Nuestro objetivo, en este segmento del Blog, es presentar un artículo antiguo, prácticamente desconocido, sobre una visita nuestra al Salar del Huasco efectuada en un 23 de Enero del año 1982. Se trata de nuestro encuentro con un ermitaño algo huraño, cuya vida pretendimos hurgar por entonces, y que nos enseñó muchas cosas. El vivía en contacto vital con la Naturaleza que le rodeaba y parecía ser un hombre feliz. Este encuentro nos marcó por largos años. Por eso quisiéramos hacer partícipes a otros de la fuerte experiencia vivida aquel día y de las fotografías tomadas entonces. A más de algún joven estudioso le van a interesar, por ser parte de la auténtica historia, aún no contada, del Salar del Huasco.
Foto 1. Esta foto ha sido reproducida de la primera página (vea más abajo) de un breve artículo nuestro, publicado en la Revista "Qué Pasa", Número 577, en su sección "Chile País de Rincones", dirigida entonces por el escritor Enrique Lafourcade. Fue publicada el 5/05/1982. Reproduciremos aquí abajo, in extenso, este antiguo artículo con sus fotografías originales a color.
Antecedentes
Subimos, en aquel entonces, en el mes de Enero del año 1982 al Salar con dos buenos amigos, el Dr. Juan Carlos Johow, médico y ornitólogo, y el abogado santiaguino Fernando Dougnac Rodríguez.
Nuestro objetivo era doble: a) visitar a un extraño ermitaño que hacía 14 años (esto es, desde el año 1966) vivía solo, oculto en el Salar, en una ruca construida de piedras, a escasa distancia de una vertiente, y b) conocer, disfrutar y fotografiar el paisaje andino del Salar y su notable flora y fauna altiplánica.
Un auténtico ermitaño en pleno siglo XX
El nombre del eremita era Conrado Fuchslocher Hubach, de antigua y bien conocida familia alemana del Sur de Chile. Johow conocía a uno de sus hermanos, el veterinario Francisco Fuchslocher y quería llevarle a Santiago noticias frescas de su hermano lejano. Conrado había nacido en la ciudad de Osorno en 1912. Hacía años, luego de un largo viaje por Europa y el Oriente, (según se decía) había dejado a su familia en la región de Los Lagos y se vino, deseoso de paz y total aislamiento, - o tal vez hastiado del mundo, no lo sabemos - a enterrarse para siempre en el Salar, donde vivió prácticamente hasta el fin de sus dias.
¿Qué hacía escondido en el Salar?
Aquí lo encontramos haciendo vida real de ermitaño. Su vida y actividad en el Salar pasó a ser algo casi mítico para los habitantes de Pica y La Huayca. ¿Qué hacía Fuchslocher oculto en el Salar desde hacia tanto tiempo? Era un misterio profundo. Para unos, era un sabio filosofo recogido en estas soledades para reflexionar y hacer filosofía profunda, en contacto vital con la madre Naturaleza; para otros, era un escritor que preparaba una obra de carácter geográfico sobre la región andina tarapaqueña; para otros, un posible desertor del ejército, un desadaptado social..; en fin, se tejían muy extrañas leyendas en torno a su curiosa personalidad.
Su presencia era conocida en Pica y en Iquique
Yo había escuchado hablar bastante de él a un buen amigo piqueño, don Herminio Castro, allá por los años 1971-72. Castro nos aseguraba que era un arqueólogo que había hecho interesantes descubrimientos en la zona aledaña al Salar. Siendo yo también arqueólogo, me recomendó ir a hablar con él. De suerte que su nombre fue para mí un fuerte atractivo adicional para visitar el Salar, además de aprovechar para tomar contacto, gozar y fotografiar la notable flora y fauna del Salar.
Nuestra inesperada visita
Cuando llegamos un día cualquiera de Enero en un vehículo Volkswagen rojo, arrendado en Iquique, Conrado salió casi disgustado a nuestro encuentro. Se había arreglado para sí una estrechisima vivienda - que nos mostró finalmente aquel día- , de apenas unos 5 m2 de superficie o aún menos. Se acomodó como pudo entre las paredes de un antiguo tambo inca, cuyas ruinas se erguían aún allí. No gustaba de las visitas, aunque recibía, agradecido, las provisiones y alimentos y, sobre todo, el material de lectura que solían llevarle sus eventuales visitantes, conocedores de sus gustos y preferencias. Porque era efectivamente, no un sabio como se creía a pie juntillas en la zona de Pica, sino un lector infatigable.
¿Dónde vivía?
Disponía, en efecto, de todo el tiempo del mundo para ello. Arrumados en un rincón, montones de revistas y diarios locales que devoraba ávidamente. Un par de ollas quemadas, un viejo y tiznado sartén, un tostador, dos o tres vasos de vidrio y unos cuantos platos de loza. Era todo su ajuar y su tesoro. En unas bolsas plásticas, su escasa ropa. Nos llevó a su "cocina": unos fierros torcidos en forma de malla, apoyados en unas cuantas piedras. Leña no le faltaba. Una familia aymara del sector le convidaba llareta y recogia ramas de tola seca, ichu o paja brava, para el encendido inicial. No necesitaba de más. Ahí nos preparó amablemente una taza de té, que aceptamos agradecidos. Hacía mucho frío. Corria un viento helado, congelador.
La recepción del ermitaño: sus recuerdos más apreciados
Conrado nos recibió un poco a regañadientes. Vestido con una sencilla camisa de manga corta, y unos pantolones bluejeans muy gastados, hacía fuerte contraste con nuestro atuendo de alta montaña: parka gruesa, pantalones y gorro de lana y anteojos oscuros. Parecía no sentir el frio glacial de la mañana aquella. Conversamos bastante. Le pregunté si había hecho algunos hallazgos arqueológicos. Me mostró, envuelto en un pañuelo, un conjunto de "piezas" arqueológicas, según él. Había algunas puntas auténticas de proyectil de basalto o sílex, y otras tantas falsas , de carácter natural. Me regaló dos o tres, que aún conservo. Algo ansioso, nos indica que allí mismo, en tiempos coloniales tempranos, habia pasado la noche el conquistador don Pedro de Valdivia y su concubina, Inés de Suárez. Lo decía con un tono de absoluta convicción. ¿Por qué rebatirle, si con ello lo hacíamos sentirse feliz?. Asentimos, "convencidos".
El constructor de un bofedal
Estuvimos con nuestro nuevo amigo Conrado como una hora y media o más. Antes de despedirse de nosotros, quiso mostrarnos una de sus joyitas, según dijo. Era un trozo de bofedal de unos 7-8 m2 de superficie, que el habia "construido" lentamente de la nada, transplantando fragmentos de pasto nativo a un terreno árido, y algo salino y haciendo pasar, entremedio, infinidad de pequeños canalículos con agua. Lo logró. Fue obra de dos años, según nos confesó, lograr este pequeño bofedal "hechizo", obra de sus manos. Tal vez, fue el primer blanco en lograrlo.
Pionero en la construcción de bofedales en el altiplano
Estaba muy orgulloso de este "descubrimiento". Según nos contó, fue algo que sólo se le ocurrió a él. Pero es más que probable que los antiguos habitantes aymaras desde antiguos tiempos hayan discurrido exactamente como él, para crear nuevas y extensas superficies de bofedal, para alimentar un creciente ganado de llamas y alpacas. En todo caso, Conrado debería ser considerado en esta zona, el primero que hace, con sus propias manos, un bofedal nacido de la nada. Predecesor, ciertamente, de esfuerzos posteriores realizados por personal de protección ambiental de la Minera Collahuasi hacia 1995-97. Este mérito es suyo, y nadie podrá quitárselo.
Un testimonio de hace casi 30 años atrás
Queremos reproducir en este Blog, este ya antiguo artículo, tan sólo por el interés histórico que posee por ser fruto de una visita hecha casi 30 años atrás. Las fotos son de esa época. Dos veces visité al ermitaño, en su rincón alejado del mundo. En mi último viaje, en 1984, se había refugiado mucho más lejos, casi al medio del Salar, para escapar -según solía decir- de las miradas de los curiosos. Buscaba afanosamente la soledad; ésta parecía atraerle de manera casi magnética. Enfermo, debilitado y ya anciano, fue traído a la ciudad de Iquique, donde falleció. Pero su vida quedó atada inexorablemente a las rocas calcinadas del Salar, a los bofedales, a las parinas y suris que el amaba y que veia a diario corretear por las playas blanquecinas de su querido Huasco.
Hoy el Salar está protegido y a resguardo del ataque frontal de las Mineras.
Tal vez el único valor de este recuerdo cariñoso, es el de ser un testimonio de la existencia de un hombre singular que motivara nuestra excursión casual a la zona del Salar Huasco. en 1982. Zona maravillosa provista de paisajes increíbles que, afortunadamente, ha quedado hoy bien protegida -y a salvo del ataque alevoso de las Compañías Mineras- al formar parte hoy día de un sitio RAMSAR, reconocido como tal internacionalmente para la conservación de un ecosistema altiplánico y de especies raras de aves y mamíferos que allí nidifican o se alimentan en su viajes migratorios anuales al hemisferio sur.
He aquí las tres páginas del citado artículo de la revista "Qué Pasa" ( Mayo, 1982):
Antecedentes
Subimos, en aquel entonces, en el mes de Enero del año 1982 al Salar con dos buenos amigos, el Dr. Juan Carlos Johow, médico y ornitólogo, y el abogado santiaguino Fernando Dougnac Rodríguez.
Nuestro objetivo era doble: a) visitar a un extraño ermitaño que hacía 14 años (esto es, desde el año 1966) vivía solo, oculto en el Salar, en una ruca construida de piedras, a escasa distancia de una vertiente, y b) conocer, disfrutar y fotografiar el paisaje andino del Salar y su notable flora y fauna altiplánica.
Un auténtico ermitaño en pleno siglo XX
El nombre del eremita era Conrado Fuchslocher Hubach, de antigua y bien conocida familia alemana del Sur de Chile. Johow conocía a uno de sus hermanos, el veterinario Francisco Fuchslocher y quería llevarle a Santiago noticias frescas de su hermano lejano. Conrado había nacido en la ciudad de Osorno en 1912. Hacía años, luego de un largo viaje por Europa y el Oriente, (según se decía) había dejado a su familia en la región de Los Lagos y se vino, deseoso de paz y total aislamiento, - o tal vez hastiado del mundo, no lo sabemos - a enterrarse para siempre en el Salar, donde vivió prácticamente hasta el fin de sus dias.
¿Qué hacía escondido en el Salar?
Aquí lo encontramos haciendo vida real de ermitaño. Su vida y actividad en el Salar pasó a ser algo casi mítico para los habitantes de Pica y La Huayca. ¿Qué hacía Fuchslocher oculto en el Salar desde hacia tanto tiempo? Era un misterio profundo. Para unos, era un sabio filosofo recogido en estas soledades para reflexionar y hacer filosofía profunda, en contacto vital con la madre Naturaleza; para otros, era un escritor que preparaba una obra de carácter geográfico sobre la región andina tarapaqueña; para otros, un posible desertor del ejército, un desadaptado social..; en fin, se tejían muy extrañas leyendas en torno a su curiosa personalidad.
Su presencia era conocida en Pica y en Iquique
Yo había escuchado hablar bastante de él a un buen amigo piqueño, don Herminio Castro, allá por los años 1971-72. Castro nos aseguraba que era un arqueólogo que había hecho interesantes descubrimientos en la zona aledaña al Salar. Siendo yo también arqueólogo, me recomendó ir a hablar con él. De suerte que su nombre fue para mí un fuerte atractivo adicional para visitar el Salar, además de aprovechar para tomar contacto, gozar y fotografiar la notable flora y fauna del Salar.
Nuestra inesperada visita
Cuando llegamos un día cualquiera de Enero en un vehículo Volkswagen rojo, arrendado en Iquique, Conrado salió casi disgustado a nuestro encuentro. Se había arreglado para sí una estrechisima vivienda - que nos mostró finalmente aquel día- , de apenas unos 5 m2 de superficie o aún menos. Se acomodó como pudo entre las paredes de un antiguo tambo inca, cuyas ruinas se erguían aún allí. No gustaba de las visitas, aunque recibía, agradecido, las provisiones y alimentos y, sobre todo, el material de lectura que solían llevarle sus eventuales visitantes, conocedores de sus gustos y preferencias. Porque era efectivamente, no un sabio como se creía a pie juntillas en la zona de Pica, sino un lector infatigable.
¿Dónde vivía?
Disponía, en efecto, de todo el tiempo del mundo para ello. Arrumados en un rincón, montones de revistas y diarios locales que devoraba ávidamente. Un par de ollas quemadas, un viejo y tiznado sartén, un tostador, dos o tres vasos de vidrio y unos cuantos platos de loza. Era todo su ajuar y su tesoro. En unas bolsas plásticas, su escasa ropa. Nos llevó a su "cocina": unos fierros torcidos en forma de malla, apoyados en unas cuantas piedras. Leña no le faltaba. Una familia aymara del sector le convidaba llareta y recogia ramas de tola seca, ichu o paja brava, para el encendido inicial. No necesitaba de más. Ahí nos preparó amablemente una taza de té, que aceptamos agradecidos. Hacía mucho frío. Corria un viento helado, congelador.
La recepción del ermitaño: sus recuerdos más apreciados
Conrado nos recibió un poco a regañadientes. Vestido con una sencilla camisa de manga corta, y unos pantolones bluejeans muy gastados, hacía fuerte contraste con nuestro atuendo de alta montaña: parka gruesa, pantalones y gorro de lana y anteojos oscuros. Parecía no sentir el frio glacial de la mañana aquella. Conversamos bastante. Le pregunté si había hecho algunos hallazgos arqueológicos. Me mostró, envuelto en un pañuelo, un conjunto de "piezas" arqueológicas, según él. Había algunas puntas auténticas de proyectil de basalto o sílex, y otras tantas falsas , de carácter natural. Me regaló dos o tres, que aún conservo. Algo ansioso, nos indica que allí mismo, en tiempos coloniales tempranos, habia pasado la noche el conquistador don Pedro de Valdivia y su concubina, Inés de Suárez. Lo decía con un tono de absoluta convicción. ¿Por qué rebatirle, si con ello lo hacíamos sentirse feliz?. Asentimos, "convencidos".
El constructor de un bofedal
Estuvimos con nuestro nuevo amigo Conrado como una hora y media o más. Antes de despedirse de nosotros, quiso mostrarnos una de sus joyitas, según dijo. Era un trozo de bofedal de unos 7-8 m2 de superficie, que el habia "construido" lentamente de la nada, transplantando fragmentos de pasto nativo a un terreno árido, y algo salino y haciendo pasar, entremedio, infinidad de pequeños canalículos con agua. Lo logró. Fue obra de dos años, según nos confesó, lograr este pequeño bofedal "hechizo", obra de sus manos. Tal vez, fue el primer blanco en lograrlo.
Pionero en la construcción de bofedales en el altiplano
Estaba muy orgulloso de este "descubrimiento". Según nos contó, fue algo que sólo se le ocurrió a él. Pero es más que probable que los antiguos habitantes aymaras desde antiguos tiempos hayan discurrido exactamente como él, para crear nuevas y extensas superficies de bofedal, para alimentar un creciente ganado de llamas y alpacas. En todo caso, Conrado debería ser considerado en esta zona, el primero que hace, con sus propias manos, un bofedal nacido de la nada. Predecesor, ciertamente, de esfuerzos posteriores realizados por personal de protección ambiental de la Minera Collahuasi hacia 1995-97. Este mérito es suyo, y nadie podrá quitárselo.
Un testimonio de hace casi 30 años atrás
Queremos reproducir en este Blog, este ya antiguo artículo, tan sólo por el interés histórico que posee por ser fruto de una visita hecha casi 30 años atrás. Las fotos son de esa época. Dos veces visité al ermitaño, en su rincón alejado del mundo. En mi último viaje, en 1984, se había refugiado mucho más lejos, casi al medio del Salar, para escapar -según solía decir- de las miradas de los curiosos. Buscaba afanosamente la soledad; ésta parecía atraerle de manera casi magnética. Enfermo, debilitado y ya anciano, fue traído a la ciudad de Iquique, donde falleció. Pero su vida quedó atada inexorablemente a las rocas calcinadas del Salar, a los bofedales, a las parinas y suris que el amaba y que veia a diario corretear por las playas blanquecinas de su querido Huasco.
Hoy el Salar está protegido y a resguardo del ataque frontal de las Mineras.
Tal vez el único valor de este recuerdo cariñoso, es el de ser un testimonio de la existencia de un hombre singular que motivara nuestra excursión casual a la zona del Salar Huasco. en 1982. Zona maravillosa provista de paisajes increíbles que, afortunadamente, ha quedado hoy bien protegida -y a salvo del ataque alevoso de las Compañías Mineras- al formar parte hoy día de un sitio RAMSAR, reconocido como tal internacionalmente para la conservación de un ecosistema altiplánico y de especies raras de aves y mamíferos que allí nidifican o se alimentan en su viajes migratorios anuales al hemisferio sur.
He aquí las tres páginas del citado artículo de la revista "Qué Pasa" ( Mayo, 1982):
Nota.
Acabo de encontrar mi detallado diario de viaje escrito con ocasión de esta excursión al Salar del Huasco, el dia 23 de Enero de 1982. Como la descripción hecha por entonces es extensa y se relaciona con otros hechos de interés histórico para el estudio del mundo aymara chileno, me permitiré presentarla en un nuevo capítulo de este Blog, con el título de " Un eremita nos muestra el Huasco: diario de mi visita en Enero 1982.
(Blog todavía en construcción. 14/04/2010).
felicitaciones por el articulo que han rescatado. Llevo un tiempo siguiéndoles la pista en el blog, ya que investigo la gestión del territorio por las comunidades aymaras del norte de Chile. Ahora los he enlazado a mi blog. Saludos y sigan adelante, para mi es de gran utilidad la información que publican.
ResponderEliminarRosa.
Gracias, Rosa.
ResponderEliminarCreo que es deber de nosotros, los investigadores, poner la información recabada al alcance de todos. Internet es hoy, por suerte, una potente ventana abierta al mundo, y ya nadie puede -como antaño- esconder su información para lucrar con ella o iluminar su propio Curriculum Vitae. Tenemos la responsabilidad de transmitir a otros lo que la vida y la sociedad nos ha dado como formación académica y como experiencia. Siempre me resuenamuy fuerte al oído la frase lapidaria del literato español Unamuno cuando decía: "Es detestable esa avaricia espiritual que tienen los que, sabiendo algo, no procuran la transmisión de esos conocimientos". Creo que tiene toda la razón. Y creo, también, que son pocos los científicos que lo ponen hoy en pràctica, demasiado blindados detrás de su "torre de marfil". He tratado de seguir su consejo a través de los segmentos de este Blog. OPjalá lo haya conseguido. Dr. Horacio Larrain
Estimado Dr. Larraín:
ResponderEliminarSiento una inmensa emoción al leer vuestros artículos relacionados, de una u otra forma, con el "Tío Conrado".
Mi nombre es Nelson Zenteno Loayza, originario del pueblo de Pica (1976) y, como tal, siento un apego tremendo con aquel tan importante personaje, como lo es también para toda mi familia.
Los Loayza de Pica eramos, por lo general, a quienes visitaba cotidianamente el "Tío Conrado". Según sus propias palabras, era donde mejor se sentía cuando estaba lejos de su añorado Salar y por una simple razón. Se le quería demasiado. De igual forma, éramos siempre nosotros sus visitas más regulares en el Huasco, tanto en su choza antigua (bofedal) como en las tres cabañas que construyó al sureste del salar. Recuerdo gratamente su participación en nuestros cumpleaños de niños como el "invitado especial", los juegos (nada de uraño para nosotros pensando que la tropa de niños asecndía a 8 primos pendientes todos del viejo querido), sus enseñanazas y consejos (junto a mi hermano y primos, comentamos y acordamos siempre que producto de sus largas charlas en pleno altiplano tomamos rutas profesionales influenciadas por sus palabras, como por ejemplo,ingenieros, médico, arqueóloga, etc.).
Incluso fuímos quienes lo acompañamos en sus últimos días (cáncer pulmonar, al parecer) que pasó triste y nostálgico de su entorno en un hogar de ancianos en Iquique; aunque siempre recordaré sus palabras (dos días antes de su fallecimiento en el año 1991) en las que me indicó que no me preocupará por su futuro, ya que la muerte es sólo un paso más y nada más que un "cambio de estado" del corpóreo al espiritual y que siempre nos acompañaría.
Y como no recordarlo sí orgullosamente mantenemos en nuestras casas tantos regalos de gran importancia sentimental. Piedras pegadas con leche condensada sobre un cartón , poemas, libros de astronomía tachados y corregidos con sus notas ("esto, en unos 20 años más, valdrá tanto como un Nissan")
Lamentablemente, en contra de su voluntad, fue sepultado muy lejos de su propia tierra prometida ("cuando me entierren, que sea no muy cerca del agua del Salar, sólo envuelto en un saco papero para que luego, en cientos años más, me vean tal cual hoy me ven y sepan que aquí por siempre vivió Conrado Fuchsloger"), aunque confirmo que cumplió a cabalidad su promesa de que siempre nos acompañaría donde fuéramos.
Gracias de verdad por renacer tan gratos e importantes recuerdos de una niñez hermosa en mi querido pueblo de Pica, hermoseada aún más por la "mítica" presencia del "Tío Conrado".
Aproceho la oportunidad de indicarle, estimado Dr., que estaré atento a cualquier información suya.
Afectuosamente:
Nelson Zenteno Loayza
nzenteno@bechtel.com
Estimado Nelson: Muchas gracias por tu benévolo comentario sobre el contenido de nuestro segmento dedicado al Salar del Huasco y a su ermitaño, al igual que por los valiosos elementos que nos aportas en tu carta para conocer más acerca de la personalidad de Conrado, tu "tío Conrado", nuestro "ermitaño del Huasco".
ResponderEliminarMe voy a permitir,con tru permiso y basándome en los términos de tu amable carta, agregar en el Blog un par de valiosos antecedentes sobre Conrado para enriquecer el capítulo correspondiente. Permanezcamos en contacto a través de este Blog. En correo reciente, te hice un par de preguntas sobre la fecha exacta del fallecimiento de Conrado y su lugar de sepultación actual.
Agradece tus palabras,
Dr. Horacio Larrain, antropólogo cultural y arqueólogo, Académico de la Universidad Católica de Chile y Universidad Bolivariana, Sede Iquique. correspondiente.
Estimado Dr.:
ResponderEliminarObviamente estoy dispuesto a cooperar en lo posible.
Sin embargo, lamento comunicar que no recibí correo de parte suya, quizás sí intenta a nfzenteno@yahoo.es podría resultar mejor.
Un abrazo y nuevamente agradecido:
Nelson ZL
ESTIMADOS AMIGOS
ResponderEliminarVISITE AÑOS ATRAS LA RUTA ENTRE PICA Y SALAR DE HUASCO, LUGAR IMPRESIONANTE, LA VEGETACION, UAN QUEBRADA CON FIGURAS RUPESTRES , ANIMALES Y LO MAS INMORESIONANTE EL MISMO SALAR, CON SUS MAGNIFICOS MONTES O VOLCANES EXTINTOS EN EL FONDO.
SIMPLEMENTE MARAVILLOSO. HE LEIDO CON MUCHA ATENCION VUESTRO ARTICULO, MUY INTERESANTES
ATTE MIGUEL SILVA
CONCON V REGION CHILE
ING CONSTRUCTOR DE PUCV.
Conocí a Conrado , la verdad es que era mucho más de lo que parece, el era un Genio que llego a desarrollar modelos matemáticos desconocidos, que dan explicación a muchas incógnitas, desde la llegada a la luna por el hombre, fue arqueólogo, dio conferencias en Asia y Europa, es la única petsona que me explico de manera sencilla y matemática , la desde aparente de personajes de la Biblia , que dice 900 años etc., pero era un defecto matemático que en su proyección dan cifras imposibles, lamentablemente sufría de ciertos transtornos , propios de muchos Genios, él necesitaba estar solo y apartado del mundo,. Siempre recuerdo que le pidió a mi padre que le guardará un cuaderno con sus modelos matemáticos, para que después de su deceso se entregará a una universidad para su estudio,,. Y así se hizo , pero nunca supimos en que quedo aquel estudio, yo creo que no lo entendieron, lo curioso es que él daba explicaciones matemáticas que recién ahora se están descubriendo
ResponderEliminarAntes de internarse en el Salar, don Conrado vivió en Arica, en casa de la familia Puschel, era mi vecino, nos llevaba cuando niños a excursión al Cerro Chuño, donde nos hablaba de las rocas que allí encontraba, era para nosotros como un científico loco.
ResponderEliminarEstimados amigos
ResponderEliminarAntes que nada agradecer Al universo El poder escribir estas letras en memoria del Señor Fuchslocher.
Siendo estudiante universitario en la ciudad de Iquique y tras haber visto UN teportaje a don Conrado en la television; supe de su internacion en UN hogar de ancianos de ducha ciudad. Sin dudarlo y con mi espiritu ansioso de sabiduria, me entrviste con tan digna persona. Libreta en Mano fui receptor de infinidad de ideas que fluian generosamente de la misma boca del "sabio" anciano.Con la avidez de mis juveniles años me atreví a hacerle la importante pregunta -del misterio de la vida- que por milenios ha mantenido en ascuas al ser humano. Ante lo cual mi enterlocutor, accedio a responder generosamente....
Muchas gracias y agradeceria enormemente contactarme con personas que estuvoesen interesadas en recopilar mas antecedentes de Esta enigmatica persona.
E-mail: duhart1cl@yahoo.com
ResponderEliminarRecibo el siguiente comentario sobre nuestra visita al Salar del Huasco y su ermitaño, del señor Marcel Duhart:
Estimados amigos
Antes que nada agradecer al universo el poder escribir estas letras en memoria del Señor Fuchslocher.
Siendo yo un estudiante universitario en la ciudad de Iquique y tras haber visto un reportaje hecho a don Conrado en la television, supe de su internación en un hogar de ancianos de dicha ciudad. Sin dudarlo, y con mi espíritu ansioso de sabiduria, me entrevisté con tan digna persona. Libreta en mano, fui receptor de infinidad de ideas que fluían generosamente de la boca del "sabio" anciano.Con la avidez de mis juveniles años, me atreví a hacerle la importante pregunta acerca del del misterio de la vida, tema que que por milenios ha mantenido en ascuas al ser humano. Ante lo cual mi enterlocutor, accedió a responder generosamente.
Muchas gracias por su capítulo en el blog y agradecería enormemente poder contactarme con personas que estuviesen interesadas en recopilar más antecedentes sobre esta enigmática persona.
Atentamente,Marcel Duhart
(E-mail: duhart1cl@yahoo.com)
Marcel: gracias por tu reciente correo. Nos es muy útil seguir recibiendo comentarios sobre nuestros escritos en el blog. Cualquier información adicional que poseas en relación a don Conrado, el ermitaño del Huasco, será bienvenida y la publicaremos aquí mismo. De los escritos suyos que mencionas, nada se ha sabido. Ojalá no se hayan perdido.
ResponderEliminarPuedes confiadmente escribirnos a este blog si encuentras nuevas pistas sobre su vida y su obra.
Atentamente,
Dr. Horacio Larrain