Fig. 1. Gran corral, casi intacto, ubicado en el piso de la quebrada aprovechando una pequeña terraza fluvial. Los paneles con figuras se encuentran a pocos metros hacia el Este (izquierda).
El paisaje circundante y las fuerzas" de la Naturaleza.
En el capítulo anterior, hemos analizado el sitio arqueológico de Tambillo desde el ángulo de la geomorfología y las ciencias naturales (Botánica y Zoología). Es decir, quisimos interiorizarnos primero acerca del paisaje y características del escenario que encierra y circunda estas manifestaciones rupestres.
Hemos insinuado que el hombre primitivo, sometido a las fuerzas de la Naturaleza cuyos efectos veía y sufría todos los días (lluvia, granizadas, aluviones, rayos y truenos, temblores y terremotos) procuraba aplacar y propiciar a los "dueños" de estas fuerzas superiores mediante la realización de ritos en lugares específicos. Somos de opinión de que los sitios de petroglifos, pinturas rupestres o paneles de geoglifos, fueron los sitios de preferencia elegidos por ellos para realizar sus actos cúlticos o rituales para aplacar o mantener propicias a sus deidades, favoreciendo así a los caminantes y viajeros en sus trayectos.
Una cita de Polo de Ondegardo nos sitúa en el contexto ritual preciso.
Vamos a relacionar nuestra reflexión y el material fotográfico de las pinturas rupestres del sitio de Tambillo, con un notable texto, a nuestro juicio muy ilustrativo en este tema. Pertenece al cronista y jurista español Juan Polo de Ondegardo y Zárate (1516? - 1575) y aparece su obra: "Instrución [sic!] contra las Ceremonias y Ritos que usan los indios conforme al tiempo de su infidelidad", (escrito ca. 1559). Fue publicado en la Colección de Libros y Documentos referentes a la Historia del Perú, 1916, Tomo III, pp. 143, Lima, Imprenta y Librería Sanmartí . El Virrey del Perú había confiado a este afamado jurisconsulto que estudiara a fondo el tema de la religión indígena para poder aportar argumentos sólidos y de primera mano para uso de los sacerdotes, con motivo de la celebración de los primeros Concilios Limenses. Estos Concilios locales tenían por función examinar la forma como se realizaba la cristianización de los indios y entregar herramientas claras a los sacerdotes y confesores para la lucha contra la idolatría. Al inicio mismo del Capitulo I de esta Instrucción, se lee esta frase lapidaria que nos parece muy ilustrativa para nuestro propósito y que creemos viene a explicar, al menos en parte, el uso de estos lugares "sagrados" para ellos:
"Común es casi a todos los indios adorar Huacas, Idolos, Quebradas, Peñas o Piedras Grandes, Cerros, Cumbres de montes, Manantiales, Fuentes y , finalmente, cualquier cosa de naturaleza que parezca notable y diferenciada de las demás". (Polo de Ondegardo, 1916, Tomo III, cap. I, Nº 4; énfasis nuestro).
Las pistas que nos arroja este texto.
De un somero análisis de este texto, que data de aproximadamente el año 1560, podemos concluir que los antiguos andinos creían percibir, en estos lugares, ciertas "presencias" sobrenaturales a las cuales reverenciaban. Tal vez por eso mismo, se sienten llamados a dibujar allí a aquellos seres que consideran sus "protectores" . En expresión de un dirigente lirimeño, entrevistado por nosotros hace muchos años, don Víctor Ticuna, esos lugares eran considerados por ellos como "fuertes" , es decir, estaban premunidos de fuerzas especiales. Esta forma de reverencia a dichos lugares, es para el español Polo de Ondegardo, una muestra de "adoración", y más concretamente, de "idolatría". Y como tal, había de ser extirpada. Como para la pastoral propia de esos siglos tales diseños y figuras eran consideradas "obras del demonio", había que borrarlas y/o hacerlas desaparecer. Frecuentemente, se aconsejaba poner allí donde hubo un santuario u adoratorio, una cruz cristiana, a la que (o los que) se seguía reverenciando. Es el origen de no pocos "Calvarios" de la zona andina.
Las pistas que nos arroja este texto.
De un somero análisis de este texto, que data de aproximadamente el año 1560, podemos concluir que los antiguos andinos creían percibir, en estos lugares, ciertas "presencias" sobrenaturales a las cuales reverenciaban. Tal vez por eso mismo, se sienten llamados a dibujar allí a aquellos seres que consideran sus "protectores" . En expresión de un dirigente lirimeño, entrevistado por nosotros hace muchos años, don Víctor Ticuna, esos lugares eran considerados por ellos como "fuertes" , es decir, estaban premunidos de fuerzas especiales. Esta forma de reverencia a dichos lugares, es para el español Polo de Ondegardo, una muestra de "adoración", y más concretamente, de "idolatría". Y como tal, había de ser extirpada. Como para la pastoral propia de esos siglos tales diseños y figuras eran consideradas "obras del demonio", había que borrarlas y/o hacerlas desaparecer. Frecuentemente, se aconsejaba poner allí donde hubo un santuario u adoratorio, una cruz cristiana, a la que (o los que) se seguía reverenciando. Es el origen de no pocos "Calvarios" de la zona andina.
Investigaciones previas.
Este valioso sitio de arte rupestre es bien conocido de los arqueólogos locales. Se sabía de su existencia desde hace mucho tiempo en Pica, pero no se había hecho un detallado estudio del mismo. Recientemente, ha sido analizado este sitio y sus pinturas en el contexto de la presencia inca en Tarapacá a través de las manifestaciones rupestres por el arqueólogo del Museo de Arte Precolombino José Berenguer Rodríguez en un voluminoso y bien documentado artículo: "Uncus ajedrezados en el arte rupestre del sur del Tawantinsuyu. ¿La estrecha camiseta de la nueva servidumbre?", en volumen titulado Las Tierras Altas del Área Centro Sur entre los 1.000 y 1.600 d.C". San Salvador de Jujuy, Jujuy, República Argentina, 2013: 311-352. El trabajo arroja UNA potente luz sobre el control inca en Tarapacá y sobre las vías incaicas en la región. Recomendamos vivamente su lectura. Por desgracia, no se encuentra -que sepamos- en la Web y es preciso acceder a éste en bibliotecas especializadas. Estros "Uncus", o camisetas decoradas en forma que semeja un tablero de ajedrez, ha quedado ilustrados en la obra de Guamán Poma de Ayala y corresponden a un tocado particular de los señores o capitanes. Para José Berenguer, representarían tal vez el paso de alguno de los monarcas Incas por el lugar. Y este diseño, por lo tanto, sería típicamente incaico.
Antes de descender al fondo de la quebrada.
Fig. 2. El investigador y experto en el arte rupestre indígena, Luis Briones Morales, de bastón, observa fragmentos de cerámica indígena en el piso de un corral que se halla en la parte superior, antes de descender a la quebrada de Quisma en nuestro viaje del día 28/07/2014
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Fig. 3. El amplio corral aquí mostrado se alza en una pequeña terraza fluvial, al costado sur de la quebrada y a muy corta distancia de las rocas con pinturas rupestres. Su presencia estaría comprobando el encierre de animales durante la noche, antes de reemprender el viaje. En este punto, donde la vegetación es casi inexistente, solo era posible mantener pequeños rebaños o tropillas pastando en las cercanías en años particularmente lluviosos. Por tal motivo, sospechamos que este corral servía, más bien, para el encierro de animales en tránsito por la antigua rutas al altiplano.
Fig. 5. Diseño en la pared rocosa de un curioso diseño , aparentemente de un textil, (¿túnica?), con empleo de pinturas con colores rojo sangre, negro, y rojo amarillento en un mismo diseño. A su lado izquierdo, se muestran dos pequeñas figuras estilizadas, aparentemente humanas, en un tono de rojo más fuerte. Con mucha sabiduría, los antiguos dibujaban estas figuras en las partes sombreadas de la roca, donde prácticamente nunca llega directamente el sol para evitar su desaparición. Gracias a esa precaución, tales pinturas han llegado casi incólumes hasta nuestro días. (Vea mayor detalle en foto siguiente).
Fig. 6. Se tiene la sospecha de que este tejido formaría parte de una túnica o camiseta Uncu) usada por los [¿capitanes?] Incas. El cronista indio Guamán Poma de Ayala, entre sus numerosos dibujos, muestra túnicas semejantes y las dibuja como parte del atuendo militar de los conquistadores incas. Bien podría expresar este diseño la toma de posesión y control absoluto de esta ruta por parte del Inca y sus capitanes. Nuevamente nos sorprende en el diseño el uso de variados colores de pintura en un solo dibujo.
Fig. 7. En la parte superior izquierda, es dable observar varias líneas verticales paralelas ( 11 ó 12) en tres colores distintos: negro, rojo y verde. ¿Mero ensayo de dibujo?. ¿Alguna cuenta?.
Fig. 8. Un acercamiento (o zoom) a las mismas escenas, revela , en el extremo izquierdo, la presencia de una o dos figuras humanas y varias pequeñas figuras de animales. En la parte media, arriba, líneas y trazos aisados hechos en colores rojo sangre, café y verde (¿ensayo del pincel?).
Fig. 9. Sobre el color de fondo natural de la roca oxidada (tonos beige y amarillo-rojizo), se distinguen, al centro de esta figura, unos personajes dibujados en color rojo. También se distinguen, debajo de las anteriores, pequeñas figuras de animales dibujadas en rojo y en blanco.
Fig. 10. Algo más arriba de la parte central, se puede distinguir bastante bien un personaje de túnica, delineado su contorno en color rojo, con los brazos abiertos y dos pies, pocos centímetros arriba de unas líneas en zigzag dibujadas en color verde claro y rojo.
Fig. 12. Líneas rectas y curvas en varios colores: rojo, café oscuro, blanco. ¿Qué querrán representar?.
Fig. 13. Un acercamiento a los diseños que ya vimos en la Foto Nº 8. Aparentemente, se trataría de una escena de caza en el centro de la escena: se ve a un hombre junto a un animal que parece tener largas astas (¿tal vez un huemul?). Se ve en forma difusa a otros animales, en distintas posiciones.
Fig. 15. Nos hemos preguntado más de una vez si, tal vez, la presencia de muchísimos diseños naturales formados por los distintas coloraciones del fondo de la superficie (como aquí se puede apreciar), haya gatillado inicialmente la factura de diseños más específicos. Tal vez creyeron ver en ellos figuras determinadas entre estos diseños imprecisos, de carácter natural, propios de la diversa coloración de la roca.
Fig. 16. No nos es difícil hoy día creer ver o imaginar distintas figuras en esta superficie repleta de "formas" abigarradas y curiosas. Es probable que, bajo la influencia de alguna substancia alucinógena, o a la luz cambiante de una fogata el antiguo habitante que aquí pasó o pernoctó, viera aquí "presencias" sobrenaturales. ¿Constituyó esto un incentivo natural para dibujar más nítidamente los contornos de sus seres míticos?. Tal vez.
Fig. 17. Aquí estamos ante una evidente superposición de figuras. Primero se dibujó esta serie de líneas paralelas verticales, que parecerían representar un tipo de qhipu hecho de cuerdas (dispositivo de cálculo de los antiguos peruanos). Posteriormente, se dibujó encima (al lado derecho de la foto), el diseño muy perfecto de un personaje estilizado de manos extendidas y pies abiertos. (más notorio en foto 31). Éste está muy finamente delineado en rojo y su cuerpo, de color más claro, fue al parecer producto de un raspado suave, mediante el cual se desprendió la pátina color rojo sangre, natural de la superficie de la roca.
Fig. 18. Otra parte del panel que muestra a un extraño personaje pintado de color rojo (lado izquierdo) con las manos levantadas en señal de súplica (?). Sobre su cabeza, una larga línea, tal vez representación de un sombrero puntiagudo (?). A la derecha de la foto, el personaje con túnica o coraza (?) de diseño ajedrezado (Compare con foto 19).
Fig. 19. Hemos hecho un zoom especial a este personaje enigmático, de rostro, manos y piernas color rojo sangre, y cuya túnica, como si se tratara de una coraza, muestra un diseño de tablero de ajedrez, muy notable. Especialmente llamativo es el uso del color verde claro en este diseño.Este personaje, de sombrero peculiar dotado de plumas y coraza ajedrezada, es, sin duda, el diseño más interesante en este sitio de Tambillo. Se utilizó, como tapiz de fondo de la pintura, un área patinada particularmente oscura (café-rojizo).
Fig. 20. Aquí se alcanza a percibir con dificultad uno o dos (?) diseños de llama o alpaca, en color verde tenue (parte media, baja).
Fig. 21. El arqueólogo y artista Luis Briones nos señala la existencia de otro panel donde según los arrieros lugareños estaría representado un "diablo".
Fig. 22. El mismo bloque de rocas visto desde más cerca. Al observar detenidamente este bloque y la riqueza cromática natural de sus formas, uno puede entender más fácilmente cómo los antiguos llegaron a "ver" allí diversas figuras y a diseñar, en esa tela de fondo, a sus "seres míticos" más preciados, sus "protectores".
Fig. 23. Extrañas cavidades o taffonis presentes en la roca. Ya hemos explicado antes el origen de estas oquedades, que son producto de la acción incesante del viento y/o la humedad que va desprendiendo las partes más blandas o frágiles de la roca cristalina, conservando sus partes duras suavizadas y patinadas.
Fig. 24. Increíble variedad de tonos de colores que adquiere aquí la meteorización de la roca. En realidad, no resulta para nada descabellado imaginar en este contexto figuras y formas de "seres" míticos.
Fig. 25. Aquí se distinguen mejor las llamitas en fila (parte media). La misma imagen que la Fig. 14. Inmediatamente debajo de las llamitas pintadas en color rojo sangre, se observa una curiosa corrida de diseños en color gris, que semeja, curiosamente, un texto escrito en un alfabeto extraño.
Fig. 26. En el piso de la estrecha quebrada se ha formado una verdadera piscina natural que cuando llueve conserva el agua por varios meses, convirtiéndose así en un valioso reservorio natural de agua. Las figuras rupestres que se halla aquí junto, tal vez tengan algo que ver con el culto al agua, en opinión de mi amigo Luis Briones. Este "pozo" natural, como puede observarse, se halla hoy parcialmente relleno de arena arrastrada por los aluviones. Tal como lo comentara aquí el citado arqueólogo, sería de enorme interés limpiarlo y dejar al descubierto su enorme volumen. Esta quebrada y sus manifestaciones rupestres y sus atractivos cambios cromáticos, encierra un enorme atractivo turístico aún intocado. El escenario natural aquí es realmente imponente y pocas veces visto.
Fig. 27. Luis Briones sentado, contemplando uno de los friso rocosos con figuras.
Fig. 29. La apacheta se ha sido formando lentamente y creciendo a través de los siglos por la acumulación de pequeñas piedras aportadas por cada viajero, como ofrenda a pachamama y para pedir éxito en el viaje emprendido..
Fig. 30. La misma apacheta, vista de más cerca. Está formada por decenas de miles de piedras pequeñas, cada una de las cuales fue parte de un rito del caminante, en realidad, una oración, un ruego o un acto de agradecimiento por el viaje en curso..
Fig. 31. En este conjunto se puede ver los diferentes motivos, analizados uno a uno en las fotos precedentes. El personaje de túnica o coraza ajedrezada está al extremo derecho de esta fotografía.
Fig. 33. Otra sección de uno de los paneles. Constate el empleo de cuatro o tal vez cinco colores (verde claro, café, rojo sangre y blanco). Estos trazos darían la impresión de meros "ensayos" del pincel, practicados por el artista antes de iniciar un dibujo propiamente tal. En realidad, no sabemos qué puedan o quieran representar.
Fig. 34. Figuras enigmáticas. La de la derecha, parecería retratar a una llamita en posición de alimentarse (Para observarla, hacer girar la figura en el sentido de las manecillas del reloj). Pero la posición en que se muestran aquí , es la correcta en terreno.
Nuestra reflexión eco-antropológica.
1. Los diseños se hallan en varios lugares de bloques rocosos, muy cercanos entre sí, separados por una distancia no mayor de 100-150 metros,en los bloques del fondo de la quebrada. En su inmensa mayoría, han sido pintados a lo largo del costado sur de la misma en profundos taffonis como cavernas. Tal vez porque aquí había más profundidad y sombra en las cavernas naturales donde quedaron dibujadas para siempre (taffonis) protegidos del sol.
2. Por lo general, todas las figuras son de pequeño tamaño. No hay prácticamente ninguna que exceda los 30-40 cm de longitud.
3. El material colorante (pintura), tal vez fue obtenido aquí mismo, moliendo la pátina roja o cremosa y adicionando grasa animal y algún fijador. Los colores claros (que se acercan al blanco) tal vez son fruto de un leve raspado, sacando la delgada película de la pátina rojiza superficial. Hay que examinar cada caso in situ. Tal vez sea también pintura sobrepuesta.
4. Abundan (hay decenas y decenas) las figuras notablemente pequeñas, de menos de 2 pulgadas de largo. Lo que nos sugiere que fueron dibujadas para ser vistas y veneradas de muy cerca (todo lo contrario de lo que ocurre con los geoglifos!).
5. Existe notoria superposición de figuras en varios casos, lo que prueba un largo uso del lugar en el tiempo. También diseños hechos en varias posiciones diferentes de la vertical. Tratándose de una ruta muy frecuentada hacia y desde el altiplano tarapaqueño, esto no debe sorprendernos.
6. El corral anexo a los sitios de pinturas obviamente jugó un papel importante: era el lugar para encerrar los animales de carga, durante la pernoctación en el lugar.
7- Hay algunas oquedades que ofrecen un buen tamaño para cobijar a algunas personas durante la noche. Tal vez por eso no se halla aquí recintos o refugios propiamente tales de construcción humana ( tambillos).
8. Como muy bien lo ha planteado Juan Van Kessel en un conocido artículo, estas figuras representadas aquí adquieren el rol de imágenes votivas, al estilo de los ex-votos que, como tácitas oraciones, hasta hoy se exponen (o dejan) en los santuarios católicos u ermitas, "agradeciendo el favor recibido", o "solicitando un favor específico": salud, buen viaje, éxito en la misión, buena cacería, buen retorno, etc. (Vea Van Kessel: "La pictografía rupestre como imagen votiva (Un intento de interpretación antropológica)", en Homenaje al Dr. Gustavo le Paige, Universidad del Norte, Antofagasta 1976: 227-244).
¿Se trata de "imágenes" votivas o ex-votos"?. Copio aquí una de las conclusiones de Van Kessel, al finalizar su valioso estudio:
"Se trata de imágenes pre-figurativas, que en su contexto ritual "imitan la finalidad", expresando en forma plástica un voto para la feliz realización de lo representado. Las imágenes votivas son una oración cristalizada hecha materia y presentada a la divinidad, una materia que -por razón de su capacidad espiritual y su natural participación cósmica íntima- fue hecha representante activo y portavoz del suplicante. Este le entregó una vida y una voz propia (su forma significatoria) al grabar, pintar o modelarla ritualmente. La súplica, materializada con un máximo de plasticidad y expresividad, es auto-efectiva, duradera y de mayor eficiencia que la fugaz oración verbal. como tal, las figuras votivas son también una anticipación simbólica de la realidad, una "pre-realización" (Van Kessel, 1976: 236, énfasis nuestro).
Adhiero al pensamiento de Van Kessel pues responde de lleno a la mentalidad andina y a su posición animista frente a los fenómenos de la naturaleza. Pero algunos diseños, como los personajes con atuendo militar, parecen tener un sentido diferente: el control y dominio inca en la ruta.
En un próximo capítulo, ya en preparación, seguiremos tratando de profundizar en este rico pero complejísimo tema que para los tarapaqueños adquiere un inmenso valor, no solo como posible sitio de atracción turística, (muy propio de nuestra mentalidad economicista actual) sino, mucho más, como un sólido aporte a la comprensión de la espiritualidad andina visible en nuestra zona a través de múltiples manifestaciones.
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