viernes, 19 de febrero de 2010

Un hallazgo fortuito de la cultura Chinchorro: un entierro en Patillos, Febrero 1995.

Foto 23. Instalando el campamento el día 6/02/1995 a pocos metros al weste del conchal arqueológico que se muestra en la foto 1. Toma desde el NW hacia el SE. El paisaje muestra numerosos cerrillos coronados por peñones rocosos. El peñón que se observa más hacia la derecha de la foto, protege claramente el conchal y sus moradores de los vientos predominantes del S y SW, creando una verdadera cortina protectora. Aquí la geomorfología local explica parcialmente el asentamiento humano. Pero, ¿de dónde obtuvieron el agua indispensable? Aquí hubo un poblamiento potente que necesitó de bastante agua. ¿La traían desde lejos, en sus balsas de cuero de lobo marino?. ¿Hubo, tal vez, alguna aguada cercana, hoy día aterrada e inexistente?. Es un enigma no resuelto en este lugar, como también en otros sitios vecinos como el sector de caleta Cáñamo que fueran también densamente habitados, a juzgar por la densidad de los desechos de cocina. Al fondo, se divisan los cerros de Alto Patache. (Foto H. Larrain, 6/02/1995).

Foto 22. Otros artefactos líticos fragmentados hallados en el mismo lugar, durante nuestra permanencia de 4 días en el sector (6-10/02/1995). Tomado de mi Diario de Campo, vol. 52 pág. 33, escrito durante nuestra permanencia en el campamento. Abajo, en el texto se refiere las circunstancias exactas de estos hallazgos arqueológicos, en el sector de Patillos, sur de Iquique.

Foto 21. Otros hallazgos hechos in situ por nosotros en el mismo conchal precerámico (Patillos-1) registrados igualmente en mi Diario de Campo, (vol. 52 pág. 30).

Foto 20. Página de mi Diario de Campo (vol. 52: 29) que muestra el hallazgo de la punta de arpón que se puede ver en la Fig. 19 (abajo). Hallazgo hecho en el extremo NW del conchal del sitio Patillos-1.

Las páginas precedentes muestran algunas páginas del Diario de Campo, llevado durante la expedición de los días 6-10/02/1995.

Más abajo, texto completo de nuestro Diario describiendo el hallazgo arqueológico hecho in sit
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En la secuencia fotográfica que sigue, de la época del hallazgo, podrá captarse el detalle de la pequeña excavación del entierro chinchorroide, realizada el día 9/02/1995, en un sector próximo al conchal bautizado por nosotros como Patillos-1.




Foto 19. Hermoso ejemplar de punta de arpón en sílex blanco, muy puro. Mide 8.93 cm de largo y 2.0 cm de ancho, con un grosor medio de sólo 0.85 cm. Está perfectamente trabajada por ambas caras, con muy finos retoques hechos a presión. Hallada en el extremo NW del conchal arqueológico de Patillos-1, en superficie. Es un testimonio claro de la caza marina efectuada por sus moradores en tiempos muy lejanos. Colección H. Larrain. (Foto H. Larrain, 7/02/1995).

Foto 18. Bolón de playa plano con señas evidentes de uso, empleado como instrumento de molienda (batán ó metate). Hallado en el conchal precerámico de Patillos-1 . En ese mismo conchal se observan varias piedras de molienda semejantes. El material de andesita se obtenía de las playas de bolones, muy comunes en estos caletones (Foto H. Larrain 6/02/1995).

Foto 18. Nuestro campamento y nuestro fiel Ford Escort 1990 es condido entre las dunas. Vista de Este a Weste. (Foto H. Larrain, 6/02/1995).
Foto 17. Marta Peña Guzmán observando otro sector próximo, cubierto de piedras que podrian, tal vez, delatar la existencia de otra tumba. Pero no presentan la concentración observada en nuestro entierro. Vista de Weste a Este. Al fondo, a la derecha, cerros altos del Oasis de Niebla en Alto Patache. (Foto H. Larrain 8/02/1995).

Foto 16. Parte correspondiente al cráneo y parte superior del entierro, envuelto en el tejido de estera hecho en totora. Este está amarrado con una cuerda en su extremo, formando una especie de penacho. (Foto H. Larrain 9/02/1995).

Foto 15. Sección púbica del entierro dejando a la vista el tejido de estera que envuelve todo el cuerpo. (Foto H. Larrain 9/02/1995).

Foto 14. Parte media del cuerpo, sección púbica. Tejido de estera visible y en buenas condiciones. Regla de 20 cm. (Foto H. Larrain 9/02/1995).

Foto 13. Conjunto del túmulo antes de su excavación. Regla de 50 cm. al medio del túmulo donde se inició excavación. Tomada de N a S. (Foto H. Larrain 9/02/1995).

Foto 12. Area próxima y a la izquierda del túmulo del entierro. Presumible señalización de tumba. Compare con foto 9. (Foto H. Larrain 9/02/1995).

Foto 11. Sector central del túmulo de piedras al inicio del proceso de excavación. Aquí se separaron unas 20 piedras para iniciar el lento proceso, guiàndonos por donde se veía la estera tejida a la vista. (Regla de 50 cm.). (Foto H. Larrain 9/02/1995).

Foto 10. Aunque algo borrosa, esta toma muestra el pequeño montìculo antes de su intervención. La acumulación de piedras a la derecha, es el lugar exacto del entierro excavado. A la izquierda, junto a la pala, un pequeño conjunto de piedras que podría corresponder a otro entierro, el que no fue intervenido. Foto tomada de N a S. (Foto H. Larrain 9/02/1995).

Foto 9. Estado perfecto de conservación de la estera. Los huesos aquí ya han desaparecido. (Foto H. Larrain 9/02/1995).

Foto 8. Marta observa un conjunto disperso de piedras en las cercanías del conchal Patillos-1 (Foto H. Larrain 8/02/1995).


Foto 7. Túmulo funerario tal cual se presentaba antes de ser excavado (regla de 50 cm.). Se observa entre 80 y 100 piedras clara,ente dispuestas para la señalización del entierro en Patillos-1. Minutos después, al perforar en su parte media o centro, apareció tejido de estera, que correspondió a la sección púbica del cuerpo (Foto H. Larrain 9/02/1995).



Foto 6. Cuerpo casi enteramente descubierto. Se observan dos huellas blanquecinas, paralelas a la regla. Son las dos piernas extendidas, cuyos huesos han desaparecido, deshechos, quedando tan sólo una leve huella blanquizca, pulverulenta. (Foto H. Larrain, 9/02/1995).


Fig.5. Cuerpo casi completo del entierro de Patillos-1. Tomado de NW a SE. Junto a la regla, se observa la malla de red que envolvía en su totalidad la sección del pubis. (Foto H. Larrain 9/02/1995).

Fig.4. Aparición del delicado tejido de estera bajo la capa dura, blanquecina, aquí visible (al lado de la regla de 20 cm), el que cubría todo el cuerpo. Aquí se muestra en su parte media (zona del pubis). (Foto H. Larrain, 9/02/1995).

Fig. 3. Peñones rocosos, próximos al conchal arqueológico, cubiertos de guano fresco de aves marinas ("guano blanco"). Lugar de dormitorio de aves donde seguramente acudían los pescadores a recolectar sus huevos y coger presas vivas para su alimentación. Existe plena evidencia en este conchal de Patillos-1 del enorme consumo humano de aves marinas, a juzgar por la acumulación masiva de restos de plumas y huesos de aves en este conchal según lo pudimos constatar. Foto H. Larrain 6/02/1995).

Fig. 2. Nuestro campamento base durante los días de la expedición, a pocos metros al Weste del conchal arqueológico de Patillos-1. Vista hacia el NW. (Foto H. Larrain, 6/02/1995).
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Fig. 1. Localización del conchal arqueológico precerámico de Patillos-1, a unos 2- 2.5 km al Sur de Punta Patillos, a unos 20 m. sobre el nivel del mar y a una distancia de unos 600 m del océano. Tiene una superficie aproximada a los 25.000 m2 (180 m x 140 m) e incluye varios pequeños montículos rocosos que pudieron servir de refugio a los antiguos habitantes. (Foto H. Larrain, 6/02/1995).

Circunstancias del hallazgo.


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Entre los días 6 y 10 de Febrero del año 1995, nos ocurrió a la Marta y a mí, un hecho insólito. Estábamos pasando unos gratos días de descanso, en carpa, a unos 2.5 km al sur de Patillos, donde habíamos descubierto poco antes un gran conchal arqueológico. En aquellos años, antes de nuestra activa participación en los estudios de niebla en el oasis de Alto Patache, actividad que comenzaría en Julio del año 1997, nuestro descanso consistía en recorrer y acampar en distintos lugares de la costa al sur de Iquique, tratando de comprender ecológicamente el modo de vida de los antiguos pescadores-recolectores, los antecesores de los Changos.

Antecedentes sobre nuestra preocupación por el enfoque ecológico-cultural

Este tema me preocupaba de forma particular aún mucho antes de la época de mis estudios del Magister y Doctorado en Antropología en Stony Brook, (USA) a comienzos del año 1971.En efecto, el examen del modo de vivir de los antiguos pescadores-recolectores me había fascinado desde el año 1963, fecha de mi llegada a la entonces Universidad del Norte, en Antofagasta, cuando hice mis primeros descubrimientos de conchales y grupos de viviendas prehispánicas al pie del Cerro Moreno y en las proximidades de la Quebrada de La Chimba y Quebrada de Las Conchas. Desde entonces, la relación íntima entre ecosistema desértico y manifestaciones de la cultura humana pasó a ser mi principal campo de interés. En concreto, una relación simbiótica entre ecosistema y cultura. Lo que hoy día interpreto y entiendo como una sub-disciplina de la antropología que he querido denominar eco-antropología.

Desde nuestra carpa, al lado del conchal arqueológico.

Aquél día 6 de Febrero de 1995 habíamos montado nuestra carpa en unas dunas, a unos 600 metros de la línea de la costa, (Foto 2, arriba) e inmediata a un gran conchal que nos proponíamos estudiar y que habíamos descubierto unos pocos días antes. Recordaba yo las andanzas por esta misma costa del aficionado arqueólogo danés Ancker Nielsen, en la década del treinta del pasado siglo. Y nos preguntábamos entonces qué rasgos de la superficie le habían llamado a él la atención, y le habían llevado a descubrir sepulturas del período Chinchorro. No teníamos la menor intención de excavar: solo escrutar, examinar y reconocer los rasgos superficiales y colectar especímenes arqueológicos abandonados en superficie. También relacionar el lugar con sitios favorables para la pesca, la caza y el marisqueo. Sin descuidar la colecta de especímenes entomológicos, actividad que siempre me ha cautivado y que heredé de mi maestro Luis Peña Guzmán.

De mi Diario de Campo.

La idea del enfoque ecológico-cultural primaba en mis exploraciones de sitios presumiblemente ocupados por el hombre antiguo. Comentábamos este enfoque con mi mujer, Marta Peña Guzmán, inseparable compañera de mis andanzas costeras. Mientras yo hacìa observaciones sobre la superficie ,la profundidad y contenido de este yacimiento o conchal, que bauticé como Patillos-1 (Foto 2), Marta recorría toda el área circunvecina buscando ávidamente alguna evidencia de asentamiento humano. (Fotos 7 y 16). Yo redactaba pacientemente mis notas de campo y escribía en mi bitácora de campo (tomo 52, pág. 29-49). De estas páginas extractaré y estamparé aquí textualmente para este segmento del Blog, con el objeto de que quede plena constancia del hecho.

Presumible utilidad de estas notas de campo.

Estoy cierto que los arqueólogos sabrán sacar partido de esta constatación y no se perderá esta evidencia que consideramos importante para la ciencia del futuro. No quisiera yo que ocurriera con estos elementos culturales lo que ocurrió con la Colección de Ancker Nielsen, de cuyos lugares exactos de hallazgos muy poco se sabe pues no consta existiera algún Cuaderno de Campo donde el danés anotara concienzudamente sus hallazgos. Al parecer, tal Cuaderno de Campo nunca existió, con lo cual mucha evidencia significativa desapareció para siempre. En mi Cuaderno de Campo, en cambio, he estampado con detalle, para futuro recordatorio del hecho, todos los descubrimientos realizados por nosotros durante esos días, así como la descripción minuciosa del hallazgo (Ver más abajo).

Mi reticencia a entregar estos antecedentes.

Durante largo tiempo fui reticente a la idea de referir en detalle este hallazgo para que no se me acusara de "huaquero". Hoy, ya a punto de cumplir mis 81 años, creo mi deber estampar los sucesos "tal y como sucedieron". Mi Diario de Campo (volumen 52 págs 28 a 59) recoge todos los detalles y dibujos de las piezas halladas in situ. Los materiales arqueológicos hallados en este entierro fortuito están guardados, debidamente etiquetados y fechados en bolsitas selladas y forman parte de mi Colección, y esperamos formarán un día parte de alguna colección museológica regional que nos ofrezca la garantía de seguridad y orden. Recientemente,  (año 2016) estos materiales pasaron a engrosar las  Colecciones del Museo regional de Antofagasta.

(El descubrimiento del sitio de Patillos: 9/02/1995). [copia textual de nuestro Cuaderno de Campo, Vol. 52: 25 ss; 6/02/1995]:

"Mientras yo dormía siesta en la carpa... Marta fue a recolectar lascas por los alrededores. Su andanza la condujo a un montìculo [natural] más elevado que todos los demás del área del conchal, en cuya parte superior vio primero el taller [con lascas] del material gris-verdoso, con un bloque golpeado grande, del que se había extraído muchas lascas. A poca distancia [unos 2m.] en un pequeña hondonada, entre dos pequeñas cimas, vio un extraño conjunto de piedras, todas enterradas [en buena parte, pero visibles] pero ninguna de un tamaño superior a los 20 cm x 15 cm (aprox). Presentaban una forma rara: una especie de cuadrilátero más o menos así, sobre la cubierta de arena: [aparece en el texto el dibujo de unas 30-35 bolones de playa, obviamente traídos hasta el lugar] (Fig. ) Semejaba un emplantillado de piedras, todas a la misma altura, conformando un pequeño túmulo que se alzaba unos 18 - 20 cm por sobre la arena de la pequeña hondonada. La hondonada protegía de los vientos del S y SW y mostraba dos pequeñas cimas que coronaban rocas. Muy cerca, a 2.5 m. de ese emplantillado de bolones de playa erosionados... había otro conjunto, mucho mas pequeño... con el mismo tipo de piedras [Vea Fotos 12 y 19, arriba] ;[sigue aquí un dibujo en el Cuaderno]".

Esta descripción somera queda bien complementada con la que sigue, bastante màs detallada y precisa (p. 39-43).

(Las primeras observaciones).

"La Marta vino [al campamento] a avisarme que había encontrado algo raro. Una extraña sensación (¿o percepción?) le daba seguridades de que algo se hallaría allí... Premunido de màquina fotográfica nos dirigimos al lugar [distante unos 80-100 m. [y ubicado] a unos 10 m. más alto que el lugar del campamento [nuestro]. No me cupo la menor duda de que el arreglo [o disposición] de los bolones era intencional [Foto 6]. Había unos 80 de éstos, todos de la pìedra negra (¿andesita o granito?) del lugar, [material] que se encuentra en toda el área. Las piedras no superaban los 20 cm y estaban enterradas en sus 2/3 en la arena. El "túmulo", (como he decido llamarlo) sobresalía algunos centímetros sobre la arena de la hondonada, tal vez 15-20 cm. Después de que yo tomara dos fotos del lugar, ante la eventualidad de un hallazgo, Marta comenzó a cavar un pequeño hoyo en la parte central del "túmulo".[Foto 13].

(Aparece materia orgánica descompuesta)

"Tras una pequeña capa de arena y piedrecillas (fruto de la descomposición del granito de la roca circundante negra), apareció materia orgánica: algo indefinible, color amarillento, que se deshacía en polvo y semejaba mucho el guano fósil, pero sin su característico olor. Era descomposición de algo... ¿Qué sería?, nos preguntábamos. A poco, un nuevo golpe de instrumento hizo aparecer unos trocitos de [tejido de] red, hecho de vegetales. ¡Detenerse...!. Era evidente que teníamos que ir al campamento para traer instrumental: palas, arnero, brochas, pinceles, etc., de los que yo venía premunido.

(Inicio de la excavación : aparece cubierta de estera)

Comenzamos a excavar y nos dimos cuenta que ese polvillo amarillento era producido por una fibra vegetal, en destrucción. Pronto le vimos ataduras y comprendimos que estábamos aquí ante un tejido de estera. Una estera recubría el conjunto. [Fotos 4, 8 y 13]. Exploramos por los lados, siguiendo la estera. Marta exploraba la región de la cabeza, donde también se veía la estera recubriendo todo. Yo hacía otro tanto, avanzando en busca de los pies. En esta tarea, la frágil estera de la parte superior, casi reducida a fibras sin consistencia,, se iba desprendiendo. Aparecía, al trabajo del pincel, una substancia amarilla, pulverulenta. Eran los huesos de las piernas, deshechos (fémur, tibia...). En cambio, observábamos que la estera se conservaba mejor hacia los costados, a mayor profundidad, y más lejos del efecto de la humedad diaria durante la noche. La red podía verse que se extendía por un amplio sector, en la zona de la cintura y la pelvis. Muy cerca del tejido de red (costado derecho del individuo) aparecieron dos conchas de lapas (Fissurella sp) muy frágiles, y un caracolito pequeño tipo cucurucho [¿Patella sp?], de aproximadamente 1 cm de largo, de color blanco. Las lapas están destruyéndose..., lo que me llamó [bastante] la atención: ¿mucha edad del entierro?. El cráneo estaba [puesto] de lado, como mirando al mar, de suerte que se exploró el parietal derecho, el que se deshizo, dejando entrada a la cavidad del cráneo. La posición del cuerpo [extendido totalmente] era, según mi brújula, N 40º W (o sea, 40º desviados del Norte hacia el Weste). El rostro del individuo, miraba, por tanto, hacia el Weste, pero su cuerpo todo, totalmente extendido (no flexado), mirando hacia el NW. No estaba, pues, orientado hacia el E (nacimiento del sol)".

La cubierta de estera hecha de materia vegetal: ¿totora o junco?).

"Marta empezó a hacer interesantes observaciones. La estera, en la parte que envolvía la cabeza terminaba en una especie de penacho [Foto 15], y todos los extremos de las fibras de totora (pues pronto me fue evidente que era totora el material de la estera), estaban amarrados y anudados con una cuerda muy bien hecha en fibra vegetal, (¿también de totora... no sé...), que terminaban en un nudo. Trozos de pelo color café oscuro aparecieron adheridos al cráneo. Apareció parte de la cabellera [la que alcanzaba] hasta la cintura, a unos 60 cm de extremo del cráneo. No estaba rizado. Entre el pelo, en su extremo, habìa unas plumillas chicas [de ave] y un cordelito fino  hecho en fibra vegetal parecía amarrar el extremo de la cabellera.

(No había ofrendas u artefactos)

"Al costado izquierdo del difunto, aparecieron varias plumitas juntas, huesos de pescado entre la red y el cuerpo, como en un hueco de la red. Al costado derecho, apareció un hueso de ave, roto. Las manos estaban extendidas sobre el cuerpo, envueltas por la estera [tejida]. Solo pudimos ver partes del húmero, en estado de conservación frágil. La cabeza estaba como apoyada en el hombro izquierdo. Al sacar el cráneo, éste se deshizo en varios fragmentos, viéndose lo delgado de sus paredes. Mejor conservados estaban el maxilar superior y la mandìbula inferior. Toda la parte del pecho y pubis estaba [totalmente] deshecha.

(Función de la red vegetal tejida).

La red, a manera de vestimenta, cubría de lado a lado, arriba y abajo, [toda esta parte ] del cuerpo. No era una red funcional, o, si lo era, a la vez sirvió para cubrir los genitales. Nada había en [el interior de] la red que, como digo, fue usada para cubrir el cuerpo. La red estaba suelta y desprendida del cuerpo en su parte superior (arriba), y enteramente unida [y adherida] al cuerpo por debajo. Para poder traer [conmigo] toda la red que está en estado muy frágil, debí proceder a cortar el cuerpo a la altura de las vértebras lumbares y sacarla casi entera. Ya no había piernas, las que se deshacían al menor contacto. Debajo de la pelvis y hacia abajo, el estado de conservación de la estera era casi perfecto. Las fibras, en perfecto estado, y todas sus amarras, firmes".

(Fotografías del proceso).

"Tomé varias fotografìas [ver secuencia fotográfica arriba] del proceso de descubrimiento del cuerpo. Así, limpiamos con cuidado [y con pincel] las zonas de estera, para que se vieran. Lo que nos impresionó fue que tanto las manos como los pies fueron cuidadosamente forrados en trozos de estera, además de la estera que, a modo de fardo, cubrìa todo el cadáver. Tomé fotos también del cuerpo, (parte superior), [el] que dimos vuelta, para que se viera cómo la estera y la red cubrían, como un taparrabo, toda la parte púbica. No hubo ofrendas. Solo la grande y hermosa estera, que solo pudimos rescatar en trozos, pues se rompía [y deshacía], y la red que se conserva, en gran parte está adherida al cuerpo (nalgas y parte inferior). Marta estaba algo frustrada de que no se hubiera hallado herramientas o utensilios de pesca. Nada.

(Observaciones sobre el cráneo).

El cráneo nos pareció pequeño, La dentadura se ve bien conservada. Parecería ser de un joven. . No sabemos sexo. La larga cabellera (60 cm.), nada nos dice sobre su sexo. Los fragmentos de cráneo y maxilar deberían informarnos sobre edad y tal vez, sobre sexo. Envuelto enteramente en estetas y vestido sólo con tejido de red en sus partes inferiores (también de tejido vegetal), el entierro parece ser muy antiguo: 2.000-3.000 A.C., por lo menos. Recordemos que todo el conchal y la zona [próxima] es enteramente precerámica. No se encuentra ni un solo fragmento cerámico.[ se omite algunas frases]. En el túmulo, el cuerpo ocupaba exactamente la parte central. No había otro cuerpo enterrado junto a èl. Túmulo individual.

(Hallazgo de fauna de artrópodos asociada al entierro).

Bajo la parte lumbar, al levantarla para darle vuelta y fotografiar, me llamó mucho la atención descubrir dos ejemplares muertos, pero enteros, del [coleóptero tenebriónido] Cordibates sp., idénticos al parecer al que hallé en Antofagasta (cruce a Mejillones), y recientemente, en la desembocadura del rìo Loa. También [hallamos] un trozo de Psammetichus sp (cabeza y antenas). Tenemos aquí, pues, insectos de unos 4.000 ó 5.000 años atrás. Noticia que creo interesaría mucho a Lucho Peña [entomólogo]. ¿Habrá algún antecedente en Chile de hallazgos de insectos prehistóricos?. Los dos ejemplares de Cordibates se veían enteros, con todas sus extremidades intactas."

"Cuando levantábamos piedras del lugar del entierro ("emplantillado de piedras"), salió corriendo un cienpìés, de aproximadamente 1.5 cm de largo. ....Tiene una larguísima cola que parece ser cerca de dos veces el tamaño de su cuerpo. [sigue, en el texto, una larga referencia a insectos observados en el lugar, junto a la carpa, en pág 43]"

(Testimonios de la caza y empleo del chungungo y del lobo marino).

[pág. 51] "Recogí uno de los días [de la expedición] en la zona de fogones [en pleno conchal] un pequeño cráneo, incompleto, de chungungo (Lutra felina peruviana] que fue comido enteramente por los pescadores. Parece un ejemplar joven. Presenta la parte anterior de la cara y fauces, completa, incluyendo toda su dentición. Para desollarlo, le fue quitada la piel, desde la zona de las orejas hacia atrás, y hay evidentes señas del corte hecho con implemento de piedra: cuchillo. Lo he conservado. Junto cn el cráneo de lobo marino, que procede exactamente del mismo lugar (apenas a unos 4-5 m de distancia), ambos son testimonio de la forma de utilización, por el hombre primitivo, de la piel y carne. Lo he puesto en una bolsita nylon bien cerrada y sellada. "

(Datos sobre la probable estatura del individuo hallado).

"Medí cuidadosamente con un cordel (no tenía huincha a la mano) la longitud de la osamenta extendida. El error posible deriva de que medí desde el extremo del cráneo (visible) hasta los pies. Pero éstos, como estaban extendidos y algo de lado, permiten un [cierto] rango de error. Mido 1.59 m. de lo que descuento unos 5 cm por la posición del extremo del pie (totalmente destruido y reducido a polvo). Calculo la estatura [del individuo], pues, entre 1.55 m. y 1.53 m. El examen del cráneo espero arroje datos sobre la edad y sexo del pescador. Parece tratarse de una persona de unos 26-30 años, pues está toda la dentadura ya formada. (Diario de Campo, Vol. 52, pág. 51)."

Conclusiones:

1. Hemos querido ser fieles a nuestra formación arqueológica y por eso no hemos dudado en hacer público este antiguo hallazgo nuestro. Se suma éste a muchos otros de la cultura Chinchorro en la misma área (sur de Iquique). Nuestro Blog eco-antropológico nos ofrece un excelente vehículo para ello;

2. Somos conscientes de que nuestra actitud puede provocar algunas críticas de algunos puristas de la Arqueología. Pero nuestra esmerada formación arqueológica en México nos habilita para reconocer, describir, y analizar este hallazgo. Otros en el futuro, más especializados en este campo, podrán sin duda obtener informes y descripciones más precisas de los restos conservados, examinándolos en detalle, tanto desde el ámbito de la antropología física, como desde un enfoque eco-cultural.

3. Los materiales de este hallazgo se encuentran a disposición de los especialistas y han sido depositados en el Museo Regional de Antofagasta  que nos ofrece plenas garantía de seriedad y orden. 

4. Cualquier aclaración o duda que pueda surgir a algunos especialistas, luego de la lectura y análisis de este Informe, será respondida con gusto por el autor de este Blog.

5. No puede dudarse de que se trata de un entierro del tipo Chinchorro o chinchorroide, de un único individuo depositado en forma extendida. Pero no había señas ni de máscara de barro ni tampoco, de envarillado de palitos en lugar de los huesos largos, como es usual en el tipo Chinchorro clásico. Aquí, los huesos de las extremidades estaban apenas reconocibles, de un material color ocre-amarillento, aunque muy desintegrados y deshechos. Parecería tratarse, por tanto de un tipo Chinchorro tardío, correspondiente, tal vez, a una fecha posterior a los 3.000 A.C. como nos lo confirmó la arqueóloga Cora Moragas W., consultada al efecto ( Marzo 1995).

6. El fardo funerario envuelto totalmente en el tejido de estera descrito y fotografiado más arriba, (Fig. 4) se hallaba depositado a muy poca profundidad (8-10 cm. o menos) y bajo una capa pequeña pero muy dura de unos 4 cm., y compactada con una argamasa de arena y sal (Fig. 4, al lado de regla). Producto, seguramente, de lluvias eventuales que compactaron la arena salina propia del lugar. Al tratar de sacar esta durísima capa (Ver Fig. 4), se maltrataba al mismo tiempo la capa de estera que yacía debajo, y que se adhería con fuerza a la capa arenosa.

7. El sitio del conchal lo hemos bautizado en aquel año 1995 como Patillos-1. Poseemos sus coordenadas exactas las que no se revelan aquì por razones obvias, pero constan en nuestro cuaderno de campo y en las etiquetas de sus materiales. Como anteriormente el arqueólogo Lautaro Núñez rotuló del mismo modo (como Patillos-1) un hallazgo suyo hecho en la Punta Patillos, habrá que aclarar esto un día no lejano, mediante una cartografía precisa. Pero se trata ciertamente de dos sitios diferentes aunque poco distantes entre sí.  (aprox.  algo más de 1 km).



viernes, 12 de febrero de 2010

Juan Renán Huatalcho: Un piqueño singular; insobornable defensor de las aguas cordilleranas..

Foto 10. Un cartel-denuncia campea en su jardín: "Pica en peligro!.. Ya secaron Laguna de Michilla, Laguna Lagunillas y Laguna del Huasco. y secando Laguna de Coposa". Huatalcho lanza esta grave acusación delante de todos, sin amedrentarse. Dicen que "las verdades duelen..." . ¿Quién se atrevería a desmentirlo?. (Foto H. Larrain, 9/02/2010).

Foto 9. Promoción de sus alfajores: "Alfajores RAH". Todo el entorno de la casa-esquina es un muestrario abigarrado de curiosidades piqueñas. (Foto H. Larrain, 9/02/2010).

Foto 8. Sentado a la entrada de su taller artesanal, disfrutando del placer de la conversación franca y amena. Sus casi 85 años pasan desapercibidos, bajo esos ojos vivaces y ansiosos de difundir generosamente las historias, los recuerdos y leyendas de su amado pueblo: Pica. (Foto H. Larrain, 9/02/2010).

Foto 7. Saliendo a saludar a sus visitas. Juan Renán disfruta recibiendo visitas e instruyendo sobre el pasado generoso de Pica. Pase Ud. también a verlo, pues no se arrepentirá. (Foto H. Larrain 9/02/2010).

Foto 6. Entre bougainvilias y jacarandás en flor, Huatalcho ofrece a las visitas su mercancía cultural sin cobrar un céntimo. La cultura no se vende: se expone a raudales, se comparte y se disfruta. (Foto H. Larrain, 9/02/2010).

Foto 5. La esquina más florida de Pica. Aquí ofrece al visitante sus deliciosos alfajores hechos con miel de mango. Aquí veremos siempre a nuestro amigo Juan Renán descansando después de las tres de la tarde, al término de su jornada diaria de alfajorero. (Foto H. Larrain, 9/02/2010).

Foto 4. Entre fragmentos líticos de antiguos "talleres" indígenas y elementos de trabajo coloniales. Todo tiene para él un sentido, una misión.: conocer, respetar y difundir la tradición de los antiguos (Foto H. Larrain, 9/02/2010).

Foto 3. Su actual residencia frente a la plaza de Pica y el muestrario de elementos del pasado. Vitrina imperturbable, insobornable, al aire libre. Es un "Museo" que está a la vista de todos, al servicio gratuito del visitante ocasional. Pero también un poderoso mensaje y una lección (Foto H. Larrain, 9/o2/2010).

Foto 2. Una hermosa tinaja colonial, con inscripción del año 1751. Proviene de la chacra "San Antonio de Padua" de esta misma localidad. Eran los tiempos del vino abundante y de los antiguos "lagares" coloniales. (Foto H. Larrain , 9/02/2010).

Fig. 1. Entre cántaros prehispánicos y carritos salitreros. Los recuerdos del pasado reviven aquí al alero del cariño de Juan Renán Huatalcho (Foto H. Larrain, 9/02/2010).

Una casita modesta entre un vergel de flores

Cuando hace años llegamos al pueblo de Pica (1993), nos llamó profundamente la atención esa modesta casa de madera, semioculta entre árboles de bougainvilias y jacarandás, al frente de la iglesia del pueblo. Decenas de recuadros con fotos, ajadas por le paso del tiempo, artículos alusivos a personajes políticos de izquierda, pinturas de héroes cuzqueños, todo un verdadero arsenal de información sobre el pasado antiguo y reciente de Pica. Puede uno estarse allí por horas leyendo viejos Informativos, u hojas antiguas de periódicos. El tema recurrente: la historia de Pica. Por el costado, frente a la plaza, un auténtico "Museo al aire libre". Ahí vemos de todo: desde piedras de formas raras, vasijas indígenas, fragmentos coloniales de piedras talladas, tal vez de antiguas iglesias, hasta carros pampinos, tinajas y botijas de la época de la producción del vino en los lagares piqueños: todo un singular amacijo de objetos de cerámica, piedra, o metal que representan antiguas artes o manualidades. Ahí se puede ver no menos de 1.000 años de historia local en abigarrada y simpática confusión.


¿Qué representa todo esto?.¿Qué sentido tiene el mostrar el pasado de Pica?.


El hombre creador de este singular "Museo", se llama Juan Renán Huatalcho. Piqueño de tomo y lomo. Hombre solitario, pero acogedor y abierto. Deseoso de dar a conocer la historia y los avatares de Pica a quien quiera preguntarle. Mucho más que el Museo local -donación de la Minera Collahuasi- este "Museo personal" posee una personalidad única. De golpe y porrazo, el visitante que se adentra a comprar sus deliciosos alfajores por un sombreado pasadizo con aroma de flores, toma conciencia de la historia local: sus héroes, sus glorias, sus cuitas y sufrimientos.


Un eremita fabricante de alfajores de miel de mango.


Este ermitaño fabricante de alfajores, debió llamarse Juan Renán Almonte Huatalcho. Pero su padre don Juan Almonte Delgado nunca lo reconoció, heredando en consecuencia el apellido indígena de su madre, doña María Huatalcho, al igual que sus fuertes facciones aymaras y su tez morena. Nació Juan Renán -nombre que le dio su padre, amigo de masones y librepensadores- un día 4 de Marzo de 1925. Se apresta, pues, a cumplir sus 85 años.


Juan Renán nos regala generosamente su tiempo y nos cuenta su vida.


La entrevista se realiza en la entrada de la casa, donde ha instalado un par de pequeñas e incómodas sillas de madera. Allí nos confidencia pausadamente su vida. De tanto en tanto exclama, al pedido de alfajores piqueños: "no hay; agotados"!. Todos los que llegan a Pica saben que él es el Rey de los alfajores. Nos cuenta que fabrica diariamente entre 350 y 380 alfajores. Se venden en paquetes de seis, al precio de $300 cada paquete. En la mañana lo encontramos trabajando en su confección, en una de las habitaciones interiores. Tiene sus "secretos" pues él los hace con miel de mango, a diferencia de otros. El arte de confeccionarlos se lo enseñó su hermana mayor, doña Nelly Almonte Loayza, hace ya muchos años. Este ingreso diario y una corta pensión que recibe por haber sido preso político -estuvo meses en Pisagua, viendo desaparecer allí a algunos de sus amigos y correligionarios- le permiten sobrevivir dignamente. Su gran "pecado": haber sido regidor comunista en la Pica de entonces (1973). lo que le valió el exilio al pueblo de Chapiquiña.


Conoce al dedillo la historia de su pueblo. De ésta nos habla con la pasión de un enamorado.


Lo que más nos asombra al tratarlo de cerca es su dignidad, su profunda conciencia de que tiene un legado que transmitir a las generaciones jóvenes: su amor por su terruño, su gloriosa historia pero también sus sufrimientos. Sobre todo, a manos de las empresas mineras y las empresas explotadoras del agua. Habla pausadamente, meditando, musitando sus palabras, sin odio, sin rencor alguno, a pesar de las duras experiencias vividas a partir de 1973.


¿Qué nos quiere transmitir hoy nuestro amigo Renán Huatalcho y su singular “museo al aire libre”? . ¿Cuál es su mensaje?


. ¿Cuál es su misión en la Pica actual, la turística, la veraniega?. El amor a la verdad y la justicia y el desenmascarar la soberbia y la mentira es su meta. Observa mucha politiquería barata, mucha componenda, muchos “arreglines” a nivel municipal. Poca transparencia, poca fidelidad a los grandes ideales. Muy poca preocupación por la arqueología, la historia y las tradiciones locales. Y lo que le es particularmente doloroso, una nula preocupación por los aspectos ecológicos y el cuidado del medio ambiente.


Su lucha por la verdad y la justicia: el tema del agua y su derroche actual.

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Por eso lucha hoy por su conservación y puesta en valor con las armas a su alcance: sus audaces y atrevidas proclamas desde el patio de su casa, convertido hoy en vitrina, sus valientes letreros alusivos a la destrucción de varios oasis andinos por obra de las Mineras Cerro Colorado y Doña Inés de Collahuasi. Formó parte activa hace pocos años de un grupo luchador de 40 familias piqueñas que se alzó contra el deterioro ambiental operado por las Mineras al extraer ingentes cantidades de aguas altiplánicas, secando sus humedales y bofedales de altura. Alzaron valientemente banderas negras en el frontis de sus casas. Las mantuvieron enhiestas por meses, contrariando el sentir de las autoridades locales.


Las Mineras no lo atacan; lo ridiculizan como "viejo loco".


Pero la Minera socavó hábilmente su acción, ofreciendo “el oro y el moro” a los micro empresarios piqueños, entregándoles financiamiento gratuito para sus micro-empresas. Y las límpidas aguas altiplánicas siguen bajando, en miles de metros cúbicos diarios, por la tubería de Collahuasi hasta el puerto de Patache, para terminar, envenenadas, en inmensas lagunas costaneras. Aguas puras e inmaculadas, perdidas, despilfarradas para siempre. Hoy, cuando el agua es el valor más preciado en nuestro desierto nortino.¡qué vergüenza!.


El escandaloso despilfarro del agua altiplánica.


Hoy, cuando las caletas costeras del sur de Iquique claman por el agua, que les llega escasa y tardíamente en camiones aljibes. Hoy, cuando el agua ha pasado a ser en nuestro planeta, el recurso de lejos el más escaso e importante de todos. ¿Cómo es posible?.

Por estos caros ideales lucha hoy casi solo en Pica Juan Renán Huatalcho, el valiente solitario, considerado por algunos en el pueblo como “loco”. Aunque nos enseña el Evangelio que "nadie es profeta en su tierra", esto no parece valer para Juan Renán. Para nosotros y para muchos, él ha pasado a ser un verdadero “profeta en su tierra piqueña" , uno de los poquísimos piqueños que se ha atrevido a decir, sin tapujos, su verdad frente a la poderosa y omnipotente Compañía Minera.


Huatalcho: defensor acérrimo del patrimonio natural y cultural de Pica.


Un día nos faltará Huatalcho, el de los alfajores piqueños con sabor a mango, y lo echaremos de menos; un día no lejano algunos se alegrarán de su partida, pero la historia reinvindicará su valentía, su audacia, su frenética porfía por defender la verdad. “Y la verdad tendrá su hora”. Y entonces Juan Renán Huatalcho será reconocido como un gran heraldo y defensor del patrimonio cultural y natural de Pica y su Región, el mayor defensor local del derecho. a preservar y mantener nuestras ecosistemas limpios, nuestras aguas incontaminadas para las generaciones futuras.


En esta lucha no estás solo:


Amigo Renán, conviene que lo sepas: no estás solo en esta lucha cuerpo a cuerpo contra el gigante. Acuérdate del joven David y de su honda: pudo ésta más que el tamaño de Goliat!.

lunes, 1 de febrero de 2010

Presencia del guanaco en los cerros costeros del desierto: estrategias de caza

Foto 9. Vista desde el weste, muy cerca del mar, hacia los cerros de Alto Patache. Los senderos antiguos de guanacos descienden hasta aproximadamente los 120-130 m snm. (Foto H. Larrain).


Fig. 8. Panorámica que muestra el relieve del área, compuesto de quebradas, laderas y cimas de la Cordillera de la Costa. En los cordones de la cima, en sitios de amplia visibilidad, suelen encontrarse los antiguos parapetos de caza que hoy sólo semejan informes montones de piedras. En el sector derecho de la foto, observe las líneas paralelas dejadas por los antiguos senderos. de guanacos, hoy ya hace tiempo inactivos. (Composición fotográfica de Luis Pérez Reyes).

Fig. 7. Sector rocoso del acantilado, hacia los 750 m. de altitud. Entre las rocas, presencia de especies vegetales palatables para el guanaco. La vegetación actual, en época del Fenómeno de El Niño, desciende hasta los 250-200 m de altitud (Foto H. Larrain).

Fig. 6. Bosteadero o defecadero de guanacos en la intersección de senderos del mismo animal (Foto H. Larrain).
Fig. 5. Amplia meseta a los 770 m de altitud,.donde se encuentran senderos y revolcaderos de guanacos. Esta meseta interior, a corta distancia del acantilado rocoso, estuvo antiguamente cubierta temporalmente de vegetación de Ephedráceas, Gramíneas, Nolanáceas y Malváceas, según las evidencias encontradas in situ. Excelente alimento para el guanaco.(Foto H. Larrain).

Fig. 4. Restos de un parapeto o atalaya de caza. Aqui los antiguos cazadores construyeron un refugio y se ocultaron, seguramente bajo cueros de guanaco, listos para disparar a la presa. (Foto H. Larrain).

Fig. 3. Antiguo defecadero o bosteadero de guanacos, en proximidad de un sendero antiguo (Foto H. Larrain).

Fig. 2. Típicos restos de un parapeto o atalaya de caza. La disposición de las piedras es obviamente artificial. Las piedras fueron traídas hasta este lugar; desde este sitio hay una notable visibilidad hacia todos los lados. Unos 6 parapetos semejantes se ha registrado en el contorno del oasis. (Foto H. Larrain).

Fig. 1. Tipos característicos de la punta de proyectil usada para cazar el guanaco en Alto Patache. La punta lítica se adosaba a un astil de madera, provisto de una acanaladura y era bien apretada con delgados tendones de aves marinas. Muestras de puntas líticas hechas en sílex blanco, casi transparente. talladas in situ.

Presencia de decenas de miles de antiguos senderos de guanacos

Hemos aportado, en un segmento anterior de este Blog, numerosas evidencias fotográficas de la activa presencia del guanaco (Lama guanicoe Müller) en los oasis de niebla del extremo Norte de Chile. Las enmarañadas redes de senderos, que bajan hasta la misma costa, y que tapizan las laderos de los cerros costeros en los sectores de Alto Patache, Punta Gruesa, Punta de Lobos y Alto Chipana, al sur de la ciudad de Iquique, nos demuestran, sin género de dudas, que tropillas y grupos pequeños de guanacos, han recorrido antaño intensamente esta zona, en procura de su alimento.

Ya el zoólogo chileno Guillermo Mann, en un artículo escrito en el año 1953, llamó la atención del mundo científico sobre el particular ("Colonias de guanacos -Lama guanicoe- en le desierto septentrional de Chile", Investigaciones Zoológicas Chilenas, Vol 1, Nº 10). Al parecer, habría sido el primero que reunió evidencias y constataciones en terreno sobre este hecho, para esta eregión costera desértica del Norte de Chile.

Un regalo al cumplirse las 45.000 visitas a este Blog.

Al cumplirse el día de hoy exactamente un año desde que decidiéramos contar el número de visitas a nuestro Blog, (número que ya asciende a más de 45.000 visitas anuales, lo que significa un promedio diario de casi 125 visitas), tenemos el agrado de entregar este segmento nuevo en agradecimiento a nuestros numerosos seguidores de Chile y del extranjero, que nos han animado a proseguir por esta senda de difusión científica de los conocimientos sobre esta Región extrema de Chile. Conocimientos que siempre dirán relación estrecha entre el hombre, poblador y transformador del paisaje y el medio ambiente o escenario geográfico donde le toca vivir.

Estrategias de caza del guanaco y eco-antropología.

Nosotros, como miembros del equipo científico del Centro del Desierto de Atacama, de la Pontificia Universidad Católica de Chile, hemos querido en este Blog, examinar, destacar y profundizar en el aporte de tantos precursores: cronistas, viajeros o científicos que, gracias a su perspicacia y dotes de observación, han contribuido poderosamente a echar las bases de este enfoque eco-antropológico, dando a conocer las riquezas de los ecosistemas y su forma concreta de aprovechamiento por el hombre para construir su cultura y sus variados modos de vida. Enfoque que relaciona y aproxima en apretada simbiosis, la antropología a las ciencias de la tierra y al medio ambiente natural. creando el indispensable diálogo. Enfoque que creemos ha quedado parcialmente obnubilado y a veces obscurecido por la excesiva partición de la ciencia en infinitas disciplinas o sub-disciplinas, de tal suerte que, por desgracia, no pocas veces "los árboles nos impiden ver el bosque", como reza el sabio proverbio castellano. Somos de opinión que un enfoque innovador, holístico, nos obliga a volver a mirar el "bosque" más allá de los "árboles". O mejor aún, mirar los "árboles" no tanto en sí mismos, sino como parte integrante de un conjunto llamado "bosque".

Ecología y eco-antropología. ¿Por qué nuestro acento sobre lo "eco"?.

Es el ecosistema como una "unidad de vida" o un "sistema común de vida", el que hemos disectado en numerosas disciplinas, las que, si bien nos han aportado mucho al conocimiento "particular", llevan el sí el estigma de olvidar u obscurecer la mirada de conjunto, olvidando que el "todo es anterior y superior a las partes". O dicho de otro modo, que "las partes no son capaces de explicar el todo". Cuando Ernst Haeckel en 1869 inventó el término "ecología" ("Öcologie") fue porque las distintas ciencias biológicas (botánica, zoología, etc.) no daban cuenta cabal de los procesos y fenómenos de interrelación con el medio ambiente del que, sin embargo, formaban parte de modo indisoluble e inseparable.

Las estrategias de caza del poblador primitivo de estas costas desérticas, son un claro ejemplo patente de un enfoque eco-antropológico. Es decir, estudiando a fondo el dónde, la forma, el porqué y el cómo de estos procesos de caza terrestre del guanaco, estamos estudiando, a la vez no sólo las habilidades tácticas del cazador primitivo, sino también la rica geografía y geomorfología de los paisajes de la costa y las variables condiciones climáticas locales que permitieron el desenvolvimiento in situ de un proceso local llamado "cacería". El estudio y análisis, de las estrategias antiguas de caza terrestre (en el caso del guanaco o del ciervo) constituye una suerte de "ecología humana prehistórica", una aproximación al dominio y control por parte del hombre antiguo de las condiciones que ofrecía la fauna local y el paisaje concreto en que ésta se desenvolvía.

El aporte insustituíble de los viajeros y científicos del pasado.

Comentaremos en este segmento de nuestro Blog textos de varios viajeros antiguos que fueron testigos directos de estos estratagemas o estrategias de caza en América. Son numerosos los viajeros o científicos que aluden a la caza del guanaco por parte de grupos primitivos; pero son muy pocos los que nos ofrecen detalles precisos acerca del modus operandi del grupo humano en tales casos. Uno de ellos es el viajero y científico francés Alcide O´Orbigny quien por muchos años recorre incansablemente paisajes de Argentina, Chile, Bolivia y Perù, y que logra, en consecuencia, formarse una idea muy cabal de aspectos relativos a la eco-antropología de los grups humanos que describe. Traee la misión precisa de reunir informaciones cientìficas de toda índole sobre estos todavía desconocidos territorios Diez años antes que Charles Darwin, D´Orbigny logra reunir una ingente cantidad de información sobre la flora, fauna, antropología e historia y paleontología de estos nuevos países americanos que recién inician su vida independiente.

D´Orbigny nos describe el modo de vida y las técnicas de caza de los tehuelches.

Uno de los grupos humanos que tal vez mejor describe D´Orbigny es su contacto con los tehuelches, que el llama "patagones", de Río Negro ( sur actual de la Argentina). Describe asì estos grupos de nómades cazadores.

"Los patagones forman un número bastante grande de pequeñas tribus vagabundas, dispersas por las vastas llanuras del sur, como restos de un gran naufragio; todas están compuestas, a lo sumo, de treinta a cuarenta familias, cada uno con su tienda. Se comprende que alimentándose exclusivamente de la caza, seam imposible que un gran número de familias pueda vivir, juntas, porque en pocos días se agotarían los recursos. Esta nación debe estar, pues, siempre diseminada en pequeñas secciones errantes en medio de esa inmensa llanura, que se extiende en las tierras señaladas en los mapas con el nombre de Patagonia, transportando con ellos sus toldos de cuero, no conviniéndoles ningún otro tipo de habitación...".

Extrapolando los datos a nuestros camanchacas o changos.

Si bien el caso de los camanchacas o changos del litoral desértico norte-chileno es algo diferente en cuanto a su habitat y ecosistema al de los tehuelches o patagones descritos por D´Orbigny, muchas de sus observaciones concretas creemos pueden extrapolarse a estos grupos nortinos, ciertamente más pequeños, pero no menos "vagabundos". ¿Razón? El objeto de su persecución y cacería es exactamente el mismo animal: el guanaco, el que posee hábitos idénticos. Se trata de la misma especie animal que, evidentemente, según las condiciones geográficas reinantes, se adapta a ecosistemas diferentes.

Analicemos el texto de D´Orbigny que arriba he transcrito:

a) Los camanchacas eran, igualmente, tribus "vagabundas", en el sentido de que recorrìan extensas zonas de la costa explotando diversas zonas de recursos; pero manten `pian ciertos lugares de mayor presencia: ahí donde disponìan de mayores recursos.

b) Los camanchacas eran pescadores, recolectores y cazadores. Esto constituye una diferencia, en el sentido de que el ecosistema marítimo les ofrecía un variada gama de especies, tanto de pesca como de marisqueo. Para los camanchacas, la caza animal era más bien ocasional, circunscrita a ciertos meses del año: meses de mayor existencia de vegetales en los oasis de niebla;

c) Dada la escasez de alimento en algunos meses, sobre todo en invierno, los grupos eran siempre pequeños. Con excepción de unos pocos lugares, muy favorecidos por la presencia permanente de agua (en desembocaduras de ríos o presencia de "aguadas").

e) al igual que los tehuelches, los camanchacas transportaban en sus balsas de cueros de lobos marinos sus cueros, para armar sus pequeñas viviendas, sobre piedras o sobre costillas de ballena.

f) Y al igual que los tehuelches, estos grupos semi nómades instalaban rápidamente sus viviendas en cualquier caleta o playa donde encontraran el agua y hubiera posibilidad de pesca y marisqueo. Allí donde el agua no existía, sabemos que la transportaban en numerosos odres de cuero hechos de las vejigas de lobo marino o guanaco. Cada odre podía contener hasta 20 o 30 litros de agua. El agua era estrictamente para la bebida; sus alimentos eran tostados o chamuscados al fuego; rara vez hervidos. De aquí la escasez observable de la cerámica prehispánica, en este sector hiperárido del litoral. Si el agua llegaba a escasear, una balsa se encargaba de ir a llenar los recipientes a la aguada más cercana. Y a diferencia nuestra que ante la necesidad no sabríamos a qué sectores acudir, ellos tenían ya una larga experiencia de la productividad de los distintos sitios de posible recalada. Y el tamaño, extensión y profundidad de sus conchales, es un testimonio evidente de la preferencia demostrada.

Esterilidad del ambiente y preferencias de morada

Sigue relatando D´Orbigny:

"...la Patagonia es a tal punto seca y estéril, que muchas de sus partes no pueden ser empleadas por falta de agua; permanecen completamente desiertas, y cada familia, para hallar su alimento, debe extenderse por lo menos cien veces más de lo que tendría necesidad en una región fértil, admitiendo el mismo número de habitantes agricultores. Parecería, empero, que cada toldería o reunión de familias, ha tomado por morada habitual una cierta comarca donde ella da vueltas...." (706).

Modo y sitios de asentamiento de los camanchacas.

Tenemos la convicción que entre los camanchacas debió ocurrir algo muy semejante: dteerminados sectores, dotados de mayores recursos, concentraron siempre el asentamiento. Las desembocaduras de los ríos Lluta, Camarones, Tiliviche (Pisagua Viejo), Loa, fueron soiios preferidos. pero también lugares de presencia de aguadas permanentes, como Iquique (Bajo Molle), Los Verdes, Cobija, Punta Pichalo, Cerro Moreno, etc.) o aún- sostenemos nosotros- , lugares de presencia de oasis de niebla potentes, como es el caso de Patache y Cáñamo, Mamilla y algunos otros lugares favorecidos por la presencia de coiposa niebla o camanchaca costera. No nos explicamos de otro modo el potente asentamiento humano, prehistórico, demostrado por la existencia de cementerios, que se presenta, por ejemplo, en torno a Caleta Cáñamo o Bajo Molle donde no se detectan hoy aguadas permanentes.

La estrategia de caza de los tehuelches, según D´Orbigny:

"...muchos de ellos se dirigían al lugar señalado [previamente]. y al día siguiente, por la mañana, al amanecer, comenzaba la batida sirviéndose con destreza de dos clases de boleadoras..., sea para parar [ al animal] en su carrera, sea para matar los guanacos, los ciervos y las avestruces. También emplean el arco... Se distribuyen, formando un amplio círculo alrededor de las presas; luego avanzan todos al mismo tiempo, estrechando el círculo. Cuando un animal quiere escaparse, le cortan la retirada arrojándole las boleadoras, o disparándole flechas. Los numerosos perros... les prestan grandes servicios en ese ejercicio..." (709).

Este texto es de extraordinario interés, por demostrar un conocimiento muy directo del modus operandi de los cazadores. ¿Participó activamente el científico francés en alguna de esta s operaciones de caza?. ¿O sólo se la refirieron en detalle?. Porque el texto revela tal número de detalles que, conociendo su exactitud descriptiva, solo sería explicable en una de esas dos hipótesis.

Analicemos el texto mediante el recurso a la "analogía etnográfica".

Comparemos con una situación hipotética de caza de guanacos en nuestros oasis de niebla:

a) los cazadores, en gran número se dirigen al sitio elegido para la caza, en la noche anterior. Es de suponer que allí se parapetan y camuflan en sitios ad hoc para la caza: tal vez los parapetos o atalayas. Los changos o camanchacas, pudieron hacer exactamente lo mismo. Sólo en Alto Patache hemos descubierto 5 ó 6 parapetos construidos ad hoc.

b) La batida comienza al amanecer, con las primeras luces del alba. Lo significa muy probablemente que el cazador pernocta en el sitio previamente diseñado para la caza en esos parapetos.

c) Usan dos clases de armas: boleadoras más arco y flechas. Entre los camanchacas no existió la boleadora; no hay la menor referencias al respecto en los registros arqueológicos. Pero sì el arco y flecha, muy común, al igual que el arpón para la caza marina. Pero si no poseían boleadoras, tienen, en cambio el atlatl instrumento de madera que permite lanzar dardos a gran distancia. Este tipo de armas ha sido hallado con cierta frecuencia en la costa. Y su uso, de cierto fue en la caza terrestre, no marina.

d) Manifiestan una gran destreza en el manejo de estas armas, fruto de su experiencia casi diaria. No olvidemos que igualmente eran muy diestros en el manejo del arpón, operación que en cierto modo era aún más difìcil.

e) El empleo del arco está totalmente comprobado por el gran número de puntas de proyectil, dotadas de aletas halladas en el oasis de niebla de Alto Patache, no menos de 30 ó cuarenta varias veces fueron halladas en, o en la cercanía inmediata a los senderos de guanados, sobre los 750 m de altitud. Además, son numerosos los arcos de madera hallados en yacimientos vecinos como Cáñamo y Patache. En el pequeño Museo arqueológico-histórico de Río Seco, administrado por la viuda de don Luis Covarrubias, ya fallecido, se puede ver hoy día varios ejemplares de arcos procedentes de excavaciones hechas en las vecindades al lugar y aportadas por huaqueros.

f) Los cazadores se distribuyen haciendo un amplio círculo. La geomorfología de los cerros y laderas de Alto Patache favorece este despliegue, por la gran visibilidad exsistente entre las cimas y lomajes.

g) Luego avanzan todos al unísono, estrechando el círculo en torno a la tropilla ya avistada previamente.

h) Por último, al igual que los tehuelches, los camanchacas disponían también de perros, los que obviamente sin duda utilizaron también en la cacería del guanaco. Aún cuando no tengamos pruebas concluyentes de ello en el registro arqueológico. Sabemos de hallazgos de varios razas de perros prehispánicos en diferentes lugares de la costa, desde tiempos muy tempranos.

Importancia etnológica de este texto.

Este documento de D´Orbigny es muy valioso para nuestro propósito. El tipo de armas, el trabajo en equipo de cacería, el apoyo de perros especialmente adiestrados, sin duda fue crucial en este trabajo, el empleo de lugares de atalaya, era sin duda, la estrategia que surtía efecto y que siempre habían empleado con èxito.

Una diferencia fundamental, sin embargo, con el caso tehuelche es que las manadas en estos sitios costeros del área desértica debieron ser bastante pequeñas: probablemente no más de 3-4 individuos, como los que pude avistar personalmente en agosto del año 1964 en las alturas de Cerro Moreno. No como en las pampas argentinas.

Por fin, indicaciones de la presencia y cacería de guanacos encontraremos en Philippi (1860) en su ascenso a Cerro Moreno en 1853, en Vidal Gormaz (1876) en Latorre (1879). Pero no hemosa hallado ningún relato tan prolijo y detallado como el que aquí nos ha ofrecido D´Orbigny, fechado en 1826, época de poca actividad minera en la zona. D´Orbigny no era un viajero corriente, ni un mero turista ocasional. Fue comisionado ad hoc por el Museo de Ciencias Naturales de París para reunir informaciones científicas de esta región, tan poco conocida. Por tanto, su testimonio es el de un científico serio, no el de un explorador o un diletante cualquiera. Y el método científico que emplea, salta a la vista. Su caso es muy semejante al de Darwin, pues inicia su viaje de varios años con apenas 24 años de edad, pero se ha graduado con distinción en Paleontología en Francia, en una de las escuelas más famosas de su época.