Fig. 1. Juan van Kessel en su casa en Eindhoven, Holanda (fines 2017).
Ocasión para este segundo Cuestionario.
El 18 de
septiembre de 2017 el sacerdote y sociólogo experto en el mundo andino, el
holandés Juan van Kessel respondía amablemente desde Holanda donde hoy reside
un segundo Cuestionario nuestro sobre su
propia visión del mundo andino y las vicisitudes
experimentadas por él en su acción pastoral y antropológica en la Región
de Tarapacá (Norte de Chile). Hay en este segundo Cuestionario (que ahora
presentamos) varios aspectos que no fueron tocados en profundidad
en los anteriores dedicados a este autor y publicados por nosotros mismos en
este Blog. Pensamos que ha quedado en la penumbra el sentido
profundo y los objetivos de su acción tanto pastoral como académica.
Y también, las dificultades que tuvo que sortear en su misión en Chile. Queremos, por tanto, ser fieles a nuestro anhelo de rescatar y
dar a conocer su punto de vista personal, de enorme importancia para el
desarrollo con identidad del pueblo aymara.
Años de
incesante actividad en pro del mundo andino.
Juan van Kessel
desarrolló una larga y prolífica actividad en el extremo Norte de
Chile (1963-2008), tanto de tipo pastoral (como sacerdote
católico), como antropológica a través de sus numerosos escritos y su
activa participación con ponentes andinos en varios Congresos de
Americanistas a partir del año 1988, en Amsterdam. En capítulos
anteriores de este Blog nos hemos referido in extenso a su vida y actividad en
Chile y en el ámbito andino meridional (Ecuador, Perú, Bolivia y Chile).
Remitimos al lector a esos artículos que nos permiten aquilatar con más precisión la importancia de su legado. En uno de ellos, que data
del año 2009, hemos presentado el primer Cuestionario nuestro, el que fue
respondido con prontitud. Este que hoy presentamos, a nuestro entender,
refleja mucho mejor su pensamiento íntimo y su auténtico legado al mundo
indígena. Pero también se puede percibir el dolor que hoy le embarga ante las dificultades que algunos miembros de la jerarquía de la iglesia le impuso en su camino.
Destituido
de su cargo como párroco de comunidades andinas.
Van Kessel
después de ser apartado de su calidad de párroco de varios pueblos
andinos por el entonces obispo de Iquique Monseñor Juan Barros Madrid en
el año 2004, se dedicó a robustecer su obra, el Instituto para el Estudio
de la Cultura y Tecnología Andina (IECTA) y su biblioteca andina especializada
(la BAA). El abandono obligado de su actividad pastoral entre los aymaras le
hirió profundamente; en efecto, largos años de dedicación a la evangelización
en el sentido de la "inculturación del Evangelio" promovido por las
Conferencias Episcopales Latinoamericanas a partir de Puebla de Los Angeles
(México), eran "echados por la borda" como esfuerzos inútiles por una decisión episcopal que ha sido muy duramente criticada en su
momento tanto por el clero local como por el laicado católico de la región.
Esa drástica medida fue vista como un evidente retroceso en la labor de
acercamiento de la iglesia católica a las manifestaciones multitudinarias
de la religiosidad popular, en particular en los Santuarios Marianos del Norte
Grande de Chile (Las Peñas, La Tirana y Ayquina). Tanto más cuanto
que obispos anteriores, en particular Monseñor José del
Carmen Valle, y Monseñor Enrique Troncoso le habían brindado siempre
su total e irrestricto apoyo.
Han pasado 10
años desde el alejamiento definitivo de van Kessel de nuestro país
(!908-1918). Es tiempo suficiente como para reflexionar con
serenidad y en profundidad sobre lo sucedido, a través de sus propias reflexiones,
reflejadas en sus sinceras respuestas a esta Encuesta. Nos permitiremos, al final de la
misma, esbozar nuestros propios comentarios.
Texto
del Cuestionario planteado por nosotros.
A
continuación, se presenta aquí el Cuestionario. Las preguntas nuestras
van en negrita y sus respuestas, en letra cursiva.
1. A
su llegada a Tocopilla en el año 1963, Ud. fue asignado a una parroquia
de barrio popular entregada al cuidado de su congregación religiosa, ¿cómo y
por qué se vinculó Ud. estrechamente con los bailes religiosos?.
R. Apenas
llegado yo a Tocopilla, me impresionó profundamente el grado de
religiosidad y adhesión social que poseían las cofradías de Bailes
Religiosos. Había varias en la Parroquia con nombres muy pintorescos y
demostraban un vigor y una vitalidad muy superior a otras organizaciones
parroquiales, nacidas no del pueblo mismo, sino del deseo del obispo o
del párroco. Algunas de estas asociaciones de bailes eran muy antiguas,
pero seguían vigentes y activas. Eran algo muy sui generis. Mostraban
bastante independencia de la autoridad parroquial, una férrea
organización y disciplina y lo más impresionante- un fuerte y
característico arraigo familiar. Se centraban en la veneración de la Virgen
María y acudían un vez a año en masa a sus
santuarios más cercanos a implorar los favores de la Virgen
ofreciendo sus "mandas". Durante todo el año se preparaban
cuidadosamente para tales viajes para honrar a su madre,
llevándole sus inquietudes, sus anhelos y sus dolores.
2. ¿Qué
lo llevó a Ud. a incorporarse personalmente en un determinado
Baile Religioso?.
R. Precisamente
fue porque empecé a darme cuenta que la única manera de comprender este
fenómeno religioso tan extendido en el norte del país y tan novedoso para mí
como extranjero, era mirarlo "desde dentro", es decir
como un miembro más del Baile. Al participar del mismo, de sus reuniones
previas y de sus encuentros, de sus comidas, y al practicar los pasos del
baile bajo las órdenes del caporal, empecé a comprender qué les
inducía tanto a formar parte del Baile. No era ciertamente el mero
ejercicio físico o de entretenimiento (como una forma de gimnasia rítmica
reconstructiva) , sino la expresión aún corporal de un acto de fe
profundo en la protección maternal de la Virgen, en la que
confiaban absolutamente. Pero no era simplemente un acto de fe individual, sino
colectivo. Era ésta, al parecer, su única forma de respuesta
a los favores recibidos o por recibir de lo alto. ¿Qué podían dar ellos,
pobres e ignorantes, a su patrona celestial sino su regalo y
ofrenda en la forma de su baile, el modo reconocido de agasajo
transmitido de generación en generación?. En este "do ut
des" propio de la reciprocidad ("doy para que me
des") ven ellos su forma concreta de donar, de regalar, de devolver
el favor. A la vez, esperan de la madre del cielo una
respuesta favorable a sus peticiones.
3. ¿Quiere
esto decir que este tipo de asociaciones mostraban (o muestran) una
cara diferente del Cristianismo en el seno de la Parroquia, un cristianismo que
podríamos llamar más auténtico? .
R. No sé si más auténtico, pero los Bailes Religiosos habían surgido del seno mismo del pueblo, no fueron impuestas desde fuera por el cura o el obispo. Me impresionaba, a medida que los iba conociendo, su grado de adhesión social y su enorme capacidad de aglutinar familias completas, desde los abuelos hasta los nietos. Durante casi todo el año, la vida de los bailarines giraba en torno al viaje al Santuario a festejar a la Virgen. Esta actividad era para ellos la más importante: todo lo demás podía posponerse.
4. ¿Cuál fue la reacción en su Parroquia a su gran cercanía con los bailes religiosos y a la práctica de una pastoral popular tan cercana a la gente?.
R. La
primera reacción fue de sorpresa e incredulidad. Era una novedad. No pocos la
apoyaron inicialmente; el mismo obispo estuvo de acuerdo. Pero pronto empezaron a llover las críticas desde sectores católicos más tradicionales que veían en este proceder
una especie de renuncia a la esencia del sacerdocio: la predicación
formal del evangelio. Las críticas venían no tanto de parte de la directiva de la Iglesia sino, en su
mayor parte, de la gente del barrio (católicos, protestantes u otros)
5. Pero
Ud. también dedicó un período de su vida al trabajo como obrero,
como sacerdote-obrero... ¿Por qué eligió Ud. esta actividad y cuál fue su
resultado?.
R. Sí,
trabajé unos cinco años como sacerdote-obrero en Tocopilla en un
maestranza, aprovechando mi experiencia de joven en el taller de mi padre que
era mueblista. Era la época de la preparación e inicios del Concilio
Vaticano II (1963-64) que se abría a nuevas experiencias de pastoral del
mundo obrero. Era evidente que el mundo de los obreros en las fábricas
resultaba en cierto modo impenetrable al Cristianismo por efecto de la
persistente prédica de los partidos políticos de influencia
marxista que atacaban la religión como el "opio del pueblo", en
frase de Marx. La iglesia católica se abrió entonces a esta valiosa
experiencia del sacerdocio obrero ya desde fines de los cincuenta del pasado
siglo, en Francia, Bélgica, Holanda y otros países de Europa, incluso
antes del Concilio. Me pareció -y mi Congregación religiosa de la Sagrada
Familia estuvo totalmente de acuerdo- que para mí era el momento de
hacer esta experiencia de acercamiento al mundo obrero del que por lo
demás me sentía muy próximo por mis raíces familiares. Esta
experiencia ha marcado profundamente mi vida posterior. Muchos en mi
parroquia apoyaron con entusiasmo esta experiencia que prometía grandes frutos.
Pero a raíz de las fuertes críticas surgidas en el seno mismo de la iglesia,
sobre todo de la clase más acomodada
(o burguesa), el Arzobispo de Antofagasta Monseñor Francisco de Borja
Valenzuela Ríos como pastor prudente y para no chocar con los fieles más
tradicionales, me pidió " volver a la sacristía", esto es, a
ejercer el ministerio de la manera más tradicional, en primera instancia desde
el templo y las festividades religiosas, las conferencias y/o las clases
de religión, etc.
6.
¿Tuvo Ud. por entonces alguna relación con la "teología de la
liberación" que invadió a la iglesia católica latinoamericana por aquellos
años?. Porque algunos de sus planteamientos e ideas parecerían cercanos a esta
tendencia que la Iglesia posteriormente condenó.
R. Por
cierto estábamos bastante bien informados de esta nueva
"teología" cuyas bases discutíamos con sacerdotes y teólogos de mi
Congregación y también con sacerdotes dedicados al mundo andino como los padres
Domingo Llanque, sacerdote diocesano de Puno, o Xavier Albó S.J.,
jesuíta español radicado en Bolivia y gran estudioso de sus lenguas nativas.
Pero pronto nos dimos cuenta que esa nueva forma de hacer teología corría el riesgo de dejar de
lado lo esencial del Cristianismo: la fe en la persona de Jesucristo como
redentor del mundo; buscaba más una liberación humana que una liberación profunda por la fe en Cristo.
Y las comunidades de los Bailes Religiosos nos demostraban día a día, por el contrario, un
ejemplo de fe viviente en los seres sobrenaturales: en Cristo, en María y en los Santos..
7. En
vista de la repentina oposición del obispo y su posterior "traslado", ¿qué
actitud tomó Ud. en ese momento?
R. Mi primera reacción, si bien fue de frustración y de decepción, me llevó a reflexionar más y aún a inspirarme más en los fundamentos de la “teología de la inculturación” (en lugar de la teología de la liberación). Me pareció que la iglesia se cerraba así a una espléndida ocasión de inculturar el Evangelio desde la vida misma de las personas: su trabajo diario y sus problemas reales y concretos. Pero, también me di cuenta que se me abría una nueva e inesperada puerta: la posibilidad de estudiar estos fenómenos a la luz de los principios y métodos de la Sociología y Antropología. Mi experiencia de cinco años de sacerdote-obrero y de bailarín de la Tirana, eran mi mejor aval. Y, a mi pedido, en mi Congregación religiosa me permitieron viajar a Santiago a matricularme en los cursos de sociología del desarrollo que impartía la FLACSO (Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales). Cerré pues en forma definitiva mi capítulo de sacerdote-obrero y me dediqué un tiempo a estudiar en profundidad las realidades que había vivido personalmente tan de cerca y en las que había participado en forma directa y activa. De ahí brotará mi primera investigación sobre los bailes religiosos, tema de mi disertación sociológica.
8. ¿Se produjo en Ud. alguna suerte de confrontación o dilema intelectual o moral entre su creencia religiosa personal y sacerdotal y la metodología de la observación participante de los rituales andinos, propia de la Antropología?.
R. Mi actitud frente a sus manifestaciones cúlticas y rituales fue de creciente comprensión y de profundo respeto. En lugar de criticar -tan propio del mundo occidental- mi actitud fue de abierta conversación y diálogo, de convivencia y de un compartir con ellos y sus familias. Recordé entonces las clases de exégesis de la Biblia, de mi época de seminarista, cuando nuestro excelente profesor de biblia nos explicaba que, para interpretar correctamente la Biblia, primero hay que distinguir con cuidado los diferentes géneros literarios contenidos en el libro sagrado (historia, oraciones, textos doctrinarios, poesía y mitología). Para interpretar bien el relato bíblico sobre la creación del mundo, del hombre o del pecado original, hay que saber que el género literario de los primeros once capítulos de la Biblia es mitológico y no estrictamente histórico; y como tal, hay que entenderlo e interpretarlo. ¡Gran sorpresa!. Nos dijo: “los antiguos sabios contaron estos mitos, para enseñar los grandes (e incomprensibles) misterios que sobrepasan nuestra comprensión: nuestra existencia, el origen de la vida en el mundo, del sexo, de la muerte, del bien y del mal. Así, en el Medio Oriente (hace 6.000 años) los sabios de entonces crearon el mito de un creador en forma de un hombre hacedor de todo y de todos, bueno y castigador, justo… En cambio, los amautas prehistóricos del mundo andino crearon, con el mismo fin, el mito de la Pachamama, mujer y madre del mundo: mundo que es algo vivo con sus cerros, ríos, plantas, animales y humanos. Mito que encierra los misterios de la muerte, de la ética, y de la identidad cultural en el mundo andino, del mismo modo que en la concepción cristiana de la Biblia”. Siempre he recordado estas sabias palabras de mi Profesor de Biblia, quien me abrió la puerta para llegar a entender y respetar profundamente al hombre andino.
El ritual andino es, pues, parte esencial de su tradición cultural, de su cosmovisión, su socio-visión, su ética y su
tecnología. En esa cosmovisión, se entremezclan actualmente
elementos andinos de antigua data y elementos cristianos, fruto de la evangelización
recibida durante varios siglos. Para ellos no existe antítesis alguna entre su
creencia ancestral en la Pachamama y su culto (por ejemplo), y la
fe en Jesucristo y su madre, María, los mandamientos cristianos y
la veneración de los santos patronos en las fiestas de sus pueblos. Este
sincretismo es para ellos algo normal y natural. Es una fe encarnada
en los aportes diversos de su tradición milenaria. ¿Por qué
iba yo a tener que cambiar su mentalidad?.
9. ¿Qué pensaba la jerarquía eclesiástica acerca de esa aceptación tácita de una pastoral "encarnada" en una mitología y ética de corte andino?
R. En
aquellos años del Concilio Vaticano II (1963 en adelante) aparecían
en Perú y Bolivia las primeras voces
de teólogos sobre una "teología de la inculturación" en
contraste con una "teología de la liberación". La "inculturación" consistía
en buscar los numerosos puntos de contacto de la religiosidad y
ritualidad andina con la teología y liturgia tradicional católica,
especialmente a través de los planteamientos y prácticas de los
Primitivos Padres de la Iglesia griega, época en que la iglesia dialogaba
con el politeísmo aún presente y activo en Roma, después de la conversión
de Constantino al Cristianismo. Los "gérmenes del Verbo" -en
expresión del Concilio Vaticano II- se podían hallar también en las
creencias y rituales andinos y era cuestión de hacerlos
destacar y valorar. Una más afinada perspectiva espacio-temporal con base histórica nos enseña que el modo de ver y apreciar los grandes
misterios de la vida se va modificando en el curso de los siglos y milenios, y
también en los diferentes continentes y países del mundo.
10. La multiplicidad de funciones que Ud.
tenía en un momento, como párroco de pueblos andinos, como director
del IECTA, como gestor de proyectos de desarrollo indígena, como
investigador de la realidad social, ¿no le atrajo en su momento las suspicacias
de la autoridad eclesiástica?.
R. Sí, efectivamente. El conjunto de mis
actividades difería notablemente de las propias de los demás sacerdotes de la
diócesis de Iquique, dedicados casi exclusivamente a la atención del culto en las iglesias y capillas tanto en la ciudad como en los pueblos (liturgia
católica). Pero yo contaba con la autorización de mi Congregación religiosa,
la que tenía cabal conocimiento de todas mis actividades y yo creía cumplir mis
obligaciones como párroco, asistiendo puntualmente a sus festividades y
celebraciones. Yo mismo personalmente financiaba la gran mayoría de estos
viajes.
Para algunos
críticos, mi forma de trabajo era una clara manifestación de la
"secularización" de la actividad sacerdotal y como tal la reprobaban.
El obispo Juan Barros, quien finalmente me quitó el cargo de párroco, nunca
llegó a entender el concepto de la "inculturación del Evangelio"
y tampoco mi forma de trabajo en pro de las comunidades indígenas a
través del IECTA. Me veía como una persona demasiado
"independiente" y crítico. A pesar de que muchos religiosos y
laicos alababan mi postura pastoral, considerándola como de un alto valor religioso
y ético, otros, más tradicionalistas, la criticaban. Mis superiores
religiosos, aunque me comprendían, no podían oponerse a las decisiones del
obispo. Es él quien manda en su diócesis. Ante la drástica decisión del obispo, optaron por un respetuoso silencio. El
resultado final fue mi definitiva expulsión de la diócesis de Iquique y mi retorno forzado (para mí un
verdadero destierro) a Holanda, mi patria, en el año 2008, después de 45
años de ininterrumpida actividad pastoral
en Chile. Esto fue el triste fin de la gran ilusión de toda una vida. Y lo digo con un
profundo dolor. Es una herida que no ha sanado....
11. ¿Cuál fue su método preferido de estudio de las realidades andinas?.
Algunos dirán que fue el de la "observación participante", método tradicionalmente aceptado en la tradición antropológica. O sea, descripción minuciosa y detallada de lo que yo observo. Pero esto trae consigo el grave inconveniente de que yo solo soy capaz de observar una pequeña parte de la realidad, tratándose de fenómenos y situaciones que no pertenecen a mi mundo de experiencias. Por eso he unido a este método antropológico tradicional, el trabajo conjunto con un investigador andino, buen conocedor del medio. Se realiza un intenso diálogo entre ambos autores para aunar puntos de vista. Varias veces he trabajado en esta forma con andinos al analizar un determinado fenómeno cultural. El resultado se puede ver en varias de mis publicaciones (V. gr. "Señas y señaleros de la madre tierra", con Porfirio Enríquez, publicado en Agronomía andina, Quito, Edit Abya-Yala-IECTA, 2002, 307 p., o "El Marani de Chipukuni", con Guillermo Cutipa, Ediciones IECTA, Iquique, 1998: 228 p.).
Este mismo interés por presentar al mundo científico occidental el pensamiento indígena, investigado por indígenas, nos indujo a preparar, con expertos andinos del Perú, Ecuador y Bolivia y Chile, Simposios especiales sobre la realidad andina en varios Congresos Internacionales de Americanistas (Varsovia, Amsterdam, Quito, La Serena). Todos estos nueve trabajos han sido recopilados en un volumen único titulado: "La visión india: tierra, cultura, lengua, derechos humanos", Leiden (Holanda), edit. Musiro, 1989: 505 p.).
12. ¿Cómo visualiza Ud. el estudio comparativo de aspectos de la religión y teología (cristiana) y el del mito (andino)?. ¿Es posible trazar paralelismos que permitan acercar ambas visiones?, ¿Hay aspectos comunes a ambas cosmovisiones?.
R. Es una ardua tarea pero no imposible. Tarea que recién comienza y que traerá consigo el fructífero diálogo entre teólogos cristianos y expertos en mitología y religión andina. Los conceptos de mitología (entre los andinos) y el de teología (de los cristianos) tienden a descubrir y hacer patente la misma realidad trascendental que es el misterio de la Vida. Ambos constituyen también el fundamento de la Ética, el origen y la motivación del culto (católico y andino), y las variadas expresiones de la propia cultura. Pero también es justificación y explicación de la actividad técnica del andino como "criador de la vida", así como para los cristianos Dios el creador y hacedor, resume y justifica la presencia y actividad del hombre hacedor (Homo faber), gracias a lo cual nos distinguimos substancialmente del mundo animal y vegetal. En la anterior pregunta Nº 9 hemos tratado de profundizar en este mismo tema, hoy de gran actualidad a nuestro juicio.
(Fin de la encuesta).
1. La última respuesta de van Kessel al cuestionario precedente, nos abre a perspectivas ciertamente muy ricas y novedosas, y nos permite vislumbrar qué objetivos pretendía van Kessel alcanzar con su obra escrita, con su creación el IECTA y su biblioteca andina especializada: crear puentes de entendimiento y comprensión entre dos cosmovisiones distintas, dos mundos conceptuales diferentes: Occidente con su tradición judeo-cristiana y el mundo andino enriquecido por las variadas y notables culturas que lo poblaron. Esta es una ardua tarea futura para filósofos, teólogos, sociólogos, antropólogos, especialistas en religiones comparadas e incluso lingüistas. Tal vez haya más de una respuesta para lograr obtener, en el futuro, una más rica y prometedora comprensión y respeto mutuo. Recién ahora se empieza a transitar por este camino lleno de promesas, pero también de escollos.
2. El tema de la ética y de la deontología comparada, es otro interesante capítulo de análisis. ¿De donde surge y fluye la moral cristiana como parte esencial del comportamiento ante los demás y ante el mundo circundante?. En el contexto cristiano tenemos, en los Evangelios, las Bienaventuranzas y las Parábolas donde se plantea ya claramente los fundamentos de una ética y una deontología cristiana. Pero también en los mitos andinos se puede extraer sin dificultad enseñanzas semejantes que plasmaron y aún plasman la moral práctica de los andinos y que se reflejan en la filosofía andina del "buen vivir" (Sumak kawsay, Allin kawsay), Esto significa el vivir en perfecta armonía tanto con el medio ambiente (naturaleza) como con nuestros semejantes, tan propio de sus rica cosmovisión. Especial relevancia hoy día adquieren los estudios sobre los documentos relativos a los mitos y tradiciones de Huarochirí, para el mundo cultural quechua. (Sobre este apasionante tema, véase el trabajo pionero de Josef Estermann. "Crisis civilizatoria y vivir bien: una críticas filosófica del modelo capitalista desde el allin kawsay/suma qamaña andino", en POLIS, revista Latinoamericana, 2012).
3. Ética ambiental.
Del análisis de los trabajos e inquietudes de van Kessel, brota la necesidad imperiosa de continuar profundizando en esta línea de investigación, en particular aquella que dice relación con la ética del comportamiento humano y la teoría de los valores. También en relación con nuestra actitud frente al cuidado y protección del medio ambiente. Hay, por ejemplo, toda una ética ambiental que parece hoy día incompatible con las tecnologías aplicadas en el modelo actual de extractivismo minero, que todo lo destruye. El pensamiento andino en esta materia es rico y enriquecedor.
4. Van Kessel, un visionario o un soñador?. Distintas versiones.
Las opiniones de van Kessel, vertidas valientemente en sus numerosas obras, han producido reacciones diversas. Mientras unos lo consideran un visionario, un auténtico "profeta" del futuro de las relaciones entre andinos y occidentales, otros prefieren tildarlo de utópico y "soñador". Algunos líderes andinos chilenos han tratado de ignorarlo ante la imposibilidad de acallar su voz. Pero nadie lo ha rebatido hasta ahora.
5. La pan-andinidad, ¿ realidad posible o tan solo una quimera?.
¿No habrá en el pensamiento de van Kessel -se pregunta más de alguno- un cierto idealismo respecto de las posibilidades reales del andino de hoy?. El andino de hoy, acuciado por sus inmediatas necesidades económicas, ¿verdaderamente siente y vive la necesidad de unir fuerzas con sus vecinos aymaras o quechuas de Perú, Bolivia y Ecuador, en virtud de su ancestral cultura común promovida y sustentada desde el Tawantinsuyo de los incas?. ¿O es más bien ésta una idea peregrina que nosotros, los idealistas occidentales, le estamos metiendo en la cabeza?. En otras palabras, ¿existe todavía hoy una conciencia viva y operativa de la pan-andinidad en nuestras comunidades indígenas (aymaras, quechuas o atacameñas) tan fuertemente aculturadas, máxime en nuestro país?. ¿O es algo que nosotros los antropólogos y/o sociólogos les estamos sugiriendo o inculcando, encandilados tal vez por nuestros estudios históricos y culturales de la época mítica del Tawantinsuyo?. Es una pregunta que bien vale la pena hacerse hoy. De su respuesta, depende ciertamente el futuro del IECTA, su biblioteca especializada y/o el futuro de instituciones semejantes, creadas para todo el mundo andino.
6. Incierto destino.
La tarea futura para la directiva del IECTA es hoy inmensa si pretende realmente ser fiel al pensamiento de su fundador, Van Kessel. ¿Podrá asumirla?. ¿Están presentes las capacidades para ello?. Nos preguntamos si los actuales dirigentes del IECTA están hoy día en condiciones de comprender y asumir esta gigantesca e histórica tarea. ¿Están preparados para ello?. Nos preguntamos, también, si ellos realmente comparten plenamente estos planteamientos básicos de van Kessel. Una cosa es el "amor platónico" por el mundo andino y sus valores, y otra, muy distinta, el hacer efectiva su pan-andinidad. Por los antecedentes de que disponemos ha habido, en los últimos años, una fortísima e indebida presión en pro de la "chilenización" del IECTA (en desmedro de su carácter pan-andino) y en pro de la radicación definitiva de la obra en alguna entidad cultural chilena (alguna Universidad u otra).
7. El obispo Monseñor Juan Barros al tiempo que suspendía la labor de van Kessel en su diócesis de Iquique, retiró al IECTA del listado de las instituciones católicas de su diócesis y trató, en su tiempo, de traspasar su valioso patrimonio en beneficio de la propia diócesis. Patrimonio que van Kessel, a través de los años, había logrado juntar, con la plena anuencia de su congregación religiosa, para el futuro sostenimiento autónomo de su obra. Esto es vox populi. Por otra parte, internamente, las apetencias por los cargos y las rivalidades personales parecen hacer hoy difícil el entendimiento entre nacionalidades diferentes, separadas por fronteras. Así las cosas, el destino del IECTA se presenta hoy bastante incierto a pesar de los heroicos esfuerzos de su fundador por guiar esta nave, sujeta hoy a vendavales, a seguro puerto. Hacemos votos porque así sea y se superen finalmente los malsanos nacionalismos extremos que hoy entorpecen su marcha. La voz y voto de los directores extranjeros (no chilenos) del IECTA nos parece vital en estos momentos de aparente quiebre de la institución. ¿Qué piensan ellos?.
8. Cualquiera sea el destino final del IECTA (Instituto para el Estudio de la Cultura y Tecnología Andina), no cabe duda alguna de que su fundador Johannes van Kessel ha marcado un hito muy importante en las relaciones entre andinos y no andinos en los cuatro países del antiguo Tawantinsuyo (Ecuador, Perú, Bolivia y Chile). Su Biblioteca de Antropología Andina (BAA) y su sistema de búsqueda es probablemente hoy el lugar más importante en el mundo para profundizar en los temas y problemas del mundo andino, y en particular, desde la perspectiva del andino mismo. Este gigantesco esfuerzo suyo ojalá sobreviva en el tiempo para beneficio de los investigadores de nuestras naciones hermanas, herederas de una cultura común, que el Inca marcó tan fuertemente con su presencia plurisecular.
Apéndice iconográfico.
En las ruinas de Machu Picchu con actores andinos.
Compartiendo con un yatiri el rito de la hoja de coca.
En la mesa familiar.