Aunque no soy un botánico de profesión sino un eco-antropólogo, me he interesado desde hace años por la flora autóctona de la región de Tarapacá y Antofagasta, intentando buscar el máximo de relaciones simbióticas entre las plantas, su sustrato geográfico y el antiguo habitat humano.
En los párrafos que siguen, daremos a conocer algunos aspectos de la situación actual del género Prosopis spp en el área del Tamarugal y oasis próximos (Pica y Matilla), en base a imágenes nuestras tomadas en los meses de diciembre 2015 y enero 2016 en la zona.
El caso del algarrobo (Prosopis alba).
Fue bautizado por los españoles como "algarrobo", por su gran semejanza con el fruto del algarrobo de la cuenca del Mar Mediterráneo (sur de Europa y norte de Africa). Su nombre, al igual que muchos términos españoles que comienzan en -al- (como alcanfor, alhelí, alcohol, alcázar, alcoba, alarife...) proviene del árabe hispano alharruba que más tarde derivó en "algarrobo". En efecto, el algarrobo europeo, Ceratonia siliqua L (carob tree en inglés: Carob Baum, en alemán ) posee vainas muy largas y levemente curvadas aun cuando sus hojas y flores son muy diferentes. Conocido desde los tiempos bíblicos, fue según la Biblia, el alimento que nutrió a san Juan Bautista en el desierto de Judea, razón por la cual también se le conoce en alemán como Johannisbrot, o "pan de Juan".
En lengua quechua fue conocido como taku waran´ku según el diccionario de Ricardo (1586; edición de la Universidad Nacional de San Marcos, Lima, 1970:87). De ahí que en el Perú se le conozca como "guarango". En lengua aymara, fue conocido con el nombre de taccu, según Ludovico Bertonio (1612:), voz que señalaba tanto al árbol como a su fruto. Es, por lo visto una voz quechumara, idéntica, en quechua y en aymara.
Distribución geográfica del algarrobo.
El algarrobo que se halla en la pampa del Tamarugal pertenece a la especie Prosopis alba, presente también en el sur del Perú, en Bolivia, Paraguay (El Chaco) y en el noroeste argentino, por lo cual - a diferencia del tamarugo- no es una planta endémica de nuestra región. Fue muy apetecido y protegido por los grupos indígenas que de su fruto hacían harinas, pan y bebidas alcohólicas (aloja). Es planta muy resistente a la sequía y su follaje y fruto (vaina) sirvió y aún sirve de valioso alimento para las llamas y también para cabras, ovejas y burros.
Algunas observaciones nuestras en la pampa.
El algarrobo lo hemos observado en pequeños grupos de árboles en medio de los tamarugos, tan solo en ciertos y muy determinados sectores de la pampa y no presenta la ubicuidad y omnipresencia propia del tamarugo. El tema de su presencia solo en determinados sitios, creemos se presta para una investigación de terreno más precisa.
Tenemos la vehemente sospecha de que su propagación dispersa, por una zona tan extensa, fue en buena parte obra del mismo hombre a través de sus excretas, así como también, por efecto directo de las fecas de guanacos y llamas. El conocido trayecto Este-Weste que antiguamente hacía el guanaco desde la alta precordillera hacia la costa en las regiones de Tarapacá y Antofagasta, pudo contribuir activamente a la propagación de esta especie hasta el litoral. En efecto, se encuentra aún hoy árboles vivos de esta misma especie muy cerca de la desembocadura del río Loa, junto a antiguos campos de cultivo de origen probablemente prehispánico. En efecto se ha comprobado que las semillas del algarrobo no son afectadas en su capacidad germinativa por efecto de los jugos digestivos del hombre o del animal, razón por la cual parecería obvio que tanto estos animales como el propio hombre fueron perfectamente capaces de trasladar y difundir, en forma inconsciente, la especie hasta regiones alejadas, mediante el desecho de sus fecas.
Si esta hipótesis nuestra es validada algún día, querría decir que la presencia de algarrobos solitarios o de pequeños grupos de éstos, puede ser un signo de la existencia de huellas antiguas transitadas, en el trayecto E-W por grupos humanos o aún animales (guanacos). Serían huellas visibles hoy de antiguos senderos o rutas.
Fig. 1. Ejemplar de algarrobo en el sitio de Canchones, en la antigua propiedad de Peter Müffeler en el sitio de "Los Puquios". En esta zona, a ambos lados de la ruta a Pica, se observa la presencia de numerosos ejemplares de algarrobo, entre los tamarugos.
Fig.2. Abundantes vainas de esta especie en el sitio de "Los Puquios" cuelgan aún de sus ramas (Foto H. Larrain, 15 Enero 2016).
Fig.3. Ejemplar de algarrobo en fruto alrededor de la plaza de La Tirana (sector Este) en la Pampa del Tamarugal.
Fig. 4. Otro ejemplar de la misma especie en el mismo lugar.
Fig. 10. Partes significativas del bosque de tamarugos, se muestran hoy totalmente secas. Centenares de árboles hoy muertos, porque tal vez sus raíces ya no alcanzan el nivel del agua subterránea que aquí debe estar más profundo. El descenso de las capas freáticas de agua subterránea es un hecho constatado y bien probado en esta pampa desde hace mucho tiempo. Ya lo advirtió el geólogo Octavo Castillo Urrutia, en su valiosa obra: El agua subterránea en el norte de la Pampa del Tamarugal (Instituto de Investigaciones Geológicas Chile, Boletín Nº 5, 1960). Dos factores, sin embargo, parecerían estar en juego en este proceso: a) la insuficiencia de la recarga de estos acuíferos de la pampa por parte de las avenidas o aluviones estivales provenientes del altiplano; éstos han disminuido en número e intensidad en los últimos cien años. y b) la probabilidad de que en ciertos sectores las raíces de los árboles, al hundirse, hayan topado con gruesas capas de sal pura del antiguo Salar, lo que les ha causado la muerte. El tamarugo es capaz de resistir tierras y aguas de un alto contenido salido, pero no sal pura. Al dar sus raíces con tales capas, la planta irremisiblemente muere. Tenemos la sospecha, sin embargo, de que la primera hipótesis enunciada, es la más probable en este caso: es decir,todas las capas freáticas superficiales han sido ya consumidas por el bosque. La recarga actual es absolutamente insuficiente para suplir el enorme gasto (del bosque y de los pozos para uso humano).
Fig. 11. Otra imagen del bosque ya muerto.
Fig. 13. Cerca de la estación de la CONAF (Fundo "Refresco", Tamarugal) hemos observado en este último año (2015) un intento desesperado por mejorar las condiciones del bosque moribundo. Para ello- tal como podemos ver en ésta y la siguiente imagen- los ingenieros forestales de CONAF en un pequeño sector de prueba, han hecho una poda intensiva de los árboles, cortando y eliminando todas las partes secas y dejando solo un tronco, el más sano. El resto, ha sido reducido a leña. ¿Lograrán con esta medida tan drástica frenar la muerte inminente y obtener una mejoría del bosque?. Sinceramente, lo dudamos. Creemos que el daño ya inferido por falta de agua es demasiado grande. La única solución, a nuestro juicio, sería aplicar nuevamente riego, lo que es imposible en el actual estado de cosas. Extraerla del subsuelo para regar el bosque, parece insensato; esto solo contribuiría a hacer descender aún más el nivel freático. La única solución viable sería traer el agua desde el mar por medio de tuberías para desalinizarla in situ, pero..., ¿a qué costo?.
Fig. 14. Así lucen hoy los árboles "podados". ¿Servirá de algo esta medida de emergencia?. Lo dudamos. A nuestro entender, con esta medida solo se va a incrementar la evaporación in situ, al eliminar partes de sombra. Sospechamos que "el remedio puede ser peor que la enfermedad", como reza el sabio proverbio castellano. Ojalá que esta medida tan extrema se aplique solo a un pequeño sector de prueba, hasta poder constatar, a ciencia cierta, después de un tiempo, qué ocurrirá con los árboles podados.
Fig. 15. Esta imagen muestra bien cómo, a pesar de conservar ramas en buena parte secas, el conjunto de árboles, muy cercanos unos a otros, logra crear una sombra general protectora que, sin duda, hace disminuir bastante la tasa de evaporación desde el suelo. La drástica corta y poda efectuada recientemente (ver detalle en la Fig. 13) incrementará mucho más la insolación in situ, sin que se logre efecto beneficioso alguno. ¡Ojalá nos equivoquemos!,.
Fig. 16. Efecto directo de la poda realizada. Estos ejemplares ya no dispondrán de sombra alguna. ¿Quién se beneficiará, nos preguntamos, con la leña obtenida mediante este procedimiento tan brutal?. ¿Por qué, nos preguntamos este afán de dejar un único tronco a una especie que por naturaleza produce varios ramales casi desde el suelo?. Corre el insistente rumor en la zona que los beneficiarios directos de esta medida (es decir, los que podan) actúan por cuenta de y bajo el control de empresarios panaderos de Pozo Almonte que utilizan esa valiosa leña como combustible en sus hornos. Se dice que no pagan ni un peso al Estado chileno por su "poda". ¿Será cierto?. Si tal versión fuera auténtica y verídica, habría que iniciar una investigación por la gravedad del hecho. Tal hecho, de comprobarse, sería lo mismo que "encargar al zorro la custodia del gallinero".
Fig. 17. Las flores están provistas de un pecíolo largo, a veces hasta de 3-4 cm. de largo, lo que permite que destaquen sobre el follaje y puedan ser fácilmente vistas por los insectos polinizadores. Hemos observado a numerosas abejas de miel (Apis melifera) en calidad de visitantes asiduos de esta especie.
Fig. 18. Las plantas tienden a concentrarse y agruparse en pequeños cúmulos, en sectores específicos. Necesitan muy poca humedad, y crecen muy bien en arena y sus pequeñas hojas no son hoy comidas por animales como el guanaco, el burro o la mula, por ser éstos hoy ya inexistentes en esos lugares. Siendo sus retorcidas vainas muy codiciadas por los artesanos locales, esta vista nuestra, obtenida en los alrededores de la localidad de Matilla, es hoy una rareza. (Foto H.Larrain, Enero 2016).
Fig. 19. Flor y vainas típicas de Prosopis strombulifera.
Fig. 21. Observe las curiosas vainas enrolladas en torno a un invisible e inexistente eje central. Contrariamente a lo que ocurre con el tamarugo, su cercano pariente, cada vaina no posee sino 2 ó 3 semillas fértiles, según lo hemos podido comprobar. Según nuestra experiencia, el número de "vueltas" o rodelas de la vaina es muy variable. Las hay de 3 a 4 "rollos" o rodelas, hasta 17-18, como máximo.
Fig. 22. Una abeja de miel recogiendo y acumulando en sus patas posteriores el abundante polen que produce esta especie.
Fig. 23. Aquí vemos un conjunto de plantas que aprovecha la humedad de un predio vecino. En cercados de este tipo de cañas, muy típicos de los oasis de Pica y Matilla, puede trepar hasta los 2 m de alto o aún más, en busca del sol. Aquí es probable que haya no menos de 40 ó 50 plantas individuales. La especie tiende a aglomerarse y a formar densos conjuntos.
1. Descendiente directo a lo que parece de antepasados arborícolas de las estepas africanas- como lo han demostrado los esposos Leakey en sus investigaciones en la garganta del Olduvai en Tanzania, Africa -, el hombre ha seguido íntimamente ligado al mundo vegetal, del que se ha alimentado, cobijado y protegido del ardiente sol y de las frías noches del desierto. En todos los depósitos de basuras del hombre primitivo en esta región desértica del Norte de Chile, se ha hallado numerosas y variadas especies vegetales. Ellas dan cuenta cabal de las preferencias alimenticias y del rol que la vegetación ha jugado en la historia humana.
2. En la región de Tarapacá (Norte de Chile) -área de nuestros recientes viajes de exploración- las tres especies vegetales agrupadas en el género botánico Prosopis, presentan una importancia capital. La"Pampa del Tamarugal" recibe, precisamente, su nombre de la existencia de la más abundante especie arbórea: el tamarugo (Prosopis tamarugo), árbol notable que por sus peculiaridades específicas y notable adaptación al habitat desértico, ha facilitado, a lo largo del tiempo, el desplazamiento de grupos humanos en un constante ir y venir desde el altiplano a la costa y viceversa. Junto a la planta conocida como pillalla (Atriplex atacamensis), ha sido el gran facilitador de los desplazamientos Este-Oeste de los grupos nómadas a partir del período Arcaico por constituir sus ramas y troncos un excelente combustible y, en el caso del tamarugo y algarrobo, un excelente forraje para los animales (hojas y frutos). Sus ramas y troncos han sido, desde tiempos antiguos, útil materia prima para construir cobertizos, cabañas o refugios de emergencia donde guarecerse de la intemperie, al pie de su troncos protectores. En los sitios arqueológicos de Ramaditas y Guatacondo, en la desembocadura de la quebrada de Guatacondo en la pampa del Tamarugal, los troncos de algarrobo o tamarugo constituían los pilares de viviendas y cobertizos, habiéndose fechado algunos de éstos en más de 2.500 años A.C.
3. La voz "tamarugo" parecería derivar de algún ancestro indígena, tal vez puquina (tamar´uku?). No tiene, a lo que creemos, antecedente alguno en lengua aymara o quechua. Menos aún tiene aspecto o seña de voz española. El hecho de que se utilice únicamente en esta zona de Tarapacá, área de indudable ancestro cultural y lingüístico puquina, nos hace sospechar tal origen. pero no tenemos pruebas de ello. Los españoles denominaron a los árboles o frutos del Nuevo Mundo por su semejanza (aunque fuese lejana) con los existentes en la Península o en los contornos del Mediterráneo (v. gr, el caso del "algarrobo"). Si no había semejanza alguna (como en el caso del tamarugo, del chañar o de la pillalla), acomodaban el nombre indígena a la pronunciación castellana. Es nuestra hipótesis por el momento, a la espera de nuevas y profundas investigaciones lingüísticas, que tanta falta nos hacen.
4. También nos parece perfectamente factible que los antiguos- particularmente los incas- hayan tenido la sabiduría de propagar esta especie, a lo largo y ancho de sus caminos y huellas, tanto para procurar agradable sombra en el ardiente desierto como para entregar excelente alimento en los meses de diciembre y enero, cuando maduran sus vainas y, excelente forraje para hombres y animales de cargas (llamas). Ya lo insinuaba abiertamente R. Latcham en su obra dedicada a la agricultura prehispánica (1936).
5. Pero también hemos sugerido la posibilidad de que hayan sido los guanacos y zorros los que, en sus correrías normales y trayectos de Este a Oeste hayan trasladado, mediante sus fecas, las semillas, las que brotaron en lugares apropiados, sobre todo en las proximidades de sus aguadas. Creemos que varias especies puedan haber sido dispersadas así de un ambiente ecológico a otro (V. gr. de la puna a la costa).
6. El drástico sistema de poda del tamarugo que estamos viendo hoy (Enero-Febrero 2016) en aplicación en un sector del Tamarugal, por parte de CONAF, cerca del Fundo "Refresco" nos deja preocupados y dudosos. Creemos que merece un cuidadoso análisis y escrutinio por parte de expertos, no sea que se convierta en el preludio de una destrucción anticipada del bosque. Ojalá no sea esta advertencia una "crónica de una muerte anunciada". Ojalá expertos ingenieros, especialistas en zonas áridas, observen y analicen y controlen con especial esmero sus consecuencias a corto y mediano plazo y no tengamos que lamentar una destrucción aún mayor por la aplicación de una errada política de "mejoramiento del bosque".
7. Ricardo Latcham, en su obra: La agricultura precolombina en Chile y los países vecinos, (Ediciones de la Universidad de Chile, 1936: 35-48), se refiere, con lujo de detalles al uso del algarrobo por las tribus indígenas autóctonas del Noroeste argentino, Bolivia, Perú y norte de Chile. Allí aporta numerosas citas de Cronistas que se refieren a su empleo por los indígenas de estos mismos países.
8. Hemos hecho recientemente algunas observaciones de campo sobre tres especies de Prosopis, las que hemos querido compartir, en este capítulo, con nuestros lectores. Nos referimos al tamarugo (Prosopis tamarugo Phil), al algarrobo (Prosopis alba Grisebach) y a Prosopis strombulifera (Lam) Benth, especie esta última que no tiene, al parecer, nombre vernáculo único en nuestra zona, conocido en otras regiones como mastuerzo, retortuño o retortón, por ser bastante escaso y poco conocido y de escasa utilidad para el cazador-recolector o para el agricultor.
9. En un próximo capítulo aparte de este mismo Blog, nos referiremos, con aporte de imágenes ilustrativas, a los frutos y/o semillas de estas especies, que creemos merecen un tratamiento aparte, dada la excesiva extensión adquirida por este capítulo. Esperamos que estos apuntes, escuetos y sin pretensiones, nos persuadan de la importancia de seguir estudiando para el futuro esta comarca: el Tamarugal, cuyo valor en el pasado tanto colonial (explotación de la platas) como republicano (explotación del salitre y del yodo) ha sido reconocido por arqueólogos e historiadores. Si tuviese algún día acceso al agua potable en gran cantidad. éste podría - como lo pensaba Don Antonio O´Brien en su "Descripción de Tarapacá" en 1765- convertirse en el granero de la región y de todo el norte de Chile. Tal vez esto se haga efectivo algún día...
En los párrafos que siguen, daremos a conocer algunos aspectos de la situación actual del género Prosopis spp en el área del Tamarugal y oasis próximos (Pica y Matilla), en base a imágenes nuestras tomadas en los meses de diciembre 2015 y enero 2016 en la zona.
El caso del algarrobo (Prosopis alba).
Fue bautizado por los españoles como "algarrobo", por su gran semejanza con el fruto del algarrobo de la cuenca del Mar Mediterráneo (sur de Europa y norte de Africa). Su nombre, al igual que muchos términos españoles que comienzan en -al- (como alcanfor, alhelí, alcohol, alcázar, alcoba, alarife...) proviene del árabe hispano alharruba que más tarde derivó en "algarrobo". En efecto, el algarrobo europeo, Ceratonia siliqua L (carob tree en inglés: Carob Baum, en alemán ) posee vainas muy largas y levemente curvadas aun cuando sus hojas y flores son muy diferentes. Conocido desde los tiempos bíblicos, fue según la Biblia, el alimento que nutrió a san Juan Bautista en el desierto de Judea, razón por la cual también se le conoce en alemán como Johannisbrot, o "pan de Juan".
En lengua quechua fue conocido como taku waran´ku según el diccionario de Ricardo (1586; edición de la Universidad Nacional de San Marcos, Lima, 1970:87). De ahí que en el Perú se le conozca como "guarango". En lengua aymara, fue conocido con el nombre de taccu, según Ludovico Bertonio (1612:), voz que señalaba tanto al árbol como a su fruto. Es, por lo visto una voz quechumara, idéntica, en quechua y en aymara.
Distribución geográfica del algarrobo.
El algarrobo que se halla en la pampa del Tamarugal pertenece a la especie Prosopis alba, presente también en el sur del Perú, en Bolivia, Paraguay (El Chaco) y en el noroeste argentino, por lo cual - a diferencia del tamarugo- no es una planta endémica de nuestra región. Fue muy apetecido y protegido por los grupos indígenas que de su fruto hacían harinas, pan y bebidas alcohólicas (aloja). Es planta muy resistente a la sequía y su follaje y fruto (vaina) sirvió y aún sirve de valioso alimento para las llamas y también para cabras, ovejas y burros.
Algunas observaciones nuestras en la pampa.
El algarrobo lo hemos observado en pequeños grupos de árboles en medio de los tamarugos, tan solo en ciertos y muy determinados sectores de la pampa y no presenta la ubicuidad y omnipresencia propia del tamarugo. El tema de su presencia solo en determinados sitios, creemos se presta para una investigación de terreno más precisa.
Tenemos la vehemente sospecha de que su propagación dispersa, por una zona tan extensa, fue en buena parte obra del mismo hombre a través de sus excretas, así como también, por efecto directo de las fecas de guanacos y llamas. El conocido trayecto Este-Weste que antiguamente hacía el guanaco desde la alta precordillera hacia la costa en las regiones de Tarapacá y Antofagasta, pudo contribuir activamente a la propagación de esta especie hasta el litoral. En efecto, se encuentra aún hoy árboles vivos de esta misma especie muy cerca de la desembocadura del río Loa, junto a antiguos campos de cultivo de origen probablemente prehispánico. En efecto se ha comprobado que las semillas del algarrobo no son afectadas en su capacidad germinativa por efecto de los jugos digestivos del hombre o del animal, razón por la cual parecería obvio que tanto estos animales como el propio hombre fueron perfectamente capaces de trasladar y difundir, en forma inconsciente, la especie hasta regiones alejadas, mediante el desecho de sus fecas.
Si esta hipótesis nuestra es validada algún día, querría decir que la presencia de algarrobos solitarios o de pequeños grupos de éstos, puede ser un signo de la existencia de huellas antiguas transitadas, en el trayecto E-W por grupos humanos o aún animales (guanacos). Serían huellas visibles hoy de antiguos senderos o rutas.
Fig. 1. Ejemplar de algarrobo en el sitio de Canchones, en la antigua propiedad de Peter Müffeler en el sitio de "Los Puquios". En esta zona, a ambos lados de la ruta a Pica, se observa la presencia de numerosos ejemplares de algarrobo, entre los tamarugos.
Fig.2. Abundantes vainas de esta especie en el sitio de "Los Puquios" cuelgan aún de sus ramas (Foto H. Larrain, 15 Enero 2016).
Fig.3. Ejemplar de algarrobo en fruto alrededor de la plaza de La Tirana (sector Este) en la Pampa del Tamarugal.
Fig. 4. Otro ejemplar de la misma especie en el mismo lugar.
Fig. 5. Vainas maduras de algarrobo en plena sazón. Plaza del poblado de La Tirana, Pampa del Tamarugal.
Prosopis tamarugo Phil.
Las imágenes que siguen a continuación, muestran el estado actual de la plantación masiva de tamarugos, efectuada por la Corporación Nacional Forestal (CORFO, Chile) entre los años 1960-1972. (Fotos tomadas por H. Larrain el día 2 de Febrero, 2016). Estas imágenes corresponden al Tamarugal del sur, esto es a las plantaciones efectuadas por la CORFO entre l960 y 1972. El área del tamarugal del Norte ( al Norte de la localidad de Huara), fue la última en ser plantada (1972-1973) y presenta hoy día una vitalidad y desarrollo muy superior a la arboleda del sector sur. Seguramente, esto tiene que ver con la mayor y mejor disponibilidad de agua subterránea en estos sectores septentrionales de la pampa, que se extienden por el Norte casi hasta tocar la quebrada de Camiña.
Fig. 6. Ejemplar típico de tamarugo en el sector del Tamarugal entre Estación Pintados y pueblo de Pozo Almonte, pocos kilómetros al sur del fundo Refresco de la Corporación Nacional Forestal (CONAF). Este ejemplar tiene aproximadamente unos 45-48 años de edad, habiendo sido plantado, como creemos, hacia el año 1970. Observe, a la izquierda de la imagen, la masa de sal que fue dejada al lado, cuando se hizo la perforación inicial de la costra salina para cavar el hoyo de 1,20-1,50 cm de profundidad, donde quedó inicialmente alojada la planta. Este ejemplar aún hoy se sigue alimentando de la capa freática de agua subterránea, presente a no más de unos 5-8 m de profundidad.
Fig. 7. Ejemplares de tamarugo, plantados en fila, al costado Este de la carretera Panamericana N-S. Se les ve aún en estado vigoroso. Sus raíces pivotantes alcanzan los niveles freáticos. La planta de por sí muestra un abundante follaje bajo y ramifica desde muy abajo, presentando casi siempre varios troncos (hasta 5-6) que se pueden elevar hasta una altura máxima de unos 10-12 m sobre el suelo.
Fig.8. Grupo de árboles de tamarugo, en la misma zona de la pampa.
Fig. 9. Sector plantado en la década del año 1970.Vivo contraste con el área visible a la derecha de la imagen, que nunca fue plantada y conserva su aspecto original.
Fig. 10. Partes significativas del bosque de tamarugos, se muestran hoy totalmente secas. Centenares de árboles hoy muertos, porque tal vez sus raíces ya no alcanzan el nivel del agua subterránea que aquí debe estar más profundo. El descenso de las capas freáticas de agua subterránea es un hecho constatado y bien probado en esta pampa desde hace mucho tiempo. Ya lo advirtió el geólogo Octavo Castillo Urrutia, en su valiosa obra: El agua subterránea en el norte de la Pampa del Tamarugal (Instituto de Investigaciones Geológicas Chile, Boletín Nº 5, 1960). Dos factores, sin embargo, parecerían estar en juego en este proceso: a) la insuficiencia de la recarga de estos acuíferos de la pampa por parte de las avenidas o aluviones estivales provenientes del altiplano; éstos han disminuido en número e intensidad en los últimos cien años. y b) la probabilidad de que en ciertos sectores las raíces de los árboles, al hundirse, hayan topado con gruesas capas de sal pura del antiguo Salar, lo que les ha causado la muerte. El tamarugo es capaz de resistir tierras y aguas de un alto contenido salido, pero no sal pura. Al dar sus raíces con tales capas, la planta irremisiblemente muere. Tenemos la sospecha, sin embargo, de que la primera hipótesis enunciada, es la más probable en este caso: es decir,todas las capas freáticas superficiales han sido ya consumidas por el bosque. La recarga actual es absolutamente insuficiente para suplir el enorme gasto (del bosque y de los pozos para uso humano).
Fig. 11. Otra imagen del bosque ya muerto.
Fig. 12. La misma desolación del paisaje anterior. Esta triste visión se repite en numerosos sectores del Tamarugal.
Fig. 14. Así lucen hoy los árboles "podados". ¿Servirá de algo esta medida de emergencia?. Lo dudamos. A nuestro entender, con esta medida solo se va a incrementar la evaporación in situ, al eliminar partes de sombra. Sospechamos que "el remedio puede ser peor que la enfermedad", como reza el sabio proverbio castellano. Ojalá que esta medida tan extrema se aplique solo a un pequeño sector de prueba, hasta poder constatar, a ciencia cierta, después de un tiempo, qué ocurrirá con los árboles podados.
Fig. 15. Esta imagen muestra bien cómo, a pesar de conservar ramas en buena parte secas, el conjunto de árboles, muy cercanos unos a otros, logra crear una sombra general protectora que, sin duda, hace disminuir bastante la tasa de evaporación desde el suelo. La drástica corta y poda efectuada recientemente (ver detalle en la Fig. 13) incrementará mucho más la insolación in situ, sin que se logre efecto beneficioso alguno. ¡Ojalá nos equivoquemos!,.
Un raro y singular Prosopis local: Prosopis strombulifera.
Presentamos aquí imágenes de esta rara planta rastrera de vainas retorcidas y diminutas hojas compuestas. La hemos observado en pequeños manchones en la zona de Tarapacá, en Pica y Matilla, en las proximidades de las chacras. Es una planta xerófita, muy resistente a la sequedad que se presenta achaparrada y alcanza según lo que hemos visto, una altura máxima de 50-60 cm. salvo que se arrime a un seto de cañas por donde puede trepar hasta los 2 m. Fue llevada a California como planta ornamental y allí adquirió un inusitado desarrollo, transformándose en una verdadera plaga. Sus curiosas vainas se prestan para hacer vistos arreglos florales. Sus vainas secas son muy valoradas y consideradas mágicas por las tribus indígenas que hasta hoy la emplean en sus rituales.
Fig. 17. Las flores están provistas de un pecíolo largo, a veces hasta de 3-4 cm. de largo, lo que permite que destaquen sobre el follaje y puedan ser fácilmente vistas por los insectos polinizadores. Hemos observado a numerosas abejas de miel (Apis melifera) en calidad de visitantes asiduos de esta especie.
Fig. 18. Las plantas tienden a concentrarse y agruparse en pequeños cúmulos, en sectores específicos. Necesitan muy poca humedad, y crecen muy bien en arena y sus pequeñas hojas no son hoy comidas por animales como el guanaco, el burro o la mula, por ser éstos hoy ya inexistentes en esos lugares. Siendo sus retorcidas vainas muy codiciadas por los artesanos locales, esta vista nuestra, obtenida en los alrededores de la localidad de Matilla, es hoy una rareza. (Foto H.Larrain, Enero 2016).
Fig. 19. Flor y vainas típicas de Prosopis strombulifera.
Fig. 20. Abeja de miel (Apis melifera) colectando polen en sus patas, muy abundante en los numerosos estambres de este tipo de flor.
Fig. 21. Observe las curiosas vainas enrolladas en torno a un invisible e inexistente eje central. Contrariamente a lo que ocurre con el tamarugo, su cercano pariente, cada vaina no posee sino 2 ó 3 semillas fértiles, según lo hemos podido comprobar. Según nuestra experiencia, el número de "vueltas" o rodelas de la vaina es muy variable. Las hay de 3 a 4 "rollos" o rodelas, hasta 17-18, como máximo.
Fig. 22. Una abeja de miel recogiendo y acumulando en sus patas posteriores el abundante polen que produce esta especie.
Fig. 23. Aquí vemos un conjunto de plantas que aprovecha la humedad de un predio vecino. En cercados de este tipo de cañas, muy típicos de los oasis de Pica y Matilla, puede trepar hasta los 2 m de alto o aún más, en busca del sol. Aquí es probable que haya no menos de 40 ó 50 plantas individuales. La especie tiende a aglomerarse y a formar densos conjuntos.
Fig. 24. Las ramillas presentan pequeñas y numerosas espinas, todas ellas de una longitud muy semejante. Alcanzan éstas los 1,0 -1,3 cm de largo como máximo. Las hojas, compuestas y alternas , presentan de 10 a 12 folíolos.
Comentario ecológico-cultural.
2. En la región de Tarapacá (Norte de Chile) -área de nuestros recientes viajes de exploración- las tres especies vegetales agrupadas en el género botánico Prosopis, presentan una importancia capital. La"Pampa del Tamarugal" recibe, precisamente, su nombre de la existencia de la más abundante especie arbórea: el tamarugo (Prosopis tamarugo), árbol notable que por sus peculiaridades específicas y notable adaptación al habitat desértico, ha facilitado, a lo largo del tiempo, el desplazamiento de grupos humanos en un constante ir y venir desde el altiplano a la costa y viceversa. Junto a la planta conocida como pillalla (Atriplex atacamensis), ha sido el gran facilitador de los desplazamientos Este-Oeste de los grupos nómadas a partir del período Arcaico por constituir sus ramas y troncos un excelente combustible y, en el caso del tamarugo y algarrobo, un excelente forraje para los animales (hojas y frutos). Sus ramas y troncos han sido, desde tiempos antiguos, útil materia prima para construir cobertizos, cabañas o refugios de emergencia donde guarecerse de la intemperie, al pie de su troncos protectores. En los sitios arqueológicos de Ramaditas y Guatacondo, en la desembocadura de la quebrada de Guatacondo en la pampa del Tamarugal, los troncos de algarrobo o tamarugo constituían los pilares de viviendas y cobertizos, habiéndose fechado algunos de éstos en más de 2.500 años A.C.
3. La voz "tamarugo" parecería derivar de algún ancestro indígena, tal vez puquina (tamar´uku?). No tiene, a lo que creemos, antecedente alguno en lengua aymara o quechua. Menos aún tiene aspecto o seña de voz española. El hecho de que se utilice únicamente en esta zona de Tarapacá, área de indudable ancestro cultural y lingüístico puquina, nos hace sospechar tal origen. pero no tenemos pruebas de ello. Los españoles denominaron a los árboles o frutos del Nuevo Mundo por su semejanza (aunque fuese lejana) con los existentes en la Península o en los contornos del Mediterráneo (v. gr, el caso del "algarrobo"). Si no había semejanza alguna (como en el caso del tamarugo, del chañar o de la pillalla), acomodaban el nombre indígena a la pronunciación castellana. Es nuestra hipótesis por el momento, a la espera de nuevas y profundas investigaciones lingüísticas, que tanta falta nos hacen.
4. También nos parece perfectamente factible que los antiguos- particularmente los incas- hayan tenido la sabiduría de propagar esta especie, a lo largo y ancho de sus caminos y huellas, tanto para procurar agradable sombra en el ardiente desierto como para entregar excelente alimento en los meses de diciembre y enero, cuando maduran sus vainas y, excelente forraje para hombres y animales de cargas (llamas). Ya lo insinuaba abiertamente R. Latcham en su obra dedicada a la agricultura prehispánica (1936).
5. Pero también hemos sugerido la posibilidad de que hayan sido los guanacos y zorros los que, en sus correrías normales y trayectos de Este a Oeste hayan trasladado, mediante sus fecas, las semillas, las que brotaron en lugares apropiados, sobre todo en las proximidades de sus aguadas. Creemos que varias especies puedan haber sido dispersadas así de un ambiente ecológico a otro (V. gr. de la puna a la costa).
6. El drástico sistema de poda del tamarugo que estamos viendo hoy (Enero-Febrero 2016) en aplicación en un sector del Tamarugal, por parte de CONAF, cerca del Fundo "Refresco" nos deja preocupados y dudosos. Creemos que merece un cuidadoso análisis y escrutinio por parte de expertos, no sea que se convierta en el preludio de una destrucción anticipada del bosque. Ojalá no sea esta advertencia una "crónica de una muerte anunciada". Ojalá expertos ingenieros, especialistas en zonas áridas, observen y analicen y controlen con especial esmero sus consecuencias a corto y mediano plazo y no tengamos que lamentar una destrucción aún mayor por la aplicación de una errada política de "mejoramiento del bosque".
7. Ricardo Latcham, en su obra: La agricultura precolombina en Chile y los países vecinos, (Ediciones de la Universidad de Chile, 1936: 35-48), se refiere, con lujo de detalles al uso del algarrobo por las tribus indígenas autóctonas del Noroeste argentino, Bolivia, Perú y norte de Chile. Allí aporta numerosas citas de Cronistas que se refieren a su empleo por los indígenas de estos mismos países.
8. Hemos hecho recientemente algunas observaciones de campo sobre tres especies de Prosopis, las que hemos querido compartir, en este capítulo, con nuestros lectores. Nos referimos al tamarugo (Prosopis tamarugo Phil), al algarrobo (Prosopis alba Grisebach) y a Prosopis strombulifera (Lam) Benth, especie esta última que no tiene, al parecer, nombre vernáculo único en nuestra zona, conocido en otras regiones como mastuerzo, retortuño o retortón, por ser bastante escaso y poco conocido y de escasa utilidad para el cazador-recolector o para el agricultor.
9. En un próximo capítulo aparte de este mismo Blog, nos referiremos, con aporte de imágenes ilustrativas, a los frutos y/o semillas de estas especies, que creemos merecen un tratamiento aparte, dada la excesiva extensión adquirida por este capítulo. Esperamos que estos apuntes, escuetos y sin pretensiones, nos persuadan de la importancia de seguir estudiando para el futuro esta comarca: el Tamarugal, cuyo valor en el pasado tanto colonial (explotación de la platas) como republicano (explotación del salitre y del yodo) ha sido reconocido por arqueólogos e historiadores. Si tuviese algún día acceso al agua potable en gran cantidad. éste podría - como lo pensaba Don Antonio O´Brien en su "Descripción de Tarapacá" en 1765- convertirse en el granero de la región y de todo el norte de Chile. Tal vez esto se haga efectivo algún día...
Nos escribe el botánico Sebastián Teillier desde Santiago:
ResponderEliminarSebastián Teillier
10:25 (hace 6 horas)
Horacio.
muy bueno, especialmente la historia de la Pampa del Tamarugal, con sus deforestaciones históricas, reforestaciones de los 60-70's (trabajo voluntario universitario incluido) y la lenta agonía actual. Hoy me parece que Soquimich, monitorea los tamarugos, satelitalmente, pero los resultados de ello no son públicos, aunque me parece que se podrían pedir por transparencia a la Conaf.
En relación con el algarrobo del norte yo pienso que la mayor parte de ellos fueron traídos...no tiene un espacio ecológico bien definido como el tamarugo, quizás el valle del Loa es su sitio o su nicho más masivo ...además hay diferencias curiosas entre los de San Pedro de Atacama y los de Quillagua....Es una trabajo interesante para los que operan con ADN y relojes moleculares...pero esos algarrobos están, lamentablemente, tan lejos de Santiago!.
Eso, por ahora y gracias por el envío.
Nos escribe desde el norte de Italia el ingeniero chileno Wulf Klohn avecindado en ese lugar desde hace algunos años.
ResponderEliminarSu texto:
Wulf Klohn
15:05 (hace 19 minutos)
para mí
My dear Horacio,
estuve visitando tu blog. Encuentro que se está convirtiendo en una valiosa y creciente enciclopedia de informaciones y datos sobre el desierto chileno. Entiendo que esa es tu intención.
Pienso que vecino al núcleo de tus temas (antropología y ecología) es como necesario y casi inevitable dar lugar a aspectos históricos del impacto ecológico, económico y antropológico de la minería del nitrato y del guano de aves marinas. A lo cual se podría agregar lo que está pasando con la minería del oro - pero este tema podría resultar peligroso, como el enfocado por Charlie.
Teóricamente el tamarugo y las otras fabáceas del desierto estarían expuestas al ataque de coleópteros de la familia Bruchidae, los cuales acostumbran hacer hoyitos en las semillas.
¡Tan luego que se fue el entomólogo Lucho Peña, y qué falta nos hace!.
Saludos,
Wulf
Estimado Sebastián: Gracias por tu comentario tan enriquecedor. Concuerdo totalmente contigo que la situación geográfica del algarrobo (Prosopis alba) es bastante extraña y singular en el Tamarugal y en la costa chilena (Río Loa, área de su desembocadura) y digna de análisis más profundos, tanto de tipo paleobotánico, como de tipo arqueológico. Esperemos que los estudios del ADN de esta especie nos arrojen nuevas luces acerca de su verdadero origen geográfico y vías de difusión.
ResponderEliminarAgradezco mucho tus valiosos comentarios que enriquecen el texto.
Cordialmente,
Horacio Larrain
Estimado amigo Wulf:
ResponderEliminarMe permito incluir tus comentarios a este capítulo del blog. Tienes mucha razón en lo que dices en cuanto a que se hace preciso hoy un estudio más acabado y prolijo, de tipo biogeográfico y eco-antropológico sobre el impacto de la gran minería del salitre, boro,cobre, oro y plata) en los ecosistemas del Norte Grande desértico. Haría hoy urgente falta de algo semejante a la pionera obra del geógrafo Conrad Bahre: "The Destruction of the Natural Vegetation of North Central Chile", Publications in Geography,1979, Vol. 123, University of California Press, los Angeles. Obra excelente que lamentablemente no ha sido traducida al castellano y, por tanto, es prácticamente desconocida en nuestro medio. Valientemente, el autor muestra la terrible destrucción operada en los ecosistemas del Norte Chico chileno, por obra de la minería, tanto pequeña (pirquines) como grande, industrial) a lo largo de la historia, máxime desde la época colonial.
Igualmente, concordamos contigo en que nos hace mucha falta hoy una voces valientes y decididas, como la del gran entomólogo Luis E. Peña Guzmán, quien no trepidaba en dejar al descubierto en sendos artículos de periódicos,las vengonzosas talas ilegales y/o furtivas de bosque nativo por obra de particulares inescrupulosos. Lucho nos dejó hace ya más de 21 años (1995)y - como señalas- nos ha hecho mucha falta. Ojalá surjan nuevos Luchos que, con pleno conocimiento de causa y seria formación ecológica, delaten ante la opinión pública situaciones graves de desastre natural por obra, hoy día, de las grandes empresas mineras transnacionales, por lo general -igual que las poderosas empresas forestales- profundamente irrespetuosas del medio ambiente natural, al que masacran sin piedad. Ojalá se estudie pronto con acuciosidad científica la pérdida y desaparición definitiva de especies tanto vegetales como animales, que tales consorcios han operado en Chile en los últimos 60-80 años debido a sus métodos extractivos.
Te saluda con afecto,
Horacio Larrain
Estimado, hay otro algarrobo en la zona, se trata de Prosopis flexuosa, conocido como algarroba o algarrobo dulce, distinguible por tener un porte menor, es observado por Reiche, en su viaje, por la zona norte, al observar las plantaciones de "canchones", además hay textos que señalan la siembra de algarrobos por parte del gobierno peruano, en la zona, de 200.000 semillas, por lo que en el fondo, habría 2 cepas de algarrobo blanco en la zona, algunos autores también citan al algarrobo negro en la región, y me han llegado muestras, producto de desconcertados de viajeros, y efectivamente, son Prosopis nigra, también existe en la región, el mas raro de los Prosopis chilenos Prosopis burkartii, el cual solo tiene unos 50 individuos adultos y 10 mas en la zona de san pedro de atacama, producto de las plantaciones.
ResponderEliminaratte
Roberto Castillo
Estimado Roberto: Gracias por sus adiciones y datos relativos a la flora autóctona de algarrobos propios de la Pampa del Tamarugal. Yo tenía conocimiento por las obras del geógrafo peruano don Guillermo Billinghurst, de esa plantación masiva de algarrobos, cuya semilla, entiendo, fue traídas desde la zona de Ica, en el sur del Perú. En efecto, he observado que en la zona de Canchones, donde hoy está la Estación Agrícola de la Universidad Arturo Prat (antiguamente se llamaba "Los Puquios"), existen viejos algarrobos, en gran número. Sospecho que éstos, al igual que los que se puede ver allí cerca, junto al poblado de La Huayca, son producto de dicha plantación realizada por el gobierno peruano hacia la década del sesenta o setenta del siglo XIX, poco antes de la Guerra del Pacífico. Si Ud. tiene alguna bibliografía concreta sobre estudios botánicos o forestales recientes sobre este tema, le agradecería me la comunicara, para darla a conocer a nuestros ávidos lectores. La elección de dichos sitios para plantar algarrobos en gran escala, resulta fácilmente explicable desde el punto de vista geográfico, al haberse practicado desde mucho antes en la zona el sistema de cultivos de humedad o mahamaes (canchones), al igual que en varios sectores de la costa sur peruana, desde al menos los albores del siglo XIX, y tal vez mucho antes. En efecto, en dicha zona existen más de 100 ruinas de antiguos establecimientos de canchoneros que aquí cultivaban todo tipo de verduras, maíz, zapallos y hasta sandías y melones, aprovechando el alto nivel freático del agua subterránea. Todavía es posible observar en dicha zona numerosos lugares donde están perfectamente visibles los antiguos canchones o melgas alargadas, en cuyo fondo se plantaba. Son numerosas las referencias históricas a este tipo de plantación que no necesitaba riego adicional alguno (se las llamaba por tal motivo chacras sin riego), pero que en cambio exigía al agricultor año tras año extraer, a fuerza de brazos,la costra salina que por capilaridad se formaba en su superficie.
ResponderEliminarEspero sus referencias en beneficio de nuestros lectores.
Atentamente,
Dr. Horacio Larrain B. (Ph.D.)
Investigador emérito
Centro del Desierto de Atacama
Pontificia Universidad Católica de Chile.