logrado sobrevivir hasta hoy, como muestra de su actividad de antaño en estos lugares. ¿Podemos de alguna manera columbrar qué hacían en estos parajes, o de qué se alimentaban?. ¿Podemos tener una idea clara de la forma de su instrumental de trabajo?. ¿Queda algo todavía in situ, intocado, a pesar de los siglos transcurridos?. Y esto ¿a pesar de la alteración sufrida por este paisaje por la intensa actividad humana reciente?. Estos instrumentos, por toscos y primitivos que nos parezcan, ¿nos pueden dar una cierta idea de sus actividades y de su economía básica de subsistencia?. Lo veremos a continuación. (Las fotos aquí publicadas, son nuestras).
Conchales y paraderos o campamentos de paso.
Sabemos que los habitantes costeros eran preferentemente pescadores y mariscadores de orilla de playa. Sus "conchales" o acumulaciones de conchas, cercanas al mar, delatan sus preferencias alimenticias. Sin embargo, cuando podían tener acceso a otros recursos alimenticios (carne animal, vegetales, caracoles terrestres, insectos, etc.), recurrían a ellos, mediante la caza animal o la recolección terrestre. Y, por cierto, en los años lluviosos del Fenómeno de "El Niño", surgían posibilidades de nuevas fuentes de alimento, distintas de las que les ofrecía normalmente el bioma marino. En tales años, utilizaban ciertos parajes como campamentos de paso o paraderos (como en el caso que aquí estudiamos), dejando huellas de su alimentación y actividad. Estos campamentos o "paraderos" de tránsito, nos muestran una ocupación humana de muy escasa profundidad y no se deben confundir con los "conchales" propiamente tales, donde la acumulación de conchas y restos de cocina puede llegar a varios metros de profundidad, con una cronología de ocupación de varios miles de años. Nos queda claro que no es este el caso aquí.
Posibilidades ciertas de caza animal y recolección vegetal.
Podemos sin dificultad imaginar el gozo y alegría de los indígenas costeros al ver que los cerros grises o pardos se teñían repentinamente de verde, ofreciendo un espectáculo que para ellos debió ser tan sorprendente como para nosotros hoy día. Estos kilómetros de praderas verdeantes atraían por semanas a guanacos y ciervos, cuya cacería era altamente codiciada por ellos. Algunas de sus plantas, sus flores, sus raíces o cebollines (bulbos) fueron un buen alimento para ellos, sin duda alguna.
Fig. 3. Espectáculo que ofrecían las laderas próximas al cerrillo de los Parapentes, frente a Palo Buque, a fines de septiembre 2015 desde la altitud de los 130 metros hacia arriba (Foto H. Larrain).
Fig. 4. Praderas cubiertas de infinitas Nolanas (Nolana jaffueli) y Cristarias. Llegamos a contar, en algunos casos, hasta 20 plantas por m2., algunas minúsculas, pero, a pesar de su tamaño enano, igualmente en flor.
¿Qué instrumentos poseían y nos han dejado aquí de recuerdo?. El instrumental de los antiguos pescadores-recolectores marinos.
Fig.5. (Cara anterior) Este canto rodado de playa, fue hallado en uno de estos paraderos o campamentos ocasionales, en medio del verdor, donde había muchas conchas consumidas y restos cerámicos y óseos. (Vea Fig. 1). A pesar de su apariencia, no es, pues ésta, una piedra cualquiera, corriente. Fue acarreada desde la playa con fines claramente utilitarios. Es una auténtica "herramienta" o instrumento indígena, y fue usado como tal. Esta herramienta tiene dos caras: la que mostramos aquí, presenta signos evidentes de golpes en toda su superficie y en sus bordes, siendo así una especie de "martillo" o percutor de ocasión; la faz opuesta, perfectamente lisa, en cambio, denota su probable uso como mano de moler o moleta, y era usada para moler, triturar semillas o machacar vegetales y aún moluscos, como el loco (Concholepas concholepas).
Fig. 6. Cara posterior del mismo instrumento. Está perfectamente pulimentada y desgastada por el uso continuo como mano de moler o moleta. Es decir, este instrumento tuvo un doble empleo: como percutor o martillo,y como mano para la molienda en un metate o batán. Este último debió ser, en la zona costera, solamente una piedra bien plana, de las que frecuentemente hemos hallado en yacimientos costeros, no pocas veces teñidas de ocre rojo.
Fig. 7. He aquí otro instrumento, hallado en la huella antigua. Es un clásico raspador elaborado a partir de un núcleo de sílex. Presenta sus bordes cortantes en todo su derredor. Fue hallado en el sendero antiguo de ascenso, hacia los 180-190 m de altitud s.n.m. Sirvió tanto para cortar, como para raspar, frotar y alisar cueros o huesos, o para fabricar instrumentos en hueso o madera.
Fig. 8. A un costado del camino antiguo que ascendía en forma diagonal hacia el SSE, remontando el acantilado costero, el paso de visitantes y curiosos, que venían a contemplar este grandioso florecer del desierto, dejó casualmente al descubierto un antiguo fogón de tiempos prehispánicos. Removiendo un poco la arena oscurecida por las cenizas, aparecieron numerosas vértebras de peces, conchas quemadas, huesos calcinados, carbón vegetal, signos todos de una merienda in situ, tal como se puede ver en la imagen siguiente.
Fig. 9. Trozos de carbón de origen vegetal hallados en el fogón. Las plantas que pudieron dar origen a este carbón, fueron, presumiblemente, arbustos leñosos que antaño prosperaron en las partes más altas del acantilado costero. Con gran probabilidad, se trata de tronquitos o ramas de Licyum leiostemum, Ephedra breana u Ophryosporus sp., especies botánicas existentes aún hoy en los oasis de niebla al sur de Iquique. Los materiales iniciales usados para el encendido (llesca) fueron, seguramente, las raicillas secas presentes aquí por todas partes, a escasa profundidad o los restos ya secos de plantas muertas.
Fig. 10. Conchas ennegrecidas de lapas (Fissurella spp., señoritas (Scurria sp., Collisella sp, o locos (Concholepas concholepas) y restos de peces aparecen en los estratos del fogón, indicándonos de inmediato su preferencias alimenticias. Los mariscos eran puestos directamente al fuego (sancochados). Por lo que pudimos observar, todos los mariscos que aquí encontramos eran gastrópodos marinos, es decir, "mariscos" que viven aferrados a las rocas azotadas por el mar. Proceden de los roqueríos vecinos y suelen quedar expuestos en las bajas mareas, de donde eran extraídos seguramente por las mujeres y los niños. No hallamos, en cambio, aquí bivalvos tales como cholgas, almejas, tacas o machas, las que son propias de habitats provistos de extensas playas arenosas.
La cerámica presente en estos yacimientos.
Fig. 11. Fragmentos de cerámica de cocina (o "culinaria"), como gustan de decir los arqueólogos. Son trozos de ollas de diversos tamaños.
Fig. 12. Fragmentos de ollas. En el costado derecho arriba, se puede ver un pequeño fragmento prominente, provisto de un mamelón destinado al agarre de la vasija.
Fig. 13. Trozos de hueso animal. El de la derecha, muestra una coloración cinérea que delata su exposición evidente al fuego. La carne del animal era puesta directamente al fuego, al igual que los mariscos. Ahorraban al máximo el agua de beber, por su extrema escasez en estos parajes costeros donde las vertientes eran raras y generalmente salobres.
Fig. 14. Planta de la liliácea Fortunatia biflora, mostrando su tallo y pequeño bulbo. Estos bulbitos son comestibles y, de acuerdo a nuestra experiencia personal en el campo, con algo de sal, hasta nos parecieron sabrosos. En nuestra reciente expedición del día 9/10/2015 al lugar la hallamos en relativa abundancia entre los 300 y 380 m de altitud s.n.m. Fácilmente los antiguos pobladores habrían podido -en caso de proponérselo- colectar unos 30-50 bulbitos en pocos minutos para una frugal comida de emergencia, o tal vez, para llevar consigo, como cocaví de viaje. Se consumen crudos, como la cebolla.
Fig. 16. Lascas o esquirlas, fruto del desbaste de nódulos o núcleos de sílex. Su hallazgo denota y comprueba, sin lugar a dudas, el frecuente trabajo de talla de artefactos líticos, realizado in situ, por parte de los antiguos moradores. La esquirla color negro es de roca basáltica.
Fig. 17. Punta de arpón rota, provista de pedúnculo para el agarre y sostén en un astil de madera. El material usado es sílex blanco muy puro y está muy finamente terminada. Fue hallada en el antiguo sendero de subida, por el costado norte del cerrillo de los Parapentes. (Vea la descripción del hallazgo, en detalle, en el Diario H. Larrain, Vol. 95: 42-43; descubierta por María Isabel Fuentes).
Fig. 18. Porción media de una punta de arpón al que le falta la base y la punta. Fue hallada a unos 20-30 m de la punta anterior, siendo, a lo que sospechamos, parte de un mismo núcleo original de sílex. Los dos materiales, en efecto, son idénticos en su aspecto.
Fig. 19. Una pequeña explanada, junto al extremo este del cerrillo de los Parapentes fue un excelente paradero o campamento para el descanso y ejercicio de actividades tecnológicas (fabricación de instrumentos). Aquí se acumula hoy la evidencia de antigua presencia humana en forma de conchas, lascas, litos, cerámica y huesos quebrados en forma evidentemente intencional.
Fig. 21. Un raspador en forma de aleta, roto. Está tallado en forma burda, por ambas caras.
Fig. 22. Conchas vacías, muy antiguas, del caracol terrestre Bostrix derelictus broderipi (Fam. Gastropoda) que antaño debió proliferar y colonizar en inmenso número estas praderas de Nolanas y Cristarias y hoy se encuentra, al parecer, totalmente extinto en el lugar. El proceso de calentamiento climático y la falta de continuidad en la humedad y lluvias, ha sido, probablemente, la causa de su total desaparición o extinción en este ecosistema. Ya no se las encuentra vivas en este ecosistema. Al menos, nosotros no las hemos podido hallar.
Fig. 23. Fragmentos de huesos consumidos por los antiguos pobladores. Uno de ellos, bien pudo ser un instrumento útil, hoy ya irreconocible por la erosión experimentada.
Fig. 21. Otros fragmentos de hueso al parecer quebrados en forma intencional.
Fig. 25. Hallazgo notable y fortuito de dos torteras (o fusaiolas), descartadas y abandonadas en el campamento, hechas en fragmentos de cerámica planos y en proceso de elaboración. Estas piezas son parte esencial del equipo técnico de un tejedor. La pieza de arriba, posee un perfecto agujero central por donde se pasaba y fijaba el huso de hilar. La pieza inferior, rota, fue obviamente descartada por efecto de un mal cálculo al perforar el trozo cerámico. Fueron halladas a un par de metros de distancia una de la otra, en un lugar del mismo campamento, hacia los 235 m de altitud. s.n.m. El hallazgo de estos elementos denotaría la práctica del tejido in situ por parte de los habitantes de esta costa, o tal vez, de sus visitantes procedentes de las comunidades indígenas del interior. Es un rasgo, en todo caso, cronológicamente tardío.
Fig. 26. La tortera fallada, descartada in situ. Fue encontrada, en dos fragmentos que se unen perfectamente, a pocos pasos de la tortera anterior.
Fig. 26. La tortera fallada, descartada in situ. Fue encontrada, en dos fragmentos que se unen perfectamente, a pocos pasos de la tortera anterior.
Fig. 27. Obsérvese el detalle de la superficie del fragmento original de cerámica que fue recortado para elaborar la tortera para el huso.
Fig. 28. Lascas o esquirlas de sílex, de diversos colores, producto del desbaste de trozos de material seleccionado para obtener instrumentos terminados (puntas de proyectil, raspadores u otros). A mayor abundancia de estos elementos, mayor certeza nos asiste acerca del uso dado a un determinado lugar.
Fig. 29. Fragmentos de huesos, en su mayor parte claramente fracturados y rotos ex professo para extraer la tan codiciada médula ósea, también están siempre presentes en los fogones o en sus cercanías. ¿Qué animales fueron cazados por estos pescadores-recolectores marinos? A no dudarlo, en tierra, seguramente solo guanacos y alguna especie de cérvido; en el mar, lobos marinos y chungungos. También por cierto, aves marinas. La presencia de arpones en este lugar, nos habla, sin género de duda, de la práctica asidua de la caza marina en las caletas vecinas.
La presencia de cerámica en el lugar.
En una ladera de poca inclinación, en parte protegida por el cerrillo de los Parapentes, y situada hacia los 220-230 m sobre el nivel del mar, debió existir un extenso campamento de paso (Vea Fig. 1.). Allí se halla aún hoy gran cantidad de cerámica rota, fragmentos líticos (desechos de talla) y lascas o esquirlas. Mostramos aquí algunas evidencias de esta actividad humana en el lugar.
Fig. 30. Fragmentos diagnósticos de ollas de cuello restringido y panza abultada.
Fig. 31. Examinando en detalle los fragmentos reconocibles de la cerámica, podemos concluir que casi todos las vasijas utilizadas por estos moradores de las playas eran ollas de cuello pronunciado y panza abultada, destinadas al traslado de agua y alimentos semilíquidos o algas comestibles.
Caracterización provisoria de su cerámica culinaria.
Carece casi siempre de asas y muestra, en cambio, la presencia de pequeños mamelones para facilitar su agarre. Otra característica que nos sorprende es que su pasta muestra por lo general un grado de cocción bastante bajo (cocida, además, en atmósfera de poco oxígeno), reconocible por el color oscuro o negro. No disponían aquí de dispositivos u hornos para lograr elevadas temperaturas. Lo que nos induce a sospechar que estas vasijas fueron, en su inmensa mayoría, producidas en la misma costa por los propios pobladores. El hallazgo de cerámica muy bien cocida (a elevada temperatura, sobre los 850-900 º C), es raro en la costa y, si ésta aparece, denota casi seguramente influencia foránea ocasional (v.gr. estilos de las Culturas de Arica o Inca).
Comentario eco-antropológico.
1. Creemos que la traza, disposición y orientación de esta huella antigua y su destino final fue, al menos en parte, predeterminado por la presencia eventual de praderas verdes, producidas por efecto del Fenómeno de "El Niño", en ciertos años. También sospechamos fundadamente que estos eventos húmedos fueron más frecuentes en el pasado que hoy, a juzgar por la presencia y relativa abundancia de caracoles terrestres (Bostrix derelictus) , hoy al parecer totalmente extintos en el lugar.
2. El lugar de campamento, detectado por nosotros, queda facilitado por la geomorfología del lugar que presenta una explanada casi plana, aptísima para el descanso, a unos 210 m de altitud, tras una larga caminata de descenso.
3. La cerámica y los restos de basuras de cocina se agrupan a su alrededor en áreas bien específicas, lo mismo que los fogones.
4. No se observan aquí en parte alguna restos de posibles chozas o reparos, los cuales, seguramente, se hallaban más abajo, cerca del mar pero a cierta altitud, en sitios rocosos, bien protegidos del viento y de las marejadas.
5. Su destino final en el litoral debió ser, casi con certeza, el sector actual de Playa Lobito, que presenta un lugar bien protegido del viento y de las marejadas ocasionales. Por allí cerca, deben estar ocultas aún los restos de sus viviendas, sus tumbas y enterramientos.
6. Todos los moluscos observados en sus fogones son moluscos gastrópodos, habitantes de los roqueríos, faltando casi del todo los bivalvos. Sin la menor duda, proceden de la zona de roqueríos expuestos en torno a Playa Lobito y Palo Buque, a corta distancia de allí.
7. Hace falta hacer aquí, en estos campamentos un trabajo arqueológico más prolijo para la revisión de materiales, usando para ello harneros o cedazos de malla muy fina. Al cernir con cuidado el material, afloran elementos muy pequeños, que nos pueden arrojar luces sobre el comportamiento y/o actividad de los grupos humanos que por aquí transitaron; de este modo se puede recuperar semillas, fragmentos minúsculos de la talla de instrumentos (v.gr. anzuelos de concha o de metal) u otros elementos que nos pueden aportar información sobre aspectos varios de su cultura.
8. Por último, pensamos que el interés arqueológico de este lugar, como sitio de llegada de los caminantes que venían del desierto interior, en procura de la costa y sus recursos, debería ser un argumento para intentar proteger el sitio de una manera más efectiva. Ningún letrero o aviso advierte acerca de la existencia de un sitio arqueológico en este trayecto, y los visitantes pisotean toda el área sin respeto alguno, trepando por todas partes y destruyendo evidencias. El aviso puesto allí por la Municipalidad, de por sí valioso e instructivo, tan solo advierte acerca de la presencia de las tres especies de plantas más típicas de esta formación vegetal, efímera y de corta duración. No dice una palabra del contexto arqueológico allí presente.
Caracterización provisoria de su cerámica culinaria.
Carece casi siempre de asas y muestra, en cambio, la presencia de pequeños mamelones para facilitar su agarre. Otra característica que nos sorprende es que su pasta muestra por lo general un grado de cocción bastante bajo (cocida, además, en atmósfera de poco oxígeno), reconocible por el color oscuro o negro. No disponían aquí de dispositivos u hornos para lograr elevadas temperaturas. Lo que nos induce a sospechar que estas vasijas fueron, en su inmensa mayoría, producidas en la misma costa por los propios pobladores. El hallazgo de cerámica muy bien cocida (a elevada temperatura, sobre los 850-900 º C), es raro en la costa y, si ésta aparece, denota casi seguramente influencia foránea ocasional (v.gr. estilos de las Culturas de Arica o Inca).
1. Creemos que la traza, disposición y orientación de esta huella antigua y su destino final fue, al menos en parte, predeterminado por la presencia eventual de praderas verdes, producidas por efecto del Fenómeno de "El Niño", en ciertos años. También sospechamos fundadamente que estos eventos húmedos fueron más frecuentes en el pasado que hoy, a juzgar por la presencia y relativa abundancia de caracoles terrestres (Bostrix derelictus) , hoy al parecer totalmente extintos en el lugar.
2. El lugar de campamento, detectado por nosotros, queda facilitado por la geomorfología del lugar que presenta una explanada casi plana, aptísima para el descanso, a unos 210 m de altitud, tras una larga caminata de descenso.
3. La cerámica y los restos de basuras de cocina se agrupan a su alrededor en áreas bien específicas, lo mismo que los fogones.
4. No se observan aquí en parte alguna restos de posibles chozas o reparos, los cuales, seguramente, se hallaban más abajo, cerca del mar pero a cierta altitud, en sitios rocosos, bien protegidos del viento y de las marejadas.
5. Su destino final en el litoral debió ser, casi con certeza, el sector actual de Playa Lobito, que presenta un lugar bien protegido del viento y de las marejadas ocasionales. Por allí cerca, deben estar ocultas aún los restos de sus viviendas, sus tumbas y enterramientos.
6. Todos los moluscos observados en sus fogones son moluscos gastrópodos, habitantes de los roqueríos, faltando casi del todo los bivalvos. Sin la menor duda, proceden de la zona de roqueríos expuestos en torno a Playa Lobito y Palo Buque, a corta distancia de allí.
7. Hace falta hacer aquí, en estos campamentos un trabajo arqueológico más prolijo para la revisión de materiales, usando para ello harneros o cedazos de malla muy fina. Al cernir con cuidado el material, afloran elementos muy pequeños, que nos pueden arrojar luces sobre el comportamiento y/o actividad de los grupos humanos que por aquí transitaron; de este modo se puede recuperar semillas, fragmentos minúsculos de la talla de instrumentos (v.gr. anzuelos de concha o de metal) u otros elementos que nos pueden aportar información sobre aspectos varios de su cultura.
8. Por último, pensamos que el interés arqueológico de este lugar, como sitio de llegada de los caminantes que venían del desierto interior, en procura de la costa y sus recursos, debería ser un argumento para intentar proteger el sitio de una manera más efectiva. Ningún letrero o aviso advierte acerca de la existencia de un sitio arqueológico en este trayecto, y los visitantes pisotean toda el área sin respeto alguno, trepando por todas partes y destruyendo evidencias. El aviso puesto allí por la Municipalidad, de por sí valioso e instructivo, tan solo advierte acerca de la presencia de las tres especies de plantas más típicas de esta formación vegetal, efímera y de corta duración. No dice una palabra del contexto arqueológico allí presente.
Bibliografía recomendada sobre las formaciones de lomas en el Pacífico sur:
CIZA, ONERN & SENAMHI. 1989. Aprovechamiento de nieblas costeras en las zonas áridas de la costa, Lomas de Atiquipa (Prov. Caravelí, Dpto. Arequipa). CONCYTEC. Lima-Perú.
Engel, F. 1981. Prehistoric Andean Ecology Man, Settlement and Environment in the Andes.
The Deep South. University of New York. USA.
Muñoz-Schick, Mélica, Raque Pinto, Aldo Mesa y Andrés Moreira, 2001, "Oasis de neblina en los cerros costeros del sur de Iquique, región de Tarapacá, Chile durante el evento el Niño 1997-1998". Revista Chilena de Historia Natural, Vol. 74, Nº 2, Junio 2001, en Internet: http://dx.doi.org/10.4067/S0716-078X2001000200014
Ono, M. 1986. Definition, classification and taxonomic significance of the Lomas vegetation.
En: M. Ono (ed.). Taxonomic and Ecological Studies on the Lomas Vegetation in the Pacific
Coast of Peru. 5 – 14. Makino Herbarium, Tokyo Metropolitan Univesity. Tokyo-Japan.
Péfaur, J. 1978. Composition and structure of communities in the Lomas of southern Perú.
PhD Dissertation. The University of Kansas. 215 pp.
Péfaur, J. 1982. Dynamics of plant communities in the Lomas of southern Perú. Vegetatio
49:163-171.
(Consulte para poder entender mejor el fenómeno de las "Lomas": www.sacha.org/envir/deserts/intro_sp.htm)
(Consulte para poder entender mejor el fenómeno de las "Lomas": www.sacha.org/envir/deserts/intro_sp.htm)