En este capítulo del Blog, nos hemos propuesto rescatar del olvido uno de los monumentos más grandiosos y representativos de la actividad económica del siglo XVIII en Tarapacá: la azoguería de Tilibilca, dedicada a la explotación de la plata durante el período do de la Colonia.
Examinemos con detención las fotografías y tratemos de visualizar su importancia. No entendemos por qué el Gobierno Regional y sus servicios de Turismo no se han interesado por poner en valor este conjunto de edificaciones, tal vez el monumento colonial más importante que se conserva en pie (aunque bastante menoscabado) en la Región de Tarapacá. Tal vez, porque las edificaciones del ciclo salitrero y sus lujosas mansions en Iquique y, en especial, las Oficinas Salitreras, han opacado su importancia y significación para la historia de la arquitectura y de la economía de la Región en el pasado colonial.
Consideramos que es un imperativo histórico investigar estas ruinas, las que hasta ahora nunca han merecido un estudio histórico en profundidad ni menos una excavación arqueológica ajustada a los métodos de la arqueología histórica. A nuestro juicio, es urgente hacerlo para que este notable monumento no siga experimentado los estragos del tiempo y pueda ser utilizado por un turismo científico regional. Del ciclo de la plata en Tarapacá es éste prácticamente el único monumento importante aún en pie y, por su ubicación al lado del poblado de Tarapacá, de rancia trayectoria histórica, podría ser parte integrante de un valioso circuito turístico regional.
El trazado actual de la carretera que va a Tarapacá, en su km. 50, pasa exactamente bajo los muros de adobe de este conjunto de edificios con el riesgo cierto de que el tráfico de camiones pesados y camionetas, -como lo hemos podido verificar- al pasar a gran velocidad por el sector, vayan debilitando poco a poco los muros, agrietándolos, y un buen día - lo que Dios no quiera- se vengan abajo con el consiguiente peligro para los viajeros. Estimamos que Monumentos Nacionales debería intervenir para que el trazado de la carretera sea desviado en este sector, y conducido por el bajo o, al menos, se instale una señalética que obligue a un descenso en la velocidad poniendo un rótulo que diga algo asì como: "50 km/hora. Monumento colonial protegido por la Ley".
Examinemos con detención las fotografías y tratemos de visualizar su importancia. No entendemos por qué el Gobierno Regional y sus servicios de Turismo no se han interesado por poner en valor este conjunto de edificaciones, tal vez el monumento colonial más importante que se conserva en pie (aunque bastante menoscabado) en la Región de Tarapacá. Tal vez, porque las edificaciones del ciclo salitrero y sus lujosas mansions en Iquique y, en especial, las Oficinas Salitreras, han opacado su importancia y significación para la historia de la arquitectura y de la economía de la Región en el pasado colonial.
Consideramos que es un imperativo histórico investigar estas ruinas, las que hasta ahora nunca han merecido un estudio histórico en profundidad ni menos una excavación arqueológica ajustada a los métodos de la arqueología histórica. A nuestro juicio, es urgente hacerlo para que este notable monumento no siga experimentado los estragos del tiempo y pueda ser utilizado por un turismo científico regional. Del ciclo de la plata en Tarapacá es éste prácticamente el único monumento importante aún en pie y, por su ubicación al lado del poblado de Tarapacá, de rancia trayectoria histórica, podría ser parte integrante de un valioso circuito turístico regional.
El trazado actual de la carretera que va a Tarapacá, en su km. 50, pasa exactamente bajo los muros de adobe de este conjunto de edificios con el riesgo cierto de que el tráfico de camiones pesados y camionetas, -como lo hemos podido verificar- al pasar a gran velocidad por el sector, vayan debilitando poco a poco los muros, agrietándolos, y un buen día - lo que Dios no quiera- se vengan abajo con el consiguiente peligro para los viajeros. Estimamos que Monumentos Nacionales debería intervenir para que el trazado de la carretera sea desviado en este sector, y conducido por el bajo o, al menos, se instale una señalética que obligue a un descenso en la velocidad poniendo un rótulo que diga algo asì como: "50 km/hora. Monumento colonial protegido por la Ley".
En este recorrido que haremos por la quebrada, en sucesivos capítulos del Blog, hemos decidido comenzar por un lugar cuyas imponentes ruinas hasta hoy nos asombran y nos llenan de enigmas no resueltos. Se trata de Tilivilca o Tilibilca (de ambas maneras registran su nombre los antiguos documentos). Pasamos raudamente junto a ellas al bajar desde el alto de la pampa hasta el pueblo, por un camino asfaltado, casi sin percatarnos de su majestuosa presencia. Las fotos actuales, que con agrado presentamos más abajo, nos hablan aún hoy de su magnificencia de otrora. Muros enhiestos construidos de grandes adobes, sobre cimientos de piedra, espacios y recintos de tamaños diversos, revelan actividades de vivienda, laboreo, trabajos de fundición y recintos para corrales de animales. En el suelo, dispersos y en abundancia, observamos restos de cerámicas coloniales, lozas, huesos de animales, fragmentos de cañas de techumbres caidas, o gruesas vigas que aún conforman dinteles y accesos.
He aquí las fotos que hemos tomado, en nuestro reciente viaje, el día 15 de Julio del 2009 y que exponemos como recuerdo y homenaje a los esforzados creadores de este edificio, hoy en ruinas..
Foto 1. Vista desde la base del cerro, donde se asienta el monumento colonial; hacia el fondo, del valle tapizado de molles (Schinus molle), tamarugos (Prosopis tamarugo) y pillallas semivivas (Atriplex atacamensis).
Foto 2. Detalle de un dintel de puerta. Observe el grueso tronco de algarrobo, endurecido por el tiempo, bien labrado a azuela, que aún sostiene un fragmento de muro que sostiene seis o siete hiladas de adobes.
Foto 3. Fragmentos de cerámica del siglo XVIII. Se trata trozos de de contenedores llamados "botijas", muy usados en el transporte de líquidos (vino, aceite) y también de áridos ( harinas, semillas) en las carretas de la época. (siglos XVII y XVIII). Hallados entre las edificaciones. No se ve ya hoy muchos fragmentos, probablemente a causa de las colectas realizadas in situ por arqueólogos o aficionados.
Foto 4. Parte del recinto de la antigua fundición cuyos muros visiblemente quemados por acción del fuego delatan el lugar exacto donde se fundía, al calor de tamarugos y algarrobos, el mineral de plata de Huantajaya.
Foto 5. Curiosos agujeros que comunican el espacio interior con el exterior. Tienen aproximadamente unos 35-40 cm de diámetro, circulares o levemente ovales, en ángulo de descenso de unos 30º , que facilitaban la salida o escurrimiento de elementos (¿tal vez el mineral ya fundido?) desde el interior para ser cargados afuera, seguramente en las carretas.
Foto 6. Muros del sector Este, levantados con dos técnicas diferentes: una, de grandes adobes de barro (derecha) y otra, de tapiales o muros hechos de barro fuertemente apisonado (izquierda).
Foto 7. Los elevados muros de adobones, de unas veinte hiladas superpuestas, se levantan sobre un cimiento bien consolidado de cantos rodados de río, produciendo un hermoso efecto estético desde el exterior. La altura del edificio (cuyos techos faltan hoy por completo) es de aproximadamente unos 5 - 6 m. desde el piso.
Foto 8. Aspecto exterior de salida de los orificios mostrados arriba, por los que se descargaba materiales hacia el exterior. Se encuentran a distancias regulares y se abren arriba, en ángulo pronunciado, en el piso del recinto y en la base misma del muro.
Foto 9. Muros enhiestos, con vanos de puertas semi destruidas, seguramente por haber sido arrancadas las vigas originales de sus respectivos dinteles.
Foto 10. Sector weste de uno de los edificios principales, que aún conserva parte de la armazón y estructura de sostén de la techumbre. Es el edificio hoy mejor conservado. Presenta varios vanos de puertas mirando hacia el sur. Es probable que la estructura actual de los tijerales a la vista, sea muy posterior y el recinto haya sido usado como vivienda hasta tiempos relativamente recientes y luego, abandonado. Un cuidado examen por parte de arqueólogos revelaría sin duda tanto su uso antiguo como su data de abandono.
Foto 11. Desde el interior de uno de los recintos de mayor tamaño, mirando hacia el weste. El muro divisorio, construido de adobes, en el suelo. Vista tomada de Este a Weste.
Foto 12. En primer plano, hacia la izquierda del observador, un muro completo de adobes se vino abajo, tal vez por algún reciente sismo ocurrido en la zona. Sin embargo, sus adobes están aún en su mayoría intactos.
Foto 13. Pequeño conjunto de recintos algo apartado del conjunto principal y que se encuentra a una mayor altitud hacia la pared Norte de la quebrada. Entre estos recintos y el conjunto principal hay hoy un amplio espacio hoy vacío, pero que presenta algunas evidencias de construcciones más antiguas. Observe, por fin, el pequeño tamaño de los vanos de las ventanas.
Foto 14. Desde la parte alta de las construcciones, la vista se dirige al valle o quebrada que se va abriendo poco a poco hasta llegar a la aldea de Huarasiña, último sitio habitado antes de internarse la quebrada en la inmensa pampa, en el sector denominado Pampa Iluga.
Foto 15. Llama la atención que todo el conjunto de edificaciones se alzó, en tiempos coloniales, en la parte baja del macizo que jalona el sector por el norte, por encima de la quebrada misma. Con criterio de hoy, nosotros habríamos instalado la Fundición en el bajo, junto a las fuentes de agua. ¿Por qué arriba, a 10-15 m del piso de la quebrada? . Sospechamos que la razón haya sido el conocimiento cierto de la presencia de las fuertes avenidas periódicas, fruto del invierno altiplánico, altamente destructivas, que bajaban por el lecho de la quebrada. Sabemos que el siglo XVIII, fecha probable de la construcción de este amplio conjunto, fue muy húmedo, con la presencia numerosos huaycos o avenidas que arrasaban campos de cultivo, canales de regadío y viviendas, como ha ocurrido hasta hace pocos años en el sector de Huarasiña y varias veces, en el borde sur del poblado de Tarapacá actual. La sabiduría popular aconsejó, por tanto, la construcción en altura, lejos del cauce máximo de las aguas en tiempos de avenidas.
Foto 16. Observe el lector la ubicación escalonada, en descenso, de las edificaciones, aprovechando el desnivel del terreno en la parte del piedemonte del cerro. Si bien este sistema complicó en alguna medida la construcción, ofreció, en cambio, total garantía contra las eventuales inundaciones de los meses de verano (Febrero y Marzo).
Foto 17. El conjunto arquitectónico de Tilibilca, apegado a la carretera que conduce al pueblo de Tarapacá. El sitio se halla exactamente en el km 50 de la carretera de Huara a Tarapacá.
Fig. 18. El sector mejor conservado del antiguo recinto. Los tijerales todavía en pie, muestran bien el estilo de techumbre usado, mediante el empleo de maderas de los árboles locales pimiento, algarrobo y tamarugo). Puerta y ventana conservan sus antiguos elementos de vigas de madera. Sorprende el que este edificio colonial, levantado en el siglo XVIII, haya podido resistir aún la vehemencia de recientes sismos en la zona.
Fig. 19. Cantos rodados procedentes del vecino río de Tarapacá, empotrados en barro, sirven de cimiento a los grandes muros de adobes de la construcción que aún hoy se eleva hasta lo siete metros de altura sobre el suelo.
Fig. 20. Junto al muro de adobes, grn cantidad de cenizas propias de la quema verificada en la industria de extracción de la plata. Aquí debió acopiarse la ceniza de la quema. La madera usada en esta combustión provino de árboles de algarrobo y tamarugo, tipo de leña hasta hoy usada para calefaccionar las viviendas y mantener el fuego de la cocina en el sector de la quebrada.
En un próximo capítulo, profundizaremos en la historia colonial de este Monumento y realzaremos su enorme importancia en el proceso de explotación de la plata en la Región de Tarapacá durante el siglo XVIII.
(Segmento en preparación, 22/07/2009)
En un próximo capítulo, profundizaremos en la historia colonial de este Monumento y realzaremos su enorme importancia en el proceso de explotación de la plata en la Región de Tarapacá durante el siglo XVIII.
Notable trabajo, los felicito!!
ResponderEliminarMuy interesante el blog, soy arquitecto y me especializo actualmente en patrimonio y me llaman la atención estos elementos prácticamente abandonados que si no fuera por su inaccesibilidad estarían mas destruidos aun.
ResponderEliminarSaludos y todo mi apoyo!
Visité las ruinas de Tilivilca en Diciembre de 2010, edificación que estimo pre colombina. En efecto sus técnicas de construcción en tierra, restos de cubierta de polines naturales obtenidos de la selva amazónica imposibles de producir aún hoy con maquinaria, sus cubiertas de totora sobre encielados de caña aún visibles, y larga duración en el tiempo las homologan a las ruinas de Tambo Colorado en Pisco, Perú. La estética de sus muros masivos, las ventanas altas en sus frontones, y las pendientes de sus techos son similares a la estética de las ruinas de Machu Pichu, y se apartan indiscutiblemente de las típicas edificaciones coloniales. Este tipo de construcción caracteriza la expansión del Imperio Inca dirigido por el Inca Pachacuta en el año 1.450 D.C. en las direcciones Oeste y Sur.
ResponderEliminarfelicitaciones por su trabajo
ResponderEliminar¿es posible obtener las tesis de V. Bugueño?
Soy arqueólogo y trabajo con arqueología histórica, mi nombre es Francisco García Albarido.
saludos
Francisco: Con respecto a la tesis de arqueología de mi ex alumno Víctor Bugueño García , que se ha especializado en cerámicas coloniales, le recomiendo escribirle directamente a él, a su correo: victor.tarapaca@gmail.com Estoy cierto que Víctor tendrá el mayor interés en dialogar con Ud. sobre estos temas que a él le apasionan.
ResponderEliminarDr. Horacio Larrain B. (Ph.D.)
Centro del Desierto de Atacama
Pontificia Universidad Católica de Chile.