domingo, 10 de octubre de 2010

El bosque húmedo de Fray Jorge en 1982: Visita de estudio.

En las páginas ilustradas que siguen más abajo, hemos querido reproducir un antiguo artículo nuestro, publicado en la revista Creces (vol. III, Nº 5, 1982: 30-36) de Santiago. La revista, editada por entonces por el periodista taltalino Sergio Prenafetta, era una de las pioneras en la temática ecológica, buscando sensibilizar a su público culto en lo que se refiere a la conservación y protección de la naturaleza.

Por entonces también, nosotros mismos, con Pilar Cereceda Troncoso y un inquieto equipo de jóvenes geógrafos de la Pontificia Universidad Católica de Chile, iniciábamos estudios de las neblinas costeras o camanchacas, en la zona costera de El Tofo, a unos 75 km al norte de la ciudad de la Serena, para descubrir, describir y analizar su potencial y sus características físicas.

Iniciábamos por dichas épocas un largo y fructífero trabajo de investigación de la zona costera de El Tofo, trabajo que remataría pocos años después (1992) en la entrega oficial de agua potable de la nube a la caleta pesquera de Chungungo. Esta gesta homérica - la primera realizada con éxito en Chile- concluyó con la instalación de más de 100 atrapanieblas, provistos de doble malla raschel, sobre fuertes postes de eucaliptus. Cada uno de ellos, tenía una superficie de captación de aproximadamente 48 m2 . Esta gigantesca instalación, que cubrió los cerros de una bizarra colección de captadores de malla negra, surtió por espacio de casi cuatro años a esta caleta, llegando ésta a doblar casi su población en dicho período. Fue la primera experiencia exitosa, en gran escala, de captación de niebla para uso humano. Experiencia inolvidable que nos llenó de gozo a los que fuimos sus entusiastas iniciadores allá por los años 1980.

Poco después de publicado este artículo, tocó al suscrito en el curso del año 1983, iniciar la replantación de especies nativas forestales en una parcela forestal de una hectárea cuadrada, a unos cinco kilómetros al norte de la zona boscosa tradicional de Fray Jorge. que aquí mostrsaos en imágenes Intentábamos comprobar que, especies autóctonas y aún alóctonas podrían sobrevivir en ese ecosistema de niebla, solamente apoyados por la camanchaca costera.

Semanas pasadas en carpa, mojados hasta los huesos, sin poder secar nuestros zapatos, calcetines y cortavientos, fueron testigos de esta odisea de vivir en un ambiente saturado de un 100% de humedad, por muchas horas al dia. Dura experiencia que vivimos en el invierno de los años 1983 y 84. En aquellos días- lo recuerdo bien y lo tengo registrado en mis diarios de campo (volúmenes 13 al 30), plantamos especies nativas de olivillos, arrayanes, boldos, peumos y plantas exóticas de eucaliptus y aromos de varias especies, para poder estudiar in situ su crecimiento y desarrollo.

El bosque higrófilo de Fray Jorge es un ecosistema vegetal relicto costero, que se sitúa entre los 30º 38´S y 30º 43´S en la zona denominada "Altos de Talinay, en el extremo sur de la IV Región de Chile. Se encuentra a los 700 m. de altitud sobre el nivel del mar y enfrenta directamente el mar de donde viene la potente masa nubosa que mantiene su humedad. Se le ha llamado también "bosque valdiviano", porque el monto de precipitación allí presente, gracias a la camanchaca, alcanza a más de 1.000 mm de agua caida, como lo demostró Jochem Kummerov en el trabajo citado más arriba, y porque varias de sus especies vegetales arbóreas se encuentran tan sólo a partir de la latitud de la ciudad de Valdivia. (39º 38´S), esto es, a nueve grados geográficos de distancia.

En el trabajo que presentamos hoy, se muestra una escena de la visita efectuada al oasis de niebla de Fray Jorge en Junio del año 1982, por un pequeño grupo de estudiosos del fenómeno de la neblina costera, en torno a la figura señera de uno de los hombres que por esos años más hizo en favor de este tipo de estudios. Se trata del hidrogeólogo holandés Christiaan Gischler, por entonces responsable de la Oficina de UNESCO en Montevideo (Uruguay) a cargo de las investigaciones sobre hidrología y aguas subterráneas.

Fue Gischler el artífice de este grupo de estudio de la niebla o potencial hídrico, quien con denodado entusiasmo aportó los fondos y logró reunir a ingenieros, agrónomos, geógrafos, botánicos, físicos y antropólogos para el estudio integral de este fenómeno. Sin su decidido apoyo, ni Carlos Espinosa, en Antofagasta, ni nosotros, en El Tofo, habríamos podido llevar a buen término nuestras investigaciones. Es por lo tanto, un deber nuestro recordar aquí, con especial afecto y aprecio, su cálido apoyo a nuestras incipientes exploraciones del fenómeno de la camanchaca. Gischler es hoy, lamentablemente, uno de los grandes héroes olvidados en esta gesta. Muy pocos lo recuerdan hoy. Por eso nuestro énfasis en su recuerdo y grata memoria.

Tan importante ha sido su contribución a este tema de las investigaciones hídricas, en la costa pacífica, que publicó en 1991 un excelente trabajo de síntesis de los esfuerzos realizados tanto en Chile como en Perú en pro de la captación de la niebla atmosfèrica, con el nombre de The missing link in a production chain, vertical obstacles to catch Camanchaca (impreso en la Oficina Regional de la UNESCO para la Ciencia y Tecnologìa para America Latina y El Caribe - ROSTLAC-, Montevideo, Uruguay, 1991, 197 páginas).

Obra que ningún estudioso de este fenómeno puede desconocer o ignorar. Uno de sus mayores méritos es haber reunido prácticamente toda la bibliografìía accesible en la época, con la contribución de todos aquellos que por esos años investigábamos este fenómeno y sus ecosistemas. No pocas fotografías de la época realzan este estudio, hasta ahora sin duda el más completo existente sobre este tema en nuestro país.

He aquí el artículo de marras, publicado en Creces, en Mayo de 1982, hace ya casi 30 años:


Páginas 1 y 2 con las Fotos 1 (arriba) y 2 (abajo). En esta última se puede observar a C. Gischler de espaldas, explicando al grupo mixto peruano-chileno reunido por él frente al punto de ingreso del área antigua forestada del oasis de Fray Jorge, en la IV región de Chile. A la derecha de Gischler, Guido Soto de la CONAF , IV Región.


Pagina 3




Este breve artículo de 7 páginas de la revista Creces, de Mayo de 1982, compendia bien nuestros primeros esfuerzos por entender y profundizar el ecosistema de niebla de este oasis. Nuestras investigaciones sobre la niebla se iniciaron sólo a partir del mes de Mayo del 1980. Por entonces, sin embargo, nuestro enfoque eco-antropológico ya es perfectamente perceptible en nuestro análisis, enfoque al que hemos querido ser fieles hasta el día de hoy.

En este enfoque, insistimos en que es del todo imposible llegar a entender en plenitud el poblamiento humano de una región, o comarca sin previamente haber profundizado en sus parámetros ambientales, conociendo lo mejor posible sus aspectos tanto fisicos como biológicos. Y el factor clima, con su influjo directo sobre el modo de vida y comportamiento humano, es algo decisivo.

Acerca de este Parque Nacional, su geografía, flora, fauna y ecología, existe un valioso estudio editado por la Universidad de La Serena, en el año 2004, intitulado: Historia Natural del Parque Nacional Bosque Fray Jorge, que engloba numerosos artículos escritos por distinguidos especialistas de varias universidades chilenas. A este excelente monografía remitimos a nuestros lectores deseosos de saber màs sobre este sorprendente oasis de niebla,
relicto de hace más de 30.000 años de evolución.

Este Parque con sus 9.959 há ha sido declarado "Parque Nacional" de Chile en 1941, y en 1977 fue declarado por UNESCO "Reserva Mundial de la Biósfera" por su riqueza florística y faunística en una zona de fuerte desertificación actual.

miércoles, 6 de octubre de 2010

El Salar del Huasco: hoy Parque Nacional. Expectativas y recelos.

Foto 1. David Esteban representante de las familias afectadas de la zona del Huasco, lee un documento en que se reclama contra la Declaratoria de "Parque Nacional" por parte de las autoridades del Estado, el 5/10/2010. ( del Diario "La Estrella" de Iquique, 5/10/2010). En repulsa al hecho, la comunidad aymara no realizó rito alguno a la pachamama, como lo hace siempre en todas sus actividades importantes. Hacerlo en esta ocasión habría significado aprobar y estar de acuerdo con lo realizado por el gobierno. En rechazo, se mantienen a prudente distancia, mostrando su disconformidad.

Foto 2. El corte de cinta proclamando la inauguración oficial del Parque Nacional. Detrás, familias aimaras protestan por el Acto, enarbolando un lienzo y dando a conocer len un comunicado, los poderosos motivos de su oposición al Acto. (Diario La Estrella de Iquique, 5/10/2010).

Foto 3. Los representantes del gobierno en la ceremonia. (Diario "La Estrella" de Iquique, 5/10/2010).

Foto 4. Foto tomada en Mayo del año 1982, con ocasión de nuestra visita al ermitaño del Huasco, Conrado Fuchslocher. (Foto H. Larrain).

Visitantes de Gobierno en el altiplano aimara.

El día de ayer 5 de octubre de 2010 hubo visitas de cuello y corbata en el altiplano chileno, a 3.800 m de altitud. Se hicieron presentes el Ministro de Agricultura, José Antonio Galilea, la Intendenta Regional, Luz Ebensperger y el director de CONAF Eduardo Vial Ruiz Tagle en la ceremonia de la declaratoria oficial del Salar del Huasco como "Parque Nacional de Chile". Cuatro meses antes, se había publicado el anuncio en el "Diario Oficial" de Chile. Hoy se hacía realidad. Sólo para el Gobierno, no para los habitantes del Salar, como veremos.


Un cartel desplegado contra la "Declaratoria de Parque Nacional".

Mientras las autoridades realizaban ostentosamente el rito del "corte de cinta", símbolo urbano de la inauguración, pocos metros más atrás un grupo de más de 20 comuneros indígenas, dueños ancestrales de estas mismas tierras, en las que sus antepasados han vivido por centurias, reclamaban contra el Acto enarbolando un gran cartel donde se podía nítidamente leer: "No al Parque Nacional Huasco. Respeto a la propiedad ancestral".

Enhiesta y orgullosa, flameaba a su lado la bandera de la identidad indígena aymara, la característica wiphala, su bandera de lucha. Era su forma de expresar su protesta pacífica pero enérgica contra dicho Acto, considerado por ellos como atentatorio a su dignidad y a su sentido de propiedad. Las fotos tomadas del diario de hoy, "La Estrella de Iquique", y que reproducimos arriba, son elocuentes.

Carta de protesta formal de la comunidad aymara.

El representante designado por las familias indígenas aymaras de la región, David Esteban, vestido a la usanza aymara, de poncho y sombrero alón, subió al podio para expresar su encendida protesta por esta intromisión del Estado en sus tierras de bofedales y pastoreo. Leyó allí, ante la mirada atenta de llamos y alpacas, una carta dirigida al Ministro de Agricultura expresando su fuerte repulsa a esta "Declaratoria" por no reconocerse en ningún momento la propiedad ancestral sobre estas tierras y hacer caso omiso de su oposición como comunidad dueña. Representantes de varias comunidades indígenas aledañas, apoyaron a este dirigente.

Esta "Declaratoria" no siguió los canones jurídicos.

Alegó el representante en su nota dirigida al Ministro del ramo que se ha violado así flagrantemente los pactos internacionales de Viena y San José de Costa Rica y las explícitas recomendaciones de las Naciones Unidas en relación a la ingerencia externa en territorios indígenas. Las comunidades interpusieron, en consecuencia, en derecho, un "recurso de protección" en la Corte de Apelaciones de Iquique por este hecho considerado por ellos como atentatorio contra sus legítimos derechos.

¿Qué significado tiene este acto de reclamo?. ¿En qué se fundamenta?.

El Artículo Nº 6 del Convenio 169 de la Organización del Trabajo (OIT). establece perentoriamente:

"Al aplicar las disposiciones del presente Convenio, los gobiernos deberán:

a) consultar a los pueblos interesados mediante procedimientos adecuados y en particular a través de sus instituciones representativas, cada vez que se prevean medidas legislativas o administrativas susceptibles de afectarles directamente".

b) establecer los medios a través de los cuales los pueblos interesados puedan participar libremente, por lo menos en la misma medida que otros sectores de la población, y a todos los niveles en la adopción de decisiones en instituciones electivas y organismos administrativos y de otra indole responsables de políticas y programas que les conciernan". (Convenio 169 de la OIT sobre pueblos indígenas y tribales en países independientes", Santiago, Oficina Internacional del Trabajo, 2010, 5ª edición, pg. 29).

Este artículo exige la realización de una consulta previa mediante sistemas acordes con sus instituciones. En esta caso, sus propias organizaciones indígenas. Que este tema de la constitución de un Parque Nacional en sus territorios ancestrales les concierne directamente, es más que claro, pues puede cambiar y seguramente va a cambiar su modo de vida en variados aspectos.

¿Por qué no se realizó una auténtica "Consulta" a las comunidades afectadas?.


Tal "consulta previa" exigida por el Convenio, en realidad no se hizo. Sabemos que sólo se les citó a un par de reuniones, en las que por cierto nada se les dijo acerca de sus derechos ni menos aún, sobre aquellos que les conciernen bajo el mandato del Convenio Nº 169. "Participación", en el sentido expresado en la letra b), ciertamente no la hubo. Por el contrario, hubo reticencia y recelos en la mayoría y/o franca oposición desde el principio. A posteriori se enteraron de los derechos que emanaban para ellos del Convenio 169, derechos que la CONADI regional, por lo demás, jamás se tomó la molestia de explicarlo claramente a la comunidad, como debió hacerlo.

Por otra parte, el artículo 7 del mismo Convenio señala, en lo que respecta al desarrollo y su forma de encararlo:

"Los pueblos interesados deberán tener el derecho de decidir sus propias prioridades en lo que atañe al proceso de desarrollo, en la medida en que éste afecte a sus vidas, creencias, instituciones y bienestar espiritual y a las tierras que ocupan o utilizan de alguna manera, y de controlar en la medida de lo posible, su propio desarrollo económico, social y cultural. Además, dichos pueblos deberán participar en la formulación, aplicación y evaluación de los planes y programas de desarrollo nacional y regional, susceptibles de afectarles directamente."

Si nos fijamos bien e interpretamos correctamente (ad litteram) los términos del Convenio Nº 169 en el artículo recién señalado, podremos constatar que nada de lo que éste exige se ha cumplido aquí en el Salar del Huasco. Absolutamente nada. Ni siquiera se notó que hubo la intención de hacerlo. Se ha procedido ahora igual como se procedió hace muchos años atrás, antes de la firma del Convenio 169 (que data sólo de agosto del 2009) con las comunidades aledañas al lago de Chungará, cuando se constituyó el Parque Nacional Lauca el año 1970.

Lamentablemente, una vez más, se volvió a considerar a las comunidades indígenas como niños imberbes, a los cuales hay que señalarles lo que deben hacer, por no tener capacidad de "discernimiento".

Estamos a años luz de actuar como un pueblo civilizado que respeta su Tratados Internacionales. El Convenio Nº 169 no es un "Convenio" cualquiera. Tiene rango constitucional y no puede ser ni siquiera "interpretado" al arbitrio del gobernante de turno.

El Estado chileno, al firmar este Instrumento legal el año 2009, después de tantos años de dilación, parece no haberse dado cuenta de las verdaderas obligaciones que dicho Convenio le imponía y de las profundas modificaciones legales que suponía su correcta ejecución.



Y ahora, ¿qué hacer?.

Simplemente no hay otra salida que darle cumplimiento, ahora o en un futuro cercano. El gobierno dispuso de un año completo (agosto 2009 agosto 2010) para adecuar toda su legislación (Minera, DGA, de Comercio, Código de aguas, etc) a las exigencias del presente Convenio que el mismo firmó. No lo hizo, y lo que acabamos de presenciar ayer en el Salar del Huasco revela, a las claras que este nuevo Gobierno - al igual que el anterior- en nada ha cambiado sus posturas respecto al enfoque de sus relaciones con los pueblos indigenas, y sigue tratándolos como niños a los cuales se puede convencer de que el Estado sabe mucho mejor que ellos qué es bueno para ellos. Una nueva manifestación de "paternalismo" que ha prevalecido siempre en el trato con las etnias.

Ciertos hechos nos dejan entrever que estamos de vuelta a un pasado que creíamos superado.

Aunque duela señalarlo, no es mucho lo que hemos avanzado en este terreno de las relaciones con las etnias originarias respecto al trato con los indios en tiempos de las Encomiendas, durante el Coloniaje. Antaño se compraba a los caciques locales con prebendas y agasajos o con el título de "Don"; hoy se compra a algunos con regalos y promesas para poder acatar la decisión estatal ya preestablecida, o para romper la unidad del movimiento indígena que reivindica sus legítimos derechos consagrados tanto por la Constitución, como por lna legislación internacional, vinculante para nosotros.

Pero hay una diferencia substancial: hoy las comunidades y sus líderes naturales saben más y conocen mucho más acerca de sus derechos. Y están dispuestos a hacerse respetar.

Y el Convenio Nº 169 es el cuerpo legal que internacionalmente se los garantiza hoy, aunque moleste a algunos que propician un tipo de desarrollo hecho a la medida de un Gobierno de corte fuertemente neoliberal.

¿Qué salida se vislumbra hoy a este grave problema?

La única salida a este impasse es sentarse honestamente a deliberar con ellos, como comunidad, para saber qué quieren para sí los indígenas sin presiones, sin dádivas, sin migajas, sin falsas expectativas, respetando el tipo de desarrollo que ellos quieran para sí, el que, tal vez, pueda ser muy diferente del nuestro, fuertemente influenciado por el individualismo exacerbado que hoy corroe nuestro sistema democrático. Esto sería una verdadera "consulta", seria, profunda, ilustrada. No la que se hizo en el caso presente, "entre gallos y medianocche", como para sorprender a incautos.

sábado, 2 de octubre de 2010

Ritos religiosos de los indígenas Chamulas, en México en Noviembre 1968.


Me ha parecido pertinente, para que no queden en un total olvido, rescatar estas viejas páginas de mi "Diario de Campo" (Volumen 2-A), que describen circunstancias curiosas de un viaje a Chiapas, México en 1968. La expedición fue organizada por el geógrafo norteamericano John M. Ball de la Universidad de Giorgia (USA) y la joven géografa inglesa Diana Podd. John nos contrató, en calidad de intérpretes (pues el hablaba muy poco español) a la que fuera mi esposa, María Cristina Mardorf y a mí, para que les acompañáramos durante la larga travesía de investigación. Nuestro rol, como antropólogos e intérpretes, consistió en entrevistar a personas que de mutuo acuerdo elegíamos, y anotar día a día las observaciones de campo que recogíamos cuidadosamente en una grabadora. Un viejo pero poderoso Chevrolet de color celeste fue el hogar de los cuatro viajeros por esos largos meses.

Objetivo de la expedición.

El objetivo fue recopilar antecedentes de carácter geográfico y antropológico para estudiar el problema de la migración campo-ciudad desde un ángulo geográfico-antropológico. Para ello, debimos visitar un conjunto de cerca de 40 Municipios rurales en varios estados de la república mexicana. Por entonces, me encontraba terminando mis estudios de Arqueología en la Escuela Nacional de Antropología e Historia (ENAH) de México, adscrita a la Universidad de México (UNAM).

El viaje de más de tres meses de duración se realizó en dos etapas, y nos condujo por varios municipios rurales de cinco estados de la república mexicana, permaneciendo 2-3 días en un municipio previamente determinado. Se entrevistó allí a autoridades civiles y religiosas, en especial párrocos, a periodistas locales, a connotadas personalidades conocedoras de la región y a especialistas, si los había. La idea era formarse una concepción clara de las razones que inducían a los lugareños a migrar a las ciudades más grandes.

Nuestro encuentro con la religiosidad chamula.

En una de estas visitas, en el pueblo de San Juan Chamula, en el estado de Chiapas, México, nos encontramos por entonces con una situación de alto interés antropológico desde el punto de vista de la antropología religiosa, la ritualidad y la pervivencia de antiguas creencias religiosas de origen indígena.

He aquí el viejo texto, rescatado del polvo de un viejo anaquel de biblioteca (1968, pp. 139-144):




Comentario antropológico.

En nuestro Blog hemos presentado ya varios lugares de arte rupestre en Tarapacá (Cf., entre otros, segmento titulado: "Un enigmático santuario de representaciones rupestres. Tarapacá-47"). Allí hemos tenido la ocasión de presentar imágenes visuales de lo que creemos fue un "Centro Ceremonial prehistórico", y aventuramos algunas hipótesis explicativas. Estimamos que puede ser de gran interés cotejar la realidades cúlticas observadas aquel año 1968 en Chiapas, en el sur de México, entre los indios chamulas, con lo examinado por nosotros hace sólo un par de meses, en el área de numerosos petroglifos de carácter ritual, en las proximidades del pueblo actual de Tarapacá, en la Iª Región de Chile.

Constantes antropológicas: las expresiones rituales

Sospechamos que hay ciertas constantes en la práctica de la ritualidad que se repiten en muchos lugares, aún entre culturas diferentes, y en lugares muy distantes entre sí. La inolvidable experiencia vivida por nosotros en aquella memorable ocasión, un 17 de Noviembre de 1968, esto es hace casi exactamente 42 años, ha dejado en nosotros un recuerdo imborrable hasta hoy. Gracias al antiguo texto escrito que aquí presentaremos, me es posible revivir hoy, con mucha crudeza, esos momentos de fuerte emoción religiosa, en contacto con un pueblo profundamente imbuido de un potente sentimiento religioso ancestral, situación que nos ha permitido no sólo rememorar esos instantes, sino también, enhebrar una reflexión sobre su profundo contenido mítico, místico y de hondo contenido religioso humano.

El encuentro con el Padre Leopoldo Hernández.

En esa ocasión, fue muy notoria, casi chocante, la diferente expresión de práctica religiosa. Mientras el padre Leopoldo Hernández celebraba en el altar mayor del presbiterio la Santa Misa católica en compañía de unos 15 chamulas cristianos, hombres y mujeres, y nuestro exiguo grupo expedicionario, siguiendo fielmente el ritual consagrado por la liturgia católica de acuerdo a un bien definido contexto, gran número de familias chamulas "paganas", hacían sus propios rituales, libaciones y consumían su comida ceremonial con botellas de aguardiente, refrescos y huevos. El espectáculo para nosotros fue sorprendente, por decir lo menos.

Las formas de expresión cúltica de los chamulas.

Cada familia, rodeada de sus hijos, estaba sentaba delante de alguna de sus imágenes católicas preferidas en el interior del templo. Había allí alineadas, a ambos costados de la nave, central un enorme número de imágenes. Nadie miraba hacia el altar mayor (el que permanecía totalmente ignorado) , lugar donde el padre celebraba piadosamente su Misa. sino hacia los costados donde se alineaban en fila, a poco distancia una de la otra, las imágenes religiosas. Todas representaban santos católicos, con sus ropajes característicos. Las imágenes se veían sucias, empolvadas, manchadas por el cerote de las velas que ardían continuamente y por la costumbre común de tocar o besar sus vestiduras. La parte central de la nave de la iglesia estaba repleta de familias chamulas que, como se ha explicado recién, miraban respectivamente hacia su derecha o izquierda, hacia el lugar donde se alzaba su imagen predilecta, dándose respectivamente los grupos las espaldas.

De tanto en tanto, algunos se levantaban y se acercaban al santo, tocando la base de la imagen. No entendimos la razón de estos gestos, hasta que nos la explicó después, a la salida, el Padre Hernández. Ahí nos reveló, para gran sorpresa nuestra, que debajo de las vestiduras, las familias chamulas solían esconder pequeñas imágenes antiguas  (íconos o idolillos) de sus divinidades ancestrales, aún vigentes. De modo que la adoración, el incienso usando copal y el ritual que observábamos atónitos, eran dirigidos en realidad a éstas, y no a la imagen del Santo visible . O si se prefiere, tal vez a ambas.

Un solo templo para dos expresiones cúlticas muy diferentes en su forma pero idénticas en su sentido profundo.

En buenas cuentas, ese amplio y hermoso templo católico del fines del siglo XVI en San Juan Chamula albergaba, en ese momento y simultáneamente, dos cultos, dos comunidades orantes, dos religiones, dos expresiones litúrgicas muy diferentes, bajo la techumbre de un mismo recinto. Los chamulas "paganos" -como les llamaba el padre- hacían sus rituales ancestrales quemando incesantemente copal, en medio de una suave murmullo continuo de rezos y súplicas, en su lengua,  a su imágenes ocultas, mientras los pocos fieles chamulas cristianos, en profundo silencio, asistían con nosotros, a venerar el recuerdo del cruento sacrificio de Cristo que se recordaba en  la Misa católica. En la nave central, la atmósfera respiraba a humo concentrado, inescapable.

Una experiencia imborrable.

Fue una experiencia inolvidable para nosotros, la que nos ha marcado para toda la vida. Hasta hoy, al recordar nítidamente ese suceso ocurrido hasta 42 años, nos conmovemos profundamente y admiramos el profundo sentido religioso de ese pueblo. Allí imagen, rito, comida ritual, quema de copal  y oración incesante, eran una sola realidad. Todo era considerado indispensable para el encuentro con la divinidad.

Dos hechos rituales ante dos centros de veneración.

Al recordar hoy este hecho, y al recorrer a pie hace pocos meses atrás el "Centro Ceremonial" de Tarapacá 47, sitio arqqueológico situado junto al pueblo de Tarapacá, y sus numerosos bloques con figuras, nos vino inmediatamente a la memoria este suceso vivido por mí hace ya tanto tiempo. Porque aunque el escenario físico y geográfico fuera diferente y la distancia temporal  y espacial grande, el trasfondo religioso y su expresión cúltica, nos pareció semejante en no pocos aspectos, y perfectamente comparable.

Si por un milagro algún amigo mexicano visitara este Blog y leyera estas líneas, le quedaríamos  especialmente agradecidos nos informara si aún siguen realizándose en San Juan Chamula las ceremonias que acabo de describir, presenciadas por mí hace 42 años atrás. Por cierto, estamparíamos su  comentario para enriquecimiento de este capítulo. Esperamos tal colaboración.