Hallazgo casual de un campamento indígena.
En nuestro capítulo anterior, escrito el día 10/01/2015 titulado: "Un campamento de pescadores en plena pampa: ¿qué hacen aquí en pleno desierto?", nos hemos referido a este hallazgo casual nuestro, hecho en plena Pampa del Tamarugal (Región de Tarapacá), cuando buscábamos insectos raros en plantas de retama o retamilla (Caesalpinia angulata). Allí indicábamos que el descubrimiento había sido relatado in extenso en las páginas de nuestro Diario de Campo (Vol. 49: pp. 53-60 y 70-76). Prometimos allí que insertaríamos el texto íntegro respectivo, tomado de nuestro Diario de campo. Es lo que haremos hoy.
Algunas fotos del hallazgo.
Fig. 1. Elementos naturales y medioambientales hallados en el contexto del campamento primitivo de pescadores. (Foto H. Larrain).
Fig. 2. Peso de red provisto de amarra textil en su parte media. (Foto H. Larrain)
Fig. 3. Semilla de cactácea de la precordillera andina, con su característico vello. (Foto H. Larrain)
Fig .4. Punta de proyectil hecha en roca basáltica. El lasqueado por ambas caras es notablemente cuidado, casi perfecto. El pedúnculo se halla fracturado. (Foto H. Larrain).
Costumbre de anotar los hechos.
Conforme a nuestra inveterada costumbre, a nuestro regreso de la expedición, anotamos cuidadosamente los detalles, para no olvidar nada. ¿Por qué?. Porque hemos sentido la necesidad de describir en detalle la experiencia vivida en ese instante. Y esto no solo para poder recordarla en el futuro, sino principalmente para dejar constancia del hallazgo que, aunque aparentemente pequeño y de poca monta, nos aportaba datos de sumo interés para entender el modo de vida, nomadismo, alimentación y movilidad geográfica de los pescadores, propios de aquellos antiguos tiempos. La búsqueda incesante de alimento, los obligaba a realizar estos enormes desplazamientos de muchas decenas de kilómetros, no pocas veces siguiendo las mismas rutas de animales como los guanacos o ciervos, que bajaban antaño hasta la costa. Hoy se nos hace muy difícil comprender este modo de vida de los cazadores, esencialmente móvil, habituados como estamos al sedentarismo propio de la vida civilizada. La presencia de una punta de proyectil nos habla ya de la práctica de la cacería por parte de estos viajeros.
Conforme a nuestra inveterada costumbre, a nuestro regreso de la expedición, anotamos cuidadosamente los detalles, para no olvidar nada. ¿Por qué?. Porque hemos sentido la necesidad de describir en detalle la experiencia vivida en ese instante. Y esto no solo para poder recordarla en el futuro, sino principalmente para dejar constancia del hallazgo que, aunque aparentemente pequeño y de poca monta, nos aportaba datos de sumo interés para entender el modo de vida, nomadismo, alimentación y movilidad geográfica de los pescadores, propios de aquellos antiguos tiempos. La búsqueda incesante de alimento, los obligaba a realizar estos enormes desplazamientos de muchas decenas de kilómetros, no pocas veces siguiendo las mismas rutas de animales como los guanacos o ciervos, que bajaban antaño hasta la costa. Hoy se nos hace muy difícil comprender este modo de vida de los cazadores, esencialmente móvil, habituados como estamos al sedentarismo propio de la vida civilizada. La presencia de una punta de proyectil nos habla ya de la práctica de la cacería por parte de estos viajeros.
Las primeras hipótesis e interrogantes..
Anotar las circunstancias exactas del hallazgo, tras visitar el sitio, nos permite emitir hipótesis explicativas iniciales las que, con el correr de los días o meses, pueden ser mejoradas o enriquecidas e incluso modificadas. Este ejercicio, repetido en cada expedición, contribuye a agudizar el sentido de observación y permite cotejar la realidad observada por nosotros, con la que nos muestra la literatura arqueológica en casos semejantes. Una segunda visita al sitio, después de una lectura reflexiva de la descripción anterior, generalmente nos aporta nuevos interrogantes que tratamos de resolver en la segunda oportunidad. Hacen falta visitas posteriores, para observar la relación estrecha de ese campamento con el medio ambiente: en este caso, tanto con el curso de agua hoy totalmente seco, como con los pequeños bosquetes de retamilla.
He aquí lo que dejamos estampado en aquellos días:. Tras presentar estas páginas, haremos algunos comentarios al tenor de nuestro enfoque eco-antropológico.
Nuestro relato hecho a fines del año 1995:
Nuestra primera visita al sitio de este hallazgo casual, ocurrió el día 15/12/1995. He aquí las páginas del texto copiadas desde nuestro Diario de Campo de la época (Vol. 49):
Fig.1. Ubicación geográfica del sitio. Muy cerca de un antiguo cauce de aluvión.
Fig. 2. Avistamiento de pequeños talleres líticos en esta pampa.
Fig.3. La acumulación de bolones en este sitio, efecto del arrastre fluvial, denota la posible presencia de antiguos refugios hoy demolidos.
Fig. 4. Presencia de conchas de collar hechas en turquesa y en conchas marinas.
Fig. 5. Detalle de las cuentas de collar. ¿Cómo las hacían?.
Fig. 6. ¿De dónde venían y a donde iban?.
Fig.7. Confección de collares in situ.
Fig. 8. Evidencia del uso de grandes cántaros para el transporte de agua.
Segunda visita al sitio.
Fig. 10. Hallazgo en superficie de una punta fina de proyectil hecha en basalto. Hallazgo de dos pesos de red.
Fig. 11. Los pesos de red hallados son una prueba irrefutable de que estamos ante un pequeño grupo de pescadores de la costa de Iquique que traficaban a las quebradas (Tarapacá o Quipisca) para intercambiar productos con los agricultores del valle. Ademas se constató la presencia de un pequeño taller lítico de basalto, con numerosas lascas.
Fig. 12.Dos de las herramientas halladas in situ: se trata de dos raspadores, cuyas medidas se ofrecen aquí.
Fig. 13. Reflexiones nuestras sobre el uso de este campamento de tránsito hacia y desde la costa por parte de los pescadores costeros.
Fig. 14. La presencia de numerosas ramillas de algarrobo o tamarugo nos induce a pensar que aquí pudo existir, en tiempos remotos, algún o algunos árboles de tamarugo (Prosopis tamarugo) que oferecían su sombra a los caminantes, facilitando su acampada en el lugar. La sombra era algo fundamental para el descanso. Así se explicaría mucho mejor cómo disponen del tiempo suficiente para la confección de artefactos y cuentas de collar in situ.
Fig. 15. Dibujo de los dos pesos de red hallados bajo sendas piedras grandes, aparentemente "escondidos" en tiempos antiguos por sus poseedores.
Nuestro comentario eco-antropológico.
1. Éste ha quedado a grandes rasgos expresado en el capítulo anterior ya referido. Pero, si embargo destacamos lo siguiente:
2. Campamentos como éste hay muchos en la pampa del Tamarugal en la zona de desembocadura de las grandes quebradas en la pampa. Los hemos visto en la desembocadura de la quebrada de Maní, y en la de Quipisca..
3. Exteriormente, solo se ve en superficie algunas piedras grandes o conjuntos de piedras dispersas, formando pequeños montículos, algo elevados del suelo vecino. Se alzan en pequeñas eminencias, para evitar las posibles inundaciones producidas por los cauces de aluvión que sobrevienen todos los años en el período estival (verano).
3. Lo primero que observamos al llegar al sitio, fue la presencia de fragmentos de cerámica, lo que revela la existencia de transporte de agua, elemento indispensable para realizar un viaje largo hacia la costa.
4. Llama la atención la cercanía del sitio a un conjunto de arbustos de retamilla, de los cuales obtenían el combustible para sus fogones. Hace dos o tres milenios, probablemente, la vegetación era mayor y más tupida que hoy.
5. La proximidad a un cauce antiguo de aluvión con vegetación, podría sugerirnos que tal vez hubo allí mismo disponibilidad de agua en algunas temporadas, tal vez mediante la perforación de pozos poco profundos.
6. Para los viajeros que desde la quebrada de Tarapacá descendían a la costa, debió existir, a lo largo de la ruta, no menos de tres o cuatro campamentos intermedios de tránsito. El campamento siguiente, rumbo a la costa, debió estar situado en la base de los primeros cerros que cierran la cuenca del Tamarugal por el poniente.
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