jueves, 10 de febrero de 2011

Datos sobre las Minas de Huantajaya según documento del año 1792. Descripción de don Pedro de Ureta y Peralta.

Fig. 1. Portada del ejemplar del 1º de Noviembre del año 1792, de la revista peruana "Mercurio Peruano", publicado en Lima, donde se da cuenta de numerosas curiosidades históricas de la ciudad de Arica y su región. Allí, don Pedro de Ureta y Peralta , autor de la Descripción, nos habla de los ingresos de las Cajas Reales de Tacna, de los regimientos y cuerpos militares de la zona de Arica, pero, por sobre todo, se da particular énfasis a la descripción del Mineral de plata de Huantajaya, en el Partido de Tarapacá, mina muy pujante por entonces.

Habíamos prometido, en una entrega anterior de este Blog ( 4/12/2010 ) que profundizaríamos más en el tema de la explotación de este mineral de plata de Huantajaya, por la riqueza enorme que de allí se extrajo, lo que le diera, en su época, particular nombradía en todo el Virreinato del Perú, sólo superada en la época colonial por la riqueza del Cerro rico de Potosí, en Bolivia.

El objetivo del autor, entre otros señalados ex professo al final de esta entrega de la revista, es "advertir las preciosidades y riquezas de su territorio [Tarapacá] en los dos Reynos vegetal y mineral....". (pág. 143). A ello dedica dos y media páginas de su Revista, indicándonos con esto la importancia de este "ramo de la economía" de la región.

Analizaremos, aduciendo y comentando las propias palabras del autor, los temas enfocados por éste en su "Descripción de la Ciudad de Arica y su vasta jurisdicción correpondiente a la Intendencia de Arequipa en el Perú".

Después de referirse a los tributos en favor del hospital de San Juan de Dios en Arica, que señala muy arruinado por entonces, aboga decididamente por su pronto traslado a la ciudad de Tacna, debido al pésimo clima reinante en Arica, cuyo temperamento -dice- "no [es] el refugio de malos sino la destrucción de buenos....".

Informaciones sobre el mineral de Huantajaya y sus características.

A partir de la pág. 140, se refiere a la riqueza de este mineral en estos términos:

a. se señala primeramente que ostenta la gran ventaja -a diferencia de otros yacimientos minerales- que se encuentra al lado de la costa, lo que favorece indudablemente su beneficio;

b. Sobre sus orígenes indica:"se hallan divididos los Geógrafos sobre el tiempo en que fueron descubiertas estas minas". Tema que a él le parece del todo irrelevante. Pero es indudable que se sugiere, lo que por otros fuera afirmado por entonces o muy poco después (como por el conocido deán Echeverría, de la ciudad de Arequipa) que estas minas ya habían sido explotadas en época del Inca. Tal cosa era ya "vox populi" desde los tiempos del cronista soldado Pedro Pizarro.(cf. lo dicho por nosotros en este mismo Blog).

c. En todo el reino, no se encuentra otras minas de tal riqueza: " no se encuentran ningunas de su feliz fecundidad". ¿Por qué dice esto, cuando existía en esa época el cerro rico de Potosi?. Tal vez, porque a la fecha su explotación se encontraba ya en total decadencia.

d. Se extiende sobre el carácter propio de estas Minas. Y destaca las numerosas variedades y formas en que aparece aquí este mineral de plata:

"barra, plata blanca, plomo ronco, metal negro, llintería, plomo blanco, metal colorado, cochizo y plata gruesa, de cuyas nueve clases las siete primeras rinden poco màs o menos 25 marcos por arroba y 20 sus dos restantes, siempre que logren bastante xugosidad
(sic!)".

Tales denominaciones responden a diversas concentraciones del metal o a diversas sales de plata, con o sin aditivo de otros metales. Consideremos que un marco de plata equivalía en esa época a 1/2 libra, esto es a 230,046 gramos de plata y que 25 marcos significaban 5.751 gr. En decir de don Pedro de Ureta y Peralta, por tanto, por cada arroba de material extraído de los veneros, esto es, por cada 11.502 kg. de material se obtenían 5,75 kg de plata pura. Esto es, por cada tonelada de material removido se obtenía hasta o.5 kg. de plata pura.

"Esto marca la enorme diferencia con otras minas", dice don Pedro de Ureta : "esta sola demostración evidencia la notable y espantosa diferencia que hacen estas minas a todas las del Reyno". Advierte, sin embargo, que "estas sacas" - o sea, este rendimiento-- "no son las más comunes".

Si era tanta su producción, ¿por quí habían sido abandonadas?., nos podríamos preguntar. Lo responde el mismo Ureta y Peralta: "por el crecido costo que ocasiona su beneficio por la falta de agua de que carece este territorio y otros naturales obstáculos....". El problema principal de lo errático e incierto de su producción en determinados períodos estribaba, a juicio de don Pedro de Ureta, en la falta total de agua y recursos en la zona minera.

d. Rebate la creencia "antigua" de que el mineral no tenía "vetas fijas" , y atribuye el hallazgo o presencia de las famosas "Papas de plata" pura, a signos ciertos y precursores de la presencia de vetas. Señala que en su época (1792), los mineros se habían ya convencido de ello y tenían en actividad 18 minas.

e. La producción anual de plata, "en toda la ribera de Tarapacá" (esto es "Huantajaya", más "Santa Rosa" más "El Carmen" y probablemente también "Chanabaya") asciende anualmente a 80.000 marcos de plata fina que son fundidos y reducidos a moneda en las Cajas reales de Tacna, Carangas , Oruro y aún Potosí.

Esta producción corresponde a la enorme cantidad de 18.403,7 kg (18.4 ton.) de plata fina en el espacio de un año en la zona de Tarapacá. Esta cantidad es la que era "declarada" oficialmente en "Aduana"- como diríamos hoy- pues se sabe a ciencia cierta que un % muy elevado de la producción real o era intercambiada por mercaderías que arribaban por el puerto de Iquique, o se invertía clandestinamente en la compra de pólvora y otros enseres (sogas, envases cerámicos etc.) a los indios, o era sacada por "pallaqueros y zanapacos" de los desmontes y no era contabilizada ni mucho menos "quintada".(para el "quinto real" de la Corona).

f. Dedica un párrafo especial para intentar explicar el origen geológico de estas "papas de plata pura". Es sumamente interesante su reflexión:

"admira el modo de cuajarse de estos bolsones [de plata] si aquellas cubiertas, y aunque sujeto al juicio del físico este fenómeno, el mío me lleva a conocer que influyen en su formación los fuegos subterráneos que derritiendo con su actividad los metales en cercanos a los lugares de su inflamación, filtrándose el material por las porosidades de la tierra, y detenido porque ha parado el grado de calor que lo fomenta, se convierte en plata..." .

f. Nada sabía por cierto Ureta y Peralta del magma y de la existencia de material fundido a altísimas temperaturas bajo la corteza terrestre. Sin embargo, discurre acertadamente que este material fundido, "metalizado", se "filtra por las porosidades de la tierra" , aludiendo, de alguna manera, a formas de erupción magmática desde las profundidades que lograron alcanzar la superficie.

g. Nos indica un dato precioso: algunas fechas en que fueron halladas "papas de plata pura" en este yacimiento de Huantajaya. Lo reduzco a esta pequeña Tabla:


Fecha - Peso en arrobas - Peso en Kg. - Mina de origen - Minero

1758----32 arrobas (=368.06 kg)--- "Mina del Coronel" --(Basilio de la Fuente)

1789 ---8 arrobas (=92,o1 kg) ---"De los Loayza" -- -(¿Hijos de Juan de Loayza?)

1750----(no lo recuerda) ------- s/d ------- --------------- s/d


h. En esta última referencia, Ureta y Peralta alude a una "papa" que se hallaba en posesión de su padre "entre las alhajas de su equipaje", y señala que se trataba de una papa de plata pura que presentaba, en todo el contorno de su cuerpo, una faja de oro, del ancho de una pulgada del pie de París, [esto es, 25,4 mm o 2,54 cm] "papa" que causaba gran admiración a quienes la veían.

i. Por último, nos señala don Pedro de Ureta y Peralta que en Tarapacá, por su gran riqueza en metales, se está meditanto seriamente constituir una "Sociedad Mineralógica" para el estudio de sus yacimientos, al estilo de la ya existente en la ciudad de Arequipa.

Asombra el acabado conocimiento que por entonces se tenía en Arica acerca de la productividad de este yacimiento. Pero del texto de este personaje ariqueño de la Colonia tardía, no podríamos inferir que su autor haya estado en persona en el Mineral, y más bien nos hace sospechar que su información proviene de los tiempos de su padre, cuando éste era Corregidor de Arica. Información, en todo caso, procedente de muy buena fuente.

De todos modos, el aporte de este autor al conocimiento de la riqueza metálica del mineral de Huantajaya es de gran valor para su historia económica, y nos explica perfectamente bien por qué, por esas mismas fechas, el Gobernador Interino de Potosí don Vicente Cañete y Domínguez, propusiera a su Majestad el Rey que este territorio de Tarapacá fuera anexado a la Intendencia de Buenos Aires, para ser mejor administrado y fiscalizado desde Potosí, más próximo que Arica o Tacna.

viernes, 4 de febrero de 2011

Un documento privado sobre La Ley Indígena de 1972: consulta del Gobierno a científicos de la época.

Página 1. Texto de la carta enviada por el entonces Director del Instituto de Desarrollo Indígena (IDI), don Sergio Rivas Alonso al suscrito, por entonces profesor de Antropología en la Pontificia Universidad Católica de Chile (Instituto de Geografía). El documento ajado por el paso del tiempo y ya de un acentuado color sepia, denota el maltrato sufrido en antiguos archivadores llenos de documentos antiguos.

Página 2. Cuestionario, Primera Parte. En letra manuscrita en rojo, nuestro primer punteo para elaborar una respuesta.







Negrita Cursiva
Color del texto
Justificar a ambos lados
Lista numerada
Página 3. Últimas dos preguntas del Cuestionario de once preguntas.

Un antiguo Cuestionario propuesto por el IDI en 1975.

Damos a conocer hoy un antiguo documento del año 1975 -"reservado" en su momento- que revela la intención de mejorar y poner al día la Legislación Indígena Chilena, la que prácticamente dejó de operar con el Golpe de Estado de Septiembre de 1973. Por su carácter de "reservado" ha sido muy poco conocido y analizado por los investigadores que se han especializado en el tema de la evolución y desarrollo de la Legislación Indígena en nuestro país. Como nos fuera enviado directamente a nosotros, en esa época, para su discusión y análisis, nos hemos decidido a publicarlo y comentarlo en nuestro Blog. Creemos que constituye un elemento de juicio valioso para comprender cómo enfocaba la autoridad de entonces la situación de los grupos étnicos del país ante una Ley Indígena que, por la situación política del momento, había quedaba prácticamente ya como "letra muerta".

Los beneficiarios de la Primera Ley Indígena Chilena.

La Ley Indígena Nº 17.729 había sido promulgada por el Presidente socialista Salvador Allende Gossens el 26 de Septiembre de 1972, es decir exactamente un año antes del Pronunciamiento Militar de 1973 que lo derrocó. Su discusión había durado cerca de un año y en ella habían participado numerosas agrupaciones indígenas (todas mapuches), tanto de carácter nacional como locales. Esta Ley - la primera de carácter general para enfrentar el problema indígena en Chile- había sido concebida en el marco y contexto de la Reforma Agraria.

Como bien señala el historiador José Bengoa, "se trataba de buscar la forma para que los indígenas se beneficiasen del proceso de reforma en curso. Se buscaron muchos mecanismos para ello, con el objeto de ampliar las tierras de las comunidades indígenas" (Bengoa, en "Breve Historia de la legislación Indígena en Chile" , documento publicado por la "Comisión Especial de Pueblos Indígenas" (CEPI), Santiago, Octubre 1990).

Es bien sabido que dicha Ley sólo tomó en consideración a los indígenas de la etnia mapuche, cuyo viejo problema histórico de litigio de tierras trataba de alguna manera de enfrentar y compensar, pero dejaba absolutamente de lado a todas las otras agrupaciones étnicas de nuestro territorio. Es decir, se partía de la base errónea de que los demas grupos indigenas no enfrentaban problemas de tierras en sus lugares de origen, ya que, por el fuerte mestizaje sufrido a lo largo de la historia colonial, no poseían las características de pureza racial y lingüística, tan propias de los grupos mapuches. Como la temática se refería al rubro "tierras", la problemática indígena siempre quedó únicamente circunscrita al Ministerio de Agricultura, y sólo a las regiones tradicionales de población mapuche o araucana, esto es, a las actuales Regiones IX y X, situadas al sur del río Biobío.

Los grupos étnicos excluidos de dicha Ley de 1972.

Con ello, las agrupaciones indígenas de la Isla de Pascua (rapanui), los aymaras y quechuas del Norte Grande y los reducidos grupos de indígenas de Aysén y Magallanes, kaweshkar y yaganes, quedaban ipso facto totalmente al margen de la Ley. Esta no los contemplaba en absoluto. El documento que aquí comentaremos, justamente intentará, por vez primera, enfrentar la realidad total del poblamiento indígena en nuestro país, bastante más compleja de lo que la Ley Indígena de 1972 contemplara. en su momento. Para sopesar la opinión de antropólogos, sociólogos y geógrafos sobre este espinudo tema, la CEPI de entonces, por medio de su Director General don Sergio Rivas Alonso, nos envió el Cuestionario que aquí publicamos y que, al parecer, es pràcticamente desconocido en el medio antropológio nacional.

Un documento con carácter de "reservado".

El suscrito recibió este documento, con carácter de "reservado" siendo miembro del Instituto de Geografía de la Pontificia Universidad Católica de Chile el día 14 de Noviembre de 1975.

Visto y examinado con los ojos de hoy, el presente documento se nos antoja como casi "primitivo". Es tanto el camino que han recorrido nuestras instituciones que tratan del problema indìgena nacional en los últimos 35 años, y tantas las transformaciones que ha sufrido el enfoque del tema indígena, a nivel administrativo, legislativo y académico, que su análisis nos resulta hoy casi ingenuo. No lo es tanto, sin embargo.

Porque si tenemos en consideración que el documento procede de la mano de un ingeniero agrónomo y no de un antropólogo o etnólogo, valoramos el esfuerzo desplegado entonces por poner sobre el tapete un problema que ya desde los tiempos de don Bernardo O´Higgins se presentaba como patente y real: la "incorporación" o la "reducción" del mundo indigena a la soberanía nacional. ¿Cómo lograrlo?.

Supervivencia del "problema indígena" en Chile.

Problema hasta hoy no resuelto, como lo demuestran las recientes manifestaciones en Temuco con motivo de la huelga de hambre de comuneros mapuches recluídos en cárceles acusados de diversos atentados contra las Compañías Forestales que se habían apropiado, mediante métodos muy discutibles, de sus tierras ancestrales, convirtiendo sus antiguos bosques, ecosistemas y vertientes en fuentes de celulosa virgen.

Los herederos discutibles de las tierras indígenas mapuches. Las consecuencias de su acción presuntamente "reforestadora".

¿Cuál fue la consecuencia inmediata?. La desaparición y extinción irremediable de enormes áreas de bosque nativo pluriespecífico local, la muerte de sus especies endémicas de flora y fauna, y su irreparable suplantación por "bosques" de Pinus insignis y Eucalyptus spp. "Bosques" en estricto sentido botánico, ciertamente no; "fábricas de madera", sí. Eso son, ni más ni menos. Asombra, sin embargo, que los grandes consorcios madereros hayan podido acceder a créditos estatales y usufructuar de los enormes beneficios del Decreto Ley Nº 701 sobre plantaciones forestales.

En este contexto, es de gran interés ver qué tipo de preguntas se nos hacía por aquellos años, pues este Cuestionario revela la inquietud subyacente entre las autoridades del Ministerio de Agricultura de la época y, más concretamente del Instituto de Desarrollo Indígena y su jefatura por entonces.

Comentario al Cuestionario de 1975.

1. La pregunta número dos, sugiere que no pocos por entonces considerábamos errónea la dependencia de este organismo de asuntos indígenas de un Ministerio de Agricultura. Pues existían grupos indígenas en zonas de nula o muy escasa agricultura. El caso típico eran los indios nómades canoeros de los canales magallánicos (yaganes y kaweshqar) y los aymaras del sector altiplánico del extremo norte chileno, mayoritariamente pastores de camélidos y/o pequeños cultivadores. Por entonces (1975) nadie pensaba en incluir entre las agrupaciones "indígenas" del territorio patrio a los lickan antai o atacameños, a los rapanui de Isla de Pascua o a los collas del interior de la IIIª Región. Mucho menos a los diaguitas, cuya existencia como etnia indígena ut sic era por entonces impensable. A los diaguitas" se les suponía ya extinguidos a fines del siglo XVIII.

2. La pregunta Nº 4 sugiere que existía cierta unanimidad en cuanto a que esta Ley 17.729 estaba enfocada sólo a resolver algunos problemas puntuales derivados de la aplicación, desde la época del Presidente Eduardo Frei Montalva, de la Reforma Agraria. Pero era un tema sólo referido a las tierras y, en alguna medida, a conceder becas a los hijos de mapuches para fomentar su educación.

3. En el caso de la pregunta Nº 5, nosotros ya sugeríamos por entonces que parecía necesario definir con precisión qué ha de entenderse por "indígena," para evitar que cualquier agrupación, en cualquier parte del territorio, se arrogara tal cualidad, sin base histórica científica alguna, y solo con el objetivo no confesado de "medrar" a costa de sus beneficios.

4. Esta pregunta ya parece sugerir que flotaba en el ambiente la idea, todavía incipiente, de crear una "Ley especial" para todos los indígenas de Chile. ¿Pero, ¿cuáles eran las etnias que podrían considerarse para tal efecto?. Nosotros, por entonces, considerábamos que debía incluir al menos a los aymaras, a los alacalufes o keweshsqar y a los rapanui de Isla de Pascua como legítimos representantes del mundo indígena nacional. Años después, hacia 1986, adquirimos la certeza, al realizar trabajos de campo antropológico entre los pueblos atacameños del Salar de Atacama y del área situada al Norte de Calama (afluentes del río Loa) , que los lickan antai conservaban suficientes elementos de su antigua cultura como para ser considerados "indígenas".

5. Las preguntas 9 y 10 aluden a la discutida existencia de "valores" propios de estas culturas, diferentes de los nuestros. Porque la existencia de estos "valores propios y distintivos", constituiría, ipso facto, un argumento en pro de su protección y salvaguarda.

6. La pregunta Nº 11 se conecta con nuestro apunte sugerido a la pregunta Nº 6 acerca de la Sede posible para este organismo. Apuntábamos tentativamente por entonces a la existencia de tres sedes de un organismo nacional: a) una para la zona norte; b) otra para la zona sur y un a tercera: d) para los isleños Rapanui, con sede en el centro del país.

Observaciones finales.

De esta suerte se sugería en las preguntas de este Cuestionario varios de los problemas a los que por entonces no se daba aún respuesta clara y precisa: a) qué agrupaciones debían ser considerados indigenas y en qué zonas del país; b) necesidad de fijar un "criterio" para distinguir claramente entre indígenas y no indígenas; c) establecer con claridad los "valores" propios y característicos de estas etnias y determinar por qué deben ser protegidos y salvaguardados; y d) Necesidad de crear un organismo rector del problema indígena, de carácter nacional, independiente del problema de la tenencia de las tierras, que tuviera el poder de atacar el tema indígena en todas sus dimensiones: cultural, regional, histórica y económica.

Pasarán años antes de que la nueva Ley Indígena 19.253, promulgada el 5 de octubre de 1993, en tiempos del Presidente Patricio Aylwin Azócar, pusiera sobre el tapete legal muchas de las temáticas discutidas en este Cuestionario.

Lamentablemente no he encontrado todavía el texto de mi propia respuesta a este Cuestionario, enviada al IDI en ese entonces. Mi opinión de aquella época sólo queda reflejada débilmente en unos cuantos trazos escritos en lápiz rojo. Tampoco puedo ya recordar hoy oon precisión el tenor de mi respuesta completa en aquel año 1975.

Los problemas no resultos aún en el tema indígena nacional.

Tanto más nos sorprende hoy (2011) cuando constatamos que temas como el de los "territorios" indígenas" o el de la Organización Nacional y sus competencias, son nuevamente puestos severamente en tela de juicio por el actual gobierno del Presidente Sebastián Piñera. O cuando observamos incrédulos la forma como se evita sigilosa pero sistemáticamente dar un fiel cumplimiento al Convenio nº 169 de la O.I.T, suscrito por le Gobierno de Chile en el año 2009, soslayando la aprobación e intervención directa de las comunidades indígenas aledañas en Proyectos extractivos o turísicos de diversa magnitud en tierras indígenas.

Por lo visto, el mundo indígena, su cultura y territorios, aún tendrán mucho que esperar para ver satisfechas sus legítimas demandas históricas. Parecería, por tanto, que "el horno no está aún para bollos", como reza el sabio refrán castellano.